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SUEÑOS Y FANTASMAS EN EL NIÑO
_Daniel Roy


Introducción a la 8º jornada del Instituto psicoanalítico del Niño del Campo freudiano *[1] Me complace presentarles el tema de la próxima Jornada de estudio del Instituto psicoanalítico del Niño del Campo freudiano. Como cada dos años, es el resultado de un intercambio con Jacques-Alain Miller, y este año, entre las temáticas que circularon, la preferencia se centró en: «Sueños y fantasmas en el niño»[2]. Un diferencial ¿Por qué esta preferencia? En este título, se manifiesta un diferencial fenomenológico entre sueño y fantasma, que debemos aclarar. En efecto, se dice fácilmente que un niño sueña; eso deleita a su entorno o, por el contrario, lo preocupa si el sueño toma la forma de una pesadilla. Los propios niños hablan muy pronto de sus sueños. Como practicantes que somos, a menudo preguntamos a los niños que encontramos sobre sus sueños y sobre el contenido de los mismos. En cambio, ya sea en el discurso corriente o en el discurso científico, no se dice que un niño fantasea. El término fantasma, en la lengua, ha sido absorbido por el campo semántico de las fantasías sexuales tal como se condensaría hoy en un catálogo erótico-pornográfico en internet. Consideremos que hay aquí la indicación de un desplazamiento y de una condensación de un valor de goce sobre una representación imaginaria. Sin embargo, una psicoanalista había puesto muy pronto la fantasía en el centro de la vida psíquica de los niños y de su cura, Melanie Klein, esa «mujer genial» como la llama Lacan, que supo captar el valor de goce de ciertas representaciones imaginarias. En un texto de 1936 titulado «Destete», escribe: «El trabajo analítico ha probado que aún niños de pocos meses de edad construyen fantasías. Creo que ésta es la actividad mental más primitiva y que estas fantasías existen en la mente de los bebés prácticamente desde el nacimiento.»[3] Este carácter radical de la posición kleiniana no asusta a Lacan. Por el contrario, señala para él una vía posible para considerar el fantasma como una maquinita donde se realiza el anudamiento entre la gramática del inconsciente y su dimensión pulsional, como lo indican sus numerosas referencias a M. Klein en los Seminarios 4, 5 y 6. Las vías del sueño, que hacen nacer al sujeto a la realidad y al deseo A propósito del sueño, sucede que un niño pasa fácilmente del relato de su sueño a un relato que nos parece tomado de historias oídas, cuentos, películas, incluso videojuegos, todo tipo de historias que podemos considerar como material asociativo, cuya forma desplegada se designa a menudo con el término despreciativo de fabulación. ¿Qué nos dice esto? Constatamos en primer lugar que el relato del sueño y sus asociaciones, que forman un segundo relato, tienen la misma estructura, una estructura de «ficción». Notemos, sin embargo, que no todas las asociaciones son del mismo orden: algunas siguen la huella de los significantes que se han aislado en el relato del sueño, que los subrayan y trabajan para hacerlos significar en el campo de la subjetividad, es decir, del deseo; otras, difractan el efecto de significación, haciendo imposible encontrar la vía del deseo, lo que se llama fabulación, incluso mitomanía. En este segundo caso, tampoco encontramos huellas legibles, descifrables, sino líneas de fuga que apuntan a algo que, aparentemente, escapa al trabajo del sueño, el de hacer «presentable» cosas «poco presentables» pero también puede indicar una primera manera de cernir, de atrapar, lo irrepresentable: lo que Freud llamó el ombligo del sueño. Los remito aquí a la respuesta de Lacan a Marcel Ritter[4]. Hay entonces dos vías que se abren para el trabajo del sueño a partir del material significante: la del deseo, por el cual se construye la realidad, y la que cava el agujero por el cual toda realidad se fuga hacia una imposible de representar. Notemos que el niño mismo ocupa estos dos lugares: el deseo de hacer presentable en la realidad el deseo de sus progenitores y el miedo de venir a presentar un desgarro en la trama de sus ideales. Son las dos caras de la misma moneda, con la que se paga el precio de la angustia. Por sus dos caras, la vía del significante que nos abren los sueños del niño, nos permite captar esta frase de Lacan que J.-A. Miller ha destacado: "En esto precisamente Freud se abrió camino. Él pensó que nada es más que sueño, y que todo el mundo (…) es loco, es decir, delirante"[5]. "Nada es más que sueño": escucho aquí la indicación positiva de tomar en consideración las palabras del niño, como teniendo el mismo valor que los significantes del sueño, el valor de hacer nacer al sujeto a la realidad a la vez que al deseo. La vía del objeto: el fantasma como anclaje del cuerpo hablante En los primeros capítulos del Seminario 14, La Lógica del fantasma, recientemente publicado por las ediciones de Seuil y Le Champ freudien editor, Lacan construye lógicamente, para el fantasma, una superficie prêt-à-porter[6]. Superficie de la que dice que tiene dos nombres: «el deseo y la realidad»[7]. Superficie que él metaforiza como una «tela [...] tejida de tal manera, sin cortes ni costuras, que pasamos, sin darnos cuenta, de una a otra de sus caras». Esta es la superficie significante sobre la que se desplaza el niño cuando hace el relato de su sueño y da las «explicaciones»[8]. Explica [explique] es una hermosa palabra, un neologismo -propuesto por Lacan en su «Conferencia en Ginebra sobre el síntoma»- que condensa explicación [explication] y réplica [réplique], es decir, lo que responde al llamado de los significantes que se formaron en el sueño. Con estas explicaciones, el significante «engendra [eso] que no está allí, en el origen, [a saber] el sujeto mismo»[9]. En este movimiento, recogemos de la boca del niño, a la vez, las huellas que van a constituir las vías de su deseo -es decir los significantes que delimitan las encrucijadas, que describen un paisaje, que subrayan los rasgos de un personaje, de un animal devorador, que localizan la mirada que se aísla o la voz que se hace escuchar- y los mismos significantes que van a balizar la realidad en la que su cuerpo toma lugar. Esta realidad «humana» no es, pues, "otra cosa que el montaje de lo simbólico y de lo imaginario"[10], los semblantes que delimitan el marco en el que circula y se fija el deseo. Lacan define entonces la realidad como el «prêt-a-porter-el-fantasma». La realidad se construye así sobre los mismos semblantes que el deseo, pero es un marco que tiene fugas, residuos que forman «el núcleo elaborable del goce»[11] que el fantasma acoge. "Sujeto al goce" Este trabajo del fantasma es lo que recabamos en los juegos del niño, en sus pantomimas, en sus dibujos, y ganaremos tratándolos con el mismo rigor gramatical que aquel que testimonian Freud, Lacan y J.-A. Miller en sus análisis del fantasma: Pegan a un niño. Veremos entonces aparecer con mayor claridad al objeto del que se trata en tanto está en vías de perderse. Una vez más, el pequeño Hans será nuestra guía: evoquemos aquí el fantasma de las dos jirafas, la grande y la pequeña, la que es «arrugada»[12] por Hans y sobre la cual se sienta, provocando los gritos de la grande, y notemos el recurso que encuentra el niño en su apellido, Graf, para hacer de pivote a este fantasma. Al final de su Seminario 14, Lacan define el fantasma así: «El fantasma tiene dos características - la presencia de un objeto a, y por otra parte, ninguna otra cosa que lo que engendra al sujeto como S/, a saber, una frase»[13]. Un niño hace gritar a la jirafa grande, [grande girafe] hace gritar a su padre [Graf] y la voz aparece, la que el niño llama en sus deseos para encontrar su lugar al deseo que lo dirige hacia su madre, a partir de ahora prohibida[14] después de que el sueño de angustia que da entrada a su fobia, hace de la madre una mamá partida[15][16], ahora inaccesible. Este objeto a, «imposible de eliminar»[17], lo veremos aparecer así en el filo de las cadenas significantes que el niño articula en sus sueños y en sus juegos, por poco que le hagamos su lugar: el de ser portador de este «valor de goce [que] está en el principio de la economía del inconsciente»[18]. Oponerse al desalojo del niño del mundo de los semblantes Ya sea en las curas que dirigimos o en las instituciones donde acogemos y acompañamos a los niños, para educarlos o curarlos, para aquellos que están más afectados por el sufrimiento, estas indicaciones de Lacan son una invitación a formarnos en esta lógica del fantasma. Esta es nuestra chance y esta es la chance para dar a los niños que encontramos. La chance de desplazarse por los discursos de dominación que tratan de someterlos y la chance de encontrar un lugar para los objetos-gadgets que nuestra civilización les propone sin parar. ¿Cómo? Pues bien, explorando con cada niño los significantes-amo que lo hacen sujeto y el sueño sigue siendo aquí «la vía regia»[19], siempre que demos su lugar a «esa parte reservada del cuerpo donde el goce puede refugiarse»[20], que se llama el objeto a. Se trata, en efecto, de forjar las herramientas para oponernos al desalojo de los niños del mundo de los semblantes –tal como se articulan entre sueños y fantasmas– por las normas y las evaluaciones, desalojo por las identidades impuestas, desalojo por el desprecio de la palabra del niño en tanto ésta se teje entre enigma y fijación de goce. En el mercado de los discursos de nuestro tiempo, el discurso analítico trae lo nuevo, de lo que somos responsables, y para estar a la altura, una sólida formación se nos impone, análisis personal e intercambios con «algunos otros», para tomar en cuenta que un niño, como todo parlêtre, es «sujeto al goce», del mismo modo que Lacan dice en alguna parte que somos «sujeto al pensamiento, o sujeto al vértigo»[21]. El Instituto psicoanalítico del Niño continúa inscribiéndose en esta perspectiva, que es a la vez clínica, epistémica y política. Traducción: Celina Coraglia Revisión: Beatriz Udenio NOTAS Introducción a la 8º jornada del Instituto psicoanalítico del Niño del Campo freudiano que tendrá lugar en marzo de 2025, pronunciada en el cierre de la 7ma, el 18 marzo de 2023. Texto en francés establecido por Romain Aubé y Ève Miller-Rose. . Lacan J., « El psicoanálisis y su enseñanza », Escritos 1, Siglo XXI editores. Buenos Aires, 2005. p. 419. N de la T. Téngase en cuenta que Fantasme condensa en francés fantasma y fantasía. Para la versión en español, se eligió una u otra acepción según cuál de ellas convenga más al sentido del texto. Klein, M. "El destete" disponible en http://www.psicopsi.com/el_destete_1936-asp/ Lacan, J. "El ombligo del sueño es un agujero". Jacques Lacan responde a una pregunta de Marcel Ritter, Inédito en español. Lacan, J. "Lacan por Vincennes!" Disponible en: https://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-41/lacan-por-vincennes1/ Véase: Miller, J.-A. "Todo el mundo es loco" Presentación del tema del congreso AMP 2024. Disponible en: https://elpsicoanalisis.elp.org.es/ Véase Lacan, J. La lógica del fantasma. Inédito en español. De próxima aparición en Paidós. Las citas que se incluyen aquí son traducciones propias del original en francés. Ibid. Lacan, J. "Conferencia en Ginebra sobre el síntoma". Intervenciones y Textos 2 p. 122- Lacan, J. La lógica del fantasma, op.cit. Ibid. Lacan, J. "La tercera". Intervenciones y Textos 2. Manantial. Buenos Aires. 2007. P. 90. Véase Miller, J.-A. "Teoría de la lengua". Freud, S. "Análisis de la fobia de un niño de cinco años" (caso del pequeño Hans) Obras Completas. Tomo X. Amorrortu editores. Buenos Aires. Lacan, J. La lógica del fantasma, op.cit. N de la T. El autor hace aquí un juego de palabras entre prohibida (interdite) y entre-dicha (inter-dit). Véase Freud, S. "Análisis de la fobia…" op. cit. N de la T. Maman Partie condensa dos sentidos. Comoadjetivo, puede traducirse como mamá partida lo que remite a la división, a la barradura mientras que como verbo significa mamá que parte, se marcha, lo que hace resonar el fort-da freudiano, presencia-ausencia. Lacan, J. La lógica del fantasma, op cit. Ibid. Freud, S. "Cinco conferencias sobre psicoanálisis" (1910) en Obras completas. Tomo XI seguido de "Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico" (1914) Tomo XIV. Amorrortu editores. Buenos Aires. Lacan, J. La lógica del fantasma, op cit. Ibid.



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