CLASES: seminario de estudio - segundo cuatrimestre año 2020


Cómo adviene el sexo en los niños y cómo asumen su sexualidad los jóvenes hoy?
Seminario virtual del ERINDA, a cargo de Graciela Giraldi y colaboradores.
Modo virtual, el zoom de la EOL Sección Rosario, quincenal, 2° y 4° miércoles a las 20hs.
Comienzo: miércoles 12 de Agosto
Inscribirse previamente en las direcciones electrónicas:
gracielagiraldi@hotmail.com




ARGUMENTO
El arte nos posibilita debatir sobre lo que resulta difícil de transmitir con palabras. En esa perspectiva, la película Girl del Director Lukas Dhont, nos muestra problemáticas subjetivas actuales que desplegaremos en el curso virtual del ERINDA, bordeando el interrogante de “cómo adviene el sexo en los niños y los diversos modos de sexuarse de los jóvenes”, en tanto en el Inconsciente no hay saber sobre lo masculino y lo femenino.
En dicha ficción fílmica (1), el protagonista es un adolescente que no se reconoce con el cuerpo biológico que le tocó al nacer. El sujeto tiene la certeza de que nació con un cuerpo equivocado y esa convicción lo determina como trans. Lara se siente una mujer que quedó atrapada en el cuerpo de un hombre. No duda sobre ello al modo de las preguntas que suele hacerse el púber: ¿soy hombre o mujer, me gustan las chicas o los chicos? A Lara su convencimiento la lleva a hacer todo lo que tiene a su alcance para recuperar lo que ella siente que el destino le ha robado.
Lara se siente mujer y quiere que dejen de llamarla Víctor, pues ella se bautizó Lara. Tampoco esto es una cuestión que la lleve a consultar a un psicoanalista. No tiene dudas sobre su sexualidad, sino la certeza de que nació con un cuerpo equivocado; por eso ella recurre a la Ciencia médica para que le realicen la emasculación y el tratamiento con hormonas. Espera la ansiada operación que le permita dejar atrás el odio que le provoca su propio cuerpo
Si bien la imagen que le viene del espejo o de la mirada de los otros la aloja a ella como una bella muchacha; y tanto sus familiares como sus pares la aceptan en el uso que ella hace de la mascarada femenina, hay momentos en donde a Lara la invade la angustia extrema y la desesperación ante lo imposible de alcanzar: el dominio del cuerpo.
Lara desea ser bailarina clásica, y en sus prácticas de danza en la Academia se impone sacrificios corporales mediante actos impulsivos al encintarse las zonas genitales y sus pies, al no comer, no beber agua, ni dormir bien.
Un encuentro sexual que precipita ella con un joven vecino no la enlaza a su cuerpo. No puede gozar ni como hombre ni como mujer. Tampoco sabe si le gustan los hombres o las mujeres. Queda sumida en la extrañeza en tanto su órgano peneano no ha sido falicizado. Para ella el pene es un pedazo de carne sin sentido, es algo que está de más y por eso hay que extirparlo. Ella quiere que su transformación sea “ya”.
Su lucha contra el tiempo y la autoimposición de exigencias superyoicas son impulsiones que no la llevan a cumplir con su sueño de convertirse en una bailarina de ballet, sino que termina yendo contra la realización del mismo al disminuir sus defensas físicas y subjetivas, lo que provoca la decisión médica de postergar la intervención quirúrgica de la invaginación.
Este drama ficcional nos enseña que la problemática trans no es una enfermedad y que las cuestiones sobre cómo tener y habitar un cuerpo sexuado comienzan a corta edad pero se reformulan en el tiempo lógico de la pubertad.
La película empieza con un acto de coquetería femenina y termina con un pasaje al acto fallido, en tanto sólo el suicidio es un acto logrado, tal como nos enseñó Lacan.
Al comienzo, la acción de perforarse las orejas para colocarse aros nos muestra su gusto por el uso de los fetiches femeninos. Su padre la descubre y le sonríe complaciente.
Al final, en su intento desesperado por tocar el Otro goce, se corta sus genitales con una tijera en un pasaje al acto fallido, pues con anterioridad llama a la emergencia médica en tanto que en lo más íntimo no quiso descolgarse del mundo. Al no operar la castración simbólica, mediante la automutilación, Lara trata lo real del goce por lo real del corte. El corte de los genitales es lo único que la calma.
Dicho pasaje al acto fallido también aventura a leerlo como un acting, un llamado al padre a ser mirada, la niña de los ojos del padre. Lara desesperada actúa para los otros: padre, médicos. 
En el debate del film ubicamos la familia de Lara como monoparental, en la que el padre hace a la vez de madre y padre compañero de su hija. De la mamá no sabemos nada pues no se habla de ella. El lazo del padre con Lara es de camaradería, en consonancia con la figura paterna de nuestra época. También hay un lazo maternal de Lara con su hermano. (2)
El padre se manifiesta sumido en una preocupación maternal permanente por los proyectos de su hija, y en ocasiones descuidando su función como padre, la que equivale a la del hombre que hace de una mujer su síntoma, la causa de su deseo sexual. 
Contraponemos la acción del psicoterapeuta que dio significaciones y consejos sexuales a Lara con la función del psicoanalista que es la de causar el trabajo del analizante ya que el saber Inconsciente está de su lado, aunque no sin hacer lugar al tiempo lógico para comprender, sobre todo en los casos de niños cuando expresan desde temprana edad sus cuestiones trans. Consideramos que el psicoterapeuta de Lara no estaba advertido del riesgo de inundar con significaciones y consejos a su paciente, empujándola hacia el abismo, lo que desembocó en su automutilación.


1-Comentario de la película belga titulada “Girl”, del Director Lukas Dhont sobre la noche de cine debate realizada en ERINDA en 2017, por el Taller clínico sobre El niño y las nuevas parentalidades: Bernacchia Liliana, Carignano Cecilia, Ercoli Irene, Spera Natalia, Usenky Adriana, Tendil Graciela, Trevisan Cristina, Gerevini Virginia, Giraldi Graciela (responsable taller)

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Introducción
El arte le lleva la delantera al Psicoanálisis. Y dentro de las producciones artísticas, el cine tiene una excelente manera de acercarse a las problemáticas sociales; intentando poner un manto de luz sobre dichas cuestiones. Problemáticas complejas que se  intentan comprender desde las voces de los protagonistas.

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Seminario clínico, segundo cuatrimestre de 2020

¿Cómo adviene el sexo en los niños y cómo asumen su sexuación los jóvenes hoy?

Responsable Graciela Giraldi y colaboradores

Segundos y cuartos miércoles a las 20 hs, a partir de agosto, seis Conversaciones sobre la clínica psicoanalítica por plataforma Zoom

- Primera Conversación del 12/8: Ubicamos que la temática de la elección del sexo en la época del género, más que una cuestión propia de niños y adolescentes, compete a la formación del analista, uno por uno, en tanto le exige estar a la altura de la subjetividad de la época.

Comenzamos a abordar dicho interrogante a través de una viñeta clínica sobre un niño de cuatro años, donde el analista en las entrevistas con los padres hizo lugar al tiempo lógico de comprender para poder concluir, yendo en contra del furor curandis psicoterapéutico. En las entrevistas con el niño se hizo lugar al despliegue de sus ficciones, concluyendo la analista en no tomarlo en tratamiento porque el niño se mostraba feliz.


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TRUST / PERDIDA DE LA INOCENCIA
Por Cristina Trevisan

Es una película de Estados Unidos del año 2010. Cuenta la historia de Annie, una adolescente de 14 años, que conoce a un chico, Charlie, por internet, una red de Teens (adolescentes en Inglés)
Annie cree que Charlie tiene 16 años y que le interesa el Vóley tanto como a ella. Pero Charlie, a medida que va ganando su confianza, le va confesando que es mayor, primero le dice que tiene 20 y luego 25. A pesar de que a Annie le molesta la mentira, se siente muy atraída a este joven que la entiende como nadie.
El día que se encuentran, y a pesar de su gran desilusión, porque en realidad él es mucho mayor, Charlie logra manipularla y la convence de ir a un motel a probarse un conjunto de ropa interior que le había traído de regalo. Y ahí tienen sexo.
¿Es esto un abuso? ¿Es esto una violación? Para el antiguo Código Penal debía haber violencia sexual contra una persona y contra su voluntad para que hubiera delito. Y solo la penetración forzada era condenada.
La violación ya no involucra solo el cuerpo. Florencia Biagi Chai nos dice que “la experiencia pasa de los signos que se encuentran en el cuerpo, a los significantes que denuncian la restricción”. I sigue diciendo “…Al poner la palabra en primer plano se abre el campo de los gestos, actos, palabras, miradas inapropiadas y repetitivas, denunciadas como acoso y esto constituye una forma de restricción. 
Si bien ella consensuó el acto sexual, queda paralizada, avergonzada porque ha experimentado un placer que no se permite.
Estos son los primeros treinta minutos de la película y muchos conflictos se suceden, desde la conflictiva de los padres y las distintas reacciones de cada uno de ellos, hasta un acto extremo frente al sentimiento de Annie de que su vida está arruinada para siempre….
Peligros de las redes sociales entre los más jóvenes, que juegan con falsas identidades, que pueden ser buenos camuflajes para los depredadores sexuales (pedófilos) que pululan por internet.
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INOCENCIA PERDIDA  


Es una película del año 2005,  dirigida por PIERRE GANG.

  

Mía es una adolescente de 16 años que cursa sus estudios secundarios, llena de dudas acerca de valores morales de lo que se permite o no socialmente.


Es única hija de un matrimonio divorciado, donde su madre Abby se hace cargo de su educación, y está siempre a su lado, estimulando los deseos de Mía. Ella escucha una discusión telefónica de sus padres, donde la madre reprocha y exige la cuota alimentaria para su hija.


Mía siente que su padre no la quiere, aunque su madre le diga que no es así.


Mía concurre a un espectáculo, donde exhiben modelos para para ser "tapas de revistas" importantes.


Ella es marcada y convocada para participar de la gran selección. Por su situación económica, y con la autorización de su madre (aunque recelosa y desconfiada) concurren al lugar.


Madre e hija son seducidas por el " hombre de negocios" Maichel.


Mía siente ser la mejor chica bajo la influencia de luces, bambalinas y fotos. Ambas, está felices por la gran paga que obtienen por su trabajo. Pero algo no le cierra a Abby.


El "hombre de negocios" instruye a Mía para usar una cuenta en Internet que él mismo crea y motiva para su uso, era una condición que mía acepta. Tiene muchos seguidores, pero ella se inquieta por la actitud de uno de ellos (Gabriel).


Mía y su madre descubren que fueron engañadas. Las fotos se venden para pornografía donde los compradores pagan altas sumas de dinero.

Mía recurre a la policía quienes conocen al “hombre de negocios, saben que es una persona muy inteligente y lo que hace es legal, por lo tanto no han podido detenerlo.


Mía entonces recurre a un organismo no gubernamental que trabaja paralelamente con ellos y por otro lado le pide explicaciones a Michael y también que descuelgue del internet la página con sus fotos. Como éste se niega. ella va  a la ONG y allí se encuentra con Gabriel, que es uno de sus seguidores por internet.

Gabriel intenta fotografiarla desnuda y la obliga a desnudarse, ella se defiende, su madre llega a su encuentro y la salva.



COMENTARIO


Este film nos muestra cómo a partir del uso de las redes sociales, un perverso acosa a través de mails a una joven adolescente que tiene sus fotos sexys cargadas en internet, sin poder ella medir el alcance de las mismas, las cuales formarán parte de una red de prostitución.


El engaño, la estafa, el dinero que circula y el poder dominante seductor que ejerce el victimario deja a la adolescente en posición de objeto.


Lo que muestra esta película es en cierto modo el autoengaño de la joven al creer que los contactos por las redes donde solo contamos con imágenes y no con la presencia de los cuerpos, son sin consecuencias.


Si bien en todo lazo social hay algo del engaño o malos entendidos, este es un caso de abuso sexual y estafa.


En el dejarse estafar hay consentimiento del sujeto que ocupa la posición de víctima aunque no lo sepa concientemente. Encarnar la posición del pobre angelito, no hace más que acoplarse al juego de ciertas perversiones que circulan por las redes.

Es un problema que preocupa a padres y docentes, pero que interroga y ocupa a los psicoanalistas que debemos estar a la altura de la subjetividad de la época.



Autoras: Ercoli Irene y Gerevini María Virginia, integrantes del taller del ERINDA: ¿Cómo adviene el sexo en los niños y como asumen su sexualidad los jóvenes hoy?, coordinado por Graciela Giraldi.



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   TRAZOS                           

                                                                                 

  María Laura Melo


La idea para esta conversación es intentar pensar, poner en tensión lo invariable de la irrupción de goce como momento lógico de estructuración en la pubertad - adolescencia, con lo variable del modo de tramitación que presta el marco de la época.

Para pensar esto y ubicar lo actual, recurrí a un clásico, “El despertar de la primavera” de Wedekind.

Y por qué un clásico me preguntaba…. Porque quizás, sirviéndome de palabras de Italo Calvino, “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Un mito, un decir a medias, como la verdad según Lacan a la altura del seminario XX?... “… La lectura de un clásico debe depararnos cierta sorpresa en relación con la imagen que de él teníamos, no nos enseña necesariamente algo que no sabíamos; a veces descubrimos en él algo que siempre habíamos sabido (o creído saber)…”. Y ésta es también una sorpresa que da mucha satisfacción, como la da siempre el descubrimiento de un origen, de una relación, de una pertenencia...”.

Recordando algo del “Despertar de la primavera”, del autor Frank Wedwkind se trata de una tragedia infantil, escrita en 1891. Obra en la que el autor muestra un grupo de adolescentes entre 14 y 15 años jugando en una escuela, en su encuentro malogrado con la sexualidad, constatándose que si a esos encuentros particulares no se les articula una ficción, si no hay sueño, suelen ser catastróficos. En tanto el goce siempre es traumático. No hay en el Inconsciente un saber sobre eso y por ello se intenta hacer ficciones y cada sujeto hará una singular.

A grandes rasgos, nos muestra en los personajes destacados, Melchor, Wendla y Moritz, algo de lo catastrófico en ese Despertar… ya que la niña, a instancias de un Otro materno estragante, ante el empuje novedoso de la sexualidad, buscando un saber pero sin un aval, sale al encuentro del semejante (Melchor), a quien en principio ella le pedirá hacerse castigar y luego quedara embarazada en ese camino del encuentro sexual. Se desarrollaran los acontecimientos de manera tal que terminara, a instancias de su madre, muriendo en un aborto, que ésta decide de manera inconsulta. Moritz por su parte, bajo el despertar de su goce (erección que no logra conectar con su cuerpo), al no llegar al rendimiento escolar que sus padres imponían, en un suicidio. Y Melchor, se culpa de ambas muertes; la de Moritz por proporcionarle información, un instructivo sexual y de Wendla por haberla dejado embarazada. Muertes que no lograron un encuentro para ese real de un aval simbólico ni de una vestidura imaginaria, ni de una ficción… algo para contarse.

Y allí Lacan hablando de ello, diciendo en su texto referido a esta obra que en el encuentro con el Otro sexo hay un malogro, un fracaso. Y aunque eso sea algo universal se malogra para cada uno, ahí se ubicaría el síntoma de cada uno, el modo de gozar de cada uno. Es de advertir en esto que Lacan no pone tanto el acento en la

función del fantasma en la Pubertad, sino más bien en cómo esa realización se malogra para cada uno, por lo imposible de escribir la relación sexual.

Y allí mi interrogante a debatir, conversar, ya que, como los clásicos, hay algo que de lo estructural, de lo lógico, que no cambia. Cambiaran las modalidades de goce, de vivir la pulsión, pero no este particular encuentro, malogrado, fallido.

La actualidad parece mostrarnos una particular relación en los adolescentes entre el sexo y el amor. Se confrontan a un despertar, a un encuentro y aun a practicas del sexo rápido, que trastoca el valor del amor y que no hace más que mostrar, confrontarlos a la imposibilidad, a la dificultad de articular las palabras de amor y como corolario, en ocasiones, a la devaluación del sentimiento amoroso.

En la hipermodernidad la imagen manda por sobre todas las cosas. Todo debe ser visible, y todo lo visible debe ser visto. Y el levantar velos y limites toca a lo más íntimo. Si ubicamos la figura del Otro como aquel que encarna la autoridad, valida el orden social, legitima el discurso, orienta a cada quien en el mundo donde desarrolla su vida, ¿Cuáles son los efectos particulares de su desmoronamiento en la subjetividad actual, en momentos donde el discurso de la época no hace barrera al goce, más bien empuja al “todo es posible”, a lo ilimitado, a “la fiesta interminable” de la que habla E. Laurent, y no a la fiesta inolvidable?

Nos dice Miller que el sujeto contemporáneo se presenta desinhibido, desbrujulado, desamparado. Necesita encontrar nuevas referencias donde anclarse. Allí, acude hoy la imagen, con relevancia cada vez más creciente, como un intento de solución, de que cada quien encuentre un lugar, intente hacerse un ser en el mundo.

Ante la caída del orden simbólico como regulador del lazo parece acentuarse una promoción del reino de las imágenes como alternativa en diferentes campos (desde lo público hasta lo más singular y privado que es la sexualidad) y en ese marco se despliegan las subjetividades, atravesando este momento lógico, este Despertar….

Emerge aquí, entre tantas, una primera cuestión: ¿Es la imagen suficiente para sostener el orden simbólico? ¿Alcanza? o en ciertos casos obstruye otras posibilidades?

Aquí tomo una frase con la que comenzó Graciela el encuentro anterior sirviéndose, otra vez de un clásico, “Alicia en el país de las maravillas” …donde ella dice “Tenemos algo para contar”…..

Tiempo atrás el sujeto vivía en un mundo donde los acontecimientos se le relataban; actualmente se le muestran y el relato o explicación está solo en función de esa imagen ofrecida. Se muestra el fenómeno, lo que no implique que se entienda. Y el goce del ojo, dice Miller, se vuelve adictivo, entregándose el sujeto con abandono a esa embriaguez.

Las computadoras, internet, Face, Twiter, reality show, son usados como uno de los medios de lazo social en estos grupos, donde “todo” se puede ver, “todo” se puede mostrar. Parecen funcionar como una invitación a construir un relato de sí mismo donde re fundarse, liberado de los mandatos tradicionales y de mediación simbólica alguna. El empuje, casi a modo de mandato superyoico, a jóvenes en redes, que escuchaba en un relato adolescente, acerca de “todo es cuestión de actitud”, “hay que perder la vergüenza en el vientre materno”.

¿Cómo se posicionan los jóvenes hoy ante este encuentro traumático, fallido, ( con el que, por cierto harán arreglos singulares) , ante el mandato: verlo todo y mostrarlo todo?

Los analistas no somos nostálgicos, solo tratamos de leer la subjetividad de la época. Y así como este espacio de la virtualidad propone un re fundarse a través de la imagen, el Psicoanálisis también lo hace. Propone re fundar la propia historia, dejar caer identificaciones, promover mutaciones en las modalidades de goce y hacer con ellas de un modo menos sufriente, pero no propone cambiar las ataduras inconscientes que embrollaban al sujeto con sus síntomas.

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*(Texto correspondiente al posteo de Radio Lacan del 25-5-2015, en el marco de PIPOL 7)

La prostitución infantil es execrable, criminal  y violenta, pero el abuso  sexual de menores de edad  tiene características muchas  veces distintas. Los abusos sexuales de niños y adolescentes rara vez son cometidos  con violencia sino más bien con promesas de placeres o de reaseguros, con un sutil manejo de la seducción y de la idealización,  o por último con veladas amenazas de que cualquier queja, denuncia o ruptura del secreto provocaría un gran perjuicio para el niño o para sus seres queridos.

Para que los niños puedan o sepan defenderse a sí mismos tendrían que no ignorar cuán atractivos podrían resultar a los adultos. ¿Cómo alcanzar este objetivo sin empujarlos a una peligrosa pérdida de la inocencia infantil? ¿son tan inocentes como parecen?¿son solamente victimas inertes de los adultos?

Puede una  joven  victimizarse  fantaseando con  acusar  a un mayor de  ser abusada cuando en realidad  lo único que la abusaba  era su propio  y temido modo de goce .?

Baudelaire( 1) habló acerca del “verde paraíso de los amores infantiles”  y podemos decir siguiendo nuestra experiencia, la de Freud y la de Lacan, que dicho paraíso infantil no es para nada un prístino paraíso  sino más bien un lugar bastante “verde”,..  donde  pasa cada cosa!.

Entre esas cosas… la victima del menor podría ser el mayor.

En 1905, en “Tres ensayos para una teoría de lo  sexual”, Freud dice lo siguiente :    ”La opinión popular posee una bien definida idea de la naturaleza y caracteres de este instinto sexual. Se cree firmemente que falta en absoluto en la infancia; que se constituye en el proceso de maduración de la pubertad, y en relación con él, que se exterioriza en los fenómenos de irresistible atracción que un sexo ejerce sobre el otro, y que su fin está constituido por la cópula sexual o a lo menos por aquellos actos que a ella conducen.  Existen, sin embargo, poderosas razones para no ver en estos juicios más que un reflejo harto infiel de la realidad. Analizándolos detenidamente, descubrimos en ellos multitud de errores, inexactitudes e inadvertencias”

El mayor temor de los padres y de los educadores es que si se favorece que los niños estén alerta respecto al atractivo que suelen despertar sólo se logre perjudicarlos.

¿Será así?

Si bien es verdad que una temprana conciencia y un contacto  con su capacidad de experimentar y hacer experimentar sus impulsos ligados al erotismo puede protegerlos de la sexualidad de los adultos , también es verdad que  puede deprimirlos haciéndolos  madurar demasiado pronto ; más aún, hacerles levantar la barrera de la represión- la cual es la característica fundamental de la edad de la latencia-.Pero también , es poco conveniente considerar que  los niños pueden ser sólo victimas inertes de los adultos y  dejarles perder su capacidad  de defenderse ellos mismos de los abusos de los adultos…; ¡Es más  !… no sólo de su capacidad  defenderse de los adultos , sino defenderse de ´sí mismos ´ tornándose capaces  de asumir  y responsabilizarse de su modo de goce

La familia (bajo cualquier forma en  que se manifieste hoy día) tiene la responsabilidad de lograr  esto muy naturalmente, casi sin que medien palabras,  a través de actitudes apropiadas a esta sutil tarea.

Todo esto  que se acaba de puntualizar, requiere una elaboración muy especial de la culpa y la vergüenza por la propia sexualidad de los familiares y de los otros adultos que rodean al niño y al joven. Adultos que, antes,  también fueron niños.

¿Cuál será el papel de los educadores en todo esto?,¿Cuál el de los jueces ? ¿Cuál el de los psicoanalistas?, Cual será el destino cultural y la consecuencia de la difusión mediática de estas ideas?

Al adulto abusador:   … a él ,-seguramente-  le falló la represión de su sexualidad polimorfo infantil que debió de ocurrir en la edad de la latencia y todavía la pone en práctica . Qué hacer con su tratamiento?  Por supuesto que hay que diferenciar al abusador arrepentido, _ víctima de su adicción a la pedofilia _,  del psicópata no arrepentido ni dispuesto a asumir la responsabilidad de su acto y que goza del poder violento sobre sus víctimas.(Además , se puede correr el peligro de que éste  pueda usar ideas que saca del tratamiento para manipular “mejor” a sus víctimas )

No olvidemos tampoco de puntualizar cuán frecuentemente aparecen casos donde la acusación al  abusador  es injusta,  imprecisa, prejuiciosa  y falta a la verdad y lo convierte en víctima. A veces se usa de instrumento  al niño o joven aparentemente  abusado para fines espurios. En este caso es importante protegerlos de una automática y prejuiciosa incriminación.

 

El psicoanálisis es un tratamiento que se dirige al sujeto de derecho, vale decir,  al sujeto que  responde  de lo que dice. Es importante que no haya confusión con respecto a esto: él puede tomar distancia de lo que dice y sólo  dentro de las sesiones puede ser “irresponsable”. Es más, debe decir lo que le venga a la cabeza  no responsabilizándose de ese decir. A veces el sujeto puede notar que ha dicho algo pero no sabe el  porqué, que no cree en lo que ha dicho, que sabe que es broma, o que piensa lo contrario de lo que dijo. La finalidad de este proceder con el decir es que solo a través de él se transluce indirecta y sintomáticamente su modalidad de satisfacción o de goce. De este modo logrará un saber hacer oportunamente con  respecto a dicha modalidad adquiriendo la posibilidad crear  otra posición subjetiva y  ética  en  cuanto a su goce.

El sentimiento de culpa presupone  un sentimiento de responsabilidad. Es una condición previa para  la práctica analítica comprobar su existencia o ver si es posible producirlo; este es el objetivo de las entrevistas preliminares. Cuando comprobamos que este sentimiento existe podemos decir que hay un sujeto capaz de responder. El sujeto es una respuesta. El que se inventa disculpa para todo y el que no llega a percibir que él mismo  tiene  algo que ver con las cosas de las que se queja, es mal candidato para poder psicoanalizarse. Esto no quiere decir que el encuentro con un psicoanalista,  no le sea muy beneficioso, pues con dicho encuentro puede lograr efectos terapéuticos.

Supongamos ahora una  situación donde  una adolescente    recién puede  librarse  de tener  sueños repetitivos  donde acusa a su cariñoso y atento  padre de violarla  ,cuando puede hacerse cargo  responsablemente de su modo de goce el cual  consiste   en relacionarse con muchachos  que tengan  un toque  de  atractiva violencia –  pero  que a la vez sean  lo suficientemente atentos y cariñosos con ella.  Librada de esa obsesión  acusadora,  quizás recién allí pueda dejarse  llevar con más  tranquilidad  por su vida social hasta  tener un encuentro favorable  que  la satisfaga .En este caso el saldo del análisis sería  que la tendencia a la  acusación se transformase  en auténtico  y práctico sentimiento de  responsabilidad por dicho modo de goce.

Para el psicoanálisis, el fundamento del lazo social es la ley que prohíbe cometer parricidio e  incesto   o abuso sexual. La renuncia al parricidio y el incesto es el origen de la ley. (Ver Freud ,Totem y Tabú )Primero está la renuncia, donde todos se declaran culpables  de haber deseado cometerlo y recién después viene la ley.   El respeto por este orden jurídico marcan la posición del sujeto en el mundo, y el psicoanálisis está muy atento a esto.

Dr Roberto Ileyassoff

Buenos Aires , 19 de mayo 2015.

(1)

Charles Baudelaire –

  • “Las flores del mal “LXII  –        Triste y errabunda

Dime, tu corazón a veces toma vuelo, Agatha

lejos del negro océano de la inmunda ciudad

hacia otro océano donde estalla el esplendor

azul,  claro, profundo, así como la virginidad? .

………_Pero el verde paraíso de los amores infantiles ,

las carreras, las canciones , los besos ,los ramilletes de flores ,el paraíso inocente , lleno de placeres furtivos ,

¿está más lejos que la India y la China?

¿podemos evocarlo con gritos lastimeros ,

y reanimarlo así con voz de plata ,

el paraíso inocente de placeres furtivos?

 

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Por

 Francesca Biagi-Chai

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4 de junio de 2020


¿Cómo, desde el tema propuesto, abordar este eje?

La dimensión legal-penal de la responsabilidad es obvia, como lo demuestra el artículo en el antiguo código penal donde el "asalto indecente" se considera un delito o un delito y condena cualquier violencia sexual contra una persona contra su voluntad. Solo la penetración sexual forzada se había clasificado previamente como violación, lo que requería un examen médico en busca de evidencia tangible. Hoy, la agresión sexual o la agresión han reemplazado la agresión indecente. Con la ley de Schiappa [1], la calificación de violación se amplía y ya no involucra solo al cuerpo, por lo que la imputación gira en torno a un consentimiento fundamental .. La información basada en las afirmaciones de la víctima debe ser aceptada y tomada en cuenta. La experiencia pasa de los signos que se encuentran en el cuerpo a los significantes que denuncian la restricción. Al poner la palabra en primer plano, se abre un campo más amplio, gestos, actos, palabras, miradas inapropiadas y repetitivas, denunciadas como acoso, constituyen una forma de intrusión.

Bajo la presión de movimientos feministas como #MeToo, una afluencia de recalificaciones entró en la ley. Sorprendentemente, si bien podríamos esperar una revaluación sutil y compleja del tema , o mejor aún, el ser hablante , en un deseo de saber, para establecer el castigo que define la culpa legal, apareció una simplificación sin precedentes a través de la víctima / violador, la dicotomía del agresor; un lugar reservado para este último en parte a través de la categoría de pervertidos narcisistas , manipuladores natos.

Los movimientos feministas en el origen de esta agitación han asumido con fuerza y ​​heroísmo una responsabilidad, la de subvertir las instituciones frente a las mujeres que solo tienen una confianza limitada. Querían hacer visibles los "ataques sexuales" sufridos hasta ahora en secreto. La necesidad y el objetivo son lograr un cambio en las mentalidades apuntando al Otro Social, el de la civilización machista sujeta a la ley fálica que denuncian.
Cada uno, uno por uno, que entra a la luz de las redes sociales o de los medios de comunicación al denunciar a "su cerdo", llama a otros. Una llamada al testimonio de la singularidad parece tomar forma en el lado de S (A) tachado. "Liberar la palabra" se presenta en el campo social como una forma de provocar un más alláinsta al disfrute generalizado y su regulación estandarizada específica al discurso capitalista. Pero este llamado a la masa que no sea el modelo freudiano [2] sigue atrapado en un fenómeno de igualdad. ¿La identificación por trauma escapa a la masificación? ¿No se reduce, en una inspección más cercana, a la definición que Tarde da de plena responsabilidad como "similitud social e identidad personal" [3], suponiendo una identidad de sí mismo, calificado por significantes principales de víctima / violador que constituyen dos categorías de similitud, en otras palabras, un reverso de lo que limita el fálico.

En "Televisión" Lacan, sobre la familia Fenouillard [4], indica que más allá de los límites, todavía existe el límite. Toda la clínica de neurosis y psicosis lo demuestra. Sobre este tema se encuentra bien el título "Attentat sexual". Hay un evento de intrusión, trauma en el encuentro con lo sexual y la falta de significante por el cual hace un agujero en el Otro. La singularidad, con su ambigüedad, aparece allí en el surgimiento del disfrute. Esta es la razón por la cual "el ataque" [5], significado utilizado por Lacan en su tesis sobre el acto de Aimée, ya era significativo. ¿No tenía como objetivo mantener abierta la posibilidad de que haya un conocimiento, menos sobre el tema que sobre el parlêtrequien lo cometió, cuestionando su disfrute y no reduciendo su gesto al acto obvio de una loca. De este modo, se abre el acceso a la responsabilidad, al conocimiento posterior al hecho, incluso en forma delirante.

La responsabilidad es diferente de la culpa legal, pero también de los efectos o sentimientos de culpa que pertenecen a la subjetividad, a lo que supone para el sujeto "un Otro que juzga" [6], donde la culpa se engendra por el disfrute del síntoma. , que significa "haber cedido a su deseo" [7]. Plantea la cuestión del límite subjetivo, subjetivo.

Porque, si el psicoanálisis tiene un imperativo ético, es "descifrar su inconsciente [...], porque lo que no quería, lo que no sabe, se sostendrá en su contra" [8], es La oferta de uno que puede saber que se caracteriza por ser atemporal y válida para todos . Está, como una oferta y no como un comando, abierto a cualquiera que desee aceptarlo. Esto es lo que hace que Lacan diga "Siempre somos responsables de nuestra posición como sujeto" [9], lo cual él refuerza con esta declaración: "Llámalo donde quieras, terrorismo" [10] , donde queramosen otras palabras, no teme las críticas de cualquier origen de donde provengan. Lo que está en cuestión es una posibilidad que está más allá de las micro sociedades que también intentan responder a los callejones sin salida de la civilización. Porque el análisis, teniendo en cuenta el pilar de lo real, nacido en la culpa de S (A) barrado que tiene la mayor relación con el goce femenino, está regulado por la estructura en el más allá del falo, una forma propicia para superando los callejones sin salida de la civilización.

Es por eso que Lacan corregirá este aforismo decisivo basado en el significante, en significado y pensamiento. Al tener en cuenta la "relación no sexual" que hace que el sexo sea opaco al conocimiento y hace que la verdad sea necesariamente mentirosa, lo complementará con un "[No hay responsabilidad] en el sentido de que responsabilidad significa no Responda o responda a un lado, solo hay responsabilidad sexual, que todos, al final, tienen el sentimiento ”[11]. No hay otro del otro para dar el final de la historia, para que coincida con el dolor y la culpa, la respuesta que satisface.

Esto plantea la cuestión del discurso y su vínculo con la responsabilidad en relación con el disfrute de cada uno. Es el sujeto paralizado, petrificado, avergonzado o indiferente, el que ha experimentado un placer que no quería; este otro, que el habla, el miedo o la vergüenza no se detuvieron; finalmente este Otro social que no ha ofrecido, para hablar, una dirección.

El autor del Consentimiento [12] lo sabe, quien, más allá de las deficiencias del padre y la madre a su pedido sin palabras, escribió en el centro de su libro una oración en torno a la cual gira "La situación hubiera sido buena diferente si, a la misma edad, me enamoré locamente de un hombre de cincuenta años que, a pesar de todas las normas morales, había sucumbido a mi juventud, después de haber tenido relaciones con varias mujeres de su edad [...] si Tenía la certeza de ser el primero y el último ”. Ella podría haber consentido, bajo la condición de Amor.

Lo que se abrió como otra respuesta en esta paciente cuyo padre fue acusado de violación e hizo prisión, después de que ella lo acusó, cuando rastrea con un analista la historia de "l 'ataque'. Ella tiene cinco años Por primera vez su madre tuvo que estar ausente. "¡Mi padre me dio un baño! Me dio un baño "¡Que así sea! Y luego ? Y luego el vacío. Todo está ahí, es una palabra absoluta, la certeza de una obviedad, una intrusión radical, la continuación confirmará la psicosis y el significado privado del ataque que se le atribuye.

 

[1] Ley Schiappa del 3 de agosto de 2018.
[2] Cf. Freud S., Psicología de las masas y análisis del ego , París, Quadrige, PUF, 2019.
[3] Citado por Lacan, "Función del psicoanálisis en criminología" , Écrits , París, Seuil, 1966, p. 139.
[4] Lacan J., "Televisión", Otros escritos , París, Seuil, 2001, p. 540.
[5] Lacan J., Sobre la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad , París, Seuil, 1975, p. 153.
[6] Miller J.-A., “Note sur la Honte”, La Cause freudienne , n ° 54, p. 8.
[7] Lacan J., Le Séminaire , libro VII, La ética del psicoanálisis , París, Seuil, 1986, p. 368.
[8] Miller J.-A., Cartas a la Opinión ilustrada , París, Seuil, 2002, p. 160.
[9] Lacan J., "Ciencia y verdad", Écrits , París, Seuil, 1966, p. 858.
[10] Ibíd .
[11] Lacan J., Le Séminaire , libro XXIII, Le Sinthome , París, Seuil, 2005, p. 64.
[12] Springora V., Le consent , París, Grasset, 2020, p. 129)


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SIN EL FALO PERO NO SIN LA INVENSIÓN

“La psicosis es un banco de pruebas donde se de-forman gran cantidad de prejuicios, especialmente aquellos que obstaculizan el acto analítico”, Anna Aromí, presentación del tema del Congreso AMP Barcelona, 2018: Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia.
Se trata de un niño de 8 años, el caso de los encajes del libro “Embrollos del cuerpo”, de JAM y otros, Paidós, pág 29. 
El niño expresa: “No tengo lo necesario para defenderme, pero trato de arreglármelas”. Esto es que él no dispone del significante falo, pero se las arregla.
La madre dice que no lo ve bien desde que él tenía tres años, que le gustan los trajes y se los hace con encajes y brillos. Ella teme que sea homosexual, le preocupa que el niño vaya a todos lados con sus disfraces, que se obsesione preguntando qué traje se pone cada día, ya que si no encuentra la idea que le conviene se enoja y solloza.
El niño de entrada manifiesta su saber al modo de un analizante al final de su análisis: “Si me separo de estas cosas no me siento muy bien”.
A los tres años y medio empezó disfrazándose con faldas y a los 7 su disfraz preferido fue el del Capitán Garfio, según él, “porque tiene un babero con encajes, un sombrero con plumas, zapatos con taquitos como mamá, moño rosa, cabellos largos y bigote”.
La mamá, a diferencia del padre, consulta angustiada ante la pregunta que le hizo el niño: “¿Cuándo le tomaré el gusto a la vida?”.
Lacan nos habla de ello en “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, sobre ese desorden que se produce en la juntura más íntima del sentimiento de la vida.
Pierre dice: “Me gusta disfrazarme en femenino”. El Significante encaje está en todos sus disfraces.
 A los tres años, cuando lo operaron de adenoides, recibió de su abuela el regalo de sus muñecas vestidas con encajes. 
Pierre describe con precisión que queda a merced de su confusión y miedos cuando no está disfrazado: “Cuando no tengo mis disfraces no sé quién soy, no encuentro una idea sin mi traje. Por eso voy disfrazado en mi cabeza”.
Cuando en una ocasión la analista le preguntó si el objeto que traía entre sus manos formaba parte de su disfraz, él hizo una crisis de asma, pues no se sintió sorprendidamente descubierto, sino desnudado por ella.
En el transcurrir de la cura, su personaje preferido es Jorge XIV, es su secreto, su propia invención. 
Él había leído sobre Luis XIV, el más rico Rey destacado por sus encajes. 
Dice que Jorge XIV es el Rey de los niños. Él, con ese disfraz se relaciona con los chicos de su escuela, redacta la carta de los niños con la regla de no llorar delante del Rey.
Luis XIV fue su apoyo para inventarse su propio personaje: Jorge XIV. Se reconoce en Jorge XIV. Con ironía se arma este disfraz, y no se confunde con el personaje, no se las cree. 
El psicoanalista Jacques-Alain Miller dice que este niño tiene una idea clara de lo que es un semblante, de la cosa que se manipula para poner distancia a los problemas que tiene cuando está delante del espejo donde ya no sabe más quién es, donde tiene la impresión de que una bruja lo mira a través de sus propios ojos. 
El niño instrumenta al Significante sin engañarse con él. Así se lo dice a su analista: “Me disfracé en mi cabeza”.
De allí que los encajes no son usados como fetiches. Él tomó los encajes de las muñecas de su abuela.
Comenzó a disfrazarse con encajes a partir de las muñecas que le regaló su abuela, cuyos vestidos abultados y ostentosos se convirtieron en el Significante de la riqueza, ya que los pobres no suelen vestirse con encajes. 
La riqueza de la corte monárquica y los trajes ostentosos de las muñecas de su abuela son COMO una significación fálica, donde los ricos tienen a diferencia de los pobres. 
Jorge XIV es un Significante Amo, pero especialmente es su invención, lo que le permite reordenar su mundo vital y relacionarse con los demás, sus compañeros de la escuela.




Jacques-Alain Miller y otros, Embrollos del cuerpo, página 29, Editorial Paidós.



Taller clínico sobre nuevas parentalidades: Bernacchia Liliana, Carignano Cecilia, Ercoli Irene, Tendill Graciela, Giraldi Graciela (Responsable)
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Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria  http://www.revconsecuencias.com.ar/images/misc/comillas2a.gif  [1]
	Por Jacques–Alain Miller
	 
	 Jacques-Alain Miller 
Desearía, en primer lugar, felicitar a Marie–Hélène Brousse por haber organizado este seminario anglo en París. Estoy verdaderamente sorprendido de ver aquí a casi cien personas de diferentes países. Deseaba que se retomara este seminario anglófono. Hubo hace ya unos años una serie en París, luego lo interrumpimos. Con eso me preocupaba, le pedí a Marie–Hélène Brousse de relanzarlo. Es una ocasión importante para mí constatar que la audiencia del Campo freudiano en los países anglófonos, lejos de haber disminuido, aumentó enófon número y en importancia desde hace diez años. El Campo freudiano no está, a mi parecer, suficientemente representado en el mundo anglófono, algo que tenemos la intención de cambiar. El Campo freudiano desea promoverse con vigor en el mundo anglosajón –en Gran Bretaña, en los Estados Unidos, en Australia– y en otros países donde el inglés es esencial para transmitir la enseñanza de Lacan y nuestra acción.
Como título de este seminario elegí: "Psicosis ordinaria". Aunque esta no sea una categoría de Lacan, es, me parece, una categoría lacaniana. Es una creación que concibo como extraída de lo que nosotros llamamos "la última enseñanza de Lacan", que es en sí misma con un efecto retorno del desarrollo pragmático de su enseñanza a lo largo de treinta años de seminario. Tengo la intención de darles, en esta exposición informal sobre el concepto de psicosis ordinaria, un mayor eco del uso práctico que hacemos de este término desde hace muchos años con mis colegas, entre los cuales muchos han contribuido a darle un sentido más preciso.
América dividida
Freud se planteó la famosa pregunta: "¿Qué quiere una mujer?". Él se la planteó en tanto que hombre. Quizá en tanto que mujer también. A pesar de tener atrás treinta años de enseñanza de Lacan, nosotros no tenemos la respuesta. Sin embargo, la hemos buscado. No se trata por lo tanto de una cuestión de discriminación.
Tengo otra pregunta que me ha perturbado durante años: "¿Qué quieren los norteamericanos?" ¡Tengo la respuesta! Una respuesta parcial. Quieren a Slavoj Žižek. Quieren al Lacan de Slavoj Žižek. Lo prefieren por sobre el Lacan del Campo freudiano. Quizá, por el momento.
La pregunta es la siguiente. ¿Ellos quieren conceptos bien definidos? ¿Quieren un espacio para discutir? ¿Un espacio de disputa?, lo que es el caso con los conceptos de psicoanálisis. Otto Kernberg, por ejemplo, decía estar muy perturbado por el hecho de que no podía atrapar la definición exacta de los conceptos lacanianos. "Cambian todo el tiempo", decía. Pueden imaginarse bien al querido Otto –que lee francés– buscando y queriendo encontrar en Lacan la definición del Nombre del Padre, del significante… y no encontrar una, sino una pluralidad de definiciones. Él encuentra definiciones contradictorias y se encuentra siempre perdido en la enseñanza de Lacan. Quizá sea porque Otto es de descendencia alemana. Los prusianos, se sabe, quieren significaciones muy rígidas, pero a decir verdad, esto también incluye al espíritu norteamericano. Recuerdo que Kernberg, mientras yo daba una conferencia en Nueva York en 1985 –la única que di en la IPA–, cuando terminé, en una de las preguntas que me planteó me decía: "Pero, el cincuenta por ciento de la vida psíquica son los afectos". ¿Cómo hacía él para medir el cincuenta por ciento de la vida psíquica? Sin embargo, ¡era Otto Kernberg! Él quería definiciones precisas. Y es, en parte, lo que los americanos quieren: un saber bien definido, utilizable, con números.
Por otra parte, tengo la sensación de que los americanos reclaman un espacio para transmitir sus opiniones, para poder decir: "Tú piensas así, yo pienso de otra manera. Yo tengo mi propia idea", sin por eso faltarle el respeto al prestigio y al saber. Es una forma muy democrática de cuestionar el saber del Otro.
Tengo la impresión de que el alma americana, o el espíritu americano, si me lo permiten, se encuentra desgarrado entre, por un lado, un deseo por la extrema precisión y los números y, por el otro, el deseo de ser capaz de expresar el propio pensamiento y de seguir las propias ideas.
La psicosis ordinaria definida a posteriori
La psicosis ordinaria se sitúa más bien sobre esta segunda vertiente. Es la razón por la cual elegí para renovar este seminario, porque la psicosis ordinaria no tiene una definición rígida. Todo el mundo es bienvenido para dar su impresión y su definición de la psicosis ordinaria. Yo inventé un concepto con la psicosis ordinaria. Inventé una palabra, una expresión, un significante, dando un esbozo de definición para atraer los diferentes sentidos, los diferentes reflejos de sentidos alrededor de ese significante. No di un saber–hacer sobre la utilización de ese significante. Hice la apuesta de que ese significante podía provocar un eco en el clínico, en el profesional. Quería que tomara amplitud y ver hasta dónde podía llegar esta expresión.
Estaba inspirado por lo que Lacan había hecho con el pase. Saben que él llamaba al verdadero fin de análisis "El pase". Pero no dio más que una definición esbozada, porque no quería que la gente lo imitara. Si ustedes dicen que pueden reconocer el fin del análisis cuando el sujeto hace esto o aquello o dice esto o aquello, todo el mundo va a hacerlo inmediatamente. Es el caso de la Universidad. Si tienen necesidad de una nota, deben decir las cosas de una cierta manera y en un cierto estilo. Y entonces la gente se conforma con eso y vive un mundo de sombras, una "Ciudad de fantasmas", como en el artículo de Jean–Louis Gault. Debo confesarles que la Universidad es una ciudad de fantasmas con gente que imita lo que son supuestos ser. Lacan dio solo un esbozo de definición del pase y propuso que se experimente para ver, una vez definido el momento, lo que surgía, aquello a lo que la gente contribuiría. Quisiera hacer algo de ese tipo con la psicosis ordinaria. Y creo que eso atrajo el sentido en potencia. Mucha gente se acercó luego para decir: "¡Yo conozco un caso de psicosis ordinaria!" Si nos vemos tentados de darle una definición, es pues una definición a posteriori.
La clínica binaria y el tercero excluido
Ahora puedo reflexionar sobre la razón por la cual había sentido en su momento la necesidad, la urgencia y la utilidad de inventar ese sintagma, psicosis ordinaria. Diría que para esquivar la rigidez de una clínica binaria, neurosis o psicosis.
N/P
Saben que cada significante es fundamentalmente definido, en la teoría de Roman Jackobson –que es una teoría antigua en la actualidad–, por su posición en relación a otro significante o a una falta de significante. La idea de Jackobson es una definición binaria del significante. Durante años noté que teníamos esencialmente una clínica binaria, neurosis o psicosis. Un "o bien o bien" absoluto. Teníamos también la perversión, pero ella no pesaba de la misma forma en la balanza, por la sencilla razón de que las verdaderas perversiones no se analizan verdaderamente y, por lo tanto, aquellos que entran en análisis son sujetos que presentan rasgos de perversión. La perversión es un término discutible que desbandó al movimiento gay. Es una categoría que tiende a ser abandonada.
Así, nuestra clínica tenía un carácter esencialmente binario. Resultado: durante años veíamos a los clínicos, a los analistas, a los psicoterapeutas, preguntarse si su paciente era neurótico o psicótico. Cuando ustedes recibían a esos analistas en control, podían verlos retomar, año tras año, ese paciente x, y si le hubiesen preguntado: "¿Ya decidió si es neurótico o psicótico?", ellos habrían dicho: "No, no lo he decidido por el momento". Y eso continuó así durante años. Claramente, no era una manera satisfactoria de considerar las cosas.
Era claramente una dificultad en los casos de histeria. Cuando en la histeria no hay una identificación narcisista al propio cuerpo "suficientemente buena" –ese "suficientemente buena" es un término winnicottiano que me gusta mucho–, porque en la histeria tienen a menudo algunas marcas de alguna ausencia del cuerpo, entonces podían preguntarse si este abandono llegaba hasta el punto de no concernir ya a la histeria sino a la psicosis. Veían así gente que intentaba, durante años decidir de qué lado estaba su paciente. O bien, cuando tienen sujetos que testimonian de un vacío que experimentan en sí mismos, pueden preguntarse si ese vacío es también histérico. ¿Es el sujeto barrado que reenvía a la nada en la neurosis? ¿O es el vacío psicótico, el agujero psicótico? Aunque, año tras año, a pesar de la diferenciación supuestamente absoluta entre la neurosis y la psicosis, sobre la base de la forclusión del Nombre del Padre –verdadero credo lacaniano: yo te bautizo neurótico si hay Nombre del Padre, yo te bautizo psicótico si no lo hay–, ciertos casos tenían el aspecto de estar entre los dos. Y esta frontera terminó, a lo largo del tiempo –en el control y en la práctica–, por ensancharse. ¡Un ensanchamiento creciente como el que ustedes encuentran alrededor de su cintura!
N/P
Entonces, había algo que no iba bien porque, si era una neurosis, no era una psicosis, y si era una psicosis, no era una neurosis.
La psicosis ordinaria era una forma de introducir el tercero excluido por la construcción binaria, uniéndose al mismo tiempo a la posición del lado derecho binario.
N/_P
Era una manera de decir, por ejemplo, que si tuvieron durante años razones para dudar de la neurosis del sujeto, pueden apostar a que se trata más bien de un psicótico ordinario. Cuando se trata de la neurosis, ¡Ustedes lo deben saber! La contribución de ese concepto permitía decir que la neurosis no es un fondo de pantalla (wallpaper).
La neurosis es una estructura muy precisa. Si no reconocen la estructura muy precisa del paciente, pueden apostar o deben intentar apostar a que es una psicosis disimulada, una psicosis velada.
No es, pues, seguro que la psicosis ordinaria sea una categoría objetiva. Se tienen que preguntar si es una categoría de la cosa–en–sí. ¿Pueden decir que la psicosis ordinaria existe objetivamente en la clínica? No es seguro. La psicosis ordinaria interesa al saber de ustedes, a la posibilidad que tienen de conocer algo del paciente. Ustedes dicen: "psicosis ordinaria", cuando no reconocen signos evidentes de neurosis, y así son conducidos a decir que es una psicosis disimulada, una psicosis velada. Una psicosis difícil de reconocer tal cual, pero que deduzco de pequeños índices variados. Se trata más de una categoría epistémica que objetiva. Esta última concierne a nuestra manera de conocerla.
La construcción lacaniana de la psicosis en los Escritos
1. El mundo imaginario movedizo
Es su texto clásico sobre la psicosis, "La cuestión preliminar…"[2], de los Escritos, de todos modos, Lacan debuta con las neurosis. Él piensa la psicosis en la perspectiva de la neurosis. Hace derivar la estructura de la psicosis de la de la neurosis, como una derivación fundamental de la neurosis o de la normalidad. Hay una conexión entre neurosis y normalidad: el complejo de Edipo. En Lacan –y en Freud igualmente–, el complejo de Edipo –que Lacan traduce como metáfora paterna– es tanto el fundamento de la realidad común como de la neurosis. El complejo de Edipo es el lazo entre normalidad y neurosis. Podemos decir que la neurosis es la normalidad. Una persona supuestamente normal es un neurótico que no sufre de su neurosis o que no sufre demasiado de su neurosis, o más todavía, que no cura su neurosis por el análisis, que cura su neurosis viviendo. ¡Es menos interesante! Es más interesante curar la neurosis por el análisis, pero la gente no siempre piensa así y sigue viviendo. Y entonces, me siento como el doctor Knock, en la famosa obra de teatro francesa de principio de siglo que decidía que todo el mundo estaba enfermo sin saberlo.
¿Cuál es la base común entre neurosis y psicosis desde el punto de vista de Lacan? ¿Cuál es el inicio de la vida psíquica? El inicio de la vida psíquica en el Lacan clásico es lo que llama lo imaginario. Es el Lacan clásico. Esto se puede poner en tela de juicio porque está la incidencia del lenguaje. En efecto, desde el inicio el sujeto está inmerso en el lenguaje. Pero en su texto clásico sobre la psicosis, como en casi todos sus textos de los Escritos –a excepción de los últimos–, Lacan construyó la dimensión fundamental de sujeto como perteneciendo a la dimensión imaginaria. Es, pues, el nacimiento supuesto común, que sea un futuro neurótico, un futuro normal, un futuro perverso, un futuro psicótico, depende de cómo habite, podríamos decir, el estadio del espejo.
El estadio del espejo es la primera estructura del mundo primario del sujeto, lo que indica que es un mundo muy inestable. El mundo estructurado por el estadio del espejo es un mundo de transitivismo. Transitivismo quiere decir que no saben si ustedes o el otro que lo ha hecho. Es cuando un niño le da un golpe al compañero y dice: "Él me pegó". Tienen ahí una confusión. "¿Soy yo o es él?" Este es un buen ejemplo para entender que se trata de un mundo de arenas movedizas. Es un mundo inestable, sin consistencia. Es un mundo de sombras. En el primer seminario de Lacan, esa es la forma en que describe el mundo primario o, más bien, la manera en que se construye. Digo "construye" porque hay que comenzar por hacer abstracción del lenguaje que está presente desde el inicio. Es a partir de ahí que se estructura la psicosis. Es también para él el mundo de la madre. Es supuestamente un mundo cuya fuerza pulsional es la del Deseo de la Madre, el deseo desordenado de la madre con respecto al niño–sujeto. De una cierta manera, esto equivale a decir que la locura es el mundo primario. Es un mundo de locura.
2. El orden simbólico
El orden simbólico viene en un segundo tiempo de esta construcción. Es a nivel simbólico que se debe insistir sobre la palabra "orden". Estaríamos tentados de decir "el orden imaginario", "el orden real", pero es inexacto. En efecto, esto quiere decir que el orden viene al mundo imaginario con lo simbólico. La estructura lacaniana introduce lo simbólico –el lenguaje, la metáfora paterna– como la potencia que impone el orden, que impone la jerarquía, la estructura, la constancia, que estabiliza el mundo imaginario movedizo. Lacan condensa esta potencia ordenatriz de lo simbólico, con el Nombre del Padre –utilizo la P mayúscula para representar la palabra francesa "Père"– que es un elemento más. Es un plus (+) que tiene como consecuencia un menos (–), un goce en menos. El goce imaginario, que vuelve posible el mundo imaginario, es expulsado, sustraído. Y encuentran, en todo el texto de Lacan, la idea según la cual el goce es evacuado por lo simbólico. Lacan utiliza esta expresión de diferentes maneras. Podemos hablar de extracción, de sustracción, pero es siempre la misma idea. Cuando se introduce el elemento ordenador del Nombre del Padre, se obtiene una sustracción a nivel de la libido, del goce y las pulsiones. En términos del falo tenemos el falo imaginario completo Φ de un lado, y del otro el menos–phi–φ que quiere decir "castración", la palabra freudiana para esta extracción de goce.
+NP Φ
–J (–φ)
A partir de ese momento, como bien saben, Lacan construye la psicosis como una falta del Nombre del Padre, P0 y la falta de ese falo castrado que escribe Φ0. Tenemos dos agujeros correlativos al esquema I –debemos escribirlo así, con tres flechas– a nivel del goce, que es de hecho un "demasiado".
 http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/arts/Alcances/images/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.jpg 

Si el goce imaginario que está "en demasiado" continúa existiendo, entonces el Nombre del Padre no es operatorio. Esto quiere decir que menos phi no es operatorio. De hecho, es menos–phi cero. No voy a explicar de nuevo esta construcción de la psicosis en Lacan, pero lo que introduce al mismo tiempo, mientras que lee el caso Schreber, es la idea de la metáfora delirante. No tiene la metáfora paterna normal en el caso Schreber pero, en un momento preciso, se nos revela el hecho de que no está unido al significante del Nombre del Padre, desencadenando su psicosis extraordinaria. Luego de un primer tiempo de perplejidad del mundo –un mundo que antes estaba estabilizado, había llegado a obtener una posición muy elevada como magistrado, su mundo tenía su orden, pero cuando fue solicitado a responder desde el punto de vista del Nombre del Padre, no alcanzó y se desencadenó entonces su psicosis extraordinaria– observamos una suerte de mundo ordenado que se reorganiza a sí mismo. Schreber logró armar progresivamente un mundo vivible. Lacan dice que él no tiene una metáfora paterna, sino más bien una metáfora delirante.
De todos modos, un delirio es simbólico. Un delirio es un cuento simbólico. Un delirio es también capaz de ordenar el mundo. Pregúntense si lo que ordena nuestro mundo no es, en gran parte, delirante. Si lo trasladan al saber científico, esas historias de Dios–todo–poderoso, de padre, madre, etc., los conducen a decir que es un delirio. No diría esto –no osaría–, pero la gente del siglo XVIII osaban en decir que, en efecto, en parte es un delirio. El Campo freudiano es un delirio, no tiene una existencia bien delimitada. Es algo para unas miles de personas en el mundo que hablan del Campo freudiano, pero eso no tiene existencia precisa a decir verdad. Cuando leen a propósito de Mohammed –Dios no permita que yo diga lo que sea contra Mohammed– que se fue solo, que llevaba un mensaje divino y que escribía, ese discurso ordenó a un millón de personas en el mundo. Era un delirio divino. En efecto, la hipótesis según la cual un delirio puede ordenar el mundo no es completamente tirada de los pelos.
Schreber tenía un delirio privado, él no pudo lograr hacer de su delirio un delirio para todos en la Prusia de finales del siglo XIX. Lo tuvo que privatizar. Montó una empresa delirante para él solo. Entonces, pueden tener un orden simbólico delirante.
Del nombre propio al predicado
Debo decir que un su última enseñanza, Lacan está próximo a decir que todo el orden simbólico es un delirio, incluida su propia construcción del orden simbólico. La vida no tiene ningún sentido. Producir sentido es ya delirante. Es una convicción profundamente inculcada en Lacan. En la práctica, cuando comprenden lo que el paciente dice, están capturados por su delirio, por su manera de producir sentido. El trabajo de ustedes, en tanto que clínicos, no es comprender lo que el paciente dice. De esa manera, ustedes no participan de su delirio. El trabajo de ustedes es captar la manera particular, insólita de dar sentido a las cosas, de dar sentido a la repetición de la vida.
Esto introduce un cambio de estatuto para el Nombre del Padre. En los textos clásicos de Lacan, se utiliza el Nombre del Padre en tanto que nombre propio. Cuando preguntamos: "El sujeto, ¿tiene Nombre del Padre o no tiene Nombre del Padre?", utilizamos lógicamente el Nombre del Padre en tanto que nombre propio, el nombre propio de un elemento particular que se llama el Nombre del Padre. Siguiendo la idea del orden simbólico delirante, podemos decir que el Nombre del Padre no es más que un nombre propio sino un predicado definido en la lógica simbólica.
NP(x)
Un elemento tal que funciona como Nombre del Padre para el sujeto. Este elemento es el principio que ordena su mundo. Eso no es el Nombre del Padre, pero tiene la cualidad, la propiedad. Es igualmente muy útil cuando pensamos el hecho de que Schreber llevó una vida aparentemente normal durante cincuenta años. Su psicosis se desencadenó recién cuando tenía cincuenta y un años, durante lo que se llama en medicina el climaterio de la vida masculina. La idea nos ayuda a comprender cómo podía funcionar su mundo. ¿Qué habría pasado si Schreber hubiese venido al análisis antes del desencadenamiento de su psicosis? No había todavía psicoanálisis en esa época, pero imagínense si él hubiera sido tratado por Freud. Quizá antes de los cincuenta y un años ustedes podrían ya haber observado particularidades en la construcción de su mundo que les habría hecho decir que era un psicótico ordinario. Freud no conocía la psicosis ordinaria –es evidente que él conocía muchas otras cosas mucho más importantes–, pero quizá lo que nosotros llamamos psicosis ordinaria es una psicosis que no se manifiesta hasta su desencadenamiento. Es, por ejemplo, una de las maneras de captar el concepto sobre el cual ustedes debatieron.
Entonces, la cuestión se centra sobre el Nombre del Padre en tanto que predicado. Eso quiere decir que es un sustituto sustituido. El Nombre del Padre se sustituye él mismo al Deseo de la Madre, impone su orden al Deseo de la Madre. Y lo que llamamos el predicado del Nombre del Padre es un elemento que es una suerte de make–believe del Nombre del Padre, un compensatory make–believe (un hacer creer compensatorio) del Nombre del Padre, una CMB en la psicosis. ¡Vamos a creer –make–believe– que estamos haciendo un estudio altamente científico! ¡Y deberíamos decir que tenemos la intención de observar y de hacer una lista completa de todas las formas posibles de CBM en la psicosis! De hecho, es más difícil que eso. Es más difícil que este tipo de bromas.
"Un desorden […] en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto."[3]
¿Qué intentamos captar hablando de la psicosis ordinaria? Es decir, cuando la psicosis no va de suyo, cuando no tiene el aspecto de ser una neurosis, cuando no tiene la firma de la neurosis ni la estabilidad ni la consistencia ni la repetición de la neurosis. Una neurosis es algo estable, una formación estable. Cuando ustedes no comprueban –es también una prueba para el clínico– que tienen los elementos bien definidos, bien recortados de la neurosis, la repetición constante y regular de lo mismo–, y cuando no tienen claros fenómenos de psicosis extraordinaria, entonces llegan a decir que es una psicosis, aunque no sea manifiesta sino, por el contrario, disimulada.
Deben entonces darse a la búsqueda de pequeños índices. Es una clínica muy delicada. A menudo es una cuestión de intensidad. Una cuestión de más o menos. Eso los orienta hacia lo que Lacan llama "un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto".[4] Es la frase sobre la cual insisto desde hace años en mis cursos y en las discusiones con mis colegas, en la página 224 del tomo II de los Escritos. En la excelente edición anglófona de Bruce Fink, en la página 466, está traducido por "a disturbance". Esa es una muy buena traducción de desorden. Él no pone trastorno, que habría sido un término del DSM, sino "disturbance": "a disturbance that accuredat the inmost junctureof the subject's sens of life".[5] Y bien, es eso lo que buscamos en la psicosis ordinaria. Ese desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto. "Sens of life" se traduce por "sentimiento de la vida" o "cómo viven ustedes su propia vida". Es muy difícil de analizar ese término. Los psiquiatras intentaron delinear ese "sentimiento de la vida". Ellos hablan de síntesis, de sentimiento general del sujeto, de "estar en el mundo".
El desorden se sitúa en la manera en que sienten el mundo que los rodea, en la manera en la que sienten su cuerpo y en la manera de referirse a sus propias ideas. Pero, ¿qué hay de ese desorden, dado que los neuróticos también lo sienten? Un sujeto histérico siente ese desorden en relación a su cuerpo, un sujeto obsesivo siente ese desorden en relación a sus ideas. ¿Qué es entonces ese desorden que llega a "la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto?" Es algo muy difícil de formular.
Una triple externalidad
Voy a intentar organizar ese desorden en el sentimiento de la vida en relación a una triple externalidad: una externalidad social, una externalidad corporal y una externalidad subjetiva.
Los indicios hay que localizarlos en los tres registros.
1. Una externalidad social
En lo que concierne a una externalidad social, en lo que concierne a la externalidad social en la psicosis ordinaria, la cuestión es la siguiente: ¿cuál es la identificación del sujeto con una función social, con una profesión, con su lugar bajo el sol, como se dice en inglés? El índice más claro se encuentra en la relación negativa que el sujeto tiene con su identificación social. Cuando tienen que admitir que el sujeto es incapaz de conquistar su lugar bajo el sol, asumir su función social. Cuando observan un desamparo misterioso, una impotencia en relación a esta función. Cuando el sujeto no se ajusta, no en el sentido de la rebeldía histérica, o la manera autónoma de la obsesión, sino cuando hay una suerte de fosa que constituye misteriosamente una barrera invisible. Cuando observan lo que llamo un desenganche, una desconexión. Ven a veces sujetos que van de una desconexión social a otra, desconectarse del mundo de los negocios, desconectarse de la familia, etc. Ese es un trayecto frecuente en los esquizofrénicos.
Dije esquizofrenia. Esa puede ser la realidad del sujeto, aunque pueda parecer una psicosis ordinaria, porque no va de suyo. Pero la psicosis ordinaria es, entonces, desde el punto de vista de ustedes. Una vez que dijeron que es una psicosis ordinaria, traten de clasificarla de un modo psiquiátrico. No deben decir simplemente que es una psicosis ordinaria, deben ir más lejos y encontrar la clínica psiquiátrica y psicoanalítica clásica. Si no hacen eso –y ese es el peligro del concepto de psicosis ordinaria– es lo que se llama un "asilo de la ignorancia". Eso se transforma en un refugio para no saber. Si hablamos de psicosis ordinaria, ¿de qué psicosis hablamos?
Pudimos, por ejemplo, constatar esto en el último coloquio de las Secciones Clínicas francófonas [el círculo UFORCA, la conversación sobre situaciones subjetivas de desinserción social en la Maison de la Mutualité el 28 y 29 de junio de 2008] cuando, en el caso de una psicosis ordinaria, un colega –un psicoanalista y psiquiatra– dijo: "es una paranoia sensitiva, en el sentido de Kretschmer". Se trataba de una psicosis ordinaria porque no era manifiesta, pero una vez que ustedes dicen que es una psicosis ordinaria, eso quiere decir que es una psicosis. Y si es una psicosis, entonces puede ser trasladada a las categorías nosológicas clásicas. Tuve la impresión de que mi colega tenía razón, que en ese caso se trataba de una paranoia sensitiva de Kretschmer. El término de psicosis ordinaria no debe darnos el permiso de ignorar la clínica. Es como una invitación a pasarse de ella.
Esto por la identificación social negativa, pero deben también percatarse de cómo se viven las identificaciones sociales positivas en la psicosis ordinaria. Es decir, cuando los sujetos invisten demasiado su trabajo, su posición social, cuando tienen una identificación demasiado intensa en su posición social. Pueden ver entonces, y se ve a menudo, psicóticos ordinarios cuya pérdida del trabajo desencadena la psicosis porque su trabajo quería decir más que un trabajo o una manera de vivir. Tener ese trabajo era su Nombre del Padre. Lacan dice que en nuestros días el Nombre–del–Padre es el hecho de ser nombrado, de ser asignado a una función, de ser nombrado para. El Nombre del Padre hoy es acceder a una posición social. Constatamos, en efecto, que ser miembro de una organización, de una administración, de un club, puede ser el único principio del mundo de un psicótico ordinario. Por ejemplo, hoy tener trabajo tiene un valor simbólico extremo. Las personas están dispuestas a llenarse de trabajos mal pagos solo para tener el valor simbólico de estar en el trabajo. Los gobiernos son suficientemente inteligentes para entender esto claramente y para ofrecerles trabajos miserablemente remunerados. El gobierno francés quiere en este caso extenderlo a los psicólogos y a los psicoterapeutas. Es de esto de lo que hablamos en estos días. Ellos quieren crear una nueva profesión de psicoterapeutas que estaría peor pagada que la kinesioterapia.
Esto por la externalidad social, con la vertiente positiva y negativa de la identificación social.
2. Una externalidad corporal
La segunda externalidad concierne al Otro corporal, al cuerpo como Otro para el sujeto, partiendo del principio de que "no se es un cuerpo, sino que se tiene un cuerpo", como dice Lacan. En la histeria tienen la experiencia de extranjeridad del cuerpo, el cuerpo hace a su antojo. En el cuerpo macho también tienen al menos una parte del cuerpo que hace igualmente a su antojo: el pene, es bien conocido.
En la psicosis ordinaria debe haber algo de más, un desajuste. El desorden más íntimo es esta brecha en la que el cuerpo se descompone y donde el sujeto es llevado a inventarse lazos artificiales para reapropiarse de su cuerpo, para "ceñirse" a su propio cuerpo. Para decirlo en términos de la mecánica, tiene necesidad de una prensa para unirse a su propio cuerpo.
La dificultad reside en el hecho de que todos esos medios artificiales que parecían anormales hace años, hoy son banalizados. Hoy los piercings están de moda. Los tatuajes también. La moda está claramente inspirada en la psicosis ordinaria. Ciertos usos de los tatuajes son un criterio de la psicosis ordinaria cuando perciben que para el sujeto es una manera de ligarse a su propio cuerpo. Este elemento suplementario oficia de Nombre del Padre. Un tatuaje puede ser un Nombre del Padre en la relación que tiene el sujeto con su cuerpo. ¿Cómo lo comparamos con la histeria? No podemos hablar de otro modo que en términos de tonalidad –no tiene el mismo tono– y en términos de exceso, eso excede las posibilidades de la histeria. La histeria está obligada por los límites de la neurosis, está limitada por el menos phi. A pesar de la rebelión y el desasosiego, la histeria está siempre sometida a la obligación, mientras que se siente el infinito en la falla presente en la relación del psicótico ordinario a su cuerpo.
3. Una externalidad subjetiva
No voy a discutir la vida sexual. Luego de la realidad social –el Otro social– y el Otro corporal, les hablaré del Otro subjetivo. Lo más habitual es localizar en esa experiencia el vacío, la vacuidad, la vaguedad en el psicótico ordinario. Pueden encontrarlo en diversos casos de neurosis, pero en la psicosis ordinaria busquen un indicio de vacío o vaguedad de una naturaleza no dialéctica. Hay una fijación espacial de este indicio.
Quisiera también desarrollar la relación a las ideas, pero lo dejaré para la próxima vez.
También deben investigar sobre la fijación de la identificación con el objeto a como desecho. La identificación no es simbólica, sino bien real, porque sobrepasa la metáfora. El sujeto puede transformarse en un desecho, descuidarse al punto más extremo. Digo que es una identificación real porque el sujeto va en la dirección de realizar ese desecho en su persona. Finalmente, puede defenderse de eso con un extremo manierismo. Podemos tener entonces los dos extremos. Puedo referirme acá a la exposición de Pierre–Gilles Guéguen[1] sobre Genet. Recuerdan que Pierre–Gilles Guéguen habló de la identificación no dialéctica de Genet al desecho. Introduciría igualmente una referencia a la exposición de Jean Louis Gault[7] concerniente al partenaire de su sujeto. Él dice que el verdadero partenaire de la vida de ese sujeto no era, de hecho, una persona, sino más bien el lenguaje mismo, y pueden ver en ese sujeto un eco especial de la palabra del Otro. En la neurosis, encuentran también eso, pero en el caso de Jean–Louis Gault tienen algo así como un estigma producido por cada enunciado de esos otros. Y, en efecto, es algo así como una relación fundamental, no a una persona, sino al lenguaje.
Podría ya referirme al caso de Julia Richards que van a escuchar este viernes: "Un dialecto capitalista en el caso de una psicosis ordinaria"[8]. Es un caso donde el sujeto se presenta con una demanda de "encontrar el diez por ciento que le falta siempre para estar sano de nuevo". Ya en esta manera de presentarse pueden ver de entrada que él tiene el sentimiento de no estar sano. Él dice eso en un primer tiempo, luego se le pregunta con una precisión kernbergiana, ¡Kernberg sabe que los afectos representan el cincuenta por ciento! Y bien, ¡este sujeto sabe que tiene necesidad de un diez por ciento más! De hecho, ¡supongo que es americano! Él nos da una precisión con números. En esta primera frase con la que se presenta pueden ver su delirio. El diez por ciento de delirio. "¡Me falta el diez por ciento!" Hay algo que no marcha y él le atribuye un número. "Me falta el diez por ciento de castración". [Risas] No es divertido, pero en las conferencias clínicas la gente se ríe mucho de cosas que no son divertidas. Este sujeto dice también: "¿Por qué habría un Dios bondadoso? Soy afortunado, esto explica esta mortaja funesta, esta paranoia… no debería quejarme tanto", conectado a la referencia a Dios. Es también una pequeña clave, una "mortaja funesta" –esto puede ser dicho por un neurótico romántico–, pero clínicamente, eso se inclina más bien hacia la psicosis. Cuando dice más adelante que "el centro no se sostiene más, todo se divide, es científico", todos esos laberintos de frases parecen tener la misma ausencia en su centro. Julia Richards agrega que "su punto de identificación más sólido, aunque imaginario, está construido con cada fragmento de identificación paterna a su disposición". Esto es completamente característico de la psicosis ordinaria, las identificaciones que son construidas como un popurrí. Pregunté cómo traducir popurrí en inglés antes de la exposición. No conocía esta traducción: "Flotsam and jetsam". Me gusta mucho. ¡Mr. Flotsam and Dr. Jetsam!
Las consecuencias teóricas de la psicosis ordinaria
Tengo la impresión de que las consecuencias teóricas de la psicosis ordinaria van en direcciones opuestas.
Una dirección nos conduce hacia una afinación del concepto de neurosis. Como ya lo he dicho, la neurosis es una estructura particular, no es un fondo de pantalla (wallpaper). Ustedes necesitan ciertos criterios para decir "es una neurosis": una relación al Nombre del Padre –no un Nombre del Padre–; deben encontrar algunas pruebas de la existencia del menos phi –φ, de la relación a la castración, a la impotencia y a la imposibilidad; tiene que haber –para utilizar los términos freudianos de la segunda tópica– una diferenciación tajante entre el yo y el ello, entre los significantes y las pulsiones; un superyó claramente trazado. Si no hay todo esto y otros signos, entonces eso no es una neurosis, es otra cosa.
En una dirección somos conducidos a afinar el concepto de neurosis, pero por otra parte, y es la consecuencia opuesta, somos conducidos hacia una generalización del concepto de psicosis. Lacan sigue esta dirección. Esta generalización de la psicosis significa que no hay un verdadero Nombre del Padre. Este no existe. El Nombre del Padre es un predicado. Es siempre un elemento específico entre otros que, para un sujeto específico, funciona como un Nombre del Padre. Entonces, si dicen esto borran la diferencia de la neurosis y la psicosis. Es una perspectiva que acuerda con "todo el mundo está loco", con "todo el mundo delira a su modo". Lacan lo escribió en 1978. Comenté esta frase en las últimas lecciones de mi curso de este año: "Todo el mundo está loco, es decir, delirante". Ese no es un único punto de vista, pero en un cierto nivel de la clínica es así. Ustedes no pueden funcionar como psicoanalistas si no son concientes que lo que saben, que el mundo de ustedes es delirante –fantasmático, podemos decir– pero, justamente, fantasmático quiere decir delirante. Ser analista es saber que el propio mundo, el propio fantasma, la propia manera de dar sentido, es delirante. Es la razón por la cual intentan abandonarlo, para poder percibir el delirio propio del paciente, su manera de dar sentido.
Bien, soy conciente de haber sido sensato durante una hora y media. Entonces, ¡tengan cuidado con lo que digo!
Preguntas del público
Roger Litten: –Seguí con gran interés lo que usted dijo, particularmente su advertencia sobre "dar sentido". Hay, sin embargo, algo que no hace sentido para mí. Hay casi una contradicción entre dos ejes que usted siguió. Comenzando con la clínica binaria inicial –la distinción entre neurosis y psicosis– y con la emergencia, podemos decir, de la noción de psicosis ordinaria, para llegar a la ampliación o al oscurecimiento de la distinción entre neurosis y psicosis, pero enseguida, del otro lado, pone mucho cuidado en resituar el concepto de psicosis ordinaria en la clínica psiquiátrica y binaria.
Jacques–Alain Miller: –Lo hice así. Dije Neurosis/Psicosis con el espesamiento de la frontera.
N/P
Y luego hice esto…
N/_P
…Retorno a la psicosis.
Roger Litten: –Entonces, de una cierta manera, poco importa el espesamiento de esa frontera, eso debe volver a situarse del lado de la psicosis. Perdóneme por oscurecer lo que usted esclareció. Pero, entonces, la tendencia casi opuesta es aceptar la modificación del concepto de neurosis, en tanto esta se volvería una estructura muy específica. Usted dice de una forma divertida que la neurosis no es un fondo de pantalla (wallpaper). La psicosis es el fondo de pantalla (wallpaper), la neurosis casi dio lugar a una modificación específica del Nombre del Padre contra la posibilidad de la emergencia de la psicosis. Tenemos casi simultáneamente la distinción de la clínica binaria y el oscurecimiento de esta distinción. Me pregunta si hay algo ahí en lo que me pierdo.
Jacques–Alain Miller: –En la neurosis el Nombre del Padre está en su lugar. El Nombre del Padre tiene su lugar bajo el sol y el sol es una representación del Nombre del Padre. Se supone que en la psicosis, cuando se la detecta, y cuando se la construye a la manera lacaniana clásica, tenemos un agujero en ese lugar. Es una diferencia clara.
El Nombre del Padre está ahí (en la columna de la izquierda). El Nombre del Padre no está ahí (en la columna del medio). En la psicosis ordinaria no tienen el Nombre del Padre, pero hay algo ahí, un aparato suplementario.
Podemos decir entonces, y bien, es una tercera estructura. En efecto, a la izquierda, hay algo, y ahí, a la derecha, no lo tienen. En la psicosis ordinaria tienen algo que se ajusta más o menos. En realidad es la misma estructura. Al fin de cuentas, en la psicosis, si no es una catatonía completa, tienen siempre algo que hace posible para el sujeto salirse o continuar viviendo. En cierta manera, el verdadero Nombre del Padre no vale más que eso, simplemente, es un make–believe que conviene más.
Ahora bien, logro tener una clínica binaria, una clínica ternaria, y una clínica unitaria, ¡todo en uno! ¡Como la Santa trinidad!
No todas las psicosis toman la forma de una psicosis desencadenada, explotada. Hay psicóticos que van a vivir toda su vida de psicóticos tan calmadamente como en la psicosis ordinaria. Ustedes tienen psicosis durmientes, como tienen espías durmientes, que no se despertarán jamás. Hay una diferencia entre las psicosis que pueden desencadenarse y aquellas que no. La psicosis es un vasto continente, un continente inmenso. Observen la diferencia entre un buen paranoico, agudo y enérgico, que se construye verdaderamente un mundo para él y para los otros, y el esquizofrénico que no puede salir de su cama. Nosotros llamamos a todo eso psicosis.
Cuando se trata de una paranoia, el make–believe Nombre del Padre es mejor que el de ustedes, es más sólido. Suponemos que cuando reciben a un paranoico en su consultorio, no lo van a clasificar como un psicótico ordinario, porque percibirán la psicosis. Pero, hay algunas, como el tipo paranoia–sensitiva que mencioné antes, que no son claras desde el inicio. Fue recién luego de tres años de análisis que la analista percibió que algo no andaba, que el sujeto construía cada día su paranoia. Están también las esquizofrenias socialmente desconectadas, mientras que los paranoicos, socialmente, están totalmente conectados. Ciertas grandes organizaciones están dirigidas frecuentemente por potentes psicóticos cuya identificación es súper social. El campo de las psicosis es por lo tanto inmenso.
Localizar el desencadenamiento sirve cuando se trata de ese tipo de psicosis, compensado por un CBM. Llega un momento en que el make–believe, el "hacer creer", cae, se rompe. El mundo del sujeto se deshace en ruinas, el desencadenamiento se vuelve entonces manifiesto. Luego, el sujeto puede reorganizarse, sea tan bien como antes, sea con un déficit –del orden de un "no suficientemente bueno"– que desconecta progresivamente al sujeto de la realidad social. Schreber tenía claramente eso. Tenía una identificación compensatoria, y luego de ser ascendido su mundo se dispersó. Después logró ser un buen paciente, según los informes médicos. Pudo continuar sus conversaciones con su mujer y escribir su libro. Se volvió escritor. Luego del desencadenamiento logró restablecerse en una suerte de actividad compensatoria.
La psicosis ordinaria prende con alfileres la existencia de "un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de vida del sujeto". Eso quiere decir que podemos conectar todos los pequeños detalles que aparecen distantes los unos de los otros con un desorden central. Se trata por lo tanto de ordenar el caso. En los casos que se dice borderline, eso no parece ser ni una psicosis ni una neurosis. Nosotros no creemos en eso. La categoría de psicosis ordinaria tiene su origen en la práctica, en dificultades prácticas. Si no reconocen una neurosis, si no ven signos evidentes de psicosis, busquen los pequeños índices. Esta es una clínica de los pequeños índices de forclusión. Por ejemplo, en la breve lista de pequeños índices que les he dado, vemos que una identificación social al trabajo es normal. Pero puede haber ahí una intensidad de la identificación con el trabajo que indica otra dirección. Es una clínica de la tonalidad. Ese es su uso. Pero debe ser reducible a una forma clásica de psicosis o a una forma original de psicosis.
Un participante de Israel: –Esta concepción nos conduce hacia el concepto de sujeto como defensa. Todas las estructuras son de defensa. Pero, ¿defensa de qué? ¿Cuál es el estatuto de eso de lo que nos defendemos?
Jacques–Alain Miller: –No mencioné la palabra "defensa" más que una sola vez. ¡Usted es el que eligió hacer un Nombre del Padre de esta exposición! La idea general es que nos defendemos de lo real, de lo que no podemos volver sensato o que volvemos locamente sensato. Solamente en nuestros sueños pasa que lo que no tiene sentido resurge. Es verdad, los sueños tienen sentido, pero las pesadillas que nos despiertan, nos despiertan generalmente sobre un elemento de no–sentido. Es ahí que tocamos quizá de más cerca la verdad. Es claro que los delirios están construidos alrededor de ese real que no tiene sentido, y fuera de sentido aparece y produce agujeros en el discurso del paciente. Incluso en la presentación de enfermos, en una hora de tiempo, pueden ver esas flechas que Lacan dibujó en el esquema I traspasar el discurso del paciente. El discurso del paciente está tejido alrededor de lo real. Pueden incluso llamarlo una defensa.
Vyacheslav Ysapkin: –Personalmente, partiendo de mi experiencia clínica, encontré que el concepto de psicosis ordinaria era una idea brillante, muy inventiva, pero quisiera justamente informarle de la existencia de algunos antecedentes poco agradables al respecto. Esto atañe al lugar común del que los psiquiatras habían abusado seriamente en la Unión Soviética. Hay un segundo plano teórico al respecto. Estaba la teoría de Andrei Snezhnevsky de base, que comportaba la idea de psicosis con progresión lenta. Esta idea tuvo dos consecuencias sociales. Por un lado, durante esos años soviéticos, los psiquiatras buscaban índices menores. Preguntaban: "¿Cuál es su autor preferido?", si la respuesta era: "Bien, me gusta mucho Kafka", no había para el psiquiatra más dudas posibles sobre el diagnóstico. Así, los disidentes eran considerados como psicóticos por razones evidentes. Como segunda consecuencia, aun hoy, –es específico de la Escuela de Psiquiatría de Moscú, una clínica psiquiátrica en la que trabajé durante años– ellos tratan a los pacientes neuróticos como psicóticos, dándoles grandes dosis de neurolépticos, aunque sean neuróticos, porque el diagnóstico preferido de la Escuela de Snezhnevsky, la Escuela de Psiquiatría de Moscú, era la esquizofrenia con aspecto de neurosis o una psicopatía con aspecto de esquizofrenia.
Jacques–Alain Miller: –Bien. Durante años, yo estuve en contra de la idea de una psicosis no desencadenada, porque me asustaba el abuso de la noción de psicosis durmiente. Pero los hechos clínicos están ahí. Cuando tienen una psicosis que se desencadena, el período que precede es un período de psicosis no desencadenada. Yo estaba entonces a favor de la localización de la psicosis durmiente que podía desencadenarse. Esto era clínicamente necesario. Pero el paso siguiente es el de comprender que ciertas psicosis no van hacia un desencadenamiento: psicosis con un desorden en la juntura más íntima que evolucionan sin ruido, sin explosión, pero con un agujero, una desviación o una desconexión que se perpetúa.
En lo que concierne a la psiquiatría soviética que hacía su diagnóstico sobre la lectura de Kafka, de hecho, lo que se reveló en 1992 si recuerdo bien, ¡era que la Unión Soviética era en sí un delirio! En efecto, ¡eso desapareció completamente! Era una realidad delirante. ¡Fue el sueño de Lenin durante setenta años!
Tomas Svolos: –En la clínica freudiana, con el apego de Freud al Padre y al Complejo de Edipo, la neurosis y las psicosis extraordinarias estaban en el centro de la clínica, por lo tanto, no se podía hacer otra cosa que errar. Me parece que con la clínica de la psicosis ordinaria tenemos una verdadera concepción lacaniana de la psicosis que la extraemos del trabajo de Lacan, lo que produjo claridad sobre la psicosis. Las antiguas fórmulas que habíamos adoptado –esquizofrenia, manía, parafrenia– podemos observarlas en el presente como una suerte de variantes de la psicosis o como un tipo de psicosis, pero la psicosis ordinaria elucidó algo más básico sobre la psicosis. Digo esto a partir del trabajo clínico. ¿Si elegimos una categoría como la esquizofrenia, debemos entender los momentos entre los episodios como signos de una esquizofrenia durmiente, silenciosa o latente, o debemos tomarlo como una psicosis ordinaria? En otras palabras, según mi criterio, pienso que puede haber una noción restrictiva y específica de la psicosis ordinaria a la que Marie Hélène Brousse[9] hizo alusión –la psicosis ordinaria banal, muy estable y bien delimitada–; pero la noción de psicosis ordinaria abre a una teoría más general sobre la psicosis, a partir de la cual podemos articular la estructura específica de la esquizofrenia o de la paranoia. La utilidad del concepto se sitúa en la manera por la cual se amplía nuestra capacidad para conceptualizar la psicosis y hace reflexionar en las vías de estabilización de una manera que no existía en la literatura anteriormente. Leyendo la literatura de los años sesenta o de los años setenta sobre la psicosis; parece que fuera una literatura muy diferente de la literatura de los últimos diez años. Pienso que el proyecto de investigación desembocó en una noción más general de las psicosis.
Jacques–Alain Miller: –Estoy de acuerdo. En lo que concierne a Freud, él no era, evidentemente, psiquiatra. Estudió a Schreber a través de sus obras. Pero hubo un caso de psicosis ordinaria, el Hombre de los lobos. Era psicótico y era una psicosis ordinaria porque estaba lleno de rasgos de la neurosis. El Hombre de los lobos ayudó a Freud a esclarecer la neurosis. Cuando leen a Freud, pueden dudar de su psicosis, pero cuando los siguen en Ruth Mack Brunswick, es difícil dudar. Hace mucho tiempo comenté con mis colegas el caso del Hombre de los lobos durante un año. Algunos decían que era un neurótico, otros decían que era psicótico, y mi placer consistía en dejar eso en suspenso porque estimulaba así un gran interés en muchos comentarios interesantes de mis colegas. Pero de todos modos, el punto de capitón de esta cuestión no está en el libro de Freud, sino en el libro de Ruth Mack Brunswick[10].
Penny Georgiou: –Mi pregunta se relaciona con la eventualidad de poder esclarecer o no algo alrededor del desencadenamiento. Hubo una discusión este lunes a propósito de esas psicosis sobre las cuales uno se preguntaba si estaban desencadenadas o no. Había una pregunta alrededor de la diferencia entre los episodios de descompensación, que son la irrupción del fenómeno, y el desencadenamiento estructural de la psicosis.
Jacques–Alain Miller: –Creo que respondí a la pregunta diciendo que desde el momento que ustedes van por primera vez de una situación de CBM hacia una abertura tal del agujero, y eso continúa sin cesar, tienen ahí un desencadenamiento. Hay "descompensaciones múltiples" cuando se tiene un pattern repetitivo que es compensado sin cesar. Por lo tanto, ahí no hablamos de desencadenamiento. Decimos "desencadenó" cuando eso se produce una vez. Por otra parte, tenemos lo que podemos llamar en términos desarrollistas una "psicosis evolutiva". Tienen psicosis con una ruptura y tienen psicosis con una decadencia cuando es un proceso continuo, una psicosis evolutiva.
Manya Steinkoler: –Usted evocó la sexualidad para no hablar de ella. Habló del Otro corporal y del Otro social. ¿Cuál es la sexualidad de una psicosis no desencadenada?
Jacques–Alain Miller: –Eso no es típico. No tienen vida sexual típica. Ustedes podrían hacer una lista de ciertas experiencias extrañas en la vida sexual. Hemos publicado un libro sobre diversos casos clínicos bajo el título El amor en la psicosis[11], en el que tienen diferentes percepciones sobre la manera de vivir la sexualidad. A veces en los hombres hay un empuje a la mujer a través del acto sexual. A veces tienen lo contrario, una sexualidad que permite reapropiarse de su cuerpo. A veces el cuerpo se fragmenta. No tienen por lo tanto nada específico. Busquen simplemente el desorden en la juntura más íntima del acto sexual y generalmente lo encontrarán.
Un participante: –Tengo una pregunta sobre el desencadenamiento como encuentro con Un–Padre y la generalización de este encuentro en la psicosis ordinaria como siendo cualquier cosa que viene a irrumpir el CMB.
Jacques–Alain Miller: –Cuando hablamos de CMB, se trata de una compensación de la forclusión del Nombre del Padre. Entonces, supuestamente, para desencadenar esta psicosis tienen que tener un elemento que venga a un tercer lugar bajo la modalidad de Un–Padre. Si suponemos que hay forclusión del Nombre del Padre, no tienen que tener necesariamente Un–Padre, pero sí algo que venga a ese lugar tercero en relación al sujeto.
	 
	

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Traducción: Damasia Amadeo de Freda
	 
	Bibliografía
	* Brousse, M.–H.: Quarto 94–95.
* Gault, J. L., Quarto 94–95.
* Guéguen, P.–G., Quarto, 94–95.
* Lacan, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis" (1957–1958), en Escritos 2, Siglo XXI editores, Bs. As., 1989.
* Lacan, J., Escrits, W.W. Norton & Company, 2007.
* Mack Brunswick, R., Suplemente del "Extrait de l'histoire d'une néurose infantile" Freud (1928). L'homme aux loups par ses psychanalistes et par lui–méme, textos reunidos y presentados por M. Gardiner, NRF, Gallimard, Connaissances de l'inconscient, París, 1981.
* Miller J.–A. y otros., bajo la dirección de J.–A. Miller, El amor en la psicosis, Paidós, Bs. As., 2006.
* Richards, J., Quarto 94–95.
	 
	Notas
	1. Conferencia pronunciada al seminario anglófono "Psicosis ordinaria" realizado en París en julio de 2008 y publicada en la revista Quarto 94–95, en enero de 2009 en Bruselas (ECF) y en Freudiana N. 58 en abril de 2010, cuya traducción realizaron Sandra Arís y Catherine Galaman. Agradecemos a la responsable de Freudiana, Gabriela Galarraga, y a las traducciones de la ELP, su colaboración para esta publicación. La traducción que aquí publicamos corresponde a Damasia Amadeo de Freda, tal como fue publicada en la edición impresa de El Caldero de la Escuela, Nueva Serie, Número 14, Buenos Aires, Año 2010. Nuestro especial agradecimiento a Jacques–Alain Miller por su amable autorización para que también sea publicado en esta edición digital de Revista Consecuencias.
2. Lacan, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis" (1957–1958), en Escritos 2, Siglo XXI editores, Bs. As. 1989, p. 513–564.
3. Ibíd., p. 540.
4. Ibíd.
5. Lacan, J., Escrits, W.W. Norton & Company, 2007, p. 466.
6. Guéguen, P.–G., Quarto, 94–95; p. 29–33.
7. Gault, J. L., Quarto 94–95; p. 66–71.
8. Richards, J., Quarto 94–95; p. 104–107.
9. Brousse, M.–H.: Quarto 94–95; p. 10–15.
10. Mack Brunswick, R., Suplemente del "Extrait de l'histoire d'une néurose infantile" Freud (1928). L'homme aux loups par ses psychanalistes et par lui–méme, textos reunidos y presentados por M. Gardiner, NRF, Gallimard, Connaissances de l'inconscient, París, 1981, p. 268–313.
11. Miller J.–A. y otros., bajo la dirección de J.–A. Miller, El amor en la psicosis, Paidós, Bs. As., 2006.

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SIN EL FALO PERO NO SIN LA INVENSIÓN
“La psicosis es un banco de pruebas donde se de-forman gran cantidad de prejuicios, especialmente aquellos que obstaculizan el acto analítico”, Anna Aromí, presentación del tema del Congreso AMP Barcelona, 2018: Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia.
Se trata de un niño de 8 años, el caso de los encajes del libro “Embrollos del cuerpo”, de JAM y otros, Paidós, pág 29. 
El niño expresa: “No tengo lo necesario para defenderme, pero trato de arreglármelas”. Esto es que él no dispone del significante falo, pero se las arregla.
La madre dice que no lo ve bien desde que él tenía tres años, que le gustan los trajes y se los hace con encajes y brillos. Ella teme que sea homosexual, le preocupa que el niño vaya a todos lados con sus disfraces, que se obsesione preguntando qué traje se pone cada día, ya que si no encuentra la idea que le conviene se enoja y solloza.
El niño de entrada manifiesta su saber al modo de un analizante al final de su análisis: “Si me separo de estas cosas no me siento muy bien”.
A los tres años y medio empezó disfrazándose con faldas y a los 7 su disfraz preferido fue el del Capitán Garfio, según él, “porque tiene un babero con encajes, un sombrero con plumas, zapatos con taquitos como mamá, moño rosa, cabellos largos y bigote”.
La mamá, a diferencia del padre, consulta angustiada ante la pregunta que le hizo el niño: “¿Cuándo le tomaré el gusto a la vida?”.
Lacan nos habla de ello en “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, sobre ese desorden que se produce en la juntura más íntima del sentimiento de la vida.
Pierre dice: “Me gusta disfrazarme en femenino”. El Significante encaje está en todos sus disfraces.
 A los tres años, cuando lo operaron de adenoides, recibió de su abuela el regalo de sus muñecas vestidas con encajes. 
Pierre describe con precisión que queda a merced de su confusión y miedos cuando no está disfrazado: “Cuando no tengo mis disfraces no sé quién soy, no encuentro una idea sin mi traje. Por eso voy disfrazado en mi cabeza”.
Cuando en una ocasión la analista le preguntó si el objeto que traía entre sus manos formaba parte de su disfraz, él hizo una crisis de asma, pues no se sintió sorprendidamente descubierto, sino desnudado por ella.
En el transcurrir de la cura, su personaje preferido es Jorge XIV, es su secreto, su propia invención. 
Él había leído sobre Luis XIV, el más rico Rey destacado por sus encajes. 
Dice que Jorge XIV es el Rey de los niños. Él, con ese disfraz se relaciona con los chicos de su escuela, redacta la carta de los niños con la regla de no llorar delante del Rey.
Luis XIV fue su apoyo para inventarse su propio personaje: Jorge XIV. Se reconoce en Jorge XIV. Con ironía se arma este disfraz, y no se confunde con el personaje, no se las cree. 
El psicoanalista Jacques-Alain Miller dice que este niño tiene una idea clara de lo que es un semblante, de la cosa que se manipula para poner distancia a los problemas que tiene cuando está delante del espejo donde ya no sabe más quién es, donde tiene la impresión de que una bruja lo mira a través de sus propios ojos. 
El niño instrumenta al Significante sin engañarse con él. Así se lo dice a su analista: “Me disfracé en mi cabeza”.
De allí que los encajes no son usados como fetiches. Él tomó los encajes de las muñecas de su abuela.
Comenzó a disfrazarse con encajes a partir de las muñecas que le regaló su abuela, cuyos vestidos abultados y ostentosos se convirtieron en el Significante de la riqueza, ya que los pobres no suelen vestirse con encajes. 
La riqueza de la corte monárquica y los trajes ostentosos de las muñecas de su abuela son COMO una significación fálica, donde los ricos tienen a diferencia de los pobres. 
Jorge XIV es un Significante Amo, pero especialmente es su invención, lo que le permite reordenar su mundo vital y relacionarse con los demás, sus compañeros de la escuela.


Jacques-Alain Miller y otros, Embrollos del cuerpo, página 29, Editorial P

Taller clínico sobre nuevas parentalidades: Bernacchia Liliana, Carignano Cecilia, Ercoli Irene, Tendill Graciela, Giraldi Graciela (Responsable)
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LECTURAS DE LO CONTEMPORÁNEO / ACTUALIDAD DE LA CLÍNICA
Apasionados por el cuerpo

María del Carmen Arias

Las pasiones son tema de interés para el psicoanálisis y es a partir de J. Lacan que se conciben como un nudo entre pensamiento y afecto y no como una oposición. En la práctica clínica el tratamiento de las pasiones se encuentra presente.
Hay una transformación de las pasiones a lo largo del tiempo que ha incidido en cómo los jóvenes viven la sexualidad.
Éric Laurent nos habla de dos tipos de pasiones: las pasiones del ser o pasiones del lazo con el Otro y las pasiones del objeto a.[1]
Las primeras responden a la pasión del significante en el momento en que J. Lacan define al sujeto del inconsciente como falta en ser. Esto va a originar una pasión del ser que se irá a buscar en el Otro. Posteriormente la concepción del parlêtre considerado como un sujeto que además tiene un cuerpo permitirá una lectura renovada.
Las pasiones del objeto a toman su valor luego de que el Ideal se debilita y como lo señala J.-A. Miller “hay un ascenso al cielo social, socielo, del objeto a”.[2]
Actualmente no abundan los grandes ideales y el cuerpo ha pasado a ser objeto de pasión del que se ocupan los distintos discursos, entre ellos el psicoanálisis. La pasión por el cuerpo ha desplazado la pasión por el ser, y reenviaría a una nueva relación en la vida sexual en los jóvenes.
Tomaré dos referencias de épocas distintas, “El despertar de la primavera”,[3] obra teatral clásica, y la música en una de sus manifestaciones populares actuales. Me refiero a Maluma, el artista colombiano de la música urbana de mayor impacto en Latinoamérica.
Frank Wedekind escribió “El despertar de la primavera” en 1891. Fue algo escandaloso para esa época ya que toca temas relacionados con la sexualidad. En las habituales reuniones de los miércoles de la sociedad psicoanalítica de Viena, en 1907, se realiza un tratamiento de esta obra y es S. Freud quien reconoce que “es meritoria” (...) “es un documento de la historia de la civilización”.[4]
Los personajes de este drama son un grupo de adolescentes entre 14 y 15 años de edad, quienes van planteando a lo largo de tres actos los deseos, intereses y conflictos típicos de esa etapa. La sexualidad, el amor y la muerte entrecruzarán sus vidas.
Vemos surgir en el desarrollo de esta obra manifestaciones de una severa represión, falta de información, secretos, pudor, vergüenza, autoridad encarnada en los padres y la escuela. Cuestiones que ya no operan como entonces.
J. Lacan se refiere a esta obra y habla de la primavera al igual que Wedekind para referirse a la pubertad, pero además habla del despertar de los sueños. Estos tienen un valor de suma importancia para el sujeto y Lacan[5] afirma que los muchachos no tendrían ninguna relación con las muchachas si no tuvieran los sueños para guiarse. Los sueños de cada uno están relacionados con la posición fantasmática. Los personajes tienen largas conversaciones acerca de los mismos, buscan respuestas que den sentido, hay una pasión del lazo con el Otro.
Sobre el final de la obra, que tiene lugar en un cementerio, aparece un personaje, el hombre enmascarado. Lacan se refiere a él como aquel que marca un camino, como uno de los Nombres del Padre. Orienta en una posición sexuada y deseante a Melchor, uno de los personajes, a quien alienta a salir del cementerio, ofreciéndole la posibilidad de mostrarle el mundo.
Decimos que a pesar de ser una obra antigua mantiene su vigencia, se la sigue representando en teatro y comedias musicales. Pone en escena la respuesta que cada uno va encontrando frente a lo traumático de la sexualidad, al despertar sexual. Por eso hablamos de un clásico.
El despertar no tiene que ver con los cambios hormonales ni con la aparición de los caracteres secundarios que sí tienen un efecto al modificar la imagen del cuerpo. No representa un problema de ilustración sexual que podría ser distinto en cada época.
El despertar surge como efecto de un encuentro con lo real del sexo, irrupción que desestabiliza el anudamiento del cuerpo real y la imagen en la medida en que obliga a una nueva definición sexual. Es un verdadero traumatismo, troumatisme[6] frente al cual cada uno inventa su propia respuesta sin que haya una ley universal.
 
Otros modos de vivir la pulsión:
Pasemos a Maluma[7], cabe preguntarnos sobre la clave de su éxito, quisiera detenerme en la letra de alguna de sus canciones:
En “Felices los 4” nos dice: “aunque de a ratos te vayas con otro, somos ajenos y así nos queremos, y lo hacemos otro rato”.
La canción “Desde esa noche” en su estribillo dice: “desde esa noche te extraño en mi habitación, creo que puedo caer en una adicciónpero me da miedo enamorarme de ti”.
“Borro casete” plantea una queja masculina: “como me dices que no te acuerdas como mi cuerpo te calienta, y ahora me dices que borro casete”.
“La curiosidad” afirma “no quiero ser tu hombre solo matar la curiosidad, evitemos el contacto, yo sé tu punto exacto”.
Nos encontramos con la propuesta de una relación con el objeto de tipo adictiva, donde el circuito pulsional parece acortarse en su trayecto. El lazo con el Otro no contempla el amor, más bien aparece una búsqueda de exclusión del Otro de los medios de goce. Se pretende una relación inmediata con lo que hace gozar el cuerpo independiente del significante y hasta de los sentimientos.
En la actualidad el fantasma ya no orienta como antes. La caída del padre y la desregulación del goce propios de la época hacen que haya una desorientación en las relaciones sexuales. El marco del fantasma a través del cual se percibe la realidad es el velo que cubre lo real de la sexualidad. Habría un intento de abolir la ventana para lograr ver todo absolutamente, la sexualidad parece volverse a la carta. No hay un fantasma que muestre “la soldadura invisible entre la pulsión y su objeto”[8], al decir de S. Freud.
Esta pasión por el cuerpo es lo que podemos llamar pasión del objeto a como asexuado. Una nueva relación con la sexualidad, que estaría como cortada de todo encuentro con un Otro. Como si se pudiera transformar el cuerpo en una maquina de gozar y detentar el goce.
Los jóvenes se presentan desorientados y empujados a gozar. J.-A. Miller[9] nos habla del estilo de las relaciones sexuales en los jóvenes: desencanto, brutalización, banalización. Acentuando una vacuidad semántica frente a una furia copulatoria.
En la experiencia de un análisis solemos encontrarnos con un cuerpo habitado por el silencio pulsional, un cuerpo que no habla a nadie. Se trata entonces de dar lugar a un cuerpo hablante a partir de su relación con el inconsciente.
Observamos que las relaciones sexuales se presentan como tratando de abolir el lazo del amor o del deseo. Sin embargo el goce no deja de estar presente, por eso nos ocupamos del cuerpo.


NOTAS
1. Laurent, É., Los objetos de la pasión, Tres Haches, Bs. As., 2004.
2. Miller, J.-A., Una fantasía, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 3, Grama ediciones, Bs. As., 2005.
3. Wedekind, F., El despertar de la primavera, Letra Viva, Bs. As., 2017.
4. Wedekind, F., El despertar de…, Intervención de Sigmund Freud sobre El despertar de la primavera. Apéndice, op. cit., p. 111. 5.         Lacan J., El despertar de la primavera, Intervenciones y textos 2, Manantial, Bs. As.,1988
6.         Troumatisme, juego de palabras en francés entre traumatisme (trauma) y trou (agujero).
7.         https://es.wikipedia.org/wiki/Maluma
8. Freud S., Las aberraciones sexuales, Tres ensayos de teoría sexual, (1905), Obras completas, Tomo II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1948.
9. Miller, J.-A., El inconsciente y el cuerpo hablante, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N°17, Grama ediciones, Bs. As., 2014.

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La adolescencia encorsetada bajo cuarentena.


Por Graciela Giraldi, Octubre 2020


El ininterrumpido confinamiento en Argentina, desde marzo pasado, decretado por las medidas sanitarias gubernamentales ante la pandemia del Coronavirus, encorseta los cuerpos de los adolescentes, redoblando el traumatismo estructural del despertar sexual, ese que lo saca del sueño de su niñez para confrontarlo bruscamente a lo sexual, sin contar con un manual de saber sobre ello, sencillamente porque no existe tal saber.

En el siglo XXI, ese sacudón que afecta al cuerpo resulta de mayor impacto en una cultura donde impera la imagen, las ideologías de género, el orden superyoico de ser feliz y de gozar sin límites, licuándose los lazos amorosos y los propios sueños, lo que dificulta la solución de cada adolescente que es la de poder hacer una experiencia de vida diferente a la que sus padres esperaban de él o ella.

En esa perspectiva del síntoma-solución, la adolescencia es el tiempo lógico de elegir ser hombre o mujer, estudiar tal cosa, un oficio, un deporte, un objeto de amor como partenaire.

Aunque, hoy por hoy, dichas soluciones de los adolescentes han quedado desprotegidas por el aislamiento social.

Y si bien los adolescentes se manejan como pez en el agua con internet para conectarse con los demás, ellos mismos testimonian de que no es lo mismo relacionarse con sus amigos mediante video-llamadas que sentir la risa y el abrazo de ellos, o simular virtualmente hacer un deporte que jugarlo con los compañeros de carne y hueso, o hacer teatro en soledad que compartir esa experiencia presencial de actuación con su grupo de teatro, o aprender contenidos escolares por medios virtuales que hacer la experiencia del aprendizaje en el aula con sus compañeros y maestros. Especialmente, que no es lo mismo ver por la pantalla a quien te gusta que mirarse a los ojos y sentir mariposas en el estómago y el corazón latiendo a galope desbocado.

De modo que si el adolescente se encuentra en un tiempo crucial para realizar sus propios sueños y habitar la nueva casa del cuerpo que tiene, esa experiencia vital queda amenazada cuando se le pone un corset que lo inmoviliza bajo el mandato superyoico de "Quédate en tu casa encerrado, no propagues el virus"

¿Dejarán los adolescentes que maten sus sueños o los reforzarán inventando sus propias salidas sintomáticas?

Sabemos que la batalla viral humana la dan los jóvenes, confiamos en sus invenciones.




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Pequeña reflexión sobre síntomas actuales.

Por Gazagne Maricel


En la Conversación del miércoles pasado (ERINDA 14/10/20) a partir de una viñeta clínica presentada por Lorena Compiano, y de la exposición realizada por María del Carmen Arias sobre “Adolescentes apasionados por el cuerpo”, se mencionó un fenómeno japonés muy singular: "Hikikomori" y "Futoko", a propósito del confinamiento actual. 
 
S. Freud, ya nos anticipaba en su texto "Inhibición, síntoma y angustia" acerca de esa doble cara del síntoma: expresión de un malestar subjetivo pero a la vez cumpliendo una satisfacción pulsional; y que Jacques Lacan ubicó como el aspecto funcional del goce del síntoma. 
Desde la perspectiva psicoanalítica, la adolescencia es el tiempo lógico de la solución síntoma, como pudimos extraer del síntoma epistémico del analizante embarcado con pasión en su aprendizaje escolar.

Considerando que el aislamiento preventivo se volvió obligatorio a nivel mundial producto de la Pandemia viral (2020) las consecuencias del confinamiento en la subjetividad de los jóvenes se están expresando en depresiones, adicciones a la pantalla, a la comida, a los tóxicos, abulias, etc 

Sin embargo "para Japón, el confinamiento no es algo nuevo. Desde hace años, el gobierno ha lidiado con un extraño fenómeno conocido como hikikomori, en el que cientos de miles de adolescentes y adultos se encierran en sus hogares por meses, e incluso años, retrayéndose por completo de la sociedad.

El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón define al hikikomori como una condición en la cual las personas afectadas se niegan a abandonar la casa de sus padres, no trabajan o van a la escuela y se aíslan de la sociedad y la familia en una sola habitación por un período superior a seis meses.

A menudo, los hikikomori comienzan como futoko, niños que se niegan a ir a la escuela".

Los japoneses nos llevan la delantera en ciertos síntomas sociales y en este caso el empuje al goce sin el Otro y el individualismo extremos conlleva al confinamiento voluntario y al corte de lazo social de todo tipo.  Este fenómeno muestra que del confinamiento extremo también se goza.

¿Nos encontramos con modernos ermitaños?


Referencias Bibliográficas:
- S. Freud. Inhibición, síntoma y angustia, 1926, Obras Completas
- Coronavirus:quienes son los hikikomori, los japoneses que deciden vivir confinados. LA NACION. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/coronavirus-quienes-son-hikikomori-japoneses-deciden-vivir-nid2361824 Mayo 2020.

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Gabriela Duguech, “Niños trans y flia”, escrito de nuestra invitada a la última Conversación del Seminario Clínico de ERINDA, el miércoles 28 de octubre próximo



SEXUACIÓN Y FAMILIA ¿QUÉ NOS ENSEÑAN LOS NIÑOS TRANS?

Duguech, Gabriela Facultad de Psicología y Facultad de Filosofía, Universidad Nacional de Tucumán. Argentina 


Tanto Freud como Lacan piensan la sexuación poniendo un sexo en relación al otro, es decir no podemos dejar de lado la condición de amor que los vincula ni la orientación sexual en la elección del partenaire. Esto parece eludirse en los testimonios que se orientan sólo por el género, lo que deja el futuro del sujeto, tratándose de niños, en suspenso y sin recursos respecto a la elección de goce, que se plantea acuciante en la pubertad y más allá. La ciencia ofrece frenar el desarrollo y luego operar. En Argentina, la ley de identidad de género del 2012 ha modificado potencialmente las soluciones que se ofrecen a los niños y niñas ante las dificultades y sufrimientos, a veces extremos, que conllevan para estos y sus familias la asunción del sexo de nacimiento. En algunos casos se producen catástrofes subjetivas. Tomaremos tres casos, David, Nanci y Lulú como ejemplos para aportar luego algunas reflexiones para continuar investigando. Palabras clave Sexuación, Constitución subjetiva, Niños trans ABSTRACT SEXUATION AND FAMILY. WHAT DO WE LEARN FROM THE TRANS CHILDREN? Both Freud and Lacan think of sexuation by putting one sex in relation to the other, that is to say we can not leave aside neither the condition of love that links them, nor sexual orientation in the choice of partner. This seems to be avoided in the testimonies that are oriented only by the gender, that leaves the future of the subject, being children, in suspense and without resources with respect to the choice of jouissance, that arises pressing in the puberty and beyond. Science offers to slow development and then operate. In Argentina, the gender identity law of 2012 has potentially modified the solutions offered to children facing the difficulties and sufferings, sometimes extreme, that lead them and their families to assume the gender of birth. In some cases, subjective catastrophes occur. We will take three cases, David, Nanci and Lulu as examples to provide some reflections to continue investigating. Key words Sexuation, Family, Trans children Este trabajo es producto de un curso “Clínica de las mujeres” que hemos dictado en Tucumán en mayo de 2017 en el Instituto Oscar Masotta y mi tesis sobre los tiempos de constitución subjetiva, en curso de escritura. Sigmund Freud fue cuestionando cada vez más la construcción de su teoría del Edipo femenino hecho a imagen y semejanza del Edipo masculino. En distintos artículos fue rectificando la idea de simetría y complementariedad entre los sexos, considerando que había que tener en cuenta en el desarrollo libidinal de la niña, el largo periodo del lazo a la madre sin el cual no podía entenderse las dificultades futuras de la mujer, por ejemplo sus inhibiciones mucho más acentuadas que en el hombre. En la constitución de la niña como sujeto hay elementos comunes pero también disímiles. Comparte con el niño el punto de partida de la madre como objeto primordial de la que hay que separarse. Ambos no se interesan por la diferencia sexual de entrada, se consideran provistos de falo (teoría universal del falo) y no admiten ninguna evidencia práctica que ponga en cuestión esta posesión imaginaria (ambos atribuyen la ausencia de pene a una falta contingente provocada por un castigo o a un crecimiento que está por venir). La falta al principio está ligada a la ausencia de la madre como tal o a la ausencia de su amor, no a una falta que podría marcarla. Ella está completa y esto marca un primer tiempo de la constitución subjetiva donde la madre no aparece como deseante sino como deseada. Es ante la advertencia de una falta fálica en la madre que aparece la angustia neurótica propiamente dicha y se constituye la neurosis infantil alrededor de una pregunta ¿Qué quiere mi madre? Lacan sostiene en Ideas directivas para un Congreso de sexualidad femenina, que la falta en ser propia del ser humano deseante se inscribe necesariamente a partir de la falta en tener. Y tanto en Freud como Lacan esta falta se inscribe primero en el Otro para que sea efectiva en el sujeto. En este sentido, ninguno de los dos puede sostener un desarrollo libidinal y que lleve a la sexuación como endogénico basado en una dinámica biológica predeterminada y universal. El desarrollo del niño y de la niña como seres sexuados está comandado por lo que ocurre en la estructura simbólica y lo que allí se inscribe o no. Ahora bien, esto no implica una negación del cuerpo para el psicoanálisis, sino ponerlo del mismo lado que el sujeto como efecto de determinaciones inconscientes. Lacan lo sostiene así en el artículo antes citado, cuando dice que el corte pasa no entre psique y soma sino entre sujeto y organismo. Un paso más La neurosis cuestiona las evidencias naturales, abre la pregunta por la identidad sexuada, especialmente la histeria con su pregunta ¿soy hombre soy mujer? Pero no permite una resolución de lo 270 femenino en tanto conserva un goce asexuado que se satisface en el síntoma. La niña podrá dirigirse al padre para buscar en él lo que ella no tiene, el hombre podrá tomar más tarde su relevo pero heredará los conflictos de una prolongada relación con el padre. Lacan adelanta ya en “Ideas para un congreso sobre sexualidad femenina” a lo femenino como algo distinto al eje falo-castración: el hombre puede ser relevo para que la mujer acceda a la Otra que ella es para sí misma como lo es para él. En este sentido, anticipa la solución femenina como heterogénea a la salida por el falo, de la cual la maternidad sería su vía privilegiada al buscar en el niño el equivalente simbólico al falo que falta. Esta última es la solución freudiana. Con Lacan: más allá de la identificación, la sexuación, posiciones de goce Oscar Zack sostiene que las famosas sentencias lacanianas “La mujer no existe” o “no hay relación sexual” tienen una profunda raigambre freudiana. Lo verdaderamente innovador en Lacan es el no-todo del lado femenino que construye en las fórmulas de la sexuación, un goce más allá del falo: Otro goce (Oscar Zack, 2016:97). Se mantiene el falo como ordenador simbólico de la identificación sexuada en su inscripción inconciente y se agrega para ambos sexos la relación con el no-todo del goce femenino. ¿Cómo incide esto en la constitución subjetiva y sus tiempos? Tanto Freud como Lacan piensan la sexuación poniendo un sexo en relación al otro, es decir no podemos dejar de lado la condición de amor que los vincula ni la orientación sexual en la elección del partenaire. Esto parece eludirse en los testimonios que se orientan sólo por el género lo que deja el futuro del sujeto, tratándose de niños, en suspenso y sin recursos respecto a la elección de goce, que se plantea acuciante en la pubertad y más allá. La ciencia ofrece frenar el desarrollo y luego operar. En algunos acasos se producen catástrofes subjetivas. Tomaremos algunos casos como ejemplo. Operaciones Una discípula de Freud, Marie Bonaparte, se anticipó a los tiempos actuales creyendo encontrar en las cirugías la respuesta a la pregunta freudiana sobre ¿Qué quiere una mujer? para acercar el clítoris a la vagina, corrigiendo mediante una operación quirúrgica el cuerpo femenino supuestamente poco favorable en su anatomía para el goce. La operación de reasignación de sexo fue una respuesta que apareció más tarde (años 50) como solución ofertada por la ciencia al enorme sufrimiento de algunos sujetos en relación a su sexo y ante la certeza de habitar un cuerpo equivocado. El sexo no es sólo una realidad anatómica (que incluye lo genético y endocrino) sino que es un dato de nuestra inscripción simbólica en la familia y en la sociedad. Prueba de ello es su necesaria inscripción legal y discursiva. En principio, de esta última son responsables los padres: eligen un nombre para su hijo o hija y se dirigen a ambos de una manera diferenciada que en la lengua oral no ha cambiado, aunque en la escritura se imponga para algunos reemplazar con una arroba el género gramatical de los sujetos a los que nos dirigimos. La ley como institución simbólica se transforma con las mutaciones de la subjetividad contemporánea. En argentina, la ley de identidad de género ha modificado potencialmente las soluciones que se ofrecen a los niños y niñas ante las dificultades y sufrimientos, a veces extremos, que conllevan para éstos y sus familias la asunción del sexo de nacimiento. Para el psicoanálisis, esto implica un delicado y complejo proceso de subjetivación que comienza en la infancia, se verifica en la pubertad y se decide en la adolescencia cuando nos confrontamos a un nuevo goce, diferente al infantil, a la elección de objeto y a la separación definitiva de la familia respecto a la elección de goce y la responsabilidad subjetiva que esta conlleva. Este camino de constitución sexuada implica tiempos lógicos para cada sujeto y su familia que priman sobre los tiempos cronológicos que se pretenden homogeneizar, dando por hecho que a los dos años un niño o niña ya sabe reconocer su género. A cierto nivel sí coincide con el tiempo en que se estabiliza un yo como formación imaginaria que coagula una primera forma de identidad a partir de una asunción de una imagen. Pero este efecto no se produce siempre en tiempo y forma porque justamente depende de operaciones simbólicas que se producen en otro registro: el registro simbólico donde se inscribe el deseo como deseo del Otro. El estadio del Espejo nos enseña que sin este sostén no hay unificación posible del cuerpo, este no se percibe jubilosamente como propio ante el otro sino que es fuente de angustias de fragmentación y sentimientos de extrañeza. Hay constituciones subjetivas que a falta de imagen especular suplen esta falla estructural con “identificaciones como si” a veces pueden darse muy tempranamente como lo conjeturamos en Luana. Su mamá advierte en su testimonio que estas soluciones son frágiles y se preocupa con razón por el futuro de su hija. David, Nanci, Luana Elijo tres casos para mostrar la diferencia de destino del sujeto cuando en los avatares de su constitución se producen para ellos y sus familias grandes sufrimientos relacionados con la identificación sexuada, a los que se ofrecen soluciones muy distintas con consecuencias catastróficas para el primero. En los tres inciden los estudios de género, su presencia en la cultura y en las decisiones que oferta la ciencia, de distinto modo en cada uno. En el último caso, Luana, también incide la existencia de una Ley de identidad de género que permite cambio de identidad registral sin recurrir a la justicia con todo lo que ello supone. La escucha psicoanalítica de orientación lacaniana se hace presente en el caso de Nanci y demuestra los importantes efectos que produce en el sujeto antes de su operación de reasignación de sexo y por lo tanto en su vida post operación. David Reimer, es varón transexualizado por decisión de los padres que desesperados ante un accidente en la circuncisión en que es dañado su pene y conocedores de los estudios sobre género del Psicólogo John Money le consultan sobre su hijo. Aquél les aconseja someter al niño a una cirugía de reasignación sexual que transformaría el pene en vagina y a partir de allí el niño tendría que ser educado como una niña. (Sarmento, 2014:445) Luana es el nombre que elige esta niña trans a los 4 años ante su padre, es el nombre de una compañerita de jardín. Nacida Manuel, melliza de un hermanito también varón, Federico, fue la primera niña en Argentina y en el mundo en serle reasignada una identidad 271 femenina “auto-percibida” como tal y reconocido su derecho a reasignación de nombre y DNI “sin patologizar” su condición, tal como lo establece la Ley de identidad de género que rige en Argentina desde mayo de 2012. Antes del nacimiento de Luana ya aparecen elementos angustiantes para la madre: el temor (fantasma) de ser abandonada por el padre de los niños que van a nacer, como ya lo hizo su propio padre y el padre de Luana con sus otros cuatro hijos. Durante el embarazo se presentan problemas debido al síndrome de transfundido-transfusor por el que uno de los bebés corre peligro de vida. Desde el nacimiento, los mellizos Manuel (futura Luana) y Federico se muestran muy distintos: a Manuel no lo pueden calmar “llorabas mucho y dormías muy poco…algo no te dejaba en paz… sorprendían tus ojitos profundamente tristes”. Después del primer año “llorabas por cualquier cosa, Papá se enojaba y no quería jugar con vos porque en lugar de reírte te ponías a llorar” (Mansilla, 2015: 25-26). Ante una película que les ofrece ver su madre, la Bella y la Bestia, Manuel repetía los movimientos y cantos de Bella frente al televisor “deslumbrado por la princesa”. No dormía de corrido toda la noche, sólo aceptaba un peluche para jugar. Comenzó a buscar en el placard de la madre remeras de ella y le pedía que se las pusiera “si no las encontraba lloraba durante horas con profundo dolor” (Mansilla, 2015: 27). La madre consulta con el pediatra quien la deriva al neurólogo infantil que luego de una polisomnografia descarta causa orgánica y lo deriva a un psicólogo por “problemas de conducta”. Luego de un tiempo consultan con una psicóloga, que con razón dirá la madre que no la escucha. Antes de este primer tratamiento Manuel se despertaba de noche gritando, de día no tenía paz y la madre no lograba entenderlo (Mansilla, 2015: 28). Comenzó a caerse el pelo a mechones por lo que lo llevan a un dermatólogo que indagó posibles causas en la familia: mudanza, separación, fallecimiento cercano… a los 20 meses Manuel comienza a hablar y dice “Yo nena, yo princesa”. Los padres le respondían no sos nena sos un nene y aparecían comportamientos autodestructivos cada vez peores: “te golpeabas la cabeza contra la pared, te tirabas el pelo, te mordías. Concurre la madre sola a la entrevista con la primera psicóloga que decide “aplicarte un método correctivo y afirmar tu masculinidad” (Mansilla, 2015: 30) sacando todo lo que esté al alcance que sirva para vestirse de nena y que se trasmita al resto de la familia. Los padres acatan pensando que mejoraría el ánimo de M pero ante los gritos, la madre siente que “no te estaba sacando la ropa te estaba sacando la piel”. Pasaron 6 meses de tratamiento, los padres se preguntan qué hacían mal para que todo vaya peor. M mentía, disimulaba, se escondía, seguían las pesadillas. Dice Gabriela que la Psicóloga no cambió su postura “de encaminarte a ser un nene por obligación (Mansilla, 2015:33). Los padres a instancias de una tía ven un documental de NatGeo en que aparece una nena transgénero de USA y sus padres, la nena declara “Me llamo Josie soy una niña y tengo pene” y ambos dicen “eso tiene, eso es”. Luego se lo comentan a la psicóloga llevándole material sobre el tema al que ella no considera y sólo devuelve esta pregunta ¿Qué pasa en tu casa Gabriela?” (Mansilla, 2015: 37) Finalmente, luego de consultar a una segunda psicóloga que reconoce no saber qué le pasa a Luana, como la misma niña pide que la llamen, llegan al servicio del Hospital Durand donde les confirma la psicóloga Valeria Pavan que se trata de una niña trans. Este servicio trata a la madre, la niña y el hermano e interviene en el primer jardín para que acepten la identidad de género con que la niña quiere ser reconocida, el libro termina con la conquista fruto de dos años de lucha por la obtención del DNI y Luana a punto de entrar a la escuela primaria. Es evidente que el reconocimiento legal de la “identidad auto percibida” y el proceso que lleva, apacigua los sufrimientos a esta niña trans y en parte a su familia, mientras reciben tratamientos psicológicos de especialistas en el tema de reasignación de género, mucho mejores sin duda que un primer tratamiento conductista que busca sólo censurar sus comportamientos extraños. Pero Luana no deja de demandar, y ante episodios conflictivos con otros nenes, incluso de retroceder en su identificación. No deja de preguntar a su madre luego de conseguir el DNI si las nenas tienen pene y mostrar su rechazo por él. La madre advierte que aquí hay un peligro y un futuro difícil que ella está dispuesta a acompañar, mientras tanto se refugia en la escritura sobre su hija que trajo sentido a su vida (Mansilla, 2015: 118). Nanci, caso atendido por Oscar Reymundo, es una joven mujer que se prepara para la operación de cambio de sexo y consulta porque “no quiero empezar una nueva vida con esta angustia que me saca el sueño y los sueños”. La angustia se desencadena cuando una amiga trans se suicida luego de que su pareja hombre le dijera que buscaba una mujer para casarse. Luego de un tiempo de tratamiento se pregunta Nanci ¿será que alguna vez encontraré un hombre que me ame como mujer? (Reymundo, 2014:138) Esta pregunta abre un tiempo de comprender sobre el amor y sus secretos que el analista busca ampliar pero finalmente Nanci no acepta posponer la operación. Sin embargo, se lleva algo de sus 14 sesiones de análisis: si bien podía corregir su anatomía para subsanar “el error de nacimiento” la incerteza sobre si podía ser aceptada con su historia por un hombre que la amase, eso no encontraría solución en una ley de identidad de género. Si bien la ciencia le permitía una corrección para no sentirse “una aberración”, sabe que “la vagina no hace a una mujer porque los sentimientos de una mujer no están en la vagina”. Logra ver “otra película” respecto a ella misma y su familia: si bien no se va a morir (intentó suicidarse por una decepción amorosa con un hombre a los 17), si no encuentra un hombre que la ame “sería triste porque una mujer sin amor se marchita. Veo esto en mi familia y en muchas mujeres y no quiero esto para mí” (Reymundo, 2014: 139). Un tiempo después, el analista se entera que Nanci se ha operado, vive en otra ciudad, trabaja y sigue en la militancia GLTB. Cuando era niño como luana también sentía extrañeza ante su órgano y cuando se dirigían a él como varón. Para seguir investigando Luego de introducir algunas conceptualizaciones sobre la constitución subjetiva del lado femenino en Freud y Lacan y exponer brevemente los sufrimientos suscitados al sujeto y su familia a raíz del proceso de sexuación que he trabajado desde una perspectiva psicoanalítica y con la orientación lacaniana, concluyo que no es sin la familia quien inscribe simbólicamente al niño, trasmite deseo y aloja o no una singularidad de goce, que un niño o niña constituye su devenir sexuado. La familia además está atravesada por el discurso de la época, la de David, que nace en los 60 donde están 272 surgiendo los discursos de género en un contexto conductista que cree que el sujeto es un objeto que se puede malear a voluntad. Nanci, nacida a fines de los 80 y atendida en Brasil por un analista de la orientación lacaniana, a pesar de no ceder ante la operación de reasignación de sexo, sí la puede afrontar de un modo favorable elaborando la femineidad que no pasa por tener o no una vagina y articulada al amor como deseable pero a la vez contingente, puede además conquistar una independencia de su familia de un modo no traumático como lo intenta en su adolescencia. Finalmente Luana, la primera niña trans en conseguir su DNI, parece apaciguarse con el proceso de dos años que lleva obtenerlo, mientras tanto recibe tratamientos psicológicos de especialistas en el tema de reasignación de género. Sin embargo, no deja de preguntar a su madre si las nenas tienen pene y mostrar su rechazo por él. La madre advierte que aquí hay un peligro, que podría hacerse daño y trata de convencer a Luana que en su lógica no concibe una nena con pene ni puede significar el suyo. “Yo quería ser una nena común” dice, el problema es que no las hay. Las nenas primero deliran con la igualdad bajo la égida del falo y más tarde como mujeres conquistan un goce no-todo fálico, siendo Otras para ellas mismas como lo son para el partenaire. La madre de Luana, se refugia en la escritura de la historia de su hija, hay algo simbólico que media entre las dos. Pero la lucha por Luana se ha transformado en causa para Gabriela, da sentido a su vida, como ella misma dice, el tema es ¿Podrá Luana escribir su propia historia? ¿Será adecuadamente escuchada para que eso suceda? ¿Estamos los analistas a la altura de los problemas de nuestra época?


BIBLIOGRAFÍA

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