CLASES: Seminario de estudio La diferencia sexual en la época del género. Infancia y adolescencia


*  Argumento

“Freud señaló la ausencia de relación entre el sexo del individuo y su elección de objeto, y se opuso a todo determinismo innato sobre el tipo sexual. Distinguiendo entre el objeto y el fin sexual, descartó cualquier posibilidad de postular una sexualidad normativa”. (1) De esto podemos concluir que toda sexualidad es sintomática: heterosexual, homosexual, LGTB, Queers… el síntoma no puede carecer de sentido sexual porque es un compromiso entre pulsión y represión.  

Al mismo tiempo afirmó que no hay representación en el inconsciente del sexo ni de la muerte ¿Entonces, cómo adviene el sexo al niño, cómo el sujeto infantil toma una posición sexuada, cómo se inscribe en su sexualidad? 

Para Freud el complejo de castración será  fundamental para le elección de una posición sexuada. Pero señalemos que si bien Freud plantea matices, en principio se refiere a tener o no el órgano. Para Lacan será un trabajo de significantización, un efecto del lenguaje. El falo es fundamentalmente el que la madre no tiene y por lo tanto es la forma en que el menos se inscribe de los diferentes registros. Así, la castración es para Lacan un efecto de lenguaje que transmuta entonces el órgano peneano en símbolo, en significante del deseo. Este efecto es sin duda simbólico. Pero además, en este registro no podemos olvidar la identificación. 

Si tomamos la diferencia anatómica, se trata de lo que se ve y entonces es la imagen del cuerpo lo que está en juego, por lo tanto estamos en la 

dimensión imaginaria.   Por último hay que mencionar el encuentro contingente con el goce real. Aquí Lacan nos dirá que hombre o mujer son modos de goce, es decir una elección subjetiva de una posición inconsciente. Pero, ¿Hay otros modos de goce? ¿Cómo tener en cuenta  a las pulsiones que no tocan a la diferencia sexual y en donde el objeto de la pulsión es indiferente? 

Actualmente las transformaciones en la subjetividad, sobre todo con respecto al sexo y a la familia, nos interpelan. El empuje a la salida del binarismo sexual no deja de tener incidencia en niños y adolescentes que tratan de escapar al llamado “destino de la anatomía”. La época del género y sus nominaciones modifica el orden simbólico de la época freudiana.  Lacan va a señalar que es el adulto quien hace una distinción entre la niña y el niño y esto en función de criterios del lenguaje. Tenemos entonces aquí lo que es distinción y lo que es sexuación. El concepto de “sexuación” está en estrecha relación con el inconsciente, fue formulado por Lacan al constatar que las diferencias sexuales anatómicas no coincidían con las consecuencias de su subjetivación. Lacan enseñó que el sujeto depende de lo que sucede en el Otro, hoy nos encontramos ante situaciones donde las identificaciones infantiles no coinciden necesariamente con las nominaciones que provienen del Otro. Entonces, “¿Cuál es la función de lo que se transmite en el discurso de la familia y en el discurso social sobre la diferencia sexual? ¿Cómo incide en el proceso de sexuación del niño o de la niña? Y ¿cómo incide en la pubertad, que según Freud era un momento crucial para la definición de la posición sexuada? ¿Esto es aun así? ¿Cómo pensar los esfuerzos por borrar la diferencia y ubicarse en lo neutro o lo fluido? El lenguaje inclusivo, que borra las distinciones, ¿qué efectos puede tener en el sujeto? 

En este panorama el infantil sujeto tomará una posición, singular, en donde su solución será inventada con los medios que dispone. Para el adolescente se tratará de un delicado pasaje que puede ser una travesía, una crisis, ya que la anatomía no le garantiza nada.   

Tenemos una orientación para leer nuestra actualidad en las enseñanzas de Lacan que retoma las últimas elaboraciones freudianas sobre la sexualidad femenina. Fundamentalmente en lo que respecta al más allá del falo. Esto permite ubicar que hay disimetrías en cuanto al goce. El goce más allá del falo cuestiona el Edipo y pone en valor el lenguaje que opera sobre los cuerpos al introducir la falla del sexo. Ésta constituye la base de nuestra clínica, porque es ante esta falla que van a construirse las teorías sexuales infantiles. ¿Serán aún las freudianas? 

El psicoanalista estará atento entonces, en preservar la singularidad de estas invenciones, sin dejar de tener en cuenta aquellos casos en que se necesita ponerle un borde o un marco cuando implican irrupciones demasiado violentas.

Escuchamos de algunos jóvenes la expresión que han nacido en el “cuerpo equivocado” o en un “falso cuerpo”. (2) Tendremos que dejarnos enseñar por lo que ellos dicen, localizar cuál es su sufrimiento. Vemos que suele haber una primera demanda: cambiar el nombre que llevan de nacimiento por otro de su elección. ¿Cómo toma la familia esta demanda? Y ¿el cuerpo social la escuela, los amigos? Y ¿lo jurídico? ¿Cómo interrogar las identificaciones sexuales cuando ellas dependen siempre de semblantes? Recordemos que Lacan nombra la impostura en el hombre y la mascarada en la mujer. Estos semblantes ¿aún están vigentes? ¿Hay nuevos semblantes para las identificaciones sexuales? 

Estos son algunos de los interrogantes que la época nos plantea y trataremos de abordar durante nuestros encuentros en el ERINDA, junto a nuestros colegas de la Nueva Red CEREDA y el Instituto del Niño.

Marcela Errecondo

Conversación clínica del ICF-E, 7-8 /3/2015

Roy Daniel .:  “Cuatro perspectivas sobre la diferencia sexual”, en Rayuela

Laura Sokolowsky, Instituto del niño

Ejes de las clases

1 Presentación. Actualidad

2 Freud y la sexualidad para el psicoanálisis

        3 Sexuación y posición sexual según Lacan

4 Diferencia y singularidad. Género e identidad

5 Niños y adolescentes trans 


Bibliografía

Freud, S., La organización genital infantil, O. C., Vol. XIX, Bs. A., Amorrortu, 1984, pp. 143-149.

Freud, S., El final del complejo de Edipo, O. C., Vol. XIX, pp. 179-187.

Freud, S., Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica, O. C., Vol. XIX, pp. 261-276.

Freud, S., Sobre la sexualidad femenina, O. C., Vol. XXI, pp. 223-244.

Freud, S., Conferencia 33. La feminidad, O. C., Vol XXII, pp. 104-125.

Lacan, J., Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina, Escritos 2.

Lacan, J., La significación del falo, Escritos 2.

Lacan, J., Una cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis, Escritos 2.

Lacan, J., Seminario IV, Las relaciones de objeto, Barcelona, Paidós, 1994, p. 73.

Lacan, J.,  Posición del Inconsciente, Escritos, vol. 2, México, Siglo XXI, 2003, p. 828.

Lacan, J., El Seminario, Libro XVII, El reverso del psicoanálisis [1969-70]. Paidós. Barcelona, 1992, p.95 

J.-A. Miller, Donc, Bs. As., Paidós

Brousse, M-H.: El agujero negro de la diferencia sexual, en Rayuela, Blog Espacio ERINDA. 

Roy Daniel .:  “Cuatro perspectivas sobre la diferencia sexual”, en Rayuela, Blog Espacio ERINDA. 

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* CLASE 1:
I. 22-4-20
Actualidad.  La época del género


Damos inicio de esta manera inusual, rara, diferente a este Seminario de Estudio.
La pandemia nos obliga a cuidarnos mutuamente, y no exponernos ni propagar el virus que podemos alojar en nuestros cuerpos. 
La imagen es sin duda impresionante, todo cuerpo se convierte en peligro en potencia…incluso los niños que parecen no sufrirlo tanto pero son portadores sanos. Tal vez por eso hay tanto énfasis en resaltar los buenos aspectos del ser humano, para velar esa cara tan oscura, tan negra.
En ese afán por controlar el mal, nunca nos han dicho tanto lo que teníamos que hacer, nunca se ha visto de manera tan neta como el saber (S2) pretende dominar a lo que no tiene nombre y puede ser incontrolable, destructor, o al menos imprevisible (a).
S2—a   es la parte superior de lo que Lacan llamó discurso universitario, el discurso de la burocracia, es el discurso que pretende dominar lo real por medio del saber. 
Es  sorprendente como ante la idea de dejarnos cuidar del peligro de la muerte, se da un inmenso control de los cuerpos (como ya lo había anticipado Zygmunt Bauman en su libro El retorno del péndulo), nos dicen qué tenemos que hacer en nuestro tiempo libre, cómo nos tenemos que entretener, cómo tenemos que seguir activos (digamos que las sugerencias cognitivas pueden llegar hasta el insulto…porque decir, por ejemplo que un adulto mayor tiene que mover los dedos y para eso pueden hacer un puré entre dos, uno pela la papa y el otro la aplasta, hasta indicar cómo tener sexo (1), ¡es inaceptable!) 
Como dice M. Tarrab (2): ¡Así no! 
No hay en la forma en que abordan la situación el más mínimo margen para el respeto del sujeto y su singularidad!
Y los niños no escapan a esto. Por los niños también se preocupan. 
Pero al verlo más de cerca, no se diferencia demasiado las indicaciones que dan tanto a los adultos como a los niños. 
¿La misma idea de base para los protocolos de niños y adultos?
El Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (3),  advirtió sobre el "grave impacto físico, emocional y psicológico" que provoca el confinamiento obligatorio en los niños y considera que “el niño a diferencia del adulto, por lo general no sabe expresar a través de la palabra lo que siente y ponerle un nombre. En el mejor de los casos habrá niños que pueden verbalizar y expresar sus emociones, pero uno lo que observa en ellos, es la traducción de la emoción en comportamiento. Un niño oposicionista, que hace berrinches, que contesta mal, un niño rebelde, esa es la forma de expresión que tiene un niño". Por lo tanto hay que hacer una rutina y estructurarle el día.
Diría que no sólo no creen en ningún saber del niño, sino que además  hay un empuje a no dejar de gozar, el superyó continua trabajando: la cuarentena tiene que ser productiva!!! Hay que disfrutarla!! Hay que aprender, conocer, sin parar!
En Unicef la Dra. Lisa Damour –psicóloga experta en adolescentes, autora de éxito y columnista mensual del New York Times– también nos dice qué  pueden hacer los adolescentes para cuidarse y proteger su salud mental: “para sobrellevar mejor esta situación hay que pensar en cómo distraernos”. La Dra. Damour sugiere hacer los deberes, ver una película o meterse en la cama a leer una novela, como los medios de desahogarse y de encontrar un equilibrio en nuestra vida diaria.” 
Hay que decir que no ha sido muy creativa, los adolescentes la han sobrepasado en ideas. 
Es decepcionante la mediocridad y la fragilización que introduce el cognitivismo.
Si cito algunos de estos consejos y tips, es para señalar que hay un total desconocimiento de lo que implica el inconsciente, el goce, las pulsiones, lo reprimido y su retorno, el fantasma y el síntoma. Que todos los tips terminan siendo ridículos, cuando no discutibles éticamente, si no se tiene en cuenta la singularidad para responder a lo imprevisto y lo que no se sabe, cuando se desconoce el saber del niño, o del sujeto para dar respuesta a lo real.
Estamos en un momento que podemos constatar que el Otro –la ciencia, los infectólogos, los políticos, etc- no sabe. El Otro es inconsistente e incompleto, aunque tengamos muchos expertos tratando de investigar, opinar, el saber que exponen no hace más que hacer evidente esta falta e incongruencia (como ya lo habían demostrado Miller y Laurent en su Curso El Otro que no existe y sus comités de ética durante los años 1996-97) y nos deja en una situación de desvalimiento, - Hilflosigkeit
 como lo nombró Freud-, un ‘sin recurso’ del sujeto que ubicaba en el infans.


En cierto sentido, podríamos decir lo mismo en torno al goce y la posición sexuada. Más allá que toda educación sexual se esfuerce por hacer que el goce sexual pase por el aprendizaje, no hay ningún protocolo que nos diga cómo hacer con el cuerpo sexuado, cómo ser mujer, cómo ser hombre, queer, trans, lesbiana u homosexual, incluso neutro. Todo aprendizaje al respecto es absolutamente insuficiente, desfasado, y no responde al enigma del sujeto.


Es tal vez por este sesgo que comenzaremos a hablar sobre el tema que habíamos propuesto para este año y que en cierta medida hoy con la pandemia y otras cuestiones más candentes, queda un poco opacado por los acontecimientos y las cifras aplastantes de infectados y muertos. Pero no sólo eso, sino que ha venido a desnudar lo que no funciona en diferentes aspectos y ámbitos. 
Para el psicoanálisis de orientación lacaniana, lo que no funciona es la posibilidad de escribir la relación sexual, no sólo no funciona sino que es el real del psicoanálisis -que se diferencia del real de la ciencia, como podría en este momento estar encarnado en el virus y su imposible dominación y control.
La vida sexual del ser humano -que habla- es una invención singular, que no se puede normativizar, ni codificar, ni protocolizar, es lo más original de cada uno. 
Pero ¿Qué quiere decir que la relación sexual no se puede escribir? 
Lacan lo dijo así: no hay relación sexual
La revista alemana Zeit se preguntaba si el sexo estaba en decadencia : ‘Una investigación muestra que más allá de las facilidades que hoy encuentran los jóvenes en las plataformas de sexo casual, las personas tienen menos encuentros sexuales que hace 10 años. Más aun, se estima que una de cada 3 personas de entre 18 y 30 años no ha tenido relaciones sexuales en lo que va de este año. Se preguntan ¿cuál es el problema? ¿Sera una elección?’
Nosotros nos preguntamos ¿Es a esto a lo que se refiere el sintagma de Lacan no hay relación sexual? Sí y no. Veremos. 
Ya Freud en su época había ubicado algo de esto cuando en “Análisis terminable o interminable”, dio una descripción precisa de lo que era el impasse del análisis: la roca de la castración, que hace obstáculo al encuentro entre un hombre y una mujer. 
La angustia de castración se declina de manera diferente del lado hombre y del lado mujer. 
Del lado mujer, ante lo insoportable de la castración surge ‘la envidia del pene’, que para Freud se mantiene irreductible más allá del análisis. 
Del lado hombre, se mantendrá siempre el temor de ser castrado, lo que provocará una ‘protesta viril’. 
Para Freud se trata de dos reivindicaciones que impiden a los sexos encontrarse debido a que lo biológico es algo que se no se puede superar. 
Lacan desplazó el problema doblemente: 
1. construyó el problema en el interior de la lógica de la experiencia analítica: lo que separa al hombre de la mujer no es una cuestión anatómica, sino diferentes modos de goce. La queja de hombres y mujeres en análisis tiene que ver con el no-encuentro de estos dos modos de goce. 
Hay goces en plural y hay una imposibilidad lógica para que haya una unidad de la fórmula (es decir una sola fórmula para todos) que pueda conjugar los sexos. 
Lacan la da a esta evidencia una fórmula lapidaria: no hay relación sexual, la relación no se puede escribir en una formula unívoca.
El impasse de Freud es a nivel del deseo, porque reconoce una sola libido orientada por el falo. 
El falo se goza en el hombre, pero Freud se pregunta ¿qué quiere una mujer? Pregunta que no encuentra respuesta teniendo en cuenta una única libido. 
Lacan al partir de los goces en plural puede responder, pero recurre a la lógica y es en este sentido que hay que ubicar el uso que él hace de su expresión ‘no-relación’, siendo la no-relación lo que caracteriza la relación entre los sexos. 
 “¿No es acaso con el enfrentamiento a este impasse, a esta imposibilidad con la que se define algo de lo real, como se pone a prueba el amor? De la pareja, el amor solo puede realizar lo que llamé, usando de cierta poesía, para que me entendieran, valentía ante fatal destino’.


Pero para Lacan hay un  reverso de la no relación sexual (imposible), es que hay relaciones contingentes, no necesarias entre hombre y mujer, o sujetos del mismo sexo, hay encuentros y algo se puede escribir, algo que articula la contingencia fálica y el deseo, el cuerpo y el amor. 
El encuentro comporta un real, es algo imprevisible, puede entonces tener un aspecto traumático. El encuentro conmueve la defensa, y hay que estar dispuesto al riesgo, es una apuesta, hay que osar. 
Lacan dice que hace falta coraje, J-A Miller, que hay que tener heroísmo, para embrollarse con el deseo del Otro sin saber que va a pasar de antemano.
En el hombre para afrontarse al enigma de una mujer
En la mujer para consentir a la ‘perversión’ del hombre (se desplegará más adelante que significa esto en la conceptualización lacaniana ya que no se trata del sentido común).
La condición del encuentro es que uno no sabe, no sabe quién es el otro, ni qué va a hacer, o ué va a decir, y no saber ahí y afrontarlo es una prueba de amor. 
No se puede enseñar, no se puede aprender.
¿Por qué he empezado por aquí?
Porque la diferencia sexual, en la época que quiere anular las diferencias –la castración, el rechazo del inconsciente, en la época de la aversión al lenguaje (Fabian Faynwacs)- tiene diferentes maneras manera de arreglárselas ante lo que Lacan llama ‘fatal destino’ del ser hablante, diferentes respuestas, entre ellas aparece la cuestión del género, entre otras.
Es lo que Eric Laurent nos dijo cuando estuvo en Buenos  Aires a fin del año pasado. Su conferencia se tituló Reflexiones sobre tres reencuentros entre el feminismo y la no relación sexual(5). La identidad surge en lugar de la identificación o de la sexuación, es decir que algo de la castración es dejada de lado. La castración tomada al menos en ese punto de falla en donde no se sabe.
Esta es nuestra actualidad y los niños y adolescentes no están por fuera y exploraremos cómo ellos se encuentran con el  sexo y cómo responden. 
Para esto daremos unas vueltas por Freud y Lacan, apoyándonos en el comentario de los textos que ya están en nuestro Blog, de Daniel Roy y M-H Brouse. 
Los invitamos a su lectura. 
1. https://www.infobae.com/coronavirus/2020/04/05/como-mantener-la-calidad-de-vida-de-los-adultos-mayores-durante-la-cuarentena/
2 GRAMA EDICIONES, Crónicas XXI
3 https://www.unicef.org/es
4 Seminario 20, Aún, p. 174.
5 (LC 861, o el audio you tuve, o radio lacan).
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* CLASE 2:

SOBRE EL GOCE SEXUAL 
por Marcela Errecondo 


El lenguaje hace toda la diferencia
Freud constató la sexualidad en la infancia, y la incidencia de lo sexual en el ser que habla, que lo diferencia de todas las otras especies animales y lo hace incomparable. Es el lenguaje que nos separa de la naturaleza. El instinto animal permite un saber en lo real sobre lo sexual, en cambio para el ser que habla ese saber está perdido, eso hace agujero en lo real mismo. El lenguaje nos ha separado para siempre de la naturaleza y todo pasa a ser una construcción cultural. Entonces diferenciamos el sexo biológico del sexo no biológico, el que depende de la posición inconsciente, del fantasma, de los semblantes, del síntoma.
Los estudios de género tienden a considerar la referencia a la diferencia de los sexos como una construcción social que está en continuidad con el sexo biológico, anatómico. Consideran que estas determinaciones naturales y culturales, constriñen al sujeto según determinadas normas sociales y no permiten vivir libremente lo que se autopercibe.
Para el psicoanálisis la posición sexual, que se deriva de una elección singular, va más allá del género, porque el cuerpo mismo va más allá del género.  
El modelo freudiano
Lo que nos muestra el texto freudiano sobre el descubrimiento de la sexualidad es que sus desarrollos contienen una lógica de efectos retroactivos (propios de la estructura del lenguaje), que está en tensión con la sucesión temporal lineal, cronológica, de esos efectos. Es la tensión que hay entre desarrollo y estructura. Freud lo desarrolló cuando explicó el carácter estructural del complejo de Edipo y el complejo de castración, en la especificidad de la naturaleza sexual y de las pulsiones pre-genitales. No se trata de hacer del Edipo o de la simbolización el estadío final del desarrollo, el momento terminal de una progresión subjetiva, de una madurez. Esta lectura, contraría a la teoría freudiana y elimina la naturaleza sexual de las pulsiones. Lacan decía que: “El gran secreto del psicoanálisis es que no hay psicogénesis”[1]
Además de tener en cuenta este efecto retroactivo, Freud ubicó que lo que caracteriza a la pulsión es que no hay un objeto que le corresponda naturalmente, el objeto de la pulsión puede ser cualquiera. También que la fuente de la pulsión es el propio cuerpo y que tiene un empuje (Drang) que es constante, entonces insaciable. El momento infantil de la sexualidad del sujeto que nombró como ‘perverso polimorfo’ lo ilustra de múltiples maneras.
En la clase anterior hablé de la ‘no relación sexual’, en estos desarrollos podemos encontrar la forma en que Freud lo decía.  


Edipo-Castración, imaginario, simbólico, real
En la experiencia freudiana infantil vemos que el cuerpo (la imagen del cuerpo, no el organismo), está en primer plano a partir de la comparación imaginaria entre unos y otros. Lo que impresiona al sujeto es la percepción de los órganos genitales del otro y el hecho de que hay diferencias. A esas diferencias se le atribuye un sentido: ‘tener- no tener’ y enseguida eso tiene consecuencias psíquicas decisivas.
Señalemos que, por un lado el sujeto responde a lo sexual a partir de la lógica ‘tener - no tener’, pero las pulsiones ignoran esta diferencia.
Hay sin duda en Freud un primer momento que se apoya en lo orgánico, debido a este ‘tener o no el órgano’ que es sede de excitaciones (goce). Pero Freud no deja de constatar que lo que más tiene impacto, lo que va a ser relevante, es el falo ausente. El descubrimiento que a la madre le falta el falo es traumático, por algún motivo el sujeto considera que no debería faltarle.  Como se puede observar estamos mucho más allá del órgano como tal, el falo empieza a tener una función simbólica que toma una gran importancia, productora de equivalencias simbólicas (pene, nene, dinero, regalo) y una primacía en la vida sexual del sujeto infantil de los dos sexos. La referencia al cuerpo se mantiene, porque el falo es un significado localizado en el cuerpo sexuado.
Cuando Lacan haga la relectura de Freud, el concepto de falo, articulado a su posible pérdida    -la castración- alcanzará desarrollos muy complejos que exceden el tener o no tener. Primeramente será un operador del ser que habla -el parlêtre como lo llamará Lacan-, para tratar el goce a partir del lenguaje, es un tratamiento que necesariamente es fallido. Recordemos que Freud nos  dice que el falo sólo inscribe el sexo (no biológico) masculino, pero no el femenino, porque el femenino está ligado a una falta, a un no tener y en el inconsciente no hay forma de inscribir el ‘no’, la contradicción, etc. (entonces no hay diferencia sexual en el inconsciente, lo que sería otra forma de decir que no hay relación sexual como inscripción en el inconsciente, porque la relación es entre dos y sólo hay uno). 
Otro aspecto a tener en cuenta es que Freud señaló la ausencia de relación entre el sexo del individuo y su elección de objeto, como se deduce de la lógica de las pulsiones (para las que no hay un objeto establecido). Por lo que sería entonces imposible establecer una sexualidad normal. Como hemos dicho anteriormente, toda sexualidad es singular y  sintomática.
Así que uds pueden ver qué difícil es para los psicoanalistas llevar a cabo la llamada “educación sexual”.
La posición sexuada es una elección que hace diferencia
Como vimos, para Lacan la castración será un trabajo de significantización, un efecto del lenguaje (nadificación sobre la Cosa), ambas posiciones sexuadas deben afrontar una falta, una castración de origen por el lenguaje. Decimos que la posición sexuada del sujeto,  es una elección. Con elección queremos decir que a partir de los azares y contingencias esas respuestas implican una posición del sujeto, que marcarán determinadas condiciones al objeto de satisfacción. A partir de acá tendremos las identificaciones a los semblantes del tipo que haya elegido, y esta elección estará soportada en el fantasma y el deseo.
Es en esta posición sexuada, en esta zona en donde podríamos ubicar lo que el cuerpo siente y los semblantes a los que se abrocha, que tendríamos que investigar lo que sucede según las diferentes elecciones: heterosexual, homosexual, trans, etc. Nuestro estudio también tendría que investigar la elección del objeto sexual (donde no hay armonía entre el sujeto y el objeto) y la función del falo.
En su texto “Cuatro perspectivas de la diferencia sexual” Daniel Roy señala que el  factor sexual, irrumpe en la infancia como novedad y singularidad para el niño y nada, ningún código le permite al sujeto descifrar lo que le sucede, ni por qué le sucede, ni qué significa. 
Pensemos en las erecciones de Juanito que le venían del exterior de su cuerpo, no las podía controlar y no eran ‘conocidas’ como las otras acciones del cuerpo. También podemos recordar la excitación que experimenta el Hombre de las ratas con sus niñeras. Sin embargo, el sujeto se hace  cargo de esto que siente y desconoce. Y ante esta falla -falla de saber qué es, qué significa-, él va a construir  las teorías sexuales infantiles, y sobre ellas se van a edificar las diversas identificaciones de la infancia. Aquí lo sexual entonces hace diferencia porque es absolutamente singular. 
Por otro lado, con respecto a la función del falo - la castración y la fase fálica-  ubica como cada una y cada uno es llamado a tomar posición en relación al valor de uso de este órgano, como varón o niña, con sus avatares. Otro aspecto de nuestra investigación será ¿cómo se juega la función del falo en los sujetos trans de la época del género?  
Freud tratará de explicar por qué hay disarmonía entre el sujeto y el objeto a partir de dos factores: los dos tiempos en que se realiza la elección de objeto (la infancia y la adolescencia) y algo de la naturaleza de la pulsión sexual que es desfavorable a la satisfacción plena.
Estos dos factores se pueden ubicar en la posición heterosexual y homosexual, pero ¿es diferente en los sujetos trans que plantean haber nacido en un cuerpo equivocado?  Sin duda la disarmonía aquí tiene otro carácter.
Finalmente Freud desemboca en la sexualidad la femenina, continente negro,  terra incógnita, de la que no puede decir mucho pero que suscita “la querella del falo”.[2]
El concepto de falo atraviesa toda la enseñanza de Lacan en sus tres registros imaginario, simbólico y real y acompañando el movimiento de su desarrollos. En un primer momento es el operador de la simbolización para luego establecer que no simboliza todo lo que corresponde al goce, para ubicar entonces un más allá del falo y entonces disimetrías en cuanto goce. El goce más allá del falo cuestiona el Edipo y pone en valor el lenguaje que opera sobre los cuerpos al introducir la falla del sexo. 


Sobre el goce sexual
Lacan buscará  “(…) revelar la estructura del deseo y esto en tanto que justamente lo sexualiza la impotencia del lenguaje para dar razón del sexo[3]”. 
Según Freud, el  síntoma, la pulsión pregenital y la “sexualidad infantil”  son la consecuencia y el eco en el cuerpo, de la prohibición del goce que el mito de Edipo atribuye a la instancia paterna. Como también el mito de Tótem y tabú,  ubica la incidencia de lo prohibido en los orígenes de la humanidad pero ahí se presenta un punto de imposibilidad: la imposibilidad que la función paterna pueda simbolizar todo, la totalidad del goce no puede ser traducido en lenguaje, en significantes. Va a quedar entonces en lo post-edípico un residuo de pérdida que se desprende de esa imposibilidad. Ese residuo es el que va a dar cuerpo al objeto pulsional de la sexualidad infantil.
El trauma, un encuentro con el goce sexual
En el  ‘Hombre de las ratas’ el trauma eclosiona en el momento del encuentro con un goce sexual en su infancia y se actualiza a la edad adulta cuando escucha la tortura de las ratas. Son dos acontecimientos que tienen incidencia en el goce del cuerpo. Es un encuentro entre dos elementos absolutamente heterogéneos que no tienen nada en común y por eso es vivido como la intrusión de un goce extranjero, viniendo del exterior, además es disarmónico, por eso es trauma. Otra vez lo disarmónico como estructural 


En el Seminario 16, Lacan nos dice que en un primer tiempo lógico de la estructura el goce está en un ‘afuera del sistema’, absoluto, es imposible acceder por lo simbólico. 
Ese es el sentido primero de la fórmula; la palabra es la muerte de la cosa. La cosa está del lado del viviente, el efecto simbólico sobre el goce es mortífero. Cuando lo simbólico se inscribe sobre el cuerpo se produce lo que Lacan llamó “el cuerpo como un desierto de goce”, el goce desaloja el cuerpo y se queda en las zonas erógenas. 


Notemos entonces que el lazo del goce al cuerpo y a lo simbólico en el inicio está marcado por un rechazo radical (disyunción entre el goce y lo simbólico.[4]) Como está afuera de lo simbólico Lacan nos dice que Freud utiliza los mitos (sobre todo el del padre de la horda y el Edipo), para insertar este goce rechazado fuera del sistema, en una verdad mítica. 
El problema es que estos mitos dramatizan la relación del sujeto al goce y atribuyendo ese ‘no acceso al goce’, no a una imposibilidad de estructura, sino a la prohibición hecha por el padre.
Por eso Lacan en estos seminarios va a evitar la utilización del mito y utiliza fórmulas lógicas y matemáticas para describir la imposibilidad del acceso al goce. 
Pero nuestra vida cotidiana nos muestra y lo experimentamos, que gozamos de todas formas un poco, sino nuestra vida sería vana, dice Lacan. Entonces ese goce rechazado del sistema retorna de alguna manera (“lo que está rechazado en lo simbólico retorna en lo real).Hay un segundo tiempo en donde se opera sobre el cuerpo un retorno de una parte de este goce rechazado.


Goce absoluto y goce sexual


¿Cómo se hace este retorno del goce sobre el cuerpo? Nos dice que se realiza vía el goce sexual. Distingue el goce absoluto y forcluído, del goce sexual, que es un recorte de una parte del goce absoluto y que se  vuelca en el significante, lo que llamó objeto ‘a’,  o ‘plus de gozar’. 


Esta parte el goce se deja hacer, marcar,  por el significante para convertirse en objeto ‘a’ y puede ser recuperada alrededor de los agujeros del cuerpo, en las zonas erógenas. Pero se mantiene fuera del cuerpo.


Contrariamente a lo que nosotros decimos habitualmente, que el principio de placer hace barrera al goce,  a la pulsión de muerte, en el caso del goce sexual es justamente el placer que da acceso al goce. Lacan dice que el goce sexual introduce un mínimo de ‘relaciones diplomáticas’ con el goce imposible que está fuera de sistema y fuera de acceso. Es por la mediación del falo que se anuda esta ‘relación diplomática’ entre el cuerpo simbólico y el goce, porque el falo como significante, por un lado tiene un pie en el Otro y por otra parte es un significante de lo que no puede ser representado por el significante, a saber el goce.


Esta duplicidad le permite al falo inscribir algo de goce en el cuerpo, pero con la condición que esté negativizado, que esté recortado, castrado, puesto bajo la barra, reprimido. Es en esto que el falo representa también la castración y es un embajador del goce indecible ante el sistema simbólico en el cual el cuerpo está tomado.


Aquí vuelvo a interrogarme sobre aquellos sujetos que consideran haber nacido en un cuerpo equivocado, ¿cómo es esta operación en ellos, hay algún otro mecanismo? 
 
La emergencia del deseo de saber 


Freud indicó la importancia que toma para el sujeto neurótico el deseo de saber sobre el enigma del goce y esto desde la niñez. Ya lo vimos cuando hicimos referencia a Las teorías sexuales infantiles. Freud  subraya que como los niños no creen lo que los adultos le dicen ante la pregunta de dónde vienen los niños (en esa época era la cigüeña, Paris, etc.), en el momento de la eclosión de la neurosis, en donde se da una intrusión de goce, se instala una pregunta sobre el goce imposible de acceder y también un deseo de saber, que no se contenta con el mito. O el mito no logra pacificar. 
El neurótico interroga el goce a partir de esa frontera estructural entre el cuerpo y el goce, esa relación del saber y el goce. Lacan decía que el neurótico mismo es una pregunta sobre el goce en tanto que resiste al saber (la histeria: ¿soy hombre o mujer?, la neurosis obsesiva: ¿estoy vivo o muerto?). Junto con Freud ubicaba el nacimiento del deseo de saber dependiendo del surgimiento del goce sexual, y al mismo tiempo el desarrollo del saber dándole al sujeto una cierta posibilidad de lectura y una cierta distancia de ese goce en tanto traumático y opaco. 


Ante los niños que tienen una certeza precoz de nacer en un cuerpo equivocado, que manifiestan la certeza de  un goce, nos interrogamos si en estos casos no aparece antes la respuesta y no la pregunta. Nos interrogamos si esa frontera en donde se aloja el goce tiene la misma conformación, por decirlo así, o si en los sujetos llamados trans tiene una característica específica.


BIBLIOGRAFIA
S. Freud, 
Pulsiones y destinos de pulsión
Consecuencias de la diferencia anatómica
La organización genital infantil
Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos
Tres ensayos para una teoría sexual
El tabú de la virginidad
El hombre de las ratas
J.-A. Miller, 
 Desarrollo y estructura
Más allá del Edipo (EOL)
Los seis paradigmas del goce 
J. Lacan, 
Seminario 3, Las psicosis,  pg 16-17
La significación del falo, Escritos
Breve discurso en la ORTF, Otros escritos, pg 243
Seminario 16, de Otro al otro, capitulo: Saber y goce 
Zenoni, 
“La psychanalyse au-delà de l’Eodipe”, Texto presentado en las Journèes d’autonne de l’ECF consagradas a el 16 y 17 de noviembre de 1991
Gil Caroz 
“L’obsessionnel et son reveil” , Revue Quarto nº 118, pg 87 
Clotilde Leguil
El cuerpo más allá del género
Daniel Roy 
Cuatro perspectivas de la diferencia sexual
M-H. Brousse,
El agujero negro de la diferencia 


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[1] J. Lacan: Seminario  3,  pg 16-17. Paidos
[2] La querella del falo: Se denomina de esta manera al debate acerca de la sexualidad femenina que tiene lugar a partir de 1925 en el movimiento psicoanalítico, como  reacción a la elaboración freudiana de la primacía del falo como resultado del complejo de Edipo, estructurante para el acceso a la sexualidad de los dos sexos. Este debate se sostuvo durante varios años y finalmente se silenció, hasta  Lacan. 
[3] J.Lacan, “Breve discurso en la ORTF”, Otros escritos, pg 243
[4] J-A Miller, Los seis paradigmas del goce

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 *ANEXO- CLASE 2: 

La diferencia sexual en la época del género II


. LO SEXUAL EN FREUD por Giuliana Casagrande (audio-video)




. EL FALO y MAS ALLÁ DEL FALO por Natalia Menichelli (audio- video)





. EL NIÑO ENTRE LA MADRE Y LA MUJER por 
Natalia Menichelli (audio- video)



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* CLASE 3: 


Marcela Errecondo
La elección sexual


Los estudios de género tienden a considerar la referencia a la diferencia de los sexos como una construcción social que está en continuidad con el sexo biológico, anatómico. Consideran que estas determinaciones naturales y culturales, constriñen al sujeto según determinadas normas sociales y no le permiten vivir libremente lo que el sujeto autopercibe. 
Hay además una corriente discursiva que favorece la creencia de que la posición sexuada de cada ser hablante emana de la libre elección de su propia voluntad, un derecho de decisión consciente que hay que promover desde las edades más tempranas (1). 
El psicoanálisis se refiere a  la sexualidad más que el sexo, y la sexualidad no es únicamente una construcción discursiva cultural, ni es modificable por decisión voluntaria, porque hay fijaciones solidificadas y determinaciones inconscientes que van más allá de la voluntad.
En psicoanálisis decimos que la posición sexuada del sujeto, es una elección. La sexualidad es la elección del sexo (no biológico). Freud también se hacía  esta pregunta a través de las diferentes elecciones de objeto del sujeto.
Lo que venimos viendo es que estamos confrontados a que no hay eso que  marque o indique (al modo del instinto, o de un saber biológico) cual sería el objeto que corresponde a la posición sexuada. Lo que Lacan llamó ‘no hay relación sexual’ que se pueda inscribir, es un agujero en lo real que no puede traducirse a lo simbólico y por eso hay que poner algo en ese agujero. Ahí es donde se juega la elección. Pero agreguemos que esa elección no es algo que se presente con absoluta certeza, siempre hay una cierta discordancia con respecto a la posición sexual, es decir siempre hay algún conflicto, hay algo que no funciona bien, en exceso o en déficit. 
Para abordar esta elección vamos a señalar que son articulaciones de diferentes momentos lógicos en la dimensión inconsciente, que son explorados en diferentes paradigmas de la enseñanza en Lacan, con diferentes desarrollos teóricos. Me referiré a la identificación, al fantasma y el síntoma, la sexuación y me reservo un cuarto para después.


La identificación tiene que ver con el pasaje por el Edipo y cómo el falo y la castración articulan los semblantes hombre- mujer. El fantasma, elije y recorta un objeto pulsional, que luego se fija. La sexuación, es elaborada por Lacan a partir de los seminarios 18, 19 y 20 en donde presenta las tablas de la sexuación y describe las dos formas de goce: todo y no-todo fálico, masculino y femenino. En este seminario ubicó que el goce femenino (no-todo fálico) tiene una lógica que escapa a la escritura, la representación, la cifra y la contabilidad. Lo ubica como una magnitud sin medida que no se deja apresar por el significante, ni por las identificaciones de género (2). J. Butler, exponente de los estudios de género, se opone a un binarismo masculino y femenino pensado como una relación complementaria, recíproca, por la cual el significado de uno depende del significado del otro (por ejemplo la mujer es lo que le viene bien a un hombre y un hombre es lo que necesita una mujer) y en esto discute entonces el ‘falocentrismo’ del psicoanálisis. Pero Lacan no equipara el pene al falo, sino que hace del falo un operador de simbolización, un significante del deseo, que no funciona para definir identidades sexuales, ni diferencias sexuales. Lo que Lacan llegará a postular es que hay un goce que puede ser ‘elaborado’ por lo simbólico y un resto imposible de ser simbolizado y entonces por fuera de esta operación. Finalmente va concluir que hay un solo goce como tal y es el que queda por fuera de lo simbólico (el goce femenino). El goce que ha sido simbolizado a partir del falo es una manera de desconocer que no hay posibilidad de escribir la relación sexual (lo que no hay que confundir con que no hay encuentros sexuales, porque es evidente que los hay). Esto implica que el goce femenino no se define en relación a lo masculino. El goce femenino esta concernido por la significación fálica, pero al mismo tiempo está por fuera de esta lógica. Esto le permitirá decir que en el psicoanálisis no hay ningún binarismo de los sexos porque no se puede escribir la relación sexual. Y aquí llego al cuarto que había dejado en reserva: si no ha binarismo hay unarismo. Jacques- Alain Miller y Eric Laurent se remiten entonces al unarismo sexual como el goce como tal (3). Estos diferentes niveles se articulan, en general, entre la pubertad y adolescencia (también podría ser antes o más tarde). Freud llamó a ese momento la segunda oleada pulsional. Ahí el sujeto verifica si desea su elección infantil. La definición no anula que la sexualidad es siempre conflictiva o sintomática. Esta elección inconsciente del sexo es lo que más se acercaría a lo que se suele llamar el género autopercibido. De todos modos cada uno encuentra su modo de inscripción o regulación del goce, más o menos sintomático, dentro de lo que podrían ser las clasificaciones que los nombran hetero, o homo/lésbico, bisexuales, trans, queer (4), etc. Retomemos la elección del sexo y sus diferentes abordajes, que sin duda tenemos que profundizar mucho más de lo que haré hoy que me limitaré a indicar lo fundamental. Para eso los invitamos a integrarse a los talleres o a constituir carteles del Campo Freudiano, ERINDA, que son los espacios para poder hacer una investigación al ritmo de sus integrantes.
 


Las identificaciones edípicas
Como mencioné más arriba las identificaciones tienen que ver con el pasaje por el Edipo/Castración que le permite al sujeto la asunción del propio sexo, cualquiera sea: hétero, homo, bisexualidad, etc.  Cito a Lacan:
“¿Qué nos enseña la teoría analítica sobre el complejo de Edipo? ¿Qué lo hace de alguna manera necesario? No me refiero a una necesidad biológica, ni a una necesidad interna, sino a una necesidad al menos empírica, puesto que si se descubrió fue en la experiencia. Si quiere decir algo que el complejo de Edipo exista, es que el brote natural de la potencia sexual en el niño no se produce solo, ni en un tiempo, ni en dos tiempos. Se produce efectivamente en dos tiempos, si consideramos pura y simplemente el plano fisiológico, pero la sola consideración de este brote biológico no basta en absoluto para explicar lo que ocurre. 
Es un hecho—para que la situación se desarrolle en condiciones normales, me refiero a las que le permiten al sujeto humano conservar una presencia suficiente, no sólo en el mundo real, sino también en el mundo simbólico, o sea para que se soporte a sí mismo en el mundo real, pero en el mundo simbólico, es decir, para que se soporte en el mundo real tal como está organizado, con su trama simbólica, no basta tan sólo con la percepción de lo que llamé la última vez el movimiento, con esa aceleración que arrastra al sujeto y lo transporta, ha de haber además detención y fijación de dos términos. Por una parte, es preciso que el verdadero pene, el pene real, el pene válido, el pene del padre, funcione. Por otra parte, el pene del niño, que se sitúa en comparación con el primero, en una Vergleichung, ha de adquirir su misma función, su realidad, su dignidad. Y para conseguirlo, es preciso pasar por esa anulación llamada el complejo de castración. En otros términos, en la medida en que su pene resulta momentáneamente aniquilado, el niño estará destinado a acceder a una función paterna plena, o sea ser alguien que se sienta legítimamente en posesión de su virilidad. Y resulta que este legítimamente es esencial para un feliz funcionamiento de la función sexual en el ser humano. Todo lo que decimos sobre el determinismo de las eyaculaciones precoces y los distintos trastornos de la función sexual no tiene ningún sentido, salvo en este registro.
He aquí el problema del complejo de Edipo, resituado. La experiencia nos lo indica, y por otra parte no era previsible. El esquema de la situación que acabo de darles tampoco es en sí mismo previsible. Como lo demuestra que la experiencia analítica, descubridora del Edipo como integración en la función viril, nos permita llevar más lejos las cosas a propósito del padre simbólico. 
El padre simbólico, es el nombre del padre. Es el elemento mediador esencial del mundo simbólico y de su estructuración. Es necesario para ese destete, más esencial que el destete primitivo, por el que el niño sale de su puro y simple acoplamiento con la omnipotencia materna. El nombre del padre le es esencial a toda articulación de lenguaje humano (…).
Hay el padre simbólico. Hay el padre real. Como la experiencia nos enseña, en la asunción de la función sexual viril juega un papel esencial la presencia del padre real. Para que el sujeto viva verdaderamente el complejo de castración, es preciso que el padre real juegue de verdad el juego. Debe asumir su función de padre castrador, la función de padre en su forma concreta, empírica, casi iba a decir degenerada, pensando en el personaje del padre primordial y la forma tiránica y más o menos horrible bajo la cual nos lo presentó el mito freudiano. En la medida en que el padre, tal como existe, cumple su función imaginaria en lo que tiene de empíricamente intolerable, incluso indignante cuando se deja sentir su incidencia castradora, sólo en esta perspectiva, se vive el complejo de castración.”
 J. Lacan. Seminario 4, La relación de objeto. pg. 366.
 
Vemos en esta extensa cita como aquí Lacan sostiene que es necesario que lo simbólico mate al goce para que este pueda ser asimilable y operativo, lo que se pierde de goce se gana por el deseo. Del Edipo entonces surgirán las identificaciones hombres y mujer. Ambos, son semblantes. Los semblantes son significantes. Estos significantes se organizan alrededor del falo simbólico, que a su vez da lugar a los efectos de la castración, es decir que la emergencia de los significantes se efectúa a partir de la falta imaginaria, y como vimos la otra vez, por intermedio del falo, el goce esta puesto en función significante. De esta forma lo que surge como el deseo masculino y el deseo femenino produce una repartición sexual.(5) 
Retomo a Daniel Roy (6) que hace referencia a las elaboraciones de Lacan entre 1956 y 1959, con sus seminarios La relación de objeto, Las formaciones del inconsciente,  El deseo y su interpretación y a su texto de 1958 "La significación del falo",  donde hace del falo un tercer término, que va a ser el eje alrededor del cual puede operarse una repartición dialéctica entre hombre y mujer.  Así hombre y mujer son títulos fálicos que se fijan en el Ideal del yo, que configura el ideal del sexo y regula el deseo.
Esta elección de identificación en el inconsciente se produce en relación al deseo del Otro, es una respuesta al deseo del Otro (materno, paterno, etc), el sujeto elije una posición de deseo (en esta época el deseo y el goce sexual no están muy diferenciados como lo será más adelante).
El falo como significante, significante del deseo del Otro, es según Lacan, la posición estructural inicial del niño: él quiere ser el falo para satisfacer el deseo de la madre y no se trata en ese momento de la cuestión de tenerlo o no tenerlo. Es lo que Lacan llama “la prueba del deseo del Otro”
Los semblantes pueden tomar para el sujeto valor de goce sexual. Estamos en una dimensión en donde el falo puede llegar a inscribir algo del goce en el cuerpo simbólico, pero ese goce tiene que estar negativizado y reprimido, es decir que ha pasado por la castración. 
Aquí podríamos leer los trabajos de Lacan sobre Gide, la Joven homosexual, el Hombre  de las ratas o Juanito. 


Si tomamos a Juanito, en los desarrollos del Seminario 4, Lacan va a ubicar la identificación a su hermana Ana y de ahí una posición pasiva, no llega a decir homosexual, pero dice que es alguien a quien le gusta que las mujeres le bajen los pantalones. Lo que está en juego aquí, es que la trasmisión del falo no ha sido hecha por el padre, sino que la metáfora paterna se realiza por una doble madre: la madre y la abuela, poseedoras ellas del falo (7).
A propósito de Gide, también ubica que tiene una doble madre en cuanto a la metáfora paterna, la madre del deber -sin deseo por un hombre- y la madre del deseo/goce que lo introduce en lo sexual, que es la tía. En Gide hay una posición homosexual, pedófila (8). Dice Lacan “El niño Gide, entre la muerte y el erotismo masturbatorio, del amor no tiene más que la palabra que protege y la que prohíbe; la muerte se ha llevado, con su padre, la que humaniza el deseo. Por eso el deseo está confinado, para él, a la clandestinidad”(9)
La joven homosexual (10), de Freud, también nos enseña. Cuando su madre queda embarazada del padre, se da una ruptura, la niña se decepciona del padre y se opera un cambio radical en su posición subjetiva: cesa de amar a su padre y se identifica totalmente a él. Pero esto implica abandonar a los hombres y el deseo de hijo que ella podía tener, pasa a tomar a su madre como objeto de amor y de ahí a las mujeres. Desafía a su padre mostrándole cómo es posible dar sin tener, cómo amar a una mujer. Lacan lee el pasaje al acto de tirarse sobre las vías del tren, como un caer, que simbólicamente es un parto (Freud destaca el valor significante de la palabra alemana niederkommen que también significa parto), ella se convierte en el niño que no tuvo, se hace ella misma el falo, se identifica al falo (11). Freud va a plantear que no es una histeria, dice:” la muchacha no era una enferma (….), no padecía por razones internas ni se quejaba de su estado- no había un conflicto neurótico (…) no aportó al análisis un síntoma histérico.” 


                                       
                                

Identificaciones y síntomas
Sabemos que una identificación sexual, sea “niña” o “niño”, “hombre” o “mujer”, en general no es una certeza, por el contrario suele ser  una identificación de crisis, como dice el argumento. Por lo tanto siempre es sintomática y es por lo que se puede consultar a un analista.
Retomemos la pregunta del argumento: ¿Cómo interrogar las identificaciones sexuales cuando ellas dependen siempre de semblantes? ¿Hay nuevos semblantes para las identificaciones sexuales? (12)
Sin duda estamos ante un hecho clínico: puede darse que un sujeto no consienta a pasar por la vía común  del Edipo, falo-castración y es a partir de esto que nos interrogamos sobre las identificaciones sexuales que se juegan en él.
En una entrevista que Miller le daba a la Reviste Le Point hacía notar la incidencia de la época en la sexualidad y las formas de goce:
“La “profecía” lacaniana sostendría entonces que la sexualidad pasaría  de un “Uno fusional” a uno “Solo”. ¡Cada uno lo suyo! ¡Todos tienen su propia forma de gozar! Como un imperativo que se extiende en el momento en que la inadecuación propia de la vida sexual, deja de estar contenida por la represión ejercida por el amo de entonces. El discurso de las libertades, del “derecho para todos” lo que hace es revelar lo que la represión velaba: que no  existe la relación sexual (….) “Esta es la razón, dice Miller, por la cual el modelo general de la vida cotidiana en el siglo XXI es la adicción. El “Uno” goza completamente solo con su droga, y cualquier actividad puede convertirse en una droga.” 


Podemos entonces tomar lo que nos dice Eric Laurent comentando aquellos niños que muy precozmente definen con certeza su identidad sexual.
Pero para desarrollarlo tendremos que avanzar un poco más con respecto a la elección en la dimensión del fantasma y la sexuación.
Para terminar, les dejo un enlace a la entrevista realizada a Genevieve-Cloutour-Monribot en la consulta del CPCT (Centro Psicoanalítico de Consulta y tratamiento), que introduce la dimensión del unarismo sexual. Plantea cuestiones que hemos mencionado sobre la certeza de goce, la ausencia de pregunta sobre la posición sexuada y la ausencia del síntoma, pero sí una dimensión de angustia. Estos temas los seguiremos trabajando en las próximas clases. 


Dos preguntas a Geneviève Cloutour-Monribot: 
“¿Qué identidad sexual? La encrucijada adolescente” 
https://nucep.com/conferencia-online-genevieve-clotour-monribot/ 

 
                                                        
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1-Argumento Jornadas DHH CEREDA. https://elp-sedemadrid.org/perspectivas-de-la-diferencia-sexual-en-la-epoca-del-genero-infancia-y-adolescencia-xvii-jornadas-de-estudio-de-la-dhh-nrc-por-mariam-martin/  Boletín de las 12 Jornadas
2- Conferencia Miquel Bassols. 'Lo femenino, más allá de los géneros'. SCF San Sebastián. 27 de Febrero 2020. You tube  https://youtu.be/eG2gPROW590 
3-  Las profecías de Lacan. Entrevista a Jacques-Alain Miller 
zadigespana.com › 2019/05/13 › las-profecias-de-lacan...
-Jacques-Alain Miller on line, Curso del miércoles 20 de mayo de 2009  .

Escuela de la Orientación Lacaniana
www.eol.org.ar › template › jam › curso 


Éric Laurent. "Esta es la época de los líderes autoritarios e ...
www.lanacion.com.ar  › Opinión › Entrevistas       
4-Lo que está en juego en la cultura queer es la búsqueda de una nominación a partir de un modo de J sexual, por fuera de la norma en términos de género. JAM: “el queer subraya que el J es rebelde a toda universalización, a la ley y le objeta al gay que se mantiene en el S1 masificante”. Apuntan a un modo de goce por fuera de toda categoría establecida
5- J-A Miller, “Una repartición sexual”, El partenaire-síntoma, Buenos Aires, Paidós, 2018, p. 317. 


6- Daniel Roy “Cuatro perspectivas sobre la diferencia sexual” https://elp-sedemadrid.org/perspectivas-de-la-diferencia-sexual-en-la-epoca-del-genero-infancia-y-adolescencia-xvii-jornadas-de-estudio-de-la-dhh-nrc-por-mariam-martin/  
7- J. Lacan, Seminario 4, La relación de objeto.  pg. 338;370, 386; 418
8- J-A. Miller, “Acerca del Gide de Lacan”, Malentendido  7. 


9- J. Lacan, “Juventud de Gide o la letra y el deseo”, Escritos. 


10- S. Freud, La joven homosexual, Buenos Aires: Amorrortu editores. Tomo 18
11- Lacan, Seminario 4, La relación de objeto. p 97
12- Marie- Hélène Brousse  “El agujero negro de la diferencia” http://www.revistarayuela.com/es/006/template.php?file=notas/editorial.html 

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 * Clase 4

 Marcela Errecondo

La elección sexual
Nuestras investigaciones están motivadas por lo que hemos llamado la época del género esto indica bien que hay en la época efectos que se han producido por la modificación del discurso del amo. (1) De estas modificaciones destacamos cómo la época del género viene a interpelar el sexo al hablar de identidad de género, o aquellos sujetos que rechazan la diferencia y que se plantean ser neutros, ni hombre ni mujer (2). Nos interpela porque nos hace revisar nuestros conceptos para lo cual el ultimo Lacan, leído por Jacques-Alain, Eric Laurent y Marie –Hélène Brousse  nos dan una orientación. 
La concepción de identidad no se refiere sólo a la identidad de género, hay otras como pueden ser las nacionales, culturales, religiosas, etc. La identidad es la circunstancia de ser una persona o cosa en concreto y no otra, determinada por un conjunto de rasgos o características que la diferencian de otras, que permiten distinguirla de otras en un conjunto. Nos interesa tomar la identidad porque se diferencia del concepto de identificación que pertenece al psicoanálisis. La identidad caracteriza a un individuo en su totalidad, lo que soy, totalmente y en todo tiempo y lugar, es una identidad unificadora. Pero al mismo tiempo, esta época muestra una  explosión del término identidad y como consecuencia,  una pluralización de identidades. 
Con Freud tenemos en cuenta al inconsciente que ha mostrado como la pretendida unidad del yo se ve afectada por las irrupciones de las formaciones del inconsciente, lapsus, sueños, síntomas que instalan la división subjetiva y nos hace abandonar la idea de alguna unidad unificadora.
Jacques-Alain Miller (3) desarrolla la noción de identidad a partir de mecanismos de identificación. La identidad del sujeto son los papeles emitidos por el Otro. La identidad y el género como identidad sexual, son del Otro y están en el Otro. Se ve bien en la demanda de un nuevo DNI en donde quede otorgado el nombre y el sexo en el Otro. Pero de ahí no se deriva ninguna unidad, ninguna unificación. Tampoco si hay una multiplicidad de identidades, se modifica su modo de funcionamiento. Siguen estando en el Otro, e intentan proponer nuevos modos de uso del lazo social y en este sentido se podría ubicar  el género como una  tentativa de reducir el sexo al significante y a la función de semblante.
Pero al final de su enseñanza Lacan habla de identidad al decir “Yo soy como gozo”, este punto alcanza al final del análisis. “La única identidad que se sostiene, que tenga una consistencia es lo que Jacques-Alain Miller propone llamar la identidad sinthomal, que no es del sujeto, sino del Uno solo, del cuerpo del que no podemos escapar, de sus agujeros, que la contingencia de los significantes puso a funcionar en experiencias únicas propias de cada uno, experiencias “triviales y sin igual”. 
Sería entonces necesario desplegar aún más este aspecto para retomar la cuestión de la identidad.

                                         
Fantasma y el síntoma
Volvamos ahora al Lacan clásico para referimos al otro nivel: el del fantasma que realiza una elección  del objeto pulsional, haciendo un recorte. El fantasma recorta un objeto como preferencial. El objeto pulsional se fija y ahí la pulsión hace su circuito. Por intermedio del falo, el goce esta puesto en función significante: objeto ‘a’. La extracción del objeto en el fantasma le permite recuperar el objeto en el campo del Otro: ‘a’ plus de goce. El fantasma le permite salir del goce autoerótico e ir al campo del Otro, hacer  lazo al Otro. 
Entonces la sexualidad pasa por los desfiladeros de la palabra, hay sexualidad en y por el lenguaje (5), la diferencia sexual no puede formularse más que en el campo de la identificación y del fantasma y por eso el sexo es el efecto de un decir.
Recordemos que el fantasma es una respuesta a dos cuestiones que están ligadas a un displacer: por un lado el displacer producido porque hay un agujero en el saber o en lo simbólico que reenvía a la castración (al agujero en el Otro: no se puede escribir la relación sexual) y por el otro lado es producido por la avidez del deseo del Otro, cuando es vivido como una voluntad del Otro de gozar del sujeto. Estos  son dos casos que producen angustia. El fantasma es una respuesta a estas dos cuestiones que producen malestar.
El fantasma transforma el dolor del goce en placer y satisfacción, es una ‘máquina’ que transforma el displacer en placer cuando el sujeto está confrontado a momentos de angustia, ante la falta en el Otro recurre al fantasma para frenar la angustia. El fantasma es una defensa contra los efectos angustiantes del agujero en la significación, una defensa contra la angustia pero también contra el deseo. Porque el deseo incluye siempre la falta y entonces produce una intranquilidad que no es agradable. El fantasma es a la vez un límite al deseo y un punto de apoyo para la realización del deseo.
Entonces si no hay relación sexual, si no hay escritura significante que de la fórmula entre los dos sexos (mientras que si la hay entre los animales: es el instinto), el fantasma es una escritura significante que se inscribe en el inconsciente de cada uno y que determina su modo de goce. Lo hace no por una escritura de la relación sexual que no existe, sino por una escritura que indica las condiciones en las que el sujeto goza en una relación sexual. Cada uno tiene su fórmula de la manera que goza, esa fórmula está dada por el fantasma, esa fórmula precisa cuál es el objeto que lo hace gozar. El fantasma escribe en una sola fórmula toda la serie de las versiones de la relación del sujeto al objeto, una fórmula que no cambia (como ‘Pegan a un niño’), se trata de una fórmula significante simbólica a la cual está enganchada un goce placer y conmemora la escena fantasmática, por ejemplo en el Hombre de las Ratas tiene una inscripción de la posición de  las mujeres en cuatro patas limpiando en piso que es la imagen ligada a la excitación sexual que le produjeron el encuentro con las mujeres que en su infancia trabajaban en su casa . Como lo indica M-H Brousse la diferencia sexual por el lado del goce está ligada a los objetos plus de goce, los objetos ‘a’.
El caso que presentamos a continuación ilustra cómo el objeto ‘a’ permitió en el curso de un análisis la posibilidad que se inicie el proceso de sexuación en un niño.


1. M-H Brousse Las identidades una política, la identificación, un proceso, la identidad, un síntoma
 http://identidades.jornadaselp.com/textos-y-bibliografia/texto-de-orientacion/las-identidades-una-politica-la-identificacion-un-proceso-y-la-identidad-un-sintoma/
(2) Ni hombre ni mujer https://www.infobae.com/sociedad/2020/05/09/no-es-hombre-tampoco-mujer-fluyo-entre-los-generos-y-soy-pansexual/ 
(3) Jacques- Alain Miller, El ultimísimo Lacan, 2006-2007 
(4) M-H Brousse, “El agujero negro de la diferencia sexual” http://www.revistarayuela.com/es/006/template.php?file=notas/editorial.html  
(5) ibidem
(6) Gil Caroz, Quarto nº 119, p 44  
                                     
                                                

El uso del objeto a para la sexuación
Hélène Deltombe


¿El sexo llega a los niños bajo los auspicios de lo imposible y de una toma de posición?  ¿Cómo se declina lo imposible en el psicoanálisis de un niño? 


El psicoanálisis encuentra su dirección fundamental en el hecho de que no hay relación sexual. Ahora bien, el niño perverso polimorfo desafía este imposible de todas las maneras, quiere instalarse en la relación sexual. ¿Qué posible se dibuja entre el psicoanálisis y el niño que lidia contra sus pulsiones parciales y  un goce fálico que lo angustia?  


Hay también una dimensión de imposible en la demanda del niño dirigida al analista, ya que es una demanda hecha por otro. Además, si es una demanda dirigida a un psicoanalista, no es en general, una demanda de análisis.
 ¿No es ésta una característica del malestar actual de la civilización? Se hace una demanda de “bienestar” para el niño, es una demanda de alivio de la carga en que se ha convertido el niño.  
Y si el analista logra que la demanda se constituya analíticamente gracias a la puesta en forma del síntoma, otro imposible se perfila entonces, el de tratar el caso en el marco edípico. La declinación paterna, las coordenadas sociales actuales definen un nuevo marco, ese que Lacan llamó la “gran neurosis contemporánea”, donde el “padre carente” y la confusión de las generaciones, no permiten más tratar un caso solamente según las coordenadas edípicas. Estas pueden permitir orientarse en el caso,  pero sin embargo no bastan para tratarlo. Así, estamos llevados a orientarnos en la dirección de la cura con la última enseñanza de Lacan para ubicar las modalidades según las cuales se opera en la sexuación del niño.


La evolución social y familiar determina que el niño haga una elección de sexuación a partir de su objeto de goce y no según el modo edípico de la identificación. Es según este modo que él encuentra el acceso al Otro y que logra su posición de goce. ¿No es según esta toma de posición que  es posible encontrar una solución a la cura, acompañándolo más allá del Edipo?



El niño, síntoma de la pareja familiar


Un hombre viene a mí encuentro con un gran desorden mezclado con exasperación, me explica que su mujer y él no pueden más, han   agotado sus recursos con su hijo de tres años y medio: Florencio hace varias crisis de nervios por día ante cada contrariedad o conflicto, y jamás se rinde. En la escuela, lo encuentran insoportable, es insolente con los adultos, violento con sus compañeros y no tiene en cuenta ningún regaño.


Este hombre no se dirige al analista como sujeto, para interrogar su posición con respecto a su hijo, ni por inquietudes sobre cómo puede incidir su vida de pareja sobre su hijo, habla de su impotencia para reducir esa situación, pero sin embargo no se deja dividir. Es solamente un padre que viene a verme y su demanda es típicamente contemporánea, quiere ser liberado del tormento que es para él su hijo, tiró la toalla, esto se convirtió en una carga y pide que el especialista lo libere. 


Se puede medir la brecha existente entre esta demanda y la primera, la que fue hecha a Freud acerca de Juanito. Mientras que este padre se queja de su hijo por el malestar que le ocasiona a su entorno, el padre de Juanito ubica su despertar sexual y le da el valor de un enigma a resolver. El padre de Florencio no relaciona el comportamiento de su hijo a su curiosidad sexual, ni a la angustia experimentada, ni a un síntoma que sólo podría leerse en la dimensión inconsciente.  Él habla de su propia impotencia para reducir las dificultades, pero no se cuestiona, y designa a su hijo como objeto para el psicoanálisis. 


Acepto recibir al niño ya que tal vez podría formular una demanda admisible para el psicoanálisis. Me inquieta la idea de recibir un torbellino en mi consultorio. Para mi sorpresa, un bello niño de grandes y  brillantes ojos llegó con calma.  Apenas entró se planta delante de mí, firme sobre sus piernas para anunciarme con un aire grave “tengo problemas”. Le propongo sentarse y explicarme. Me mira con confianza y declara “mis padres son tontos”. Después comienza con la demostración de  lo que viene a decir, apoyándose en  fuertes detalles. En particular,  no comprende porque sus padres quieren acostarlo cuando él no tiene sueño, e indica “Lo sé incluso si estoy cansado”. Además, le parece que no lo tratan bien y me explica sus torpezas y sus errores.


Mientras escuchaba sus recriminaciones puntuadas con vigor: “son tontos”, me acuerdo de las explicaciones de su padre sobre su relación – y también la de su mujer- con su hijo: cada demanda, orden, protesta o malentendido, eran acompañadas de explicaciones hasta que su hijo haya entendido lo bien fundado de sus intervenciones.  Florencio escucha pero no cede, la exasperación llega al colmo mientras que el padre sigue explicando con paciencia. Florencio explota. Esto es incomprensible para su padre, movido evidentemente por un ideal de arreglar todos los problemas con la palabra, una palabra al servicio de una lógica imparable. Tiene un ideal de dominio a la altura del espíritu científico que él despliega en sus investigaciones en física. ¿Cómo es que su hijo no comprende las cosas que son tan simples y que él le explica pacientemente? Evoca inquietud en cuanto a las cualidades intelectuales de su hijo poniendo a cuenta de la inteligencia lo que es del orden de los fantasmas que se interponen a través de la relación al Otro. Su temor se junta con el de su mujer, teme que a su hijo le pase lo mismo que a su hermano que falló en sus estudios, no tiene trabajo, es un refugiado en la casa de sus padres y vegeta en una relación extremadamente conflictiva con su madre.  


Escucho a Florencio enhebrar como perlas las desventuras que acumula con sus padres, y hago para mí misma la siguiente construcción: él hace un gran esfuerzo, con sus tres años, para volar en las plumas del fantasma de dominio del deseo de su padre obsesivo, fantasma que se ajusta al deseo de la madre, una madre angustiada por el pensamiento de que su hijo podría ser un fracasado como su hermano.
¿No habría allí una forma de recubrimiento del Deseo de la Madre por el Nombre del Padre, que podría orientar la posición de goce de Florencio?  Esto va a  verificarse en el curso de la experiencia analítica con él.


Creyéndose amo del deseo, asegurado en su fantasma, el padre se sorprende de no lograr ordenar a su hijo ante la evidencia. Por su parte Florencio no cede sobre su deseo – o incluso sobre sus pulsiones, ni sobre su goce – y su padre pacientemente le explica, con una voluntad que desconoce los movimientos pulsionales y sus expresiones. Florencio trata de conformar a este ideal parental, pero me demuestra que es imposible. Porque de todas formas está confrontado a sus pulsiones, a sus angustias, eso lo desborda y aunque le expliquen  no logra arreglárselas.  Hace valer que él es un ser de deseo y que no va muy bien con el deseo del Otro. Puedo entonces reconocer que este niño se precipita en el fantasma paterno para demostrar la falla y ahí paga muy caro el precio, al desconocer que está en la dimensión pulsional de su ser, y que fuerza el rasgo volviéndose fuego loco, manojo de nervios, haciéndose un objeto que el Otro no quiere reconocer: voz chillona, mirada encendida, devorador del tiempo y energía de sus padres, en esta avidez por encarnar su ser pulsional, insoportable para su entorno… ¡No da respiro! 
Ni la persuasión, ni la represión lo detiene en su ímpetu y él se ríe de la impotencia de sus padres para limitarlo, demostrando así, la inconsistencia del ideal. 


 Hay que aceptar la evidencia que Florencio está  “en  posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar” (1), él se esfuerza en “representar la verdad de la pareja familiar” (2) denunciándola para hacer valer sus propias exigencias como sujeto, sin resultado, por estar atado a esta denuncia. La cuestión es entonces medir las consecuencias para él de sostener este lugar, en el cual se siente todopoderoso. Se puede hacer la hipótesis de que refuerza así su posición de origen, la de ser el falo de la madre. Él ha devenido el falo. 


Por lo tanto, ante la pregunta de cómo el sexo le llega a los niños, podemos decir que esta tenacidad de ser el falo, le impide entrar en el proceso de la sexuación. Fijado a esta posición imaginaria de ser el falo, no le interesa la cuestión de tener o no tener el falo. Y de esta manera sólo habla  del Otro, de la dimensión sintomática de la pareja de sus padres para con él. Retrocede ante la necesidad de percibir su propio síntoma y de explorar las diferentes facetas, ya no en relación a sus padres, sino a su inconsciente.


                                                          


La precipitación del síntoma


 Ahora bien, la cuestión para él es afrontar su síntoma que viene a responder a eso que hay de sintomático en la estructura familiar, pero no es sólo eso, porque también es su modo de respuesta al goce que lo desborda. ¿Cómo permitirle dar vuelta la página de la historia de sus enredos con sus padres, para que  pueda hablar de sus enredos con su síntoma, que es por excelencia el lugar de las preguntas sobre su sexuación? Porque se trata, como lo formalizó Jacques Lacan, de llegar a eso que de “la relación sin nombre, porque es innombrable, porque es indecible, del sujeto con el significante puro del deseo, se proyecte sobre el órgano localizable, preciso y situable en alguna parte en el conjunto del edificio corporal. De ahí este conflicto propiamente imaginario,  que consiste en verse a sí mismo privado o no privado, de este apéndice. Es alrededor de ese punto imaginario, que se elaboran los efectos sintomáticos del complejo de castración” (3).


 Viene entonces el momento donde elijo decirle: “Lo que me contás es muy divertido, pero otra vez, ¡también me podrías hablar de tus problemas!”. Este es el acto por el cual intento favorecer en él la precipitación del síntoma (4). Florencio acepta la invitación y a la siguiente sesión me dice seriamente: “Tengo un problema” y continúa con una angustia perceptible. “Julia me golpeó en el pito, llevo todos los días un juguete al recreo para protegerme, pero ella va demasiado rápido, no tengo tiempo. Es Remy que la manda”.
Cuando cuenta esto tiembla de emoción. Luego, indignado reanuda: “Soy yo  el más fuerte, Remy es un nulo, lo hago volar por el aire hasta el techo de la escuela y se va por los caños, cae en el inodoro y tiro la cadena”. 
Frente al real insoportable que constituye para él el temor de perder el falo, reacciona siendo violento, insoportable, haciéndose el agresor y utiliza además la fabulación para evitar la angustia de castración. Se verifica hasta  qué punto “el síntoma es algo que no cesa de escribir lo real” (5). 
En la escuela agrede a los otros de forma violenta, se precipita sin aviso sobre ellos, los estrangula o los tira al piso sin motivo aparente. La angustia de castración es tal, que se hace agresor ante el más mínimo signo del exterior.
 Describe con entusiasmo que hace sufrir a los otros y así me hace parte de su goce del síntoma. Se regocija repitiendo: “Lo mandé a Remy a los caños”, se regocija de su fantasma por el cual redujo a quien lo amenaza a un deshecho del que puede deshacerse. Se convence entonces que puede defenderse fácilmente de cualquier amenaza.
 Florencio está lidiando con sus síntoma y el analista deviene su partenaire con quién declinar las cuestiones que se plantea. No habla más de la relación con sus padres. El acto analítico lo separó de este lugar de verdad de la pareja parental, desde el cual no podía plantear la pregunta del sujeto, afrontándose a su angustia de castración. El acto analítico ha producido “una lesión a la seguridad que el sujeto obtiene en el fantasma “(6), la seguridad de ser el falo. 


Una entrevista con el padre para hacer un balance, me permite enterarme que Florencio está mucho más calmo en su casa, no tiene más crisis de nervios y es posible negociar con él. Por el contrario, en la escuela  siempre es violento, es con sus pares que su síntoma se despliega.


El síntoma del sujeto 


 Florencio está desbordado por su comportamiento, se precipita sobre los  otros, eso es más fuerte, no lo puede evitar, testimonia su división por este síntoma que él  reivindica pero se siente culpable, lo que  constituye para él un enigma que deviene demanda dirigida al analista. 
La función del sujeto supuesto saber se instala. “El síntoma analítico se constituye en su captura en el discurso del analista, por lo que devenido demanda, se encuentra enganchado al Otro” (7). 
Florencio me cuenta con vivacidad todas las historias en las que él es el héroe, las victorias que acumula mientras que sus enemigos desaparecen en los caños de evacuación gracias a su fuerza y su ingeniosidad. Pero en verdad, él no se las arregla tan bien, eso lo protege sólo un poco del miedo que le produce  eso que Lacan llama “primer experiencia de goce” (8). Testimonia de esto el terror que le inspira metonímicamente el autito que trajo a sesión y que cada vez termina su carrera elevándose bruscamente. Ese movimiento lo hace reír nerviosamente, lo que me hace asociarlo con la fórmula empleada por Lacan para caracterizar “el miedo” (9) experimentado por Juanito ante esa “primera experiencia de goce” que siente.  Recupero esa fórmula puntuando cada erección del auto con  un “¿Pero, qué es eso?”  (10) que deja a Florencio censurado,  reducido a su angustia de castración. Y como se obstina en destrozar, luego de haber mostrado la performance, le digo que él no podrá más hacer la demostración. Trata entonces de superar el momento de pánico que lo sumerge afirmándome que ¡él puede clavar un clavo! 


Durante “el encuentro con su propia erección”, Lacan indica:   “Se dicen ¿Pero qué es eso? Y lo dicen de tal  manera,  que  ese pobre Juanito sólo piensa en eso”. Y encarna en un síntoma “eso a lo que se enfrenta y de lo cual no comprende absolutamente  nada” (11). 


Es entonces  cuando  puede compartir conmigo  el descubrimiento que ha hecho hace poco: estaba persiguiendo a Remy en los baños para precipitarse sobre él, y se detuvo frente a una pequeña niña que estaba en el baño. Él, que sólo tiene un hermano y un primo, debe haber  constatado de repente la evidencia de la diferencia de los sexos. 
Preso de la emoción, desea reglar todo este asunto por una anulación de lo que acaba de enunciar y baja súbitamente su pantalón para mostrar que él está provisto. Yo verbalizo inmediatamente su acto, lo que le permite vestirse rápidamente: “¿Está permitido mostrarte así?”. Luego, le pregunto:- “¿Querías mostrarme que sos un varón?” y añado: -“Lo que me mostrás no cambia tu miedo de ser atacado. Entonces lo que importa, no es mostrarme, sino hablarme, explicarme quien vas a ser”. Esta es la única sesión al final de la cual, intenta darme un beso al irse, mostrando así como su sexualidad se ha comprometido en la transferencia. Entonces le he indicado que más bien hablamos, permitiendo así que conmigo su sexualidad se mantenga siempre como una pregunta.


El retroceso ante la angustia de castración


Es la vergüenza lo que domina el siguiente período, llega escondido  detrás de su madre a la que se aferra, mientras sostiene un juguete en la otra mano, y es sólo por el interés que manifiesto por el objeto que trae, que acepta seguirme. Un día, me lleva un dibujo que hizo para mí. Tiene entonces cuatro años. Es un barco magnífico en el mar. Sobre el puente hay un héroe. Me cuenta todas sus cualidades. Yo me maravillo con ¡ese héroe que viaja en el mar en su magnífico barco! 
Pero Florencio protesta: 
-“¡No! el barco tiene un ancla en la proa y un ancla en la popa”. 
Entonces, le digo
-“¿Qué es este barco que se aferra al mar?” y le señalo que también hay una protección que puso en lo alto del mástil. 
-“Si -me dice- hay que protegerlo”. 
Y muy nervioso me cuenta que su abuelo recibió una bala en el brazo durante la Guerra. Me pregunta ansiosamente como pudieron quitársela. 


La angustia de castración, está entonces presente, pero busca desconocerla, se revuelca en el suelo contándome que habla chino con su primo. Y además, en esa lengua su primo lo llama Flor.
 -“Es más corto, Florencio es demasiado largo, y pues, así me llamo en chino”. 
Le digo: -“Flor hace pensar en  fleur*, ¿tu primo te toma por una flor, por una niña?”.


 Desalojado de su posición de todopoderoso, está nuevamente en su  condición inicial de ser el falo de su madre y no logra abandonar ese lugar, que metaforiza con su magnífico dibujo del barco. Dibujo que marca también el pasaje de ser el falo hacia la cuestión de tener o no tener el falo, por ese cuidado que puso en proteger lo alto del mástil con un gran escudo y la asociación que hace a partir de ese dibujo sobre el miedo de perder un miembro.


 La angustia de castración es tan fuerte que busca anular la pregunta que plantea, primero escondiéndose, luego refugiándose con su primo en lalengua, en el “querer gozar” y no “querer decir” (12), confirmando con ello el fuerte impulso por el que un niño permanece mucho tiempo en no quedarse demasiado en el sentido, sobre todo,  podríamos agregar, cuando las cuestiones a resolver son demasiado candentes. 
Freud indica: “Cuando el niño aprende el vocabulario de su lengua materna (…) él aparea  las palabras sin objetivo, a su manera, sin preocuparse en la forma, para gozar del placer del ritmo y de la rima (…) pero con el progreso de la edad, busca  emanciparse de las restricciones adquiridas en el uso de las palabras, las desfigura  con ciertos adornos, las altera con ciertos artificios. Se forja junto con sus compañeros de juego, una lengua convencional” (13 ) Y Florencio señala que esta lengua forjada con su primo, le permite borrar las diferencias de los sexos, con su nombre Flor, con el cual se divierte, y de esta manera ya no hay ninguna pregunta que hacerse, es a la vez, niño y niña. Mi pregunta “¿Tu primo te toma por una niña?” hace interpretación, ella “subraya el fracaso que está presente en el triunfo de la apalabra”. Ese fracaso Lacan, lo indica en Aún, es que “todo esa alegría, [el del goce de la lengua], no permite garantizar el real de la relación sexual“(14).


A partir de la observación que le hice, él entra decididamente en la cuestión de su sexuación: tener o no tener el falo. Pero es notable que jamás, en lo que sigue de la experiencia analítica, él pase por sus padres para orientarse en esta cuestión: ni menciona la castración materna, ni percibe el rasgo de su padre para buscar abrigo en la identificación, y jamás el material de las sesiones ha permitido hacerle observaciones del modo edípico, del  tipo de las hechas por Freud a Juanito: “Le dije entonces que él tiene miedo de su padre  justamente porque amaba mucho a su madre” (15).


 La sexuación articulada a una posición de goce


Con perseverancia durante todo este nuevo periodo, declina las facetas según las cuales es llevado por las circunstancias y por sus fantasmas abordar esta cuestión crucial: ser niño o niña: 
- Me he vuelto bueno, los niños son malos las niñas son buenas…
- Yo soy el más fuerte.
-  No puedo parar; los otros sí pueden hacerlo 
 - En mi dibujo hay un héroe, tiene un vestido, sus armas están ocultas… no, ¡una capa, con una espada que sobresale! 
-Aquí, es un héroe que gana siempre la victoria. Se llama Athena… ¡es una niña! ¡Sí, sí, una niña! Es el héroe más fuerte del mundo. ¡Es linda!, Yo quiero ser una niña. 
Ante esta declaración, intervengo: 
-Una vez quisiste mostrarme que tenés un pito, pero entonces, si querés ser una niña…?
 Florencio me mira, estupefacto, y declara inmediatamente:
- “¡Ah!...No  había pensado en eso”. 
Luego, pasa a otra cosa, con aire indiferente. Y como él no vuelve a eso, yo evoco de nuevo la cuestión un poco más tarde, preguntándole 
-¿Has pensado en el problema de ser niña y de tener un pito? ¿Qué solución encontraste? 
Él me responde sin vacilar
- “¡Es suficiente con no pensar en eso!” 
Y de nuevo pasa otra cosa, como si nada. 
¿No estamos frente a un mecanismo de defensa de anulación? ¿No tenemos aquí un signo de estructuración del sujeto en la vertiente obsesiva?
 -“Yo quiero ser una niña. Ellas son lindas”. 
Lo dice con pasión,  es una ilustración del amor, no del amor de objeto, sino del amor por identificación. ¿Cómo pasar del amor por identificación al amor de objeto?  
En las sesiones siguientes, el multiplica los dibujos de castillos y fuertes de guerras, de caballeros, de militares, cañones, yo le pregunto:
- “Me dijiste que querés ser una niña, ¿y más tarde cuando seas grande?
Indignado, me responde:
- “¡Ah! No, seré un niño. Y además ya tengo una enamorada”. 
Vuelve la próxima vez con el pelo corto, se cortó sus bucles. 
Sus historias de guerra se combinan con historias de mujeres que se le pueden sacar a los enemigos cuando se ganó la victoria.
Un día, declara orgullosamente:
- “Amo las niñas. Tengo mil enamoradas. En el recreo las salvo, me peleo contra los chicos que las molestan, y hasta me peleo con los más grandes”. 
Acaba de cumplir 5 años.
 ¿Cómo ocurren esas peleas? Él se divierte siempre contándome que manda a los chicos por los tubos de evacuación, en el baño y tira la cadena.
-”Además -me precisa-, caca (en francés) ¡es masculino como niño!”  Cuenta todos los insultos que les derrama: 
-“ Qué mal olor de tu culo, es de caca, no sos nadie, ándate al inodoro, cáete en el agujero y quédate ahí!  “
El asienta esta posición de goce -tratar a los demás como desechos que él puede hacer evacuar- como forma de afirmar su virilidad.
A partir de un rasgo que extrae de la historia de Francia, cuenta con la garantía de quién se apoya en hechos y no podrá entonces ser contrariado. Hace un dibujo de un castillo con fosos, los atacantes aparecen, los caballeros del castillo derraman sobre ellos todo lo que pueden para defenderse, y particularmente, agrega con tono de confidencia: 
-“Ellos hacen caca, que va directamente al foso, eso ataca a los enemigos, les cae encima y hace que se vayan”.  
Está excitado con esta evocación. Le pregunto si piensa en esto cuando él está en el baño. Es un fantasma que parece alimentar cuando está en tren de defecar, todos sus deseos de venganza  están concentrados ahí. Además si se reflexiona, él  ”caga” a los otros en el recreo. Es su modo de goce fundado sobre el objeto anal, pero que también tiene una significación fálica. Las niñas son objeto causa de deseo y lo impulsan afirmar su fuerza, que él toma por su virilidad. Es una posición de goce en función de un objeto (– aquel que teme ser, identificado con el objeto de angustia materno, aquel que busca dominar a los otros –  que da forma a su modo de tener el falo, y esto en lugar de un rasgo de identificación tomado de su padre), por el cual se pone al abrigo de la angustia de castración.
 Este caso se ajusta muy bien a la crítica hecha por Lacan a la teoría fálica al final de su enseñanza, a causa de la insuficiencia de la metáfora paterna para tratar el goce. Eric Laurent, en un artículo en español, despliega esta dimensión esencial de la enseñanza de Lacan extrayendo todas las consecuencias que se derivan para el psicoanálisis de niños: 
“No podemos estar seguros que en un mundo transformado por la ciencia y por el discurso del capitalismo, el padre continúe asumiendo un estatuto trágico. Por otro lado, el padre que conocemos tiene el estatuto del padre moderno, que es el estatuto del padre humillado. (…) Ahí percibimos efectivamente, que hay un estatuto que se reorganiza y que para asegurar la repartición del goce de forma satisfactoria, no podemos más contar con el padre” (16). En consecuencia, añade un poco más adelante, “Todos nosotros somos los abortos de un deseo, lo que queda de un deseo  que nos ha sostenido. Definirnos así, es definirnos no a partir del significante del deseo, que es el falo, sino a partir del resto” (17).  
Esta posición de goce por la cual Florencio se pone del lado varón, es consonante con la teoría sexual que él ha imaginado. Como me explica, él quisiera que su madre tuviera un tercer hijo. Yo le pregunto cómo se hace un niño, si él sabe cómo eso sucede. Me responde que sabe muy bien esas cosas. Le propongo que me explique y  declara: 
- “Bueno, mirá,  mi padre se sienta en una silla, deposita las semillas, y después mi mamá  viene a sentarse en la misma silla y  espera un bebé”. -“¿Cómo saldrá?”
-“Saldrá como la caca”.  
Él entonces adoptó eso que Freud llama la teoría cloacal, no solamente para el nacimiento, sino también para la concepción de un niño.
 Podemos preguntarnos si él no considera a sus padres más bien en un modo unisex. Su padre es maternal, bueno, nunca trata un conflicto de frente, no tiene autoridad. Su madre, tiene una apariencia masculina, es grande y robusta, tiene el cabello muy corto, nunca sonríe, tiene la voz grave. Su padre no le da una imagen de virilidad, su madre no le parece marcada por la castración.
 En la experiencia analítica, Florencio revela su posición de goce en función de un objeto de su predilección, permitiéndole asumir de forma singular el hecho de tener el falo, habiendo construido un fantasma que viene a soportar la posibilidad de hacer de una mujer  - lo que él presiente en la niña - el objeto causa de su deseo. 
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Texto traducido por Giuliana Casagrande y revisado por Marcela Errecondo
Bibliografía
(1) LACAN J., “Nota sobre el niño”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidos, 2012
(2) LACAN J., ibid
(3) LACAN J, El seminario, libro VIII, La transferencia, Buenos Aires, Paidos, 2008 f287
(4) MILLER, J.-A., “C.ST.” Clínica bajo transferencia. Ocho estudios de clínica lacaniana. Ed. Manatial
(5) LACAN J, “La tercera”   En, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Buenos Aires, EOL  1974
(6) MILLER, J.-A., “C.ST.” Ornicar  n°29, Paris, Navarin, 1948
(7) MILLER, J.-A., ibid
(8) LACAN, J, “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1989
(9) LACAN,J ibid
(10) LACAN,J ibid
(11) LACAN, J ibid
(12) MILLER, J-A. “El monologo de la apalabra” en El lenguaje, aparato d goce. Colección Diva, p 99
 (13) FREUD, S. “El chiste y su relación con lo inconsciente”. Obras completas volumen VIII,    Buenos Aires, Amorrortu, 1978
(14) MILLER, J-A. “El monologo de la apalabra” en El lenguaje, aparato d goce. Colección Diva, p 99
(15) FREUD, S. “Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans)” en Obras Completas X. Buenos Aires, Amorrortu, 2010
(16) LAURENT, E, “Hay un fin de análisis para los niños” Buenos Aires, 1998
(17) LAURENT, E, ibid

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* Clase 5 

La diferencia sexual en la época del género

Llegamos a la última clase de este ciclo, pero continuaremos porque nuestro trabajo tiene una duración de dos años. 
Hoy quisiera comenzar citando a Daniel Roy, 
“La cuestión de ser sexuado es una aventura, y decirlo así es para separarse de la palabra desarrollo muy ligado a la anatomía. El abordaje psicoanalítico no se piensa en términos de norma sino de singularidad de una experiencia. Lo que cada uno es como ser sexuado es lo que se ha autorizado a ser. Una toma de posición se opera en lo más íntimo de cada uno y se manifiesta como lo más éxtimo. Si bien hay una diferencia biológica Lacan no ha hecho de eso una bipolaridad sexual, cada sujeto esta solo cuando la libido sexual está convocada en acto, una temática que no se confunde ni con la sexualidad infantil ni con la elección del género.”
Nuestro recorrido ha tratado de desplegar el paso de la diferencia sexual a la sexuación. De la constatación que  hay una diferencia en los cuerpos de las niñas y niños, a tomar una posición sexuada. De la distinción que hace el lenguaje, los adultos que rodean al niño a los efectos que eso tiene sobre el sujeto y sus elecciones de goce. El niño trata de responder a los enigmas que se le presentan ante la evidencia de cuerpos diferentes: los llamados dos sexos. Pero además, ¿de dónde vienen los niños? Toda una serie de teorías tratan de responder estas preguntas, el saber construye ficciones que recortarán modalidades de goce para explicarse lo que no se puede decir ni nombrar porque por estructura no hay como decirlo. 
En la primera época de la enseñanza de Lacan hay un ordenamiento a partir del falo y la castración desplegado en los Seminarios IV; V y VI. El falo es el organizador de la falta y del deseo en el circuito parental resumido por la metáfora paterna. A medida que Lacan avanza en sus elaboraciones, en los Seminarios XVIII; XIX Y XX hay un desdoblamiento del falo, una nueva concepción del falo que tiene  ver con el goce. Es un desdoblamiento entre      (–ph) castración y Phi mayúscula (el goce sexual enganchado a los  semblantes). Luego en el Seminario XIX planteará la diferencia sexual  y sexuación, finalmente en el Seminario XX presenta  Una carta de almor, en donde da dos posiciones de goce, lado hombre y lado mujer en donde diferenciará el goce fálico y el goce no todo fálico. El goce fuera del cuerpo y el goce en el cuerpo que cada uno tiene su lógica diferente, y no se refiere a una cuestión de género o de identificación.
Hoy haremos una pequeña introducción sin agotar el tema que merece mucho más desarrollo. En la segunda parte de su enseñanza Lacan introduce el goce y lo real en sus conceptos y con esto los conceptos cambian sin abandonar lo anterior.   
En la Conferencia de Ginebra sobre el síntoma (1) Lacan habla de Juanito y sus erecciones. Ahí señala que ese goce que experimenta en el pene no es autoerótico sino algo hétero, algo que le viene de afuera  y que él rechaza. Nos dice que todos los recorridos, los circuitos a los que Juanito se enfrenta no es más que el encuentro con un goce que le es extraño y no puede situar. Lacan señala que su síntoma es justamente la expresión de ese rechazo. Se plantea entonces la cuestión de la dificultad de la localización del goce y que Juanito inventa esos circuitos como una forma de poner una barrera a lo real, hasta llegar a encontrar un significante que nombre aquello que le viene de afuera y no puede situar. 
Es importante tener presente que el sujeto se topa con un real inventa sus maneras de responder. El goce es siempre del cuerpo, del cuerpo de uno. Pero además el goce como tal no es sexuado. En este sentido el goce no es binario, es unario. Eric Laurent lo retoma de J-A Miller (2), cuando le responde a Paul Beatriz Preciado en las Jornadas de la École de la Cause Freudienne que criticaba a los psicoanalistas y el supuesto binarismo sexual ordenado por el falocentrismo. Le da la razón diciendo hay un unarismo lacaniano (3) Y como decía Fabián Fajnwacs (4), unarismo hace juego homofónico con onanismo. Es que a este goce se lo ubica en el cuerpo de una manera autista, sin el Otro. 
Entonces, el goce como tal es asexuado, el cuerpo se goza de diferentes maneras y en el lenguaje y por el lenguaje se da el proceso de sexuación que se enlaza al Otro sexuado. Citando a Eric Laurent, hay entonces múltiples variaciones en las conductas sexuales, múltiples exploraciones de la experimentación de ese goce que va más allá del binarismo sexual, y que queda ilustrado en las LGTB y…siguen las letras para añadir aún otros goces. 

Goce femenino, goce Uno
Presentación de Natalia Menichelli 
En los últimos años podemos ver cómo retroceden y son destituidos los registros tradicionales y patriarcales que determinaban cómo ser hombre o mujer. La diferencia sexual, clásicamente binaria, ha experimentado un cambio muy significativo. En su lugar, vemos aparecer una pluralización de la diferencia sexual expresada en las nominaciones LGTB+ y en una serie de derechos y leyes otorgadas a estas sexualidades minoritarias. 
Desde la orientación lacaniana podemos subrayar que la teorización del goce femenino nos permite salir de la diferencia binaria y, al mismo tiempo, abordar la diferencia sexual en esta pluralización, ya que se la aborda desde la singularidad de los modos de goce. Por ello, voy a tomar las dos lógicas del goce que Lacan plantea en el Seminario XX para luego pasar al goce Uno. 
Por un lado, tenemos la lógica masculina, el lado Todo y, por otro, la lógica femenina o lado No-Todo. Todo ser hablante se inscribe necesariamente en uno u otro lado, independientemente de su sexo biológico.  


Lado Todo: goce masculino o goce fálico 
Es el goce conocido para ambos sexos ya que es el resultado de la castración, del efecto del lenguaje sobre el cuerpo. Se trata de un goce localizado, contabilizado, regulado y acotado: empieza y termina. Hablamos del lado Todo, porque se trata de un conjunto cerrado. Existe una excepción que lo funda y limita al mismo tiempo: existe al menos uno para quien no rige la castración. Esto funda la regla (el universal): todos los hombres están castrados. 


Lado No-Todo: goce femenino o suplementario
Además del goce fálico, hallamos el goce no todo fálico, es un goce que está de lleno en lo fálico, pero lo trasciende. Por eso decimos suplementario, lo cual no quiere decir complementario; no hacen relación. 
Se trata de un goce más allá del falo.  A diferencia del goce fálico, el goce femenino es un goce ilimitado, indecible, no se puede representar ni simbolizar, es infinito, no localizado. 


Lacan cuestiona el universal de lo femenino, es decir, un discurso que valga para “todas las mujeres”. Esto lo lleva a formular que “La mujer no existe”, lo cual no quiere decir que una mujer no exista. No existe un universal de la mujer porque esto supondría caer nuevamente en lo fálico. Entonces, cada una debe inventarse, encontrar su solución original y singular. A falta de poder ser “La mujer”, queda la posibilidad de ser una mujer, elegida por un hombre. Al no haber una excepción que funde un conjunto cerrado, limitado, estamos ante un conjunto abierto, una serie sin límite, sin excepciones. De este modo, vemos cómo la pregunta por la mujer no tiene una respuesta universal, no tiene una sola respuesta, sino que la mujer es una por una. 


Cabe aclarar que si bien se trata de un goce que al comienzo Lacan lo vincula al no-todo fálico, en su ultimísima enseñanza lo extiende como una característica propia del goce como tal. Se trata de un goce opaco, loco, que escapa a todo sentido. Es enigmático porque es extranjero a lo imaginario y a lo simbólico. Es el goce del Uno, o goce femenino, que es lo extraño, la alteridad, tanto para hombres como para mujeres. 
Es justamente en este punto que retomamos la época, caracterizada (al decir de M-H. Brousse) por el lugar del género como S1 (significante amo) (5), para decir que todas las clasificaciones actuales fracasan porque quieren atrapar algo que se escabulle todo el tiempo. La alteridad del goce Otro es imposible de representar con la lógica binaria del significante; imposible de ser reabsorbido por algún sistema de nombres. Miquel Bassols (6) plantea que lo femenino no es un género, sino más bien es lo trans-género, es aquello que se ubica más allá del género. 
Hablamos de modos singulares de goce porque es lo que objeta a lo universal; lo singular es uno por uno, no hace conjunto cerrado como lo hace el universal caracterizado por la verdad mentirosa y el sentido. Entonces, cada vez que se hace un universal, un conjunto cerrado, se traiciona por así decir, lo más singular de cada uno. 


La sexuación es entonces, el modo de goce de cada quien, pero se trata de un goce innombrable, que hace síntoma en singular y que se resiste a ser colectivizado. La sexuación es cómo cada quien realiza e inscribe su elección sexuada más allá de lo biológico y más allá de los semblantes que cada época ofrece, más allá de las identidades de géneros que una sociedad presenta. 
Lo que vemos actualmente es la búsqueda ilimitada de nominaciones a partir de las múltiples prácticas de goce o modos de satisfacción. Y desde el psicoanálisis, lo que se objeta es que cada práctica sexual, con su nominación significante correspondiente, reintroduce la identificación a una pequeña comunidad o grupo; reintroduce un nuevo ideal, el de creer que el goce se puede compartir. Además, podríamos decir, que existen tantas prácticas y nominaciones, como seres hablantes.  
Las teorías queer, en cambio, se aproximan más a esta noción sostenida por el psicoanálisis. Miquel Bassols dice que lo queer (como lo torcido, lo extraño, inusual, lo que está fuera de la norma) cuestiona la lógica de la diferencia binaria del significante para intentar representar la alteridad del goce sexual. Es como una anti-categoría, es la categoría de los que no tienen categoría ni quieren tenerla.
Lo paradójico de esta cuestión surge cuando, reclamando una singularidad fuera de lo establecido como normativo hegemónico heterosexual, se proclaman o autoproclaman como nueva norma. Ansermet (7) dice que es como si pasáramos de la norma para todos al fuera de la norma para todos, del derecho a ser diferente al fuera de la norma para todos. Vemos una inversión de la unicidad en una tendencia o voluntad de universalización. Y lo atribuye al hecho de que, lo íntimo concierne inevitablemente también a lo éxtimo del sujeto, un éxtimo rechazado que retorna cada vez más en lo real de la sociedad.
Entonces, la elección sexual inconsciente está ligada a las fijaciones y marcas de goce que se inscribieron en el cuerpo de manera azarosa y contingente. De ninguna manera se trata de un proceso consciente, voluntario, ni socio-cultural. En este punto, el discurso analítico no se confunde ni con la psicología ni con la sociología. 


Referencias bibliográficas: 
* “Lo nuevo y lo viejo en la distribución sexual”, por Manuel Fernández Blanco. En Aperiódico Psicoanalítico 30.
* “Entrevista a Miquel Bassols” por Manuel Ramirez. En Aperiódico Psicoanalítico 31.
* Entrevista a F. Ansermet por Edith Tendlarz. “La clínica transgéneros”. En Aperiódico Psicoanalítico 31.
* “Lo femenino, más allá de los géneros”. Miquel Bassols. Conferencia de YouTube
* M.H. Brousse. LAS IDENTIDADES, UNA POLÍTICA, LA IDENTIFICACIÓN, UN PROCESO Y LA IDENTIDAD, UN SÍNTOMA

                                       
                                          
Comentario
Esta presentación de Natalia es muy pertinente porque nos muestra como Lacan estaba a la altura de la época, ya que los movimientos LGTB+ intentan reivindicar sus formas de goce que no responden a los casilleros del binarismo tradicional y que van más allá del falo.
Lacan trata de responder a la pregunta fundamental: ¿qué es ser mujer?, ¿qué es ser hombre?, la misma pregunta que se hacía Freud. Freud llegó a decir que el sexo femenino no tiene inscripción en el inconsciente, no se sabe que es. Lacan lo retoma pero lo trabaja por la lógica. Dirá que no hay un concepto universal de mujer, una forma para todas las mujeres que diga que es ser mujer. Pero del mismo modo que Freud, va a terminar diciendo que la masculinidad tampoco se sabe bien que es, aunque esté del lado fálico, como efecto de la castración, pero eso aún no nos dice que es la masculinidad. Por eso finalmente, termina abandonando masculino, femenino, para tratar de mostrar dos formas lógicas de goce. Lo que es diferente de hablar de una posición masculina o femenina. 
Con respecto a la posición femenina (independientemente del sexo biológico) vemos que en la Carta de almor (8), la mujer tiene que ver con los dos goces, la dibuja con dos vectores,  uno hacia el goce fálico y el otro hacia el significante que falta en el Otro, o sea lo que escapa al falo. La posición masculina está de lleno en el goce fálico, pero también veremos que desde ahí tendrá que hacerle frente al goce no todo fálico, al goce del cuerpo,  en lo que respecta al goce peneano (9).
Estos diferentes goces requieren entonces que podamos ver que se ubican tanto en el cuerpo como fuera del cuerpo. Fuera del cuerpo es lo que viene a ubicarse en las zonas erógenas, recortadas por el sentido en forma de objeto ’a’. El goce en el cuerpo, es sin recorte, sin localización, sin borde, y por lo tanto opaco, sin palabras. Todas las variaciones posibles, infinitas, se dan en la tensión entre estos dos goces.
Para recapitular Cito a J-A Miller: 
“Qué se quiere decir repitiendo estos términos de goce femenino, sino que su régimen es fundamentalmente distinto del goce en el macho.  ¿Podría ser un binarismo?  La mujer tendría el goce femenino, el hombre el goce masculino.  ¡Para nada! Si primeramente Lacan identificó la singularidad del goce femenino en relación con el del hombre, en la continuación de los Seminarios XVIII, XIX, XX y en su escrito El Atolondradicho, no se detuvo allí.  Lo que vio a través del goce femenino, lo generalizó hasta el punto de convertirlo en el régimen mismo del goce, el goce reducido al acontecimiento del cuerpo”. (10) 




Eric Laurent agrega: “Así que la ruptura con el binarismo es una ruptura con el abordaje freudiano del goce por la prohibición del incesto y la castración, distribuyendo así una disimetría de los dos sexos en relación con esta misma castración, la relación siendo diferente para el niño como para la niña.”
En una pequeña viñeta hemos tenido la ocasión de ubicar como un sujeto trans experimenta este goce en el cuerpo, no fálico, cuando relata lo que siente ante ciertos acontecimientos de cuerpo: habla del goce no fálico describiendo una sensación que invade el cuerpo, que no sabe que es y que lo deja en éxtasis, se trata entonces de un acontecimiento de cuerpo. Una irrupción de goce en el cuerpo que no tiene que ver con ningún objeto  ‘a’, (oral, anal, escópico, ect.) ni tampoco con la castración, o tener o no tener, sino con un goce ilimitado: el sujeto sale al patio y al mirarse desde arriba a los pies siente algo en el cuerpo que no entendió y entra corriendo a verse al espejo. Al hacerlo, señala que siguió sin comprender que le pasaba en el cuerpo, pero que era como algo que lo extasió. “me exaltaba, estaba todo el día con eso… no lo puedo explicar”. Podemos entonces apreciar que este goce no está localizado, no tiene un borde.                                   



Pata terminar, quiero hacer mención a ciertas cuestiones que menciona François Ansermet (11) y que me parecen orientadoras para la clínica. Ubica el lugar particular que tiene la certeza en el sujeto trans, él se sabe diferente y quiere ir al encuentro de esa diferencia pero no a partir de una posición subjetiva, sino a partir de la anatomía. Porque su certeza es haber nacido con una falsa anatomía, esta certeza se presenta como absoluta, se impone y es inexplicable. Y lo que intriga es por qué no hay ninguna pregunta del sujeto? Esto hizo que se pensara en una certeza psicótica lo que de alguna manera se puso en suspenso dado lo que hemos aprendido de los casos, pero sigue siendo un punto a investigar. Si no es psicosis ¿de dónde proviene la evidencia de esta certeza? Contrapone esta certeza del sujeto trans a quienes plantean el “género fluido” que pasan de un lado a otro y hacen exploraciones valorando una identidad flotante. No se trata de que el psicoanálisis diga lo que hay que hacer, sino que trate de aportar referencias para entender la singularidad de lo que está en juego para cada sujeto. En este sentido Ansermet propone cuatro direcciones para orientarse en el abordaje caso por caso en la clínica del transexualismo: la identidad, la sexualidad, la reproducción, el origen. La identidad Aquí se trata de abandonar la referencia a la naturaleza, querer cambiarla, pero de todas formas el rechazo de una identidad no dice qué es esa identidad rechazada ni aquélla que se quiere alcanzar. Citando a Lacan se trata de una confusión entre el significante y el órgano y que podría explicar por qué en ese tipo de iniciativas, estos sujetos no expresan ningún temor respecto de la intervención quirúrgica, a pesar de las operaciones mutilantes a las que se someten. La sexualidad Distinguimos la sexualidad que implica el deseo y la elección sexual por un lado, y la identidad sexual, el proceso de la sexuación, por el otro. Pero esto no aporta la solución en lo que hace a la sexualidad y al destino del deseo después de la metamorfosis sexual. La procreación El problema de la reproducción se sitúa más allá e la identidad que ha cambiado para el transexual. Tenemos el caso de Thomas Beatie que es muy interesante. El origen El proyecto transexual en el niño y en el adolescente plantea también la cuestión de la relación del sujeto con su origen porque es una intervención en donde no queda sometido al origen. Arma un origen recreado, reinventado, no padece el origen, sino que lo elige. Operar una metamorfosis en la diferencia sexual sería entonces, una intervención tanto sobre el origen como sobre la muerte. Estas son las coordenadas que nos propone F. Ansermet para pensar el caso por caso de esas situaciones. “Cualquiera sea la certeza en juego, es preciso darse cuenta del hecho de que toda elección implica un impensable. Algo de su elección escapa al sujeto que elige o cree elegir”. (1)J.Lacan, Conferencia sobre el síntoma. Ginebra (2) J-A Miller, El ser y el Uno, inédito (3) E. Laurent, El unarismo lacaniano (4) F. Fajnwcks, Conferencia Diagonal Hispano hablante, El goce Uno en la infancia (5)M-H Brousse, Las identidades una política… (6) Miquel Bassols, (7)Ansermet (8) J. Lacan, Semanario XX. Una carta de almor (9)J. Indart, Blog Eol La Plata (10) J-A Miller, El ser y el Uno, inédito (11)Artículo aparecido en Virtualia 29 Elegir su propio sexo (http://virtualia.eol.org.ar/029/template.asp?Lo-femenino-y-la-sexualidad/Elegir-el-propio-sexo.html).
ANEXO CLASE 5
Jacques Lacan Seminario 19,
... O PEOR
LA PEQUEÑA DIFERENCIA, pg 15

Leído por Gabriela Aranda



Silvia Bermúdez 
FAMILIA Y SÍNTOMA
 DE LA NOVELA A LA POÉTICA 


El empuje a las identidades como un signo social 
 Cambio identitario listo para llevar 
 
 El fantasma, no el sueño
 
“Soñar bien o mal es insípido ¡que aburrimiento los relatos de sueños! El fantasma en cambio, ayuda a transcurrir cualquier lapso de vigilia o de insomnio, es una novelita de bolsillo que transportamos siempre con nosotros, y que podemos abrir en cualquier parte sin que nadie vea en ella nada, en el tren en el café, mientras esperamos una cita. (…) el fantasma me gusta porque sigue siendo concomitante con la conciencia de la realidad, la del lugar en el que estoy, se crea así un espacio doble, dislocado escalonado en el seno del cual una voz (…) no sabría decir si es la del café o la voz interior) como en el curso de una fuga, se pone en una posición indirecta: algo se trenza, es sin papel ni pluma, un comienzo de escritura”. 
Roland Barthes por Roland Barthes
Roland Barthes




I
Época/ empuje a las identidades….


El empuje a las identidades es un signo social de época como respuesta a la fragilidad de las identificaciones, empuje que encubre y vela los enigmas de la sexualidad e interviene sobre lo real del cuerpo.A su vez responden a políticas que poseen un gusto especial por engrosar las listas de las clasificaciones, mediciones, estadísticas y censos. Agrupan a los sujetos en comunidades de goce; ejerciendo así su poder mediante controles, mediciones de rendimiento y nominalismos. 
Siguiendo a Lacan, es la lógica de un “nombrar para” –nommer à[1]– al servicio de dioses oscuros, sin la égida del Nombre del Padre como función.
Políticas, a la vez, formadoras de nuevas subjetividades al servicio de sus propósitos, provocando un arrasamiento subjetivo, que imponen sus normas y formatos de subjetividades que conllevan un rechazo a la castración y al inconsciente como experiencia. 
Se realiza de este modo un uso político de los síntomas actuales, “un plan específico de los dispositivos neoliberales y su tratamiento de la subjetividad”[2]. 
Dichas identidades las enmarco –tal como lo plantea Lacan– como “un nuevo orden de hierro”, y será ese deseo del Otro que haga entrar al “crío” en su propio proyecto que porta el “nombrar para”.
Siguiendo estas coordenadas de la época sostengo que los modos de gozar en nuestra civilización se presentan con nuevas nominaciones que encubren ese mismo germen pulsional; que se sirve de cualquier objeto y en todo tiempo para satisfacerse.
Ya lo decía Sigmund Freud en 1905: “la pulsión sexual es al comienzo independiente de su objeto, y tampoco debe su génesis a los encantos de este”[3].
Sus modos de presentación toman un tinte más bestial, sin ficciones, y a tiempo real. La espera, la pausa, ya no forman parte de nuestro diario vivir. Se han pulverizado los tiempos lógicos. Comanda el instante de ver, desestimando el tiempo de comprender y el momento de concluir.
En otros términos, advertidos que la pulsión se satisface con diversas mascaradas, tomando su relevo nuevos órdenes y leyes, obedeciendo a ese horizonte ominoso que Lacan avizoró, donde la ley del Nombre del Padre es sustituida por otra ley, un nuevo orden que dio en llamar “orden de hierro”. La función de anudamiento del Nombre del Padre es sustituida por lo social como predominio de nudo: “nombrar para”, “ser nombrado para algo”.
Si lo social toma predominio de nudo serían las instituciones, las leyes, el mercado, los servicios sociales, los que darían un marco y una nominación a los individuos. Lo social, en este sentido, prescinde del Padre (metáfora), del amor y del inconsciente.
En otros términos, ante la cicatriz de la evaporación del nombre del padre toma su relevo otra ley: un nuevo orden de hierro.
Ese pasaje que va de la caída del Nombre del Padre a lo social como predominio de nudo, o en otros términos del nudo –metáfora al nudo– real.
 “… el rastro, la cicatriz de la evaporación del padre, es algo que podríamos poner bajo la rúbrica y el titulo general de la segregación”. (…) Lo que caracteriza nuestro siglo (…) es una segregación ramificada que se entremezcla en todos los niveles y que multiplica cada vez más las barreras”[4]. 
Una de las consecuencias que se puede extraer de ello es que se produce la proliferación de “comunidades de goce”, como marca de la época. En verdad la expresión comunidades de goce es en sí misma un oxímoron, pues no hay forma de hacer comunidad de goce. 
“Segregación ramificada” que no es estructural, sino que se impone como fenómeno segregativo 




II Ley/goce
 
Sabemos que la experiencia del psicoanálisis nos muestra que la vida sexual de los seres hablantes es una invención absolutamente singular, aun cuando los ideales normativos intenten descalificarla y ocultarla. 
Ubicaré a continuación uno de los problemas, entre otros, que pueden suscitarse con la Ley de Identidad de Género en los niños. Las leyes ligadas al derecho son necesarias para establecer un orden social e intentan regular los modos de gozar. 
En La ley Identidad de Género, articulo niños, avala que un niño dice soy nena o nene, no es porque le guste, sino es algo que la persona siente. Se produce una tensión paradojal entre ley y goce, género y sexuación, puesto que no hay una ley natural que normativice el goce de los parlêtres. 
Género y sexuación en los niños resuena como un oxímoron, la anatomía no es el destino, la sexuación no pasa por allí. Como lo sostiene Miller, cada vez hay una mayor “tendencia a reemplazar el ‘inconsciente por el derecho’ ”[5].
Si lo que se impone a través de la ley de género es lo auto percibido o lo que el niño sienta, me interrogo qué lugar cabe para la invención singular en los niños nombrados trans, y a su vez cómo se valida subjetivamente dicha percepción.
Si el lenguaje en tanto tal introduce una falta en ser, el significante nos da un semblante de ser, pero no nos da el ser, el ser no está. De ahí esa expresión de Lacan que me interesa particularmente, de su primera enseñanza: “el horizonte deshabitado del ser”. El ser no se corresponde con el género. 
Ahora bien, si se tiene la vivencia de sentir un cuerpo equivocado se cambia de género como imperativo epidémico de la época, pero no se sabe a qué corresponde esa vivencia. 
No hay un espacio para una localización e implicación subjetiva de esa vivencia. El momento de comprender se forcluye. Cuando “la identidad deviene urgente” de un solo salto los infantes trans son eyectados del instante de auto percepción al momento de concluir: cambio identitario prêt a porter[6]. 
La ley dictamina cuando no hay un Nombre del Padre que opere, y así “asistimos cada vez más ante un goce de la judicialización”[7]. 
 


III
Eso habla de él
 
En la significación del falo Lacan refiere que el complejo de castración inconsciente tiene una función de nudo que da lugar “a la instalación en el sujeto de una posición inconsciente sin la cual no podría identificarse con el tipo ideal de su sexo”[8]. 
Se trata de la instalación en el sujeto, sujeto dividido, de una posición inconsciente que abre la posibilidad de la identificación. Son las identificaciones las que abren y enmarcan el campo de lo simbólico.
Si esto falla viene a su lugar la identidad, el simulacro, la literalidad. Hay que tener en cuenta que la sexuación se inscribe de acuerdo con el significante fálico y, en segundo lugar, que la sexuación es asunto del cuerpo.
Cuerpo atravesado por el lenguaje, encuentro del significante con el cuerpo siempre contingente, marca fundante. Es lo que llamamos acontecimiento de cuerpo, acontecimiento de goce. No hay cuerpo sin lenguaje, no hay resonancia sin lenguaje, como no hay escritura sin lenguaje; es lo que desprendo y articulo con Lacan en su seminario El sinthome que “las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”[9].
El síntoma como acontecimiento de cuerpo es afín a tener un cuerpo. En realidad, se trata de acontecimientos de discursos que dejaron huellas en el cuerpo, huellas que lo perturban, y si el sujeto es capaz de leer estas huellas hace síntoma: es la incidencia de lalengua en el ser hablante, con más precisión, en su cuerpo. Y hablar con su cuerpo es lo que caracteriza al parlêtre.
El niño al nacer es de entrada un “niño negociado” y responde con su libra de carne al deseo del Otro y eso habla de él[10].
“Hay una espera que precede su llegada al mundo y sobre ese fondo se hace un reparto de significantes con el que el niño nada puede hacer”[11].
 Los hijos son producto de un malentendido entre los goces de sus progenitores.
“Un reparto entre macho y hembra que lo obliga a situarse de un lado o del otro, y, como dice Lacan, ‘que nazca un poco hermafrodita y veremos…’ este niño por nacer es de entrada un niño negociado”[12].
Sabemos con Freud que ninguna generación puede ocultar a la siguiente hechos psíquicos de importancia, interrogándose además “de qué medios se vale una generación para transferir a la otra sus estados psíquicos”[13]. En Lacan encontré una respuesta: la verdadera biografía es la transmisión del goce, deseo y objeto a[14]. Con eso cada quien teje su novela o su truco.
 
IV
Qué lugar para la invención en los niños nombrados “trans” para ese no saber qué son


“Si el hombre y la mujer no sabemos qué son”[15], entonces que para los niños nombrados trans. 
Un sesgo: el cuerpo: cuáles serían los efectos en los cuerpos de los niños que hacen el cambio identitario cuando sólo se apoyan en lo que dictamina la ley, sin la opción de una elección singular subjetiva, sin tramitar los efectos subjetivos de dicho cambio o no, a mi entender, los efectos serían de una violencia implacable.
Qué lugar para la metaforización de los arreglos y desarreglos del goce en los cuerpos, oleadas que se metamorfosean y que no se tramitan con una ley, ni con un tratamiento hormonal (puberty freezing); en todo caso, esto solo no alcanza.
Los niños “como objeto de goce de la familia y la civilización” corren el riesgo de ser una mercancía manipulable e intercambiable si no se los escucha, respetando lo íntimo de su cuerpo en la singularidad de cada caso, lejos del murmullo del Amo. 




Último punto “… algo se trenza, es sin papel ni pluma, un comienzo de escritura”.
 
Si el niño está hecho para aprender algo, para aprender que el nudo se haga “bien”, nos indica Lacan en el seminario 21, dicho bien está, a mi entender, del lado de la invención, como cada quien se las arregla donde no hay la relación sexual.
Donde no hay la relación sexual se produce un “troumastime… uno inventa lo que puede ahí. ¡Todos inventamos un truco para llenar el agujero!”[16]. Felizmente hay uno…
Ese inventar ahí, hoy está alterado, imposibilitado de tejer una invención en cada quien, invenciones (dichtung -poetizaciones-, ficciones, fixiones) cuando lo que se impone es un empuje a y en el tema que nos ocupa hoy las identidades listas para llevar.
Si lo que se escucha es “con lo que me contás no necesito verlo, hacele el cambio identitario”. Cambio identitario que va con la época pret-a-porter. 
Sin localizar el síntoma como respuesta, o, en otros casos (en la mayoría de los casos que investigué y supervisé) son portadores de estallidos de angustia, angustia disruptiva que grita un intento de ligadura y que se acalla con una ley, que en muchos casos le sirve como anillo al dedo al deseo materno.
Como así también una respuesta a las formaciones de subjetividades que el neoliberalismo ordena. Coartada que colisiona contra la posibilidad de construir una invención singular [17].
Sostengo que un modo de ejercer nuestra función de intérprete en la discordia de los lenguajes sería escuchar si lo trans en la infancia responde a usos políticos donde “la identidad deviene urgente” en la lógica del empuje a, y si así fuese provocaría apremiantes daños subjetivos que conlleva a un rechazo a la castración y al inconsciente como experiencia.
“El superyó toma la posta de la enunciación en el lugar donde el sujeto no se hace anunciar-enunciar. Toda enunciación no reconocida como posición propia del sujeto acaba engullida por el superyó, transformándose en ‘enunciación’ del super-yo, es decir del Otro. Cuando el sujeto no asume esto da él mismo forma superyoica al discurso”[18]. 
Sin Nombre del padre mayor empuje a la literalidad, a mayor fracaso del amor mayor obscenidad del goce.
La problemática que nos ocupa sería un nuevo “modo de inscripción del sufrimiento en los niños”, en los términos que lo plantea Éric Laurent.
Entonces, y ahora sí, para terminar: nuestra apuesta sería escuchar si lo trans en la infancia respondería a usos políticos donde “la identidad deviene urgente” en la lógica de un empuje a… o si lo trans en la infancia sería una solución sintomática/singular.
En palabras del poeta “Un comienzo de escritura”. Esta es mi hipótesis.  








________________
[1] Lacan, J., (1973-1974) El seminario 21. Los no incautos yerran. Clase del 19-03-1974. Inédito.
[2] Bermúdez, S., Hacia un decir menos tonto. Analizar-Gobernar-Educar. Tres imposibles. Buenos Aires: Letra Viva.
 2014, p. 14.
[3] Freud, Sigmund, “Tres ensayos de teoría infantil”, O.C., Tomo VII, Amorrortu, Bs. As., 1984, p. 134. 
[4] Lacan, J. (1968) “Nota sobre el padre”. En: Lacaniana. Revista de psicoanálisis N°20. Año XI. Junio de 2016, Buenos Aires: Grama, p. 9.
[5] Miller, J.-A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 137.
[6] “El fantasma constituye una realidad prêt a porter. Hecha de marcas significantes y de goce”. Extraído del argumento JORNADS EOL, 2017.
[7] Daumas, Alejandro, La dignidad del niño analizado, Grama, Bs. As., 2018.
[8] Lacan, Jacques, “La significación del falo”, Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 1988, p. 665. 


[9] Lacan, J., (1975-1976) El seminario, libro 23: El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 18.
[10] Miller, J.-A., Síntoma. Fantasma y retorno, Cap. La causación del sujeto. Buenos Aires, Paidós, 2018. 
[11]Ibíd. 
[12] Ibíd., p. 262.
[13] Freud, Sigmund, “Tótem y tabú”, O.C., Tomo XIII, Amorrortu, Buenos Aires, 1996, pp. 159-160.
[14] Lacan, Jacques, El Seminario, libro 16: De un Otro al otro, Buenos Aires, Paidós, 2016.
[15] Lacan, Jacques, El Seminario, libro 18: De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Bs. As., 2012, p. 38.
[16] Lacan, Jacques, Seminario 21: Les Non-Dupes Errent. Inédito.
[17] J. Butler dice que los niños no tienen por qué tomar sobre sí la responsabilidad de ser los héroes de un movimiento sin haber aceptado previamente dicho rol.
[18] Negro, Marcela, Lógica del superyó, Letra Viva, Bs. As., 2019, p. 79.

Un niño como Jake
La película relata un momento en la vida de Jake, un niño de 4 años y de sus padres con quienes vive. Debido a la edad del pequeño, Alex, la madre empieza a buscar una escuela donde anotarlo, aunque en un primer momento la idea era que asista a una institución pública, luego cambia de opinión y comienza a  buscar becas para colegios privados. Greg, el padre del niño, no está muy de acuerdo con este tipo de educación pero decide apoyar a su  esposa.
 Al momento de completar las distintas solicitudes para las becas, la mamá no sabe que escribir acerca de su hijo. Este fragmento me parece interesante porque es a partir de aquí que Alex comienza preguntarse por este hijo. Parece ser que antes de tener que llenar las solicitudes nada la intranquilizaba con respecto a él. A su vez, la mamá mantiene varias charlas con Judy, la directora de la actual institución del niño, quien destaca ciertos aspectos y particularidades de Jake. Es Judy quien habla del transexualismo del niño o como el personaje lo dice “género expansivo”, esto moviliza muchísimo a Alex.
Por otro lado la película muestra que Jake disfruta ver películas de princesas de Disney, disfrazarse con tules, encajes, telas brillosas, zapatos, collares y coronas. En el jardín, la sección de disfraces es su preferida, esto le ha traído algunos inconvenientes con la maestra ya que el niño se niega a dejar los disfraces y pasar a otro juego. Repite una y otra vez la escena de una película de princesas. Parece que los disfraces, sean los inventados por él o los comprados, funcionan para el niño como un instrumento imaginario, necesarios para suplir lo simbólico. Tan necesario es, que en diferentes momentos de la película la madre manifiesta las dificultades que aparecen a la hora de salir de su casa sin el disfraz que el pequeño elige.
En una escena muy interesante Jake va a conocer una escuela nueva, lo acompaña su papá. Un maestro llama al padre y le cuenta una situación: unos niños comienzan a pelear, Jake está presente. Los llaman a estos pequeños para conversar, Jake nada puede decir de lo ocurrido al maestro. Ante esto, la madre hace una aclaración muy puntual: como el niño estaba jugando a la Sirenita, y este personaje no habla mucho en la película, el niño no iba a hablar.
En una de las últimas escenas ocurre una discusión entre los padres: la madre intenta responsabilizar al padre por las elecciones o gustos del niño “nunca lo llevaste a la plaza a tirar una pelota” le dice. Ante esto el esposo se enoja mucho y le aclara que es ella misma, la madre de Jake, quien compra las películas de princesas, le lee los cuentos de hadas y luego se avergüenza cuando el niño hace algunas demostraciones en público. Esta es la primera escena en que el padre logra decir lo que opina al respecto. Antes de esto hacía sugerencias que no eran tomadas en cuenta, en la escena de cena con otra pareja Greg le dice a Alex “vos mandas”.
        A modo de desenlace el director de la película nos muestra que es a partir de esta discusión que se posibilitan algunos movimientos en la vida de la familia, pacificando de cierto modo cuestiones conflictivas como por ejemplo: Jake es anotado en una escuela pública, Alex por un lado permite que su mamá pueda compartir tiempo con el niño, por otro lado se disculpa con Judy y vuelven a mantener una buena relación, Greg comienza a interesarse por los gustos de su hijo, la pareja decide que el niño comienzo un tratamiento terapéutico.
La última escena destaca una situación cotidiana y feliz, donde se lo ve a Jake  vestido con tules, brillos y botas, de la mano de sus padres, dando a pensar que los días de angustia del niño, ligados a las vestimentas, quedaron atrás.
En la película se ve muy claramente que son los adultos los encargados de distinguir, de asignar como niño o niña a los pequeños sujetos. El psicoanálisis con niños muestra que el decir de los padres genera efectos sobre el niño, sobre su inconsciente y, también porque no sobre su cuerpo. La familia encarna el Otro de cada niño. Es ese Otro quien lo inscribe como sujeto, quien lo instala como el producto de un deseo, o quizás como un rechazo. En cualquier caso, cada sujeto es  efecto de lo que sus padres dicen de él.
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Puntuaciones y articulaciones de la Clase de Silvia Bermúdez en el marco del Seminario de estudio La diferencia sexual en la época del género. Infancia y adolescencia

Lucia de Vivo

Por la declinación del padre, dada por las condiciones de época, pareciera ser que el Nombre del Padre, en muchos casos, ha sido sustituido por el nombrar-para. Este viene a funcionar, como una nueva ley: un nuevo orden de hierro, el cual Lacan puntualiza en el Seminario 21. Este nuevo orden de hierro permite pensar un anudamiento diferente al del borromeo, un anudamiento que no da cuenta de las diferentes estructuras clínicas. Así, con el cuarto nudo, lo trans podría pensarse como una solución sinthomática.

El nombrar-para toma un estatuto: lo social aparece como predominio del nudo, colocándose en el lugar función paterna de la primera enseñanza de Lacan. Este lugar, es suplantado por las leyes y las instituciones. Así, la ley (del discurso jurídico-social) pareciera ser la que dictamina cuando no hay Nombre del Padre, a modo de predominio de nudo. De esta forma se plantea un pasaje de nudo como metáfora, al nudo como real.

No obstante, para el psicoanálisis no es lo mismo el sujeto que la subjetividad. No es lo mismo un análisis de lo social y sus leyes, que un análisis del sujeto, una escucha del sujeto, en el uno por uno, sin perder de vista que la vida (elección) sexual de los seres hablantes es singular.

El Complejo de Castración, a modo de nudo, desde su función estructural, da lugar a la posición inconsciente del sujeto divido, y desde allí se posibilitan las identificaciones. No obstante, cuando algo de esto no se da (otro punto de nuestra investigación), pareciera ser que el sujeto queda reducido a la literalidad y a la identidad.

Entonces, ¿qué lugar tiene el vestirse en estos casos? ¿No podemos pensar la vestimenta aún como el armado de un cuerpo? En tanto la piel que se tenía no era suficiente, ese ropaje da un ser: ser nena, ser la sirenita, entre otros dichos.

Ahora bien, ¿cómo localizar estos cambios identitarios? ¿Cómo es que en esta insondable decisión del ser se instala una certeza en los niños de tan temprana edad?

Se toma el libro sobre la vida de Luana, donde a los 20 meses anuncia: Yo nena, yo princesa. Y se cita a la madre: “No era un juego, era lo que ella decía ser”. Así nos preguntamos, ¿qué pasa con los juegos de estos niños? Pareciera ser que no tienen función lúdica ni sublimatoria y sólo pasan a  

ser tomados a la letra.

En la clínica no suele aparecer, a modo de “síntoma charlatán”, una pregunta. Hay una dificultad en abrir la pregunta y por ende, en articular una demanda. En la mayoría de estos casos pareciera que no aparece la palabra propia del sujeto, sino que los niños son prácticamente hablados por los padres. Se plantean como ejemplos, como testimonios, el libro Yo nena, yo princesa y las películas Jake y Girl.

Una línea de investigación se aborda a partir de lo que plantea Eric Laurent en Notas sobre el niño, donde explaya que si el deseo de la madre no tiene intervención de la función paterna, el niño queda como objeto de goce de la misma. En los casos actuales pareciera ser que hay una prevalencia del imperio materno, donde se prescinde de la función del padre.

Para el estudio de dichos casos, la hipótesis que se ofrece, es que serían los ropajes los que van al lugar del Ideal del Yo, de una forma prematura, no dando lugar a la articulación del mismo desde la lógica del Edipo. Así, habría una identificación precoz al goce más allá del falo de la madre (Laurent), incluso más allá del falo. Así, la madre se acopia al niño y lo pone al servicio de su propio proyecto, la madre amoneda a ese niño (Seminario 21). Distinto es todo esto cuando la madre encarando la voz, dice: no.

La relación pasional y apasionada entre la madre y el niño, que Eric Laurent trabaja en Lacaniana 18, da lugar a una fijación de goce precoz en la sexuación infantil, estando articulada con la posición femenina de la madre, más allá de lo fálico. Sería importante pescar esto en la clínica, aunque no se capta fácilmente. En tales casos, es el orden de hierro lo que empuja a la conclusión, forcluyendo el tiempo de comprender.

Así, se plantea que el empuje pulsional que se presentaría en la clínica trans impide el pasaje por los tiempos lógicos de ver, comprender y concluir. El sujeto llega a este punto directamente.

Ahora bien, si se apuesta a que no toda certeza sea psicótica, cabe preguntar, ¿qué estatuto tiene una certeza no psicótica? Los conceptos de semblante, de cuerpo y de ego, desde el Seminario 23, podrían funcionar como guía. La apertura de estos señalamientos y el retomar las preguntas aquí planteadas servirán para explayar nuestra investigación.