Textos preparatorios para la JORNADA "Niños inabordables" Cereda. Valencia- Alicante. 12/02/2022

   ERINDA Ciclo 2022

  Enseñanzas 

Responsable Marcela Errecondo y colaboradores




 Seminario Clínico

Responsable Graciela Giraldi y colaboradores



                                 


El Instituto Psicoanalítico del Niño propone para las próximas Jornadas el tema PADRES EXASPERADOS - NIÑOS TERRIBLES. Les presentamos el texto de orientación realizado por Daniel Roy. Además, presentamos los trabajos, bibliografía y videos que se realicen en torno a este tema, ya sea de nuestra comunidad como de otros lugares, constituyendo un documento de trabajo e investigación sobre el tema.


Estimadas lectoras, estimados lectores: 

A continuación, encontraréis el texto de orientación hacia la próxima Jornada de estudio del Instituto Psicoanalítico del Niño – UPJL, que tendrá lugar en marzo de 2023. 

El título “Padres exasperados – Niños terribles” pone de relieve la gran conmoción producida en los ideales de la familia: evaporación y pluralización del Nombre-del-padre, ascenso al cenit de los objetos plus-de-gozar.

El “discurso trans” como tema de estudio de la última Jornada es uno de sus síntomas más activos, y el Campo Freudiano se está movilizando con Jacques-Alain Miller para leer su génesis, descifrar sus orígenes y encontrar respuestas adecuadas a las preguntas que, con frecuencia, este discurso oculta. 

Al respecto, podéis leer los últimos artículos publicados en Lacan Quotidien

Los niños y adolescentes de hoy en día son los primeros en estar afectados por este "levantamiento del velo" de lo sexual, que bloquea el juego de las identificaciones que necesitan para sostener una posición en "el discurso sexual".

Y los padres, más que ser polos de identificaciones normativizadas, están ahora del mismo lado que sus hijos ante las epifanías de la no-relación que se manifiestan en lo social: a partir de allí, habrá que inventar una nueva solidaridad entre padres e hijos... Nos toca a nosotros acompañarlos de la buena manera, manteniéndonos lo más cerca posible de sus “equivocaciones”.

En este sentido, los psicoanalistas y practicantes de la infancia, así como los estudiantes, pueden orientarse a partir de lo que se está desarrollando actualmente en el Campo freudiano para avanzar un paso más, junto con otros.

Los grupos del CEREDA y los laboratorios CIEN les darán una amplia acogida. Los mismos están presentes en todas las regiones de Francia, así como también en Bélgica y en la Suiza francófona. 

Daniel Roy 

institut.enfant@gmail.com 


TEXTO DE ORIENTACIÓN

Hacia la 7ª Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño

PADRES EXASPERADOS - NIÑOS TERRIBLES

Daniel Roy


Este es el título que Jacques-Alain Miller nos propone para nuestra próxima Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño. 

Es un título que sigue las tendencias de la época, no es acartonado. Hace resonar una realidad muy cotidiana que concierne a las relaciones de los padres y de los niños del siglo. Nos concierne también en tanto estos nos implican. Este título nos compromete a inscribirnos en el filo de la interrogación de Lacan al final de su enseñanza, en diciembre de 1976: “¿Está fundada, si o no, esta relación del niño con sus padres?”  (1)

¿Cómo se funda para Nina, de 4 años, que viene a consultar «porque no escucho a papá y mamá», dice? Ellos dicen de su hija «que tiene ataques». Grita y arroja sus objetos, «un verdadero tornado». Castigar, hablarle, nada da resultado, «no escucha directivas». La mamá se culpa de haber «dañado a su hija» y señala las dificultades de Nina para separarse de ella en cualquier circunstancia.

Y para Majencio, de tres años y siete meses, que no deja de enojarse, ¿qué ocurre? «¡En la familia no se lo puede manejar, ¡él quiere organizarnos!». Ya de bebé, sus gritos eran insoportables para sus padres, que no podían calmarlo. Majencio permanecerá durante los primeros encuentros, muy pegado a su madre, en un uso sin límites del cuerpo de ésta. ¿Majencio no tendría un peluche/objeto transicional? «¡Pero si, soy yo! », responderá su madre. De estos dos encuentros y de muchos otros, se deduce una perspectiva precisa: los ataques, los enojos, el niño que no escucha, que los padres no pueden manejar, mientras se agotan en el intento, podemos considerar todo esto como el principio organizador de la familia. Más aún, estos significantes, y otros, se han convertido realmente en lo que funda una relación directa y sin mediación del niño a los padres, en tanto que estos significantes realizan una captura masiva de los cuerpos presentes y concentran la atención y la libido de todos.

No es la familia la que está en crisis, es la crisis la que se encuentra en el fundamento mismo de la familia: este es el nuevo principio de la familia posmoderna. El «Niño-terrible» aparece como condensador de goce para cada uno. Todos al borde de la crisis de nervios. Este es el caldero en el que estamos invitados a zambullirnos.


Familias/ Transmisiones

La familia del siglo XXI ya no es la llamada familia tradicional o patriarcal, ni la familia conyugal del siglo pasado. Es una respuesta nueva al enigma de la transmisión que está en el corazón mismo de esta «formación humana».

En 1938, en su texto “Los complejos familiares en la formación del individuo”, la “familia moderna” (2) es para Lacan el producto “de una profunda remodelación” (3) , que no es en absoluto una simplificación hacia una unidad social elemental (papá, mamá, hijos), sino “una contracción de la institución familiar” (4)  “bajo la influencia predominante del matrimonio” (5)  y adopta el término de “familia conyugal” (6) , extraído de Durkheim.

Esta remodelación tiene como consecuencia directa hacer aparecer una dimensión totalmente distinta de la transmisión, que Lacan subraya en 1969, en su “Nota sobre el Niño”: “La función de residuo que sostiene (y al mismo tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las sociedades pone de relieve lo irreductible de una transmisión que es [...] una constitución subjetiva, lo que implica la relación con un deseo que no sea anónimo” (7). 

La transmisión ya no es aquí transmisión automática de un nombre y de una autoridad. Solo existe vinculada a un deseo en tanto encarnado, ya sea por la vía de una falta, o por la nominación en la palabra. Se produce un cambio en el “eje de la función significante vinculada al término familia” (8). 

En esta configuración, si trazamos dos círculos parcialmente superpuestos y si inscribimos en uno de los círculos los dos significantes «padre» y «madre», y en el otro el del «hijo», entonces podemos escribir en su intersección, con el significante «deseo» los dos nombres de falta y nominación. De este modo ahí puede verse  la partida que se trama en este lugar, a la vez vínculo y espacio de separación, donde vendrá a alojarse el síntoma del niño, tal como Lacan lo  indica a continuación en la “Nota sobre el niño”. 


Pero la familia está ahora inmersa en el baño de nuestra civilización, donde los objetos producto de la tecnología, los objetos plus-de-goce, han adquirido autoridad y dictan la ley a todas las formas del ideal. El goce está en primer lugar. En uno de sus últimos seminarios, el 10 de junio de 1980, titulado por J.-A. Miller “El malentendido”, Lacan extrae las consecuencias y evoca “dos hablantes que no hablan la misma lengua [...] Dos que se conjuran para la reproducción, pero de un malentendido consumado” y que, al dar la vida, transmiten este malentendido. Se trata aquí de un malentendido que se refiere al goce y que se arraiga en “el “balbucear de los ascendientes” del que el cuerpo nuevo del hablante participa. El anuncio de nacimiento es ese balbuceo donde se aloja el goce, mal-entendido por estructura. Entonces pongamos en uno de los círculos «dos hablantes», dejemos «niño» en el otro, e inscribamos en la intersección el goce rodeado de su malentendido y del balbuceo. Lo real del goce viene así a «imprimirse» por debajo de la trama del discurso y va a dar una nueva perspectiva al síntoma, la de un real irreductible entre padres y niños que los une y los separa, un punto del que "de eso no se habla" (10) presente en cada familia.


Familias/ Disfunciones

He aquí, pues, la familia residuo actual: un conjunto constituido por la reunión, en sentido matemático, de dos conjuntos, el de los «padres», los dos hablantes, por un lado y el de los «niños» por otro. La intersección está constituida por lo que tienen en común, a saber, el malentendido y balbuceo sobre el goce de los cuerpos, transmitido por la vía de los deseos encarnados, en el mejor de los casos. Esta estructura es suficiente para dar cuenta de la increíble diversidad sociológica de las familias actuales, y de la gran variedad de tipos de padres y de tipos de niños que agrupan, como lo constatamos en nuestra práctica. Pero lo que pasa inadvertido, es que «familia» ya no es un significante dado de antemano en tanto inscrito en lo simbólico, ya sea por la filiación o por la alianza. Esta inscripción es la parte que concierne a cada uno de los parlêtres (seres hablantes), en la medida que hace o no existir la función significante de la familia ahí en donde se impone su función de goce, siendo que esta disyunción pone a menudo en primer plano la función imaginaria de la familia. 

Es en esta inconsistencia de la familia postmoderna en cuanto a lo simbólico, que se abalanzan los discursos de ayuda a la parentalidad, y de refuerzo cognitivo y conductual, para rastrear ahí los disfuncionamientos. En la actualidad vienen a sostener los ideales familiares explotando la brecha inevitable entre el «niño-perfecto» y el «niño-terrible», entre el niño-falo prometido por el ideal y el niño-objeto, ser de goce. Esta división impacta en una mujer o en un hombre cuando se convierten en «padre» o «madre». Viene a «exasperar» en cada uno de ellos la tensión entre la plusvalía vislumbrada por el acceso a estos significantes amos y el efecto de castración, que se registra como pérdida, o bien como falta. 

De no ser sustentada por un decir singular, esta división es entonces sentida como insoportable, se proyecta sobre el niño que toma los atributos de un ser engañoso y cuya presencia cuesta tiempo, energía, dinero, etc. El coaching parental, las ayudas a la familia, en tanto prácticas de discurso, aseguran el «servicio posventa» de la agencia-amo de la familia: poner palabras un sufrimiento, dar sentido, aprender a manejar las emociones, de acuerdo con la vulgata corriente. Estos sintagmas han ocupado ya su lugar en el discurso actual, al igual que algunos términos «pseudocientíficos» elaborados por los expertos. Sustituyen a los significantes particularizados que se transmiten en la lengua hablada en ese grupo familiar, hacen consistir los lazos de dependencia. 

Se encuentra así oculto, en esta zona de alienación significante, lo que circula como deseo y lo que se deposita del goce en juego para cada uno de los partenaires. En efecto, es en esta intersección donde se funda todo proceso de separación, desde el destete de la primera infancia hasta las tumultuosas caravanas de la adolescencia. 

Se trata entonces de la posibilidad de que el niño descifre las coordenadas del lugar que ocupa para sus padres como “causa de su deseo” y como “desecho de sus goces” (11). Este descifrado, un niño lo hace con los significantes que extrae y que adquieren el valor singular del goce pulsional que los lastra. Esta es la función privilegiada del juego del niño, que anuda, alrededor del objeto indecible, los trozos de cuerpo, las briznas de goce y los fragmentos de discurso. Este objeto es la válvula que abre, entreabre o cierra, el espacio para una separación. 

Cuando este objeto no tiene lugar subjetivamente como causa del deseo y resto de goce, se encarna en el niño-terrible, que «no escucha nada», «hace lo que quiere», «tiene ataques», «impide dormir a todo el mundo». Los consejos de orientación parental, así como los diagnósticos de tipo médico, vienen a añadirse a las quejas de los padres y a las manifestaciones sintomáticas del niño, y desencadenan el poder de angustia del objeto a. Esta presencia no-reconocida, que habita el síntoma del niño-terrible, viene a interrogar a cada uno de los padres sobre “la verdad de la pareja en la familia” (12), exaspera el lugar que puede tomar un niño “como objeto a en el fantasma” (13) de cada uno. Esta presencia aterroriza también al «niño-terrible», bajo diversas formas fantasmáticas y de pesadilla.

Así, el disfuncionamiento no es lo que se cree, no se refiere ni a una mala organización de los roles parentales o de las relaciones entre padres e hijos, ni a un mal funcionamiento de una función psíquica o cognitiva. El disfuncionamiento consiste en no querer saber que la familia es ya un modo de tratamiento del goce de los cuerpos hablantes en presencia, que no responde a ningún ideal, sino que es más bien del orden de una «religión privada», de la que ignoramos todo cuando nos encontramos con padres y niños, y de los que tenemos mucho que aprender acerca de las reglas que se aplican, los ritos que se celebran, los pequeños dioses que reinan en ella. Más fundamentalmente, tenemos que aprender la lengua que ahí se habla, su gramática, su vocabulario. Así es como podemos acercarnos a la posición del niño, intentando descifrar los enigmas, contabilizando el valor del goce de las palabras, de los actos y de los objetos que circulan, y adjudicando a cada uno la parte que le concierne. De alguna manera, se trata de des-compactar “la familia holofrase” (14), sin tabla de evaluación, ni modelo ideal. 


Familias/ (Bévues) Equivocaciones

Contrariamente a la evidencia antropológica, parece que la familia no responde en modo alguno a una lógica de lo universal, sino que ha pasado a ubicarse en una lógica del no-todo. Esto condiciona nuestra recepción de los síntomas de los niños y de las quejas y preocupaciones de los padres. Ya no podemos plantear como principio de nuestra intervención que para todos los seres hablantes, la familia es una función, en la medida en que esto implica que exista uno, el padre, la madre, o el progenitor, o incluso el experto o el coach, que sería el fundador o el sostén, y por lo tanto quedaría exceptuado. Hay que añadir que muy a menudo el niño mismo es ubicado por los padres en el lugar de quien funda la familia. Sabemos por experiencia que todas estas configuraciones producen efectos posiblemente devastadores para los miembros de esta familia. 

Partimos, pues, de otro punto de vista, planteando que no existe ser hablante que no sea de una familia, lo que abre entonces muchas perspectivas para todos los que tienen problemas con su familia o que se consideran «sin familia», pero también para todos los demás. Para cada niño, mimado o abandonado, hay allí posibilidades de «bricolaje» (“arreglos”). Respondiendo a una lógica del no-todo, la institución «familia» ofrece otros recursos: para el niño, ser no-todo dependiente de las identificaciones familiares, no-todo dependiente del amor, filial y parental, es decir, poder explorar sus facetas menos amables.  Esto vale también para sus «partenaires en el juego de la vida», padre, madre, padrastro, madrastra, y otros «familiares». 

Tal vez ahora tengamos más libertad de palabra y de espíritu para enfrentar al niño-terrible, al hiperactivo, al disfuncional (dis), al que muerde, al que no duerme, y a sus padres exasperados, angustiados o desesperados. Podemos seguir aquí el desarrollo que hace J.-A. Miller en su curso «Piezas sueltas» del 19 de enero de 2005, sobre la “prosecución del psicoanálisis en la época aligerada” (15). Ahí sostiene que ante esta “maestría (dominio) aligerada” que pretende reconducir la particularidad del sujeto a un universal, el psicoanálisis no tiene que entrar “en competiciones en cuanto al poder terapéutico” (16) , en la medida en que, siguiendo a Lacan, es el único que tiene en cuenta el lugar del objeto a, como causa del deseo y como plus-de-goce, pero también como consistencia lógica, como un real “producto de lo simbólico” (17) . Nos anima a tomar un punto de vista “pragmático y bricolador” (18) que consiste en buscar con los sujetos los significantes, los S1 que ayudan “a volver legible el goce” (19) y que por lo tanto “pueden ayudar a volver legible la historia” (20). 

Pero no todas las situaciones que encontramos responden a esta dialéctica que permite instalar “el aparato de descifrar” (21) del psicoanálisis. Hay algunas para las que tenemos que considerar que, en el corazón de la exasperación de los padres exasperados y del terror de los niños terribles, se aloja “un goce ilegible” (sin el S1 que lo vuelva legible), que solo puede permanecer como «carta velada», lo que quiere decir que tenemos que respetarla en ese lugar, que no tenemos que intentar reducirla, anularla, interpretarla. 

Por lo tanto, debemos tener en cuenta esta «economía del goce» propia de una familia. 

Con este fin, el uso del término equivocación (bévue), de la Une-bévue (23), introducida por Lacan en su Seminario 24, tiene para nosotros un valor incalculable en la medida que amplía el concepto del inconsciente freudiano, al poner el acento en la huella de un pasaje: algo ha sucedido, sucedió en un instante. Una equivocación (Une-bévue), no hay nada más cercano en el ser hablante para hacer signo del acontecimiento contingente. No se trata de aislar nuevas significaciones, sino que, a partir de una pifia (une-bévue), “cada uno, a cada instante, da un retoquecito a la lengua que habla” (24). Lacan indica que “no hay nada más difícil de captar que este rasgo de la una-equivocación (l´une-bévue) con la que traduzco el Unbewusst, que en alemán significa inconsciente. Pero al traducirlo por l´ une-bévue, quiere decir completamente otra cosa: un estorbo, un tropiezo, un deslizamiento de palabra a palabra” (25). 

La una-equivocación (Une-bévue) es un rasgo, que Lacan equipara al rasgo unario, como lo único que hace Uno en un mundo donde “esos todos no tienen ningún rasgo en común” (26). El único rasgo en común es estar marcado por el rasgo de la una equivocación (une-bévue). ¡Las «tonterías» de los niños, sus tropiezos diversos, encuentran así un renovado esclarecimiento! 

Entonces, esto nos interesa mucho, porque nos pone de lleno en la cuestión de la taxonomía de los trastornos de la infancia: trastorno del lenguaje, déficit de atención, disforia de género, trastorno de conducta, del comportamiento, trastornos de los esfínteres. Aquí tenemos las principales funciones del cuerpo hablante, ya ordenadas por el discurso biopsicosocial de la OMS (27), todas caen bajo este rasgo de la una equivocación (une-bévue). El «trastorno» es un rasgo de la una-equivocación (une-bévue), pero adoptado, sin el auxilio de un velo sobre la carta (letra), por alguien que se otorga el atributo del saber, y por lo tanto impide al Uno oculto en el rasgo de la una-equivocación (une-bévue) ir en busca de su Otro. Es, en efecto, la única manera de saber que no estaba escrito ahí de antemano, y que, por lo tanto, no constituye un destino. 


Para nosotros, esto abre a dos maneras de proceder: acoger como rasgo de una-equivocación (une-bévue) los diversos desórdenes y trastornos, desde el momento en que quedan atrapados en un discurso, y permitir así que estos significantes se articulen con otros significantes. Es la invención del inconsciente en el sentido freudiano, siempre de actualidad. Pero la otra maniobra, que podemos designar con una palabra que Lacan toma prestada del pequeño Hans, “consiste en servirse de una palabra para otro uso que aquel para el que está hecha, […] se la arruga un poco, y en el arrugamiento mismo reside su efecto operatorio” (28). Entonces, o bien la arrugamos para detener la hemorragia, o bien apuntamos al relámpago, es el efecto logrado a veces, por la poesía o el chiste. 

Les propongo que retengamos de este recorrido el hecho que el vínculo entre padres e hijos, indicado en el guion entre padres exasperados y niños terribles, no atañe ni a la dimensión de la transmisión, ni a un veredicto de disfuncionamiento, sino que no es otra cosa que este rasgo de la una-equivocación (une-bévue) que marca a la familia. Esta una equivocación (une-bévue) puede por sí misma, fundar la relación del niño con los padres y de los padres con los hijos, y sobre la cual nos hemos interrogado al inicio a partir de Lacan. 

La equivocación (bévue) contra la norma: sí, es posible. 


Texto pronunciado el 13 de marzo de 2021 al término del 6º Jornada del Instituto del Niño. 

Editado por Frédérique Bouvet e Isabelle Magne

Traducción: Celina Coraglia

Notas  

* N de la T.: En francés, une-bévue, que tiene homofonía con Unbewusst, (inconsciente en alemán).

[1] Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre, clase del 14 de diciembre de 1976,  Ornicar?, nº 12/13, diciembre de 1977, p. 14.

[2] Lacan J., “Los complejos familiares en la formación del individuo”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 37.

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Ibid.

[7] Lacan J., “Nota sobre el niño”, Otros escritos, op. cit., p. 393.

[8] Lacan J., El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 58.

[9] Lacan J., El malentendido, clase del 10 de junio de 1980 del Seminario 27, inédito en español. Publicado en  Ornicar? nº 22/23, primavera de 1981, p. 13.

[10] Miller J.-A., “Cosas de familia”, Revista Mediodicho nº 32, Córdoba, EOL, agosto 2007, p. 19.

[11] Miller J.-A., “Prefacio”, en Bonnaud H., El inconsciente del niño. Del síntoma al deseo de saber, Barcelona, Gredos, 2014, p. 8.

[12] Lacan J., “Nota sobre el niño”, op. cit., p. 393.

[13] Ibid., p. 394.

[14] Laurent E., “Institución del fantasma, fantasmas de la institución”, en Hay un fin de análisis para los niños, Buenos Aires, Colección Diva, 1999.

[15] Miller J.-A., Piezas sueltas, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 102.

[16] Ibid.

[17] Ibid., p. 109.

[18] Ibid., p. 115.

[19] Ibid.

[20] Ibid.

[21] Ibid., p. 114.

[22] Ibid. p. 116.

[23] Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre, clases del 10 y del 17 de mayo de 1977,  Ornicar? nº 17/18, primavera de 1979, p. 16-23.

[24] Lacan J., El Seminario, libro 23, El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 131.

[25] Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre, op. cit., p. 18.

[26] Ibid.

[27] La OMS elabora y difunde “una familia de clasificaciones” para definir las dos dimensiones de los estados disfuncionales y de los comportamientos disfuncionantes: por una parte, la CIM, Clasificación Internacional de las Enfermedades, y por otra, la CIF, Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, disponible en el sitio OMS:

(https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/42418/9242545422_fre.pdf)

[28] Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre, op. cit., p.




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DE OTROS AMBITOS

Una captura de pantalla de un celular con letras

Descripción generada automáticamente con confianza baja

Texto de presentación 

El título que nos convoca estas próximas jornadas merece que nos detengamos en él.

Por un lado, el niño inabordable, puesto entre signos de interrogación, nos remite al constante reto que supone el abordaje de la clínica del niño y del adolescente en la época actual, en nuestro mundo convulsionado bajo la égida del “cénit del objeto a”. ¿Qué significa esta formulación? Que tanto niños como adolescentes quedan situados por el discurso actual en el lugar de quienes buscan una satisfacción permanente en los objetos, satisfacción que no se obtiene ya por la orientación de los ideales. 

Pero también “el niño inabordable” asegura la impotencia de los adultos para llevar adelante una convivencia relativamente pacífica, en el caso de los progenitores, y un tratamiento con un profesional, que supone en muchos casos una incansable batalla de reeducación. Para nosotros, psicoanalistas desmarcados por completo de ese abordaje, se tratará de otra cosa y ésta será permanentemente causa de investigación. 

Entendemos que “el niño inabordable” es parte de una trama en la que él mismo queda claramente concernido: no solo en la variabilidad de lazos familiares, en el mejor o peor de los casos, sino también en los Unos familiares regidos por un movimiento que no establece lazo, desconectados unos con otros bajo la predominancia de un goce que descarta el deseo; es decir, en una suerte de piezas sueltas y de inconsistencia en los vínculos, a la vez que en la carencia de referentes. Asimismo, los excesos en la manera de alojarlo impactarán, conjuntamente con los efectos de la contingencia, sobre el pequeño parlêtre, de manera diferente en cada uno, derivando de ello un funcionamiento de uso singular de su lalangue en el entramado familiar.

Esa modalidad singular se presentará, a veces, poniendo objeción o yendo a la deriva; uno y otro, enmarcados en los denominados trastornos propuestos por el discurso psico-médico-social, cuya variabilidad y amplio catálogo ya conocemos. 

Si “la familia tiene una función de residuo en las sociedades” [i], podemos decir que ese niño inabordable parece manifestarse él mismo, en muchos momentos, cristalizado en ese lugar, en tanto eje constituyente de esa “unión" familiar, lo que supone el hecho de haberse convertido a la vez en un núcleo de goce. 

Es lo que ya señalaba Lacan en la “Nota sobre el niño”2, cuando describe que el niño quedaría atrapado en el fantasma materno, como objeto a, residuo y resto de esa operación. De eso, tenemos constatación en la clínica. 

Muchas veces ese niño, en ocasiones llamado, ¿por qué no?, “difícil”, consigue hacer uso de ese núcleo de goce “haciéndose inabordable” de manera sintomática, produciendo una invención, un bricolaje de una porción de goce que ha conseguido ser atrapado por la palabra y, por tanto, ha podido habilitar un rasgo de conexión, con el resultado de hacer serie con otros significantes mayores que lo constituyen como sujeto de goce y deseo. 

Por todo ello, no olvidemos entonces que ese “entramado familiar” también es obra del niño, en el sentido de que es él quien teje y construye con los significantes que devinieron, en primera instancia, de la lengua hablada por el Otro, el trabajo de producir una respuesta, y es en ella misma, en su resolución, donde podremos hallar los residuos más o menos efectivos que lo determinaron. 

Tal como nos lo advierte Daniel Roy en su texto de orientación: “Padres exasperados-Niños terribles” 3: “Esta inscripción es la parte que retorna a cada uno de los seres hablantes, en la medida en que hace o no existir la función significante de la familia donde se impone su función de goce…”

Pero sabemos que esa respuesta que construye el niño no siempre tiene valor de desciframiento, no siempre se pueden dar “retoquecitos” a su lalangue. Como bien señala Lacan: “Solo hay inconscientes particulares, en la medida que cada uno, a cada instante, da un retoquecito a la lengua que habla”4. Cuando encontramos dichos retoquecitos, esto permite zambullirse en el sentido, y es lo que hace una y otra vez que el pequeño sujeto encarne la lengua, haga uso de ella, aunque sea llamado por el adulto “conflictivo”, “difícil” o “inabordable”. 

Otras veces esa respuesta es tan solo una efracción de goce, compleja de abordar, incluso para él mismo, porque los mecanismos simbólicos no tiñeron suficientemente la pulsión, quedando la respuesta del niño a cielo abierto. Entonces, se hace “inabordable”, porque las palabras no lo bordearon lo suficiente como para separar esa parte del cuerpo extraíble como objeto que, en su operación, quedaría adjudicada al Otro. Ante este fracaso, las palabras quedan sueltas, desamarradas y funcionan en su “materialidad”; a veces incluso como proyectiles que devienen en muchas ocasiones en actos violentos. 

Así, retomando lo anterior, lo que retorna de esa inscripción, de esa conjunción de significante y goce, cocinada en el núcleo familiar, se constituirá en una respuesta singular, que sea cual fuere, tendrá todo su valor, valor de uso que insistimos aquí en remarcar. 

Por consiguiente, ¿cuál es el destino para el “niño inabordable”? 

Para nosotros, psicoanalistas, se trata de “a- bordar” una clínica que supondría captar de aquellos síntomas o de aquellas “disfunciones” un posible uso. Un uso para que ese sujeto infantil pueda “bordear” y bordar con sus palabras y sus actos el tejido que sirva de bastión; ahí donde los desbordes que lo han hecho intratable y aseguran su fracaso; ahí donde hacerse rechazar por el Otro social garantiza pasajes al acto que lo llevan a lo peor; donde todo lo anterior, decíamos, pueda hallar otro tratamiento del goce. 

Hagamos pues uso de esos “traspiés”, de esos “tropiezos” de los niños, algunos más mortificantes y mortificados que otros, para tratarlos y darles un lugar de sujeto. 

“Niños inabordables”, entonces, pero abordables uno por uno. 


Ruth Pinkasz 

Comisión de organización de las XVIII Jornadas de estudio de la DHH-NRC. 

12 de febrero de 2022 

Ejes de trabajo: 

Entramados familiares y sus economías de goce  

El niño y sus “arreglos singulares” 

El analista “pragmático y bricolador” 


Textos hacia la Jornada

Documento nº1   

 

    Padres exasperados-niños terribles ha sido el título escogido para los dos años de investigación en el Cereda. Se trata de dos sintagmas, correspondientes a los dos elementos que protagonizan la vida familiar, y que han sido articulados por un guion. Este punto de articulación, por donde se mantienen unidos los padres y los niños, ha cambiado con los tiempos.  

   Decimos en psicoanálisis que surge una situación de crisis cuando no es posible regular la irrupción de un goce inesperado por los cauces simbólicos habituales. La familia, como institución reguladora, no lleva a cabo su función de atemperar este goce y reconducirlo. En muchos casos porque los padres no se autorizan a hacerlo. Según Daniel Roy, esta crisis no resuelta termina ocupando un lugar central. En el corazón de la vida familiar se instala un real indómito, que como un agujero negro atrae con fuerza gravitatoria a los demás elementos, que terminan girando a su alrededor.  

  En la familia tradicional lo simbólico operaba separando, drenando goce y dejando a los sujetos en falta. El lugar de articulación entre padres e hijos consistía entonces en un vínculo creado sobre la intersección de lugares separados y asimétricos, donde también se instalarán los síntomas correspondientes. Pero en una civilización que sitúa el goce en el centro, las familias siguen esta misma lógica y se vinculan a través de él. El soporte del vínculo entre padres e hijos está marcado entonces por lo excesivo e ilimitado del goce. La relación es directa y no está mediatizada por lo simbólico. Se trata de algo de lo que no se puede hablar. Cuando la situación se vuelve insoportable los padres, desesperados, recurren a menudo a la pauta y el diagnóstico que ofrecen los expertos para calmar la angustia. La evaluación médica paradójicamente busca siempre asociar un déficit a este exceso en los cuerpos. Esta interpretación del exceso como déficit predispone a atiborrar todavía más el cuerpo del niño y a empujarlo a una posición de objeto -de la ciencia, del capitalismo o de los temores de sus padres. Diversas intervenciones se suman al exceso de goce para contrarrestar sus efectos, pero sin dejar espacio a una salida subjetiva.  

   Desde los postulados de moda, el tratamiento farmacológico quiere hacer pasar el cuerpo del niño por el aro de ciertos ideales. Se prescribe un forzamiento de los cuerpos para hacerlos encajar con los imperativos de éxito y eficacia de la época. Entre decisiones terapéuticas y buenas intenciones, padres e hijos permanecen inseparables tomando estos diagnósticos como coartada.  

   Apunta Vilma Coccoz en su libro Nuevas formas del malestar en la cultura una orientación ética muy a propósito de esta cuestión: “La responsabilidad esencial de una familia, cualquiera sea su conformación, es ‘hacer hueco’, que en nuestra lengua equivale a ‘hacer lugar’ al nuevo ser, a un deseo inédito, convirtiéndose en una dura prueba cuando el recién llegado pone en jaque los ideales”.  

  En el supuesto déficit de los niños se inocula pauta, diagnóstico y fármaco. Soluciones que son para todos pero que no sirven para cada uno en particular. Tienen por lo tanto un efecto secundario principal: estrechar el hueco para el sujeto en ciernes que mientras tanto queda a la espera.  

Carlos Montero Alicia y sus enigmas- DHH-NRC Madrid

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Documento nº 2

 EINDA en su primera reunión del curso en el que se realiza una conversación sobre la referencia para el trabajo del texto de orientación aportado en la VII Jornada del Instituto del Niño:  

PADRES EXASPERADOS – NIÑOS TERRIBLES, Daniel Roy  

Recojo algunos de los comentarios de los presentes que subrayan:  

La conmoción de los ideales de familia, en la cual los padres ya no son polos de identificaciones normativizadas y la importancia de inventar una nueva solidaridad entre padres e hijos, acompañándolos y manteniéndonos cerca de sus equivocaciones. Los padres no ocupan el lugar del saber para su hijo, sino que deslindan el saber en el otro, referido como el “servicio post-venta” del saber del experto.

Frente a estas características de la época, varias preguntas: ¿Qué sintomatologías encontramos en los niños? ¿En qué lugar se sitúa cada niño?, ¿El niño se sitúa cómo causa del deseo o cómo causa del goce? Se menciona, también la distinción entre el rasgo Unario y el Uno de la equivocación. Se comenta, además, que el título del texto transmite la dimensión de goce que se manifiesta en las familias actuales.  

Significante: Crisis  

Las crisis de los niños pasan a ser un principio organizador de la familia, situando las crisis como el fundamento de la familia actual y el niño terrible aparece como condensador de goce. A propósito de ello, es necesario tener en cuenta la concepción de la “crisis” en psicoanálisis (1). ¿De qué crisis habla en el texto? ¿De la crisis social, económica, post-pandémica? También surge la pregunta sobre ¿Qué es una disfunción? El texto habla de des- compactar la familia “holofrase” (2) y refiere también a la familia como una religión privada.  

En resumen, hablamos de: 

 Inconsistencia de la familia posmoderna.

 Problemas de transmisión, la transmisión ya no es automática.

 Familia inmersa en la civilización de los objetos plus de gozar.

 Perdida de los significantes particularizados

 Familia residual actual 


Niños terribles / niños inanimados / niños desvitalizados Padres exasperados

Crisis como principio de la familia moderna Padres exasperados – niños angustiados 

¿Qué es lo que está aquí en juego? ¿Cómo abrirse camino en la clínica en este contexto? Se propone en el trabajo de este Curso intentar transmitir cómo y en qué se sostiene la clínica en la teoría, dónde se aprecia en un caso o viñeta en qué punto puede el analista darse cuenta de lo que se pone en juego en la relación entre padres e hijos. Se trata de transmitir eso que el psicoanálisis puede introducir en aquello que no puede dejar de producirse, desde lo más elemental, desde la contingencia, qué efectos tiene la orientación para padres e hijos, etc.  

Se agregan otras referencias bibliográficas para intentar pensar los casos/viñetas (3).  

Referencias Bibliográficas:  

1. http://crisis.jornadaselp.com/textos-de-orientacion/

2. Briole, Guy. Sobre la holofrase. Publicado en NODVS XXV, julio 2008. https://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=297&rev=39&pub=2  

(Ejemplo de texto sobre holofrase). La referencia en Lacan se encuentra en el Seminario XI Los cuatro conceptos del psicoanálisis (1964-1965) 

3 Bonnaud, Helene, El inconsciente del niño: Del síntoma al deseo de saber. Gredos, 2014.  

4. Miller, J.-A.: "Cosas de familia en el inconsciente". Conferencia de clausura de las "1° Jornadas de psicoanálisis". Valencia. 1993. En Introducción a la clínica lacaniana. 

5. Miller, J-A. Conferencia en Comandatuba IV Congreso de la AMP – 2004 – Comandatuba, Bahia. Brasil  

http://2012.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques- Alain-Miller-en-Comandatuba.html   

Carolina Martini.   EINDA-DHH-NRC- Valencia

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Documento nº 3  

Familias: Transmisiones, Disfuncionalidades, Equivocaciones  

Segunda parte  

Familia: ¿En crisis?

En el último tiempo se ha dado mucho en hablar de “crisis” de la familia. Se habla de un exceso de democratización de los vínculos al desaparecer la figura del padre patriarcal, de un mayor individualismo que debilitaría los lazos afectivos, de una fragilidad de los ideales y en consecuencia de los valores tradicionales de respeto a los ascendientes, de una mayor tendencia a hacer predominar la satisfacción de cada uno, todos factores que afectarían al mantenimiento de los vínculos familiares tal como se daban por tradición.  

Enric Berenguer, en un artículo en Virtualia,7 comenta la actualidad de la familia a partir de tres modelos:  

1) Las familias reconstituidas, 2) las familias de homosexuales y, 3) las familias constituidas a partir de la intervención de la ciencia.

Y comienza por desmentir la idea de crisis en la actualidad. Cita a Jack Goody, quien señala que la tasa de abandono del hogar por parte de los hombres en la Inglaterra del Siglo XVII era elevadísima. Así si un hombre abandonaba a su familia le bastaba con desplazarse unos cientos de kilómetros para empezar una nueva vida, en una época en la que no existían registros unificados y las comunicaciones eran deficientes. De manera tal que la crisis no es en ningún modo actual. De hecho, Enric Berenguer, da una explicación psicoanalítica de la insistencia de la crisis al interior de la familia. Que explica así:  

“El psicoanálisis puede ir más allá y plantear que si familia y crisis son indisolubles, ello es porque la familia es ya, en sí, respuesta a algo que es más que una crisis: una imposibilidad de estructura. En efecto, la familia funciona de entrada como un modo de suplencia a un modo de relación afectado por una imposibilidad estructural. En este punto, recurriremos a una expresión conocida de Lacan (“la relación sexual no existe”), y diremos que la familia es en gran medida un modo de suplencia frente a la inexistencia de la relación sexual. Si la familia está construida en torno de este agujero central, no tiene que extrañarnos que las crisis existan siempre, aunque, como es lógico, adopten formas concretas muy diversas en función de muy diversos condicionantes.”

Daniel Roy, en el texto que tomaremos como orientación, divide su exposición en tres apartados: Transmisiones, Disfuncionalidades y Equivocaciones.

 

El poeta francés Arthur Rimbaud: dice que de sus ancestros conserva los ojos azules, el cerebro estrecho y la imprudencia de la lucha. ¿Qué se transmite hoy en el farfullar de los ancestros en la particularidad de nuestra época si como se suele admitir la particularidad de este siglo es la presencia imperativa del goce. Y si como subraya Miller en “Una fantasía”, “La dictadura del plus de gozar hace estallar el matrimonio, dispersa la familia y modifica los cuerpos”?

 

¿Qué disfuncionalidades, qué equívocos se darán en el malentendido de lo actual? Woody Allen, habla de su familia en clave de humor: Cuando era pequeño, mis padres se mudaron de casa unas diez veces. Pero siempre me las he arreglado para encontrarlos. O bien: Cuando mis padres se enteraron que estaba secuestrado se pusieron rápidamente en acción: alquilaron mi habitación.

Clarence Seward Darrow, un Abogado estadounidense dice: La primera mitad de nuestra vida nos la estropean nuestros padres; la segunda nuestros hijos. O George Orwell que opina: Cuando se encuentra un cónyuge asesinado, la primera persona interrogada es el otro cónyuge: esto dice mucho sobre lo que la gente piensa de la familia. Entonces, ¿qué estropea la armonía familiar? 

Familia y novela fantasma: ¿tragedia, drama o comedia?

Lo que no habremos de dejar pasar aquí es que los efectos de la familia en el inconsciente se imprimen en el imaginario del sujeto, es decir, pasan por la máquina de interpretación de su fantasma.

Miller en su artículo “Retratos de familia”8 aborda el peso que los personajes familiares tienen en la historia de los pasantes, en la transmisión que a pesar de realizarse de manera indirecta, consigue transmitir la carga afectiva de lo vivido a través del pasador. Especialmente explica, la presencia del deseo de la Madre, la incidencia de su relación al goce y, por otro lado, la determinación insistente recibida de la posición del padre en el orden de los valores. Circunstancias que han incidido dificultando el deseo del sujeto y que se formulan en términos de los complejos familiares. El complejo del destete, como aquello de lo que el sujeto fue privado. El complejo de intrusión, con su drama de celos ante la presencia y el goce del otro, etc.  

Relatos en los que el deseo de la madre desborda el agarre del significante padre, mientras que los retratos del padre aparecen más bien pálidos, lejanos marcados por la distancia del respeto o por el sello de la impotencia. Madres descritas como insaciables en su goce, y en la lista que presenta, lo que se puede leer es el no-todo de un goce por fuera del falo en la madre: goce mortífero, nostálgico, contenido, atado a adorar la falta, la pérdida, la desgracia.

Como si el pase fuera una mirada retrospectiva que tendería a dar al fantasma del sujeto el giro de un aire familiar. El pase, dice, “es un aparato incomparable cuando se trata de verificar la permanencia del fantasma a espaldas del sujeto”. Y da 6 ejemplos, que nombra con letras griegas, de los que sólo citaré dos:  

Beta cuenta la historia de su mortificación debida a su identificación a un hermano muerto, embalsamado en el recuerdo de los padres, especialmente de su madre. Su análisis es su renacimiento. Le es necesario, paso a paso, deshacerse del íncubo fraterno y, por lo tanto, de la falsa virilidad que inhibe su vida amorosa y de la muerte que corrompe incesantemente su goce. Todo está bien. Ella vive. Es mujer. Hace el pase. Pero, si está todo bien, entonces ¿Por qué viene al pase tan triste, tan depresiva que sus pasadores temen por ella? ¿La marca ha sido borrada o sólo camuflada?  

Y termina con Omega, que siempre pensó que querían deshacerse de ella, y que no le faltaron razones para eso. Hizo de eso su fantasma, imponiendo el corsé de sus significaciones a todos los elementos de su vida. Ella se exilia de todas partes. El sufrimiento la fija con dificultad a un analista que lleva un rasgo de exilio. Ella encuentra una patria, se acostumbra a su marido, acepta a sus hijos. Está contenta, hace el pase. Pero, ¿por qué tiene que decir que espera encontrar en la Escuela de la Causa Freudiana una nueva familia? Ella aún busca al Otro que la adoptará. Ella es siempre la huérfana.  

John Wilmot, poeta, escritor y libertino inglés. decía: Antes de casarme tenía seis teorías sobre el modo de educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría. A lo largo de este curso contrariamente la invitación es la de hacer un esfuerzo de elaboración teórica y clínica sobre el tema que nos ocupa: “Padres exasperados – Niños terribles”.  

Myriam Chang 

Grupo de investigación Niños y adolescentes en el discurso psicoanalítico vinculado a la DHH-NRC- Barcelona

Texto presentado como introducción al curso el 20 de octubre de 2021 

Referencias bibliográficas 

7. E. Berenguer, “El lugar de la familia en la actualidad: Desanudamientos y reanudamientos”, Revista digital Virtualia 15. Julio-agosto 2006.

8. J.-A. Miller, “Retratos de familia”, en Revista digital Virtualia 33. Septiembre 2017.  

Bibliografía

J. A. Miller, "Observaciones sobre padres y causas", 1988, en: Introducción a la clínica lacaniana, Editorial RBA, 2006, pp. 133-145.

J. A. Miller, "Cosas de familia en el inconsciente", 1993, en: Introducción a la clínica lacaniana, Ed. RBA, 2006, pp. 333-347.

E. Berenguer, "El lugar de la familia en la actualidad: desanudamientos y reanudamientos", Virtualia 15, julio-agosto 2006.

J. A. Miller, Eros y Kultur, subtítulo de la lección IX, Mujeres y semblantes, en "Causa y consentimiento", Paidós, 2002, pp. 130-131.

J. A. Miller, Retratos de familia, Virtualia 33, septiembre 2017.

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Documento nº 4  

La crisis es el fundamento de la familia posmoderna  

Con este título de Padres exasperados, niños terribles se ha querido cernir algunos fenómenos de cómo las familias intentan hacer frente al malestar que les concierne, fundamentalmente respecto a las relaciones entre padres e hijos que tiene muchas veces una dimensión dramática, y cómo Daniel Roy señala, en su texto de orientación, es bajo la dimensión de la crisis que se presenta la familia del siglo XXI, e incluso es la crisis el fundamento mismo de la familia actual.  

En efecto, la estructura familiar, en la evolución de las sociedades es desde el psicoanálisis una estructura residuo cuya función es la de una transmisión irreductible que determina una constitución subjetiva. Esta transmisión está vehiculizada en el mejor de los casos por un deseo no anónimo dejando sus marcas, en ese sentido los padres son traumáticos. En esa transmisión irreductible que realizan los padres se encuentra un germen, un núcleo de malentendido que está en el origen del surgimiento mismo del sujeto, del parlêtre.  

Tomamos un primer eje del texto de Daniel Roy: la crisis es el fundamento de la familia posmoderna y apuntamos una hipótesis: la crisis toma el primer plano en la vida familiar cuando no se ha puesto en marcha la operación simbólica de la separación.  

Qué es la crisis  

¿Cuándo hablamos de crisis en sentido psicoanalítico? Hablamos de crisis cuando el discurso, las palabras, las cifras, los ritos, la rutina, todo el aparato simbólico se revela, de pronto, impotentes para atemperar un real (1) un goce desencadenado e imposible de dominar. Entonces desde el psicoanálisis, cuando hablamos de crisis es la crisis de lo simbólico.  

Y esto se conecta perfectamente con nuestro tema de investigación, puesto que pone en el centro a la familia, confrontándose en algún momento, con el surgimiento de un goce que parece, que no puede atemperarlo - ya que la familia como toda institución humana su función es la de regular el goce. No puede atemperarlo mediante los modos tradicionales de regulación con los que la familia contaba, en los que se apoyaba como el Nombre del padre y los semblantes e ideales que promovía, y al mismo tiempo dificultado, por otro lado, por la promoción del objeto del goce en todos los órdenes de la vida. Entonces la crisis se pone en primer plano, en el centro de la vida familiar, y como dice D. Roy es el fundamento de la familia. Sin olvidar que siempre hay un punto estructural de crisis que persiste en toda formación humana, porque lo simbólico presenta un límite frente a lo real del goce.  

Tenemos otra vertiente de la crisis que es fundamental para pensar los síntomas que presentan hoy los niños, podemos llamar crisis al aspecto de desregulación, es decir, las incidencias del goce sobre el cuerpo del niño, manifestándose bajo la forma del cuerpo agitado, las inhibiciones, hiperconectados a los videos juegos y los desenganches del Otro; es decir el modo en que se manifiesta los puntos de falla que parecen escapar a la regulación del Otro simbólico, el fracaso de lo simbólico y que en esa fractura o falla es también en donde aparece lo más propio del sujeto, aquello que hace objeción al Otro.  

Y finalmente, hay otra vertiente de la crisis. Toda crisis implica un momento de invención, ante el impasse el sujeto puede tomar una decisión, hacer surgir algo nuevo, es un momento de corte, un momento que implica un antes y después. En ese sentido, la crisis comporta siempre de una manera u otra una pérdida del valor libidinal que tenían algunos objetos para el sujeto y el retorno de ese valor libidinal en otra satisfacción al que el sujeto tiene que adecuarse; implica por tanto una separación, una pérdida para encontrar otro modo de satisfacción.  

Por tanto, podemos decir que la crisis es un momento estructural, son momentos dentro del recorrido vital de todo parlêtre. Crisis que tiene que atravesar, salvo que se coagule, y quede sintomatizada y sin salida, entonces es cuando habitualmente se hace una llamada a un tercero, aquel a quien se le supone un saber, en el mejor de los casos, porque a veces la crisis se judicializa y, otras, se medica.  

Hay la crisis como crisis de lo simbólico para enfrentar un goce descontrolado, pero también la crisis como posibilidad de encontrar una salida, a partir de un corte, de una operación de separación de ese objeto de goce, para encontrar una nueva manera de satisfacerse; hacer un nuevo uso de la satisfacción en esa crisis en la que quedan atrapados los padres e hijos, en el malentendido en donde los padres tendrán que separarse del hijo como objeto de goce y el hijo separarse de su posición de objeto para advenir a una posición de sujeto deseante.  

Así, la crisis como fundamento de la familia es la crisis del “sujeto a la espera”, a la espera de una operación de separación, y precisamente es en este momento lógico que “reside su oportunidad de poder separarse: separarse de la potencia imperativa del significante y separarse de la “ganancia de placer cercano e inmediato” del objeto pulsional para sustituirlo por el plus de goce” (2) y es también aquí que reside nuestra oportunidad de intervención.  

Mariam Martín 

Alicia y sus enigmas, DHH-NRC- Madrid   

Referencias bibliográficas 

1.Cf. Entrevista a J.–A. Miller en la revista Marianne (2008), El Psicoanálisis nº 27, revista de la ELP, 2015, p.19.  

2. Cf. Daniel Roy, “El sistema del videojuego, un frenesí completamente moderno”, Letras Lacanianas nº 22, revista de la sede de Madrid-ELP, 2021, p. 19.  

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Documento nº 5  

Familias / transmisiones 

Primera parte  

Tomando el texto de D. Roy en el que plantea: “La familia del siglo XXI ya no es la llamada familia tradicional o patriarcal ni la familia conyugal del siglo pasado”. (…) “No es la familia la que está en crisis, es la crisis la que está en el fundamento mismo de la familia: este es el nuevo principio de la familia post-moderna. “El niño-terrible” aparece allí como condensador de goce para cada uno” de los padres.  

Visiblemente la familia actual ya no es la de la época del padre; el sistema de valores y transmisiones que regulaban esta época no son los mismos. Como analistas, ¿cuál es el desafío frente a estas nuevas familias, realmente, ha cambiado tanto lo que se cuece en el seno familiar?  

Estableceré algunas diferencias bordeando dos textos de Lacan Complejos Familiares (1938) en relación con la Nota sobre el niño (1969)  

En la Nota sobre el niño, J. Lacan nos plantea lo inconmensurable del síntoma de la pareja y el desencuentro.

El Lacan de la Nota sobre el niño (1969), es el Lacan que sostiene que la relación sexual no existe que los goces de cada uno no se funden en el otro y que como nos dice Daniel Roy en su texto de orientación revela una dimensión diferente de la transmisión, ya que como J. Lacan plantea en la Nota: “la función de residuo que sostiene ( y al mismo tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las sociedades pone de relieve lo irreductible de una transmisión que conlleva una constitución subjetiva, lo que implica la relación con un deseo que no sea anónimo”.  

Que mantiene a la familia como agente de transmisión, su discontinuidad entre lo humano y la naturaleza. Discontinuidad que desde el psicoanálisis llamamos Edipo, en Nota sostiene a la familia como transmisora de lo que se juega en el Edipo y no de los valores de la familia. Aunque no hable directamente del Edipo. Sí de las funciones de la madre y del padre. Y a partir de esto siempre hay algo que resolver en torno a la relación del sujeto con la familia (el niño con su familia), que tiene que ver con la función de residuo, función que sostiene y mantiene un problema no resuelto, como se dice vulgarmente, el secreto de familia.  

Otro punto de transmisión de la familia es la adquisición de la lengua materna en el sentido de que le lengua que cada uno habla es cosa de familia y que ya era hablada antes de nacer, en este sentido es la encamación del lugar del Otro. 

En el Seminario 23, pág. 160, Lacan nos dice: “Las casualidades nos empujan a diestras y siniestras y con ellas construimos nuestro destino (…) Hacemos de ellas nuestro destino porque hablamos. Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más específicamente nuestra familia, que nos habla. Este nos, es un complemento directo. Somos hablados (…)”  

Ahí, que este deseo no sea anónimo. En el encuentro con el otro hay contingencias pero que en sí, no es contingente y marca las consecuencias de lo subjetivo.

Si volvemos a la lectura de Complejos Familiares, vemos que Lacan no toma la función de residuo de la misma forma, aquí establece la diferencia entre el parentesco (lazo de sangre) y el matrimonio (lazo simbólico, lazo significante) Pero en la Nota no acentúa la ligazón de la familia por el matrimonio sino más desde la posibilidad de nombrar al niño o sea el niño se constituye como sujeto de una referencia, en nombre de un deseo no anónimo.  

Volviendo al texto de D. Roy. Él nos propone estos dos círculos superpuestos donde uno está padre/madre y en el otro el niño. En el centro, lugar que vincula y a la vez separa y donde se inscribirá lo sinthomático de la familia. 

En el Seminario 22, RSI Lacan, retoma el Complejo de Edipo. En la sesión del 14 de enero del 75, es la única sesión que Lacan habla del complejo de Edipo. Dice ”Lo que se llama realidad psíquica tiene perfectamente un nombre y es lo que se llama Complejo de Edipo. Sin el complejo de Edipo nada se sostiene, nada se sostiene de la idea que Freud tiene del problema que orienta la experiencia analítica.  

La distinción entre los registros Imaginario/ Simbólico/Real es un mínimo, dice. Lacan pone los redondeles que expresan estas tres dimensiones del sujeto uno sobre otro y señala un cuarto que podría venir anudarlos borromeamente, este cuarto es lo que Freud llamaría la realidad psíquica. Este cuarto nudo permite que estas tres dimensiones se anuden de manera consistente.  

Me parece interesante poder pensar cómo el nudo de la familia permanece ahí, tal vez como residuo, sosteniendo de alguna manera la trama social más allá del derrumbe de los valores de otras épocas al igual que las funciones del padre y de la madre que tienen un carácter irreductible para todo sujeto.  

Patricia Montozzi

Grupo de investigación Niños y adolescentes en el discurso psicoanalítico de la DHH-NRC Barcelona

Texto presentado el 17 de noviembre de 2021  

Bibliografía

Barros Marcelo.” Matrimonio”, Grama, Buenos Aires, 2021.

Lacan, J., “Complejos Familiares” [1938], Otros Escritos. Paidós. Buenos Aires, 2012, pp.33-96.

Lacan, J.,“Nota sobre el niño” [1969]. Otros Escritos. Paidós. Buenos Aires, 2012, p. 393-4.

Lacan J., Seminario, 22, R.S.I. Inédito

Lacan J., El Seminario, libro 23, EL Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006. 

Laurent É., El niño y su familia. Colección Diva. Buenos Aires, 2018.

Leserre A., Una lectura de nota sobre el niño Grama. Buenos Aires. 2015.

Roy, D., “Padres exasperados-niños terribles”. Texto de orientación para la 7ª Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño. Inédito en castellano

Warnier, J. P., Etnología y antropología, Akal textos. Madrid, 1998.

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 Documento nº 7  

La familia es una respuesta al enigma de la transmisión que es el fundamento de la formación humana  

1ª Parte  

Nuevas ficciones y funciones familiares 

Es un hecho constatable en la clínica que la familia y sus enredos lo encontramos en el relato de todos los analizantes, sea este un niño o un adulto, en el testimonio de los AE, en nuestros propios análisis. La familia como portadora de significantes, se presenta en el decir del analizante, como marcas que han dado un sentido en su vida y de lo cual no le resulta fácil desprenderse.

Como lo recuerda Lacan (1) en el Seminario XXIV, L´insu que sait de l’unebévuesáilea`mourre. (inédito): “… lo que sigue siendo completamente sorprendente, es que los analizantes, ellos, no hablan sino de eso (los parientes). La observación incontestable de que el parentesco tiene valores diferentes en las diferentes culturas no impide que la machaconería por parte de los analizantes de sus relaciones con sus parientes, próximos además, es un hecho que el analista tiene que soportar.”

¿Qué es para el psicoanálisis la familia? Partamos que en la familia no hay nada de natural, y que ser madre o padre no es un acto de la voluntad, que ser Padre o Madre requiere de una decisión y un consentimiento para que su función se encarne en el genitor. Es en ese sentido que podemos decir que todos los niños tienen que ser adoptados por sus padres y que las funciones Padre y Madre también. La trasmisión en juego es el punto donde todos los discursos (jurídico, educativo, sociológico, biológico, antropológico, religioso, etc.) coinciden: es por la familia que se efectúa, se opera, una transmisión.  

¿De qué hablamos hoy cuando hablamos en psicoanálisis de familia?

Tomemos una definición de Lacan (2): Entre todos los grupos humanos, la familia desempeña un papel primordial en la transmisión de la cultura. (…); sin embrago, la familia predomina en la educación inicial, la represión de los instintos, la adquisición de la lengua a la que justificadamente se designa como materna. De ese modo, gobierna los procesos fundamentales del desarrollo psíquico.

Jacques-Alain Miller (3) "Cosas de familia en el inconsciente" nos da esta definición:

¿Qué podríamos decir hoy de esta definición de la familia? ¿Tiene su origen en el matrimonio? No, la familia tiene su origen en el malentendido, en el desencuentro, en la decepción, en el abuso sexual o en el crimen. ¿Acaso está formada por el marido, la esposa, los hijos, etcétera? No, la familia está formada por el Nombre del Padre, por el deseo de la madre y los objetos a. ¿Están unidos por lazos legales, derechos, obligaciones, etcétera? No, la familia está especialmente unida por un secreto, está especialmente unida por un no dicho… es un deseo no dicho, es siempre un secreto sobre el goce: de qué gozan el padre y la madre.  

Jacques-Alain Miller, valoriza el aporte fundamental que hace Lacan al vincular el tema de la familia con lalengua para explicar de manera racional el secreto de la familia. El punto de partida es que lalengua que cada uno habla es cosa de familia y que la familia en el inconsciente es primordialmente el lugar donde se aprende lalengua materna. Por ello el lugar de la familia queda unido a lalengua que uno habla, es decir que hablar, hablar en una lengua, ya es testimoniar el vínculo con la familia.  

En el texto Conferencia sobre la familia, Claudia Lijtinstens (4) ordena esta definición de Jacques-Alain Miller en 3 puntos. El 1ª punto: la familia tiene su origen en el    malentendido, en el desencuentro, en lo original de esa proporción entre hombre y mujer. El 2º punto: la familia está formada por el N. P., D. M. y los hijos como objetos pequeño a. Y agrega en un 3º punto: están unidos por un no dicho, un secreto sobre el goce, sobre como satisface este hombre a una mujer.  

La familia es, entonces, el lugar del Otro de la lengua, del Otro de la Demanda.

Convengamos, -aun con la dificultad de convenir cuando se trata de definiciones-, que para el psicoanálisis, cuando hablamos de familia, se aleja de todo pensamiento naturalista e higienista que toman a los padres en tanto biológicos. Podemos decir que para el sujeto la familia es necesaria tanto para su alienación significante, como para construir su mito individual como su novela familiar y finalmente para hacerse con su subjetividad. La familia, en tanto sistema de parentesco, le da al sujeto-niño un semblante para afrontar los envites pulsionales, lo real en juego, para cifrar su síntoma.

La familia actual ¿es la respuesta al enigma de la transmisión fundamento de una constitución subjetiva, de que trasmisión se trata?

Si bien Lacan (5) anunciaba el comienzo de la familia conyugal, basada en el matrimonio en tanto pacto simbólico, la familia sigue siendo el soporte de lo que estructuralmente la constituye: la trasmisión de un deseo no anónimo. Aun en la diversificación de los modos de conformar familia –monoparental, homoparental, reconstituida, que producen familias más allá del pacto simbólico del matrimonio, de la pareja y haciendo del hijo el soporte de un lazo familiar-, lo que no deja de no escribirse es la familia como resto, cuya función reside en esa trasmisión que será constitutiva para que el niño advenga sujeto.

Jacques-Alain Miller en su texto El revés de la familia (6), dice que en las variaciones de la conformación de la familia actual, "tiene una función de residuo en la evolución de las sociedades, y que ella se mantendrá precisamente porque se encuentra en el estado de residuo, en el estado de pequeño objeto a”. La familia conyugal persiste por el carácter irreductible de la transmisión que ella viabiliza, "una transmisión constituyente para el sujeto. Esto supone su relación a un deseo que no sea anónimo". No hay otra estructura que transmita el deseo no anónimo, a excepción de la familia, más allá de quien encarne estas funciones, lo que interesa es que el deseo tenga una posibilidad.

Por una parte la trasmisión de un deseo que no sea anónimo, por otra parte la trasmisión de un malentendido, del orden de lo que no marcha, de la no relación sexual entre los sexos, sobre las que construirá sus ficciones (Lacan habla del mito familiar) que intentan dar sentido ante lo real de la no relación sexual, sin lograr "responder al misterio de quién soy yo, ni a la imposibilidad de ser causa de sí mismo". 

Rosa Liguori Guelfi

Texto presentado en Alicia y sus enigmas-DHH-NRC Madrid  

Bibliografía  

1-    Lacan (1) en el Seminario XXIV L´insu que sait de l’unebévuesáilea`mourre. (inédito)

2-Jacques Lacan, (1977), La Familia, Buenos Aires: Homo Sapiens, pp. 11-12

3- Jacques Alain Miller "Cosas de familia en el inconsciente" (Conferencia de clausura de las Primeras Jornadas de psicoanálisis, Valencia 1993), Introducción a la clínica lacaniana. Conferencias en España, Editorial ELP- RBA.

4- Claudia Lijtinstens, “Conferencia sobre la familia” Revista Virtualia Nº 15, Julio – agosto 2006.

5. Jacques Lacan, Lacan J., “Los complejos familiares en la formación del individuo”, Otros escritos, Paidós. Buenos Aires. 2012

6- Jacques Alain Miller, “El revés de la familia”. Intervención en las XXXIV Jornadas de la ECF en Noviembre de 2005, cuyo texto ha sido establecido por Monique Amirault y Dominique Holvoet

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Documento nº 7 – 2ª Parte 

La familia es una respuesta al enigma de la transmisión que es el fundamento de la formación humana

El deseo no anónimo y la función materna y paterna 

Es en ese deseo no anónimo donde se juega las funciones de la madre y del padre: respecto a la función de la madre no solo se trata de los cuidados, también de transmitir un deseo que sostenga a un hijo, que vehicula un deseo particularizado, que incluya su propia carencia.  Mientras que el padre encarna en tanto nombre la función de la ley, encarnación de la ley en el deseo. Se trata de una función doble, donde por un lado transmite una regulación – prohibición y por otro, vincula un deseo. (7) 

El DM (deseo de la madre) es esencial en la constitución subjetiva del niño pues habilita la entrada del viviente al proceso de alienación y separación (la pérdida del objeto a) y permite el ingreso a la demanda y al deseo. Esthela Solano-Suárez en su artículo Familia y función (8) dice: La madre en tanto que potencia de respuesta transmuta el grito en llamado e introduce por sus idas y venidas el vacío de su ausencia. 

Respecto a la demanda y el deseo. El infans en su prematuración, -a diferencia de los animales-, acuciado por la necesidad, se verá obligado a pedir, a demandar, lo que lo lleva al encuentro con el lenguaje, incluso antes de hablar. El grito del infans es prelingüistico, grito que será interpretado por el Otro: me pide mamar, tiene sed, me pide…Por vía de la demanda, es decir del lenguaje, el significante transforma la necesidad en su naturalidad biológica. El deseo se puede situar en la sustitución de la necesidad por la demanda, sustitución que genera un resto perdido no articulado en la demanda, convirtiéndose este resto, en la causa del deseo de una carencia natural. 

Por eso, Lacan, va a ir matizando esta formulación para mostrarnos que el deseo no es una falta natural, sino una falta generada por la demanda en su retroacción sobre la necesidad, es decir una falta generada por el lenguaje mismo. La necesidad debe pasar por la demanda y la demanda debe pasar por la lengua con los efectos siempre de pérdida, apareciendo una falta y una desarmonía que, en realidad, están siempre presentes. (9) Como dice Fabiana Chirino (10): El deseo de la madre, se caracteriza por ser la respuesta a la demanda del niño, de modo que ésta no se agote en el desespero o en la desesperanza.

Mariam en la reunión pasada nos hablaba de la importancia de las dos operaciones de causación del sujeto: la alienación y la separación. La alienación que concierne al sujeto del significante (los significantes que lo determinan) mientras que la separación concierne al sujeto del goce, en tanto que objeto a para sus padres. 

Es a partir de estas dos vertientes, significantes y goce, que el sujeto armará sus ficciones familiares: entendida como rechazo a separarse de los significantes amos provenientes de la familia, o bien quedar pegado a las condiciones de goce trasmitidas por la familia, es decir, rechazo a separarse del objeto. 

De esto habla el sujeto en su análisis cuando habla de la familia, de las ficciones de su encuentro con el goce: de sus modos de gozar, de la pérdida de goce y de la sustitución de eso perdido por otro, en donde lo pulsional está en el centro. 

Respecto al padre, Lacan lo define como una función, una función no solo de prohibición, sino también de orientación respecto al goce y al deseo. Eric Laurent (11) en “Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos”, plantea que ser un padre es ser el que transmite la ley, que enseña cómo vivir con ella, se trata de una ley viva, humanizada, con la que se puede convivir, pero también es ese padre que muestra el camino para llegar al propio deseo y en ese sentido tiene un valor de instrumento". 

El valor del padre como instrumento que conduce a su función y utilidad, es la de abrochar el Goce y el Otro, que sin embargo puede no siempre abrochar a un sujeto como recuerda Jacques Alain Miller. 

Freud en La novela familiar del neurótico (12), trata de diferenciar su función de su ficción, de como “el niño ha interpretado la formula padre-madre, a partir de qué traumatismo escribe su propia historia y su lugar en la estructura familiar”. 

La novela es desde donde el sujeto construirá su fantasma, el cual pone a jugar la repetición que junto al significante amo determinaran las vicisitudes y elecciones de su vida. Como dice Claudia Lijtenstein (13): la familia viene al lugar del fantasma mismo del sujeto, su realidad fantasmática; la familia como esa construcción fantasmática, como una ficción que el sujeto construye a la manera de una solución sintomática. Se trata, en este punto, de ¡no confundir familia con causa! (…) la causa, es lo más singular del sujeto y hay que rastrearla en las huellas únicas del síntoma, en el traumatismo inherente al sujeto del lenguaje, determinado por las decisiones del sujeto y por las contingencias del encuentro del sujeto con el Otro, con eso familiar, con el discurso. 

Aníbal Laserre (14)  en “Una lectura sobre  Nota sobre el niño”, dice que la “función de residuo de la familia, cualquiera sea su forma, implica lo que queda y se mantiene de la familia conyugal: es lo irreductible de su trasmisión, es lo que permite a un ser viviente, a un organismo que se humanice, que se transforme en un cuerpo y que este se inscriba en el ICC” y agrega (…) La nota sobre el niño de Lacan, nos lleva a considerar la familia como residuo, en tanto el lugar que tiene en su seno la articulación entre saber, goce y objeto a”.

Respecto a la relación niño- estructura familiar, A. Laserre ubica al niño como respuesta, es decir, mostrando el lugar que ocupa ese niño particular en el deseo, como deseo del Otro. Es por ello, que la familia es el encuentro con la pregunta sobre lo enigmático del deseo del Otro. 

Lacan, ubica tres posibles posiciones del niño: como síntoma, como falo materno y como objeto del fantasma materno. (…) Como síntoma, cuando responde con la neurosis: representando la verdad de la cadena en la cual está inscripto: como síntoma de la pareja parental, en tanto inscripción del malentendido. Como fetiche, cuando responde con la perversión, y por último, la posición de objeto que no entra en el juego de la significación fálica y que ubica su respuesta, como psicosis”. 

Lacan avanza así hacia una lógica no edípica, hacia un psicoanálisis más allá del padre, pero a condición de servirse de él. 

Rosa Liguori Guelfi 

Texto presentado en Alicia y sus enigmas-DHH-NRC Madrid 

Bibliografía 

7- Fabiana Chirino O, "Del deseo no anónimo y sus efectos en la constitución subjetiva de los niños, hoy” Producto de Cartel APEL-SCZ presentados en el espacio Psicoanálisis y Ciudad , México 2018. 

8- Esthela Solano-Suárez, “Familia y función”.

9- Dolores Castrillo, Necesidad, demanda, deseo, Universidad Complutense de Madrid. 

10- Fabiana Chirino O. "Del deseo no anónimo y sus efectos en la constitución subjetiva de los niños, hoy”. 

11- Eric Laurent, “Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos” 1967. 

12- Sigmund Freud, La novela familiar del neurótico, Esquema del psicoanálisis, 1909, Santiago Rueda Editor Buenos Aires 

13- Claudia Lijtenstein, “Conferencia sobre la Familia” Revista Virtualia Nº 15, Julio – agosto 2006.

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Documento nº 8  

Bricolajes e invenciones

Carlos Montero Troáns  

La prescripción de las invenciones 

Desde el grupo EINDA este año estamos trabajando bajo el título “La familia posmoderna y el malentendido: síntomas e invenciones”.

Los casos y los distintos textos que componen la bibliografía configuran un camino lleno de indicios, que nos pueden ir guiando en el análisis con niños. 

El concepto de familia se ha ido modificando con el tiempo, y el adjetivo “posmoderna” da cuenta de ello, aunque “no del todo”. Lo que sí que parece cierto, es que ya no podemos referirnos a ella como esa estructura única madre-padre-hijos, que albergaba la autoridad del Nombre-del-Padre y los recuerdos míticos de la represión. “Toda familia es un aparato de goce”, como dice Kruger (2016), y la particularidad de la familia posmoderna es “la crisis, los enfados, el niño que no escucha, el que los padres no pueden manejar, mientras se agotan intentándolo”, todo esto decía Roy (2021), “lo podemos considerar como el principio organizador de la familia “.  

Este es el punto de partida en el que se coloca el sujeto, subyugado además al imperativo de gozar de una época en la que hay que ser feliz por obligación, y mostrarlo en un contexto gobernado por los objetos tecnológicos plus-de-goce, en el que la pareja y el hijo/a son un objeto más. De este modo, nos encontramos a una pareja formada por un sujeto + un objeto de consumo. Es habitual que se sucedan los acompañantes sexuales, empezando cada vez de cero, sin que se comprometa demasiado el contacto de la “piel con piel” (el cuerpo), ni por supuesto el deseo, ni el goce. Se sortea la angustia con la novedad, siendo el límite de la búsqueda incesante de ese goce ilimitado: la muerte.  

El propio goce viene rodeado del inevitable malentendido que se da entre dos sujetos hablantes cualesquiera, y por tanto también, en aquellos que deciden comprometerse para la crianza. Las funciones materna y paterna, gestadas bajo el manto de la biología o del compromiso, responden a una combinación imposible tejida por la libido, que da lugar al nacimiento de un sujeto, con el que hay que “hacer algo”.  

El malentendido se transmite inevitablemente al nuevo miembro, permaneciendo velado (o no) en el discurso que envuelve al sujeto. El malentendido es el cimiento de cualquier relación de un sujeto hablante con el Otro.

Cuando un niño entra en juego, los puestos se reconfiguran por fuerza en la pareja que decidió ejercer tal función, y muy a menudo, nos encontramos a las figuras parentales con grandes dificultades para la di-gestión de esta nueva presencia, en este mar infinito de goce.  

Así aparece “El-niño-terrible” que no escucha, que se impone, impide “dormir”, “comer”, que “atraganta”, y produce hasta “acidez” a los padres. Es como afirmaba Lacan, el “aborto de lo que fue, para aquellos que los engendraron, causa de deseo”. 

“El-niño-terrible” entra en escena como objeto condensador de goce de cada miembro de la familia, como síntoma omnipresente e insoportable. Roy (2021) cuando habla de la familia residual actual apunta que, no es lo mismo situar al niño como causa del deseo, que como causa de goce, “plus-de-goce”, para lo que Lacan nos invita a adoptar un punto de vista “pragmático” y “bricolador”, que consiste en buscar los significantes, los S1, que ayuden a volver legible el goce y por tanto la historia del sujeto. Este lugar, esta búsqueda se puede dar en las sesiones, donde entran en juego las invenciones. 

Las invenciones

Una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua del significante invención (del lat. inventio, -ōnis.) es: “Parte de la retórica que se ocupa de cómo encontrar las ideas y los argumentos necesarios para desarrollar un asunto.” Y ese asunto a desarrollar, es la historia de cada uno. Parecería que la invención vista así, fuera nada menos que prescriptiva para cada sujeto.  

Los niños, en el contexto analítico, tendrán que hacerse una idea de qué lugar ocupan en la “causa del deseo” de sus padres o en “los restos de su goce”. En el juego, podemos ver asomarse trazos del discurso familiar, maneras de jugar que incorporan significantes que lastran, reacciones que revelan mandamientos familiares etc. Miquel Bassols (1993) afirma que “Cuando recibimos al sujeto, no lo recibimos en tanto es elemento de una familia, […]. Cuando recibimos al sujeto escuchamos en su discurso los significantes privilegiados que provienen de su historia familiar”.  

Inventar salidas, situaciones, o significantes a partir del juego es una de las opciones que tienen los niños en situación de análisis. Lacan habla de las invenciones de significantes en el Seminario XXIV (1976-1977):

“Lo que en todo caso yo enuncio, es que la invención de un significante es algo diferente de la memoria. No es que el niño invente —ese significante, él lo recibe, y eso es incluso lo que más valdría que se haga. Nuestros significantes son siempre recibidos. ¿Por qué uno no inventaría un significante nuevo? ¿Un significante, por ejemplo, que no tendría, como lo real, ninguna especie de sentido?

No sabemos, quizá sería fecundo. Eso quizá sería un medio […] No es que no se intente. Es incluso en eso que consiste el chiste. Eso consiste en servirse de una palabra para otro uso que aquel para el cual está hecha, uno la retuerce un poco, y es en este retorcimiento que reside su efecto operatorio.”  

En este sentido, cuando en un caso determinado, se introduce en el juego la comida, se puede estar dando lugar a atrapar este S1 que nos permitirá hacer legible el goce y, por tanto, la historia del sujeto. Una risa del analista ante un comentario de un niño, puede abrir un hueco sobre el que anudar otros significantes, un juego de “no mirar“en la cocinita, puede dar lugar a poder desear “no ser mirado”. Un “abrir y cerrar puertas” a los dinosaurios, puede ser el inicio de una separación del Otro, y así podríamos seguir citando ejemplos, hasta que el lenguaje lo permitiera.  

Las invenciones pueden “colarse” en cualquier interpelación, también entre la figura de analista y los miembros de la familia. Una broma hecha en el momento justo por el analista: “¡Parece que quieran que tenga algo!”, puede hacer deslizar un significante anclado en un goce perpetuo culpabilizador y dar lugar a otros “arreglos”. Pero, volviendo a Roy (2021), para eso hay que conocer la “religión” de cada familia: 

“la disfuncionalidad (familiar) […] es más bien del orden de una religión privada, de la cual ignoramos todo cuando nos encontramos con los padres e hijos, y de la que tenemos todo por aprender acerca de las reglas que la rigen, los ritos que allí se celebran, y los pequeños dioses que reinan en ella. Fundamentalmente, tenemos que aprender la lengua que allí se habla, su gramática, su vocabulario. Así es como podemos acercarnos a la posición del niño, buscando descifrar los enigmas, contabilizando el valor de goce de las palabras, actos y objetos que circulan, y adjudicando a cada uno la parte que le corresponde.” 

Un posible final

Un final de análisis permitiría que la familia tuviera una idea de la causa del deseo, del plus-de-goce y que se pudiera reorganizar entorno a esto de una manera particular y única, como dice Ernesto Sinatra (2016): “Al final del análisis […], la familia tendrá la posibilidad de transformarse para cada uno en otra cosa. Si esto ocurre, cada personaje de la trama adviene, simplemente, el elemento de un conjunto: heteróclito, inconsistente; el que habrá sido reducido, luego de una extrañeza inquietante, a su entidad real de marca.”  

Y ¿en qué consiste el análisis? Miquel Bassols (1993) afirma que, “un análisis es una «desfamiliarización» de lo más familiar”, tratando pues de “encontrar en su historia lo que no se justifica por su mito o por su fantasma familiar”, y esto solo se puede encontrar por medio de la palabra, con significantes adquiridos a los que poder anclar otros significados, o con invenciones que permitan atrapar el S1 y poner a trabajar otros significantes. 

Imma Monlleó Martínez, EINDA-DHH-NRC  

Bibliografía  

Bassols, M. (1993) La familia del Otro. Lapsus nº 3. Madrid 

Kruger F. (2016) Presentación del VIII ENAPOL, EOL (Martes 25 de octubre ). 

Miller, J. A. (2002) Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo. Colección Diva. Buenos Aires. 

Miller, J. A. et al (2016). Los embrollos del cuerpo. Editorial Paidós. Buenos Aires. 

Miller, J.A. (2013) Piezas sueltas. Paidós. Buenos Aires 

Mozzi,V. (2016). Enredos de familia. Sus asuntos en la práctica. Revista FAPOL online Lacan XXI, 2, 36-40. Recuperado el 3 de enero de 2022 de http://www.lacan21.com/sitio/wp-content/uploads/2016/10/lacan21_2016_volumen2_ES-1.pdf  

Lacan, J. (1976-1977) El Seminario 24. L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre”, inédito.  

Roy, D. (2021). Texto de orientación. Hacia la 7ª Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño. Padres exasperados-niños terribles.  

Sinatra E. (2016) Presentación del VIII ENAPOL, EOL. Martes 25 de octubre  

Sota M.J., (2016). “Las ficciones de familia y el goce huérfano”. Revista FAPOL online Lacan XXI, 2, 31-33. 

Recuperado el 3 de enero de 2022 de: http://www.lacan21.com/sitio/wp-content/uploads/2016/10/lacan21_2016_volumen2_ES-1.pdf

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 Documento nº 9 

Familias, disfuncionalidades 

“[…] "familia" ya no es un significante dado de antemano en tanto inscrito en lo simbólico, ya sea por filiación o por alianza. […] Es en esta inconsistencia de la familia posmoderna respecto de lo simbólico donde se precipitan los discursos de ayuda parental y de rehabilitación cognitiva y conductual para rastrear las disfuncionalidades.”

Daniel Roy, “Padres exasperados, niños terribles” [i]

En este texto de orientación, Daniel Roy hace referencia a las así llamadas “disfuncionalidades” de la familia por parte de este discurso cognitivo-conductual, partiendo de la crítica a su uso como significante amo referido a los ideales. 

Tomando como eje este significante, podríamos plantear distintos abordajes de lo “disfuncional” en su articulación con esta característica de la familia actual como inconsistente respecto de lo simbólico. 

Desde una perspectiva sociocultural:

Las mutaciones que se han ido produciendo a partir de la familia “tradicional” heterosexual han sido consideradas en sus orígenes como desviaciones respecto del funcionamiento adecuado y esperable. Fabián Fajnwaks señala, por ejemplo, que incluso entre los psicoanalistas han surgido voces condenando el acceso de los sujetos homosexuales al casamiento y la adopción[ii]. Precisamente este lugar de marginalidad ha generado como reacción en los movimientos LGBT un activismo por la institucionalización en pos de una adecuación al modelo heterosexual, o sea, un “deseo de norma”. 

Desde la perspectiva de las vicisitudes de la legislación: 

Este “deseo de norma” ha derivado en una reivindicación de derechos para la “oficialización” de las distintas modalidades de goce y su equiparación a nivel jurídico con la familia tradicional. 

A partir del surgimiento de estas nuevas corrientes, se puede decir que las actualizaciones de la legislación van siempre a la zaga de la emergencia de las variantes de los modos de goce. Como lo señala Fajnwaks: “Reivindicaciones minoritarias surgidas de modos de gozar nuevos se hacen escuchar ante los gobernantes, quienes se ven obligados a crear comisiones de estudio para evaluar la extensión efectiva de las nuevas prácticas y proceder así a la legislación.” 

Asistimos así en esta materia al hecho de que hay nuevas leyes que son promulgadas a partir de los plus-de-goce presentes en las sociedades. Las otrora consideradas minorías disfuncionales y a-normales pasan a instituir el derecho al goce como el principio que comanda el funcionamiento de la ley, y no ya ésta como el instrumento regulador de dicho goce. 

Desde el cambio de paradigma en la estructura de la familia: 

En su conferencia titulada “Los niños de hoy y la parentalidad contemporánea”, Eric Laurent expresa que la articulación actual de la familia con la ciencia y las nuevas ficciones jurídicas ha llevado a reemplazar este término por el de “parentalidad”[iii]: “Padre, o los padres o ser padres define un estatuto legal, un estatuto simbólico. La parentalidad desborda el estatuto, está más bien del lado de lo real.” 

Por su parte, Marie-Hélène Brousse vincula la introducción de este término con “una manifestación de los efectos en el orden familiar de la mutación de la civilización anunciada a partir de los años setenta por Lacan.”[iv] Señala que la sustitución de la “paternidad” por la “parentalidad” implica un borramiento de la diferencia funcional, ya que remite a una exclusión de la complementariedad de las funciones en el seno de la familia: “Implica una simetría y una igualdad entre el padre y la madre en lo que concierne al orden familiar. […] En el lugar de la diferencia entre el padre y la madre, se impone la equivalencia y la intercambiabilidad de los dos padres.” [v] 

Un punto importante que enfatiza M.-H. Brousse en este texto es el hecho de que, además del borramiento de la diferencia entre las funciones paterna y materna, y de la intercambiabilidad de la autoridad y el cuidado, está también afectada la diferencia hombre-mujer. Esto produce como efecto una deriva hacia la “mismidad”, o sea, la instauración de la similitud. 

El padre de la excepción pasa a ser un par entre pares. El paradigma anterior de la diferencia queda sustituido por el actual de la equivalencia. 

Desde la emergencia de una nueva modalidad de anudamiento: 

A partir de la prevalencia de la evaporación del Nombre-del-Padre, resulta afectada a nivel de la familia cualquier ordenación gobernada por este significante. Es lo que señala Miquel Bassols al plantear la cuestión del pasaje de la familia-síntoma a la familia-sinthome.[vi] En efecto, mientras que en la familia patriarcal tradicional el discurso de la novela familiar ordenaba los síntomas clásicos, aparece ahora la prevalencia de la dimensión del sinthome como el aspecto singular y opaco del goce del síntoma. 

De este modo, “los vínculos familiares se hacen y se deshacen hoy así según las formas cada vez más singulares del goce sintomático. […] Más que nunca, las familias se reordenan hoy siguiendo las derivas de lo real de la no relación sexual y de una economía del goce que no se subordina a un significante en particular. […] Los términos se han invertido: si la familia intentaba ordenar lo real del goce, lo real del goce reordena hoy la familia, y ello en formas tan dispares como equivalentes entre sí.”[vii] 

Fabián Fajnwaks también se refiere en el texto mencionado con anterioridad a las familias sinthomáticas o post-edípicas, y en ese contexto habla del niño sinthoma como una nueva producción que surge a partir de la ciencia y el derecho, que resulta ubicado en el lugar de una oferta efectuada a los padres en el mercado del deseo[viii]. 

Desde la disfuncionalidad a la orientación por lo real 

En su texto de orientación “Padres exasperados, niños terribles”[ix], Daniel Roy destaca las consecuencias actuales de la inconsistencia de la familia posmoderna respecto de lo simbólico, como eje central y común a la amplia diversidad sociológica existente. 

Precisamente señala que es sobre esta inconsistencia donde pivotean los dispositivos cognitivo-conductuales y las técnicas de coaching parental, con el objetivo de corregir las denominadas “disfuncionalidades” familiares y normativizar el encausamiento de los ideales. 

Poner el foco en esta cuestión le permite explicitar con claridad cuál es la orientación que desde el psicoanálisis abre la vía al abordaje de lo sinthomático presente en cada familia: “lo que circula como deseo y lo que se deposita del goce en juego para cada uno de los partenaires. […] La disfuncionalidad consiste en no querer saber que la familia es en sí misma un modo de tratamiento del goce de los cuerpos hablantes en presencia, y que no responde a ningún ideal.” [x] 

Respecto del niño, se trata de que el analista pueda acercarse a su posición “contabilizando el valor de goce de las palabras, actos y objetos que circulan”, a la vez que siendo permeable a tomar en cuenta lo que él denomina la “religión privada” de cada familia y la gramática de su lengua. 

Como también lo puntualiza Ruth Pinkasz[xi], al preguntarse por el destino del niño inabordable, en la clínica psicoanalítica se trata de captar el posible uso que el sujeto niño pueda hacer de ciertos síntomas o “disfunciones”, abriendo así la posibilidad de hallar otra forma de tratamiento del goce. 

Diana Lerner , Alicia y sus enigmas DHH-NRC – Madrid- 

Notas bibliográficas

[i] Roy D., “Padres exasperados, niños terribles”, Texto de Orientación – Hacia la 7ª Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño, 13 de marzo de 2021. 

[ii] Fajnwaks F., “Real, Simbólico e Imaginario de la familia”, Revista Virtualia Nº 26, Buenos Aires, junio de 2013. 

[iii] Laurent E., “Los niños de hoy y la parentalidad contemporánea”, Conferencia en la Facultad de Psicología de la UBA, Buenos Aires, 18 de mayo 2018: https://www.youtube.com/watch?v=j-Y89V6ofHo 

[iv] Brousse M.-H., “Un neologismo de la actualidad: La parentalidad”, Revista Carretel N° 12, Barcelona, 2014, p. 48. 

[v] Ibidem. 

[vi] Bassols M., “La lengua familiar”, Conferencia en el VIII ENAPOL y en el XX Encuentro Internacional del Campo Freudiano, 25 de octubre de 2016. 

[vii] Ibidem. 

[viii] Fajnwaks F., op. cit. 

[ix] Roy D., op. cit. 

[x] Ibidem. 

[xi] Pinkasz R., Texto de presentación de la XVIII Jornada de la Diagonal Hispanohablante de la Nueva Red CEREDA. 


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Documento nº 10 

El malentendido

1ª Parte 

 En el psicoanálisis, Freud y Lacan nos indican que no hay entendimiento a través de la comunicación entre los seres hablantes, que la pulsión sexual no tiene un objeto. No hay objeto predeterminado y adecuado y tampoco hay “relación sexual” entre un hombre y una mujer, dicho de otra manera “el goce es imposible”. 

Desde el sentido común, y algunas prácticas psicológicas, muy actuales, el malentendido es considerado como un déficit en la comunicación, esta falta de comunicación es la que genera problemas en las relaciones sociales. Desde esta concepción de la vida humana, gran parte de los problemas se podrían resolver con una adecuada comprensión, con más diálogo. Cada vez más, esta concepción ha ido avanzando hacia el campo de la sexualidad, considerando que, comunicando al partenaire sexual los gustos y los modos de goce para que no haya malentendidos, se pueda lograr una plena satisfacción. 

Para el psicoanálisis esta concepción hace desaparecer la complejidad subjetiva del encuentro sexual, reduciendo la sexualidad a ser un comportamiento de emociones y sentimientos y defendiendo la toma de conciencia para lograr el máximo placer. Desde esta perspectiva, la felicidad, implica ausencia de malentendidos. 

El malentendido es estructural a la comunicación. No es un accidente. Hay una inadecuación del lenguaje por eso el hablar lleva al equívoco. 

El parletre es equívoco, hay una equivocidad constitutiva de todas las lenguas y por eso es malentendido y está en falta. Hay ambigüedades irreductibles en la estructura del lenguaje. Al hablar es imposible no malentenderse. A diferencia de las psicoterapias que trabajan con la comunicación, el psicoanálisis considera el malentendido como un equívoco sobre el sentido. 

El inconsciente rompe el sentido, irrumpe para hacerse oír produciendo en el malentendido un efecto de verdad. El discurso del sujeto siempre dice más de lo que quiere decir. Otro nos habla y nos hace tropezar en lapsus, actos fallidos, olvidos y sueños. 

El malentendido es consecuencia de la propia división subjetiva y debemos considerarlo, no sólo como origen de problemas, sino también como condición de posibilidad de cualquier encuentro amoroso y sexual. 

En una primera época de la enseñanza de Jacques Lacan, el malentendido está en la estructura misma del significante. Sitúa el malentendido como propio de lo simbólico.

Lacan en “Palabras sobre la histeria” (1) nos dice: “Entre el uso del significante y el peso de la significación, la manera en la que opera un significante, hay un mundo. Allí está nuestra práctica: aproximarse a cómo operan las palabras. Lo esencial de lo que dijo Freud, es que hay la mayor relación entre el uso de las palabras en una especie que tiene palabras a su disposición y la sexualidad que reina en esta especie. La sexualidad está enteramente tomada en esas palabras, ese es el paso esencial que él dio” 

El malentendido en la Familia 

Una familia es un lugar en el que algunos otros y algunos significantes representan al Otro, y también el campo en el que el sujeto puede situarse respecto a su sexo, respecto de la no-relación y de los modos inconscientes de elección de objeto. Es un entramado de significantes, de bienes y de goces y modos de satisfacción pulsional, que introduce el problema del malentendido entre los goces particulares. Por tanto, podemos decir que la familia es un malentendido sobre el goce, una heterogeneidad entre diversos modos de gozar, entre diversos modos inconscientes de inscribir lo familiar que no se recubren. 

Lacan en el Seminario 27. Momento de concluir (2) nos propone: (…) No hay otro traumatismo del nacimiento que nacer como deseado. Deseado, o no – es lo mismo, puesto que es por el parlêtre.  (…) El parlêtre en cuestión en general se reparte en dos hablantes. Dos hablantes que no hablan la misma lengua. Dos que no se oyen hablar. Dos que simplemente no se entienden. Dos que se conjuran para la reproducción, pero de un malentendido consumado, que su cuerpo vehiculizará con dicha reproducción. “

De un lado, el goce masculino hace que él goce del órgano que nada quiere con el decir sobre la verdad en la que ella insiste. Del otro lado, el decir verdadero, enigmático y loco de una mujer. El goce no conviene a la relación sexual porque en cuanto tal es Uno y no establece ninguna relación con el Otro. Hay sólo malentendido. Hay encuentro, pero es contingente; hay un cierto prestarse de ambos lados pero que no hará el todo, el Uno. 

En la época actual se producen corrientes opuestas, cuya combinación da lugar a resultados a veces paradójicos. Por un lado, democratización de los vínculos, pero, por otro lado, un mayor control social y una idealización del amor y de la relación de pareja. Hay que decir que una mayor idealización de la pareja no supone necesariamente su estabilidad, hay veces que esta idealización conduce al abandono de una relación considerada caduca para sustituirla por otra más valorada. Y a diferencia de lo que ocurría en el pasado, cuando un matrimonio era desgraciado podía llegar a aceptarse como un hecho relativamente normal y un destino a asumir, ante el cual se buscaba otro tipo de compensaciones. 

Lacan privilegia el tema de la transmisión en la familia. En “Dos notas sobre el niño” habla de la transmisión de un resto irreductible que tomará dos formas, la transmisión de un deseo que no sea anónimo y la transmisión del malentendido. 

Lacan nos señala que la producción de un cuerpo hablante es efecto de la transmisión de un malentendido y en “Palabras sobre la histeria” nos propone un sujeto que se presenta como un cuerpo hablante, un cuerpo anudado a la palabra: 

“… a causa de la forma, el individuo se presenta como está hecho, como un cuerpo. Un cuerpo, se reproduce por una forma. El cuerpo parlante no puede lograr reproducirse más que mediante una falla, es decir, gracias al malentendido de su goce”. 

La familia funciona como un modo de suplencia sobre un modo de relación afectada por una imposibilidad estructural, suplencia frente a la inexistencia de la relación sexual. 

Si nos guiamos por Lacan, en su última enseñanza y por los desarrollos de Miller, podemos pensar la familia en este aspecto de suplencia. Y podemos añadir que se trata de un síntoma. 

¿Cómo podemos entender esta definición? Podemos entenderla como formas de anudar aquello que de entrada está desanudado, o simplemente no anudado. Un síntoma es un modo privilegiado de anudamiento entre real, simbólico e imaginario, y una respuesta fundamental a la inexistencia de la relación sexual. 

De ahí que cuando hablamos de familias, la mayor parte de las veces estamos hablando de síntomas que son siempre individuales, pero que como es lógico, toman algo del tiempo y el lugar donde se inscriben para estructurarse. 

El psicoanálisis siempre ha hablado de la familia desde la perspectiva de lo sintomático.  Podemos considerar el complejo de Edipo como la aportación de Freud al estudio de la familia. Escuchando a sus pacientes encontró con que hablaban de lo que no iba bien allí, y este no ir bien tenía que ver con sus propios padecimientos. Para Lacan, ese no ir bien del síntoma es la única forma en que algo puede ir de un modo verdaderamente estable. Y esto es así porque los síntomas contienen una fuente interna de estabilidad al estar intrínsecamente relacionados con la repetición. Esto no quiere decir que todos los síntomas sean iguales, los hay mejores y peores. Pero esta perspectiva es un poderoso instrumento conceptual para ir más allá de las simplificaciones que fomentan los discursos contemporáneos sobre la crisis de la familia. 

Lacan lo establece desde sus primeros escritos. en “Los complejos familiares” (4), él establece una relación entre las formas predominantes de los síntomas neuróticos y factores específicos de la civilización, por ejemplo, cuando se refiere concretamente al impacto en la época actual, año 1940, del “declive de la imago paterna”. Los síntomas individuales y los síntomas de la familia en lo social están estrechamente articulados, por eso define la familia misma como síntoma, también en el Seminario XXIII (5) Lacan define el complejo de Edipo como síntoma.  

Enric Berenguer (6) nos propone que esta articulación entre los síntomas individuales y los síntomas de la familia en lo social, no debe quedarse en una constatación general, sino dar lugar a un trabajo detallado que permita establecer una articulación precisa entre determinados fenómenos sociales y las variantes de los síntomas individuales. Sin por ello borrar la grieta estructural que existe entre ambos dominios del problema. Y, todo eso resultaría estéril si se parte de una concepción simplista del síntoma como manifestación de un problema. En este punto es preciso guiarse por la consideración del síntoma como respuesta, como modo de suplencia o de anudamiento, que es lo propio del psicoanálisis.  

El vaciamiento del Nombre-del-Padre puede llevar a una mujer a posicionarse como madre sola en relación con su fantasma proporcionando al niño un padre ideal en lugar de un padre imperfecto, pero de la realidad. El niño puede tomar el lugar de objeto a en el fantasma de la madre y ella aparecer como aquella que no tendría que situarse frente a la contingencia de encontrarse con un hombre al que siempre podría perder. 

Hoy día, como consecuencia de la pérdida de los lugares de referencia que indicaban a la mujer lo que le estaba destinado, el hogar y el cuidado de los niños, puede surgir el anhelo o la postergación de estar con un hombre o tener un niño, uno de los motivos que la llevaría a pedir un análisis. También es bastante frecuente que al llegar al límite biológico de la maternidad tienen prisa por encontrar un hombre digno de ser padre, pero ¿cómo saber que un hombre es digno de ser padre antes de tener un hijo? Esta disyunción, entre buscar un hombre o buscar un padre produce una significación nueva, la significación de la mujer como sujeto supuesto saber qué debe ser un padre. 

Ante la oferta del discurso de la ciencia y la tecnología, cada vez hay más mujeres que eligen ser madres solas, estas son las nuevas formas sintomáticas de cambios de discurso que tienen que ver con la categoría de madre soltera. No es lo mismo cuidar a un niño sola que cuidar sola un niño para cuidar el goce fálico. 

En la varidad, -neologismo de Lacan- habita una verdad: las respuestas al sexo no resuelven el malentendido. Esta varidad no se da solamente en el uno por uno sino que se da también en las variadas y variables respuestas al malentendido en la pareja y en la familia. 

En la época del Otro que no existe, la decadencia y caída del padre es una de las principales causas de las nuevas presentaciones sintomáticas, de los modos en que hombres y mujeres dan su respuesta a la cuestión del sexo, de las conformaciones familiares, de las maneras de asumir la maternidad y la función paterna. 

En la época actual podemos considerar tres tipos de familias con sus nuevas sintomatologías: familias reconstruidas, familias homosexuales, familias por inseminación artificial.

Mercedes Villén   Alicia y sus enigmas de la DHH-NRC- Madrid

Notas y bibliografía 

1-Lacan J., “Palabras sobre la histeria”. Intervención en Bruselas 26 de febrero de 1977. 

2-Lacan J., Seminario XXVII. Momento de concluir. Clase 7, 12 de julio de 1980. Inédito. 

3-Lacan J., “Dos notas sobre el niño”. Intervenciones y textos 2. Manantial. Pág. 55. 

4- Lacan. J., Los complejos familiares. 1938. 

5- Lacan J., Seminario XXIII. El sinthome. Pág. 23 

6- Berenguer, Enric. “El lugar de la familia en la actualidad. Desanudamientos y reanudamientos”. Disponible en https://elp.org.es/el_lugar_de_la_familia_en_la_actualidad/

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Documento nº 10-bis

El Malentendido

2ª Parte  

En la época del Otro que no existe, la decadencia y caída del padre es una de las principales causas de las nuevas presentaciones sintomáticas, de los modos en que hombres y mujeres dan su respuesta a la cuestión del sexo, de las conformaciones familiares, de las maneras de asumir la maternidad y la función paterna. 

En la época actual podemos considerar tres tipos de familias con sus nuevas sintomatologías: Familias reconstruidas, Familias homosexuales, Familias por inseminación artificial.   

Familias reconstituidas 

Actualmente es frecuente que nos encontremos con niños de corta edad que tienen que diferenciar y al mismo tiempo encontrar algún modo de articulación entre dos figuras: el padre y la de la pareja de la madre. Lacan en su definición de la metáfora paterna nos sitúa el deseo de la madre implicando el vínculo con el padre como hombre.  Es cierto que el niño, aunque la madre tenga un nuevo compañero sexual, se sitúa respecto de la pareja anterior, pero es imposible que la pareja sexual de la madre no introduzca para él una cuestión que el sujeto se ve obligado retomar en algunos casos, lo cual deja muchas veces una huella clara en la formación de sus síntomas, en su fantasma.  La función de la pareja de la madre es de gran importancia, aunque no coincida con la del padre del niño. 

Familias homosexuales 

En Europa, y en particular en España, se han producido cambios legales que reconocen el derecho al matrimonio de parejas homosexuales, esto implica el reconocimiento de la adopción. Es previsible, que un niño tenga que plantearse la cuestión de la paternidad y la maternidad sobre el fondo de una pareja de dos “padres” o de dos “madres”, donde no hay un vínculo directo entre la filiación y la procreación. Y, por otra parte, en ausencia de una relación directa entre diferencia sexual y la paternidad/maternidad, no tenemos todavía suficiente casuística relacionada con esta configuración familiar, pero se trata de situaciones que requerirán algún tipo de elaboración por parte de los sujetos llamados a ocupar ahí el lugar de hijos. Hay que señalar que los homosexuales que adoptan niños (o se los hacen procrear por otros) se sienten obligados a construir un universo discursivo familiar, un parentesco, donde los significantes “padre”, “madre”, “abuelo”, “abuela”, “tío”, “tía”, ocupan un lugar que de no recurrir a soluciones claramente ficticias debe considerarse menos importante. La adopción supone ya de por sí la creación de esta clase de soluciones ficcionales. Los efectos sintomáticos se pueden prever, tanto en el hijo como en los padres homosexuales, en la medida en que éstos se ven obligados a recurrir a una serie de significantes amos que necesariamente tendrá sobre ellos consecuencias subjetivas nada desdeñables. 

Inseminación artificial 

Empieza a ser común que se distinga la figura del donante de esperma de la del padre. Se trata, en principio, de una situación semejante a la que ya se daba entre el “padre biológico” y el “padre adoptivo”. Sin embargo, se trata de algo muy distinto, puesto que hasta hace poco el donante de esperma estaba destinado a un anonimato inquebrantable y que a todo el mundo le parecía obvio. Sin embargo, algunos fenómenos sociales hacen pensar que esta tendencia se está invirtiendo, de tal modo que el donante empieza a ocupar un lugar distinto. Esto es adecuado con una sociedad penetrada por un cientificismo delirante, en la que la idea de herencia genética adquiere un valor cada vez mayor. Por otra parte, los tests genéticos de paternidad son una invención todavía reciente, y sus consecuencias sobre la subjetividad del hombre contemporáneo todavía se están desarrollando. De este modo, el donante de esperma ha empezado a ocupar recientemente un lugar considerable, como se ha visto en ciertos fenómenos epidémicos que se han producido, por ejemplo, en los EE.UU., donde hijos de donantes anónimos se reúnen, hablan de sus problemas y a veces toman iniciativas para forzar a sus genitores a abandonar el anonimato. 

En los testimonios de algunas de las madres y algunos de los hijos implicados, se dice que el anonimato del donante produce una especie de presencia fantasmática, de tinte inquietante, que sólo desaparece cuando el genitor toma cuerpo, aunque sólo sea a través de la construcción de una ficción colectiva entre los pares que se identifican bajo el significante “descendiente del donante x”. O sea, la ficción construida en el grupo de pares parece poder suplir el conocimiento efectivo de la persona del ancestro genético. 

¿Qué tienen en común todas estas situaciones tan distintas entre sí? 

En las familias reconstituidas, podríamos decir que las funciones del complejo familiar se anudan en el interior de un universo de discurso marcado por la cultura. En las familias homosexuales, vemos en primer lugar un proceso de desanudamiento que afecta a aspectos distintos del complejo familiar. Ahora bien, ¿qué llevará a cabo el necesario anudamiento entre los elementos diversos del complejo? 

En el caso de las familias reconstituidas, el desanudamiento afecta al par padre/compañero sexual. En el de las familias homosexuales, lo que se desanuda es la diferencia de los sexos y la pareja sexual del orden de la filiación. En el de la inseminación artificial, lo desanudado es el ancestro genético respecto del padre de la realidad. 

En las respuestas de los sujetos que se inscriben en universos familiares de esta clase, se ve que el anudamiento que no está dado de antemano por un marco discursivo preestablecido queda a cargo del sujeto, que pone en juego los dispositivos de que dispone. el fantasma y el síntoma, relacionados con una producción discursiva de mayor o menor importancia, en la que el sujeto intentará restablecer los vínculos que faltan. El caso de las comunidades de descendientes de un mismo donante de esperma resulta extremadamente significativo, por ejemplo, dos muchachas adolescentes descendientes de un mismo genitor anónimo se proponen ir en su busca, planteándose la siguiente cuestión: “Me gustaría ver si me parezco a ese hombre y comprobar si ese merece ser mi papá”. Si se tiene en cuenta que la queja previamente manifestada, ante la imposibilidad de conocer al genitor produce un penoso sentimiento de incompletud. Este sujeto, anudaría una función imaginaria (parecido físico), una función simbólica y un elemento real, que es lo que se trata de buscar (equivocadamente, por supuesto, pero de un modo no menos significativo) en ese real validado por la ciencia que es lo genético. 

En resumen, podemos decir que algunas formas contemporáneas de la familia, efecto por un lado de la democratización y por otro lado de la incidencia de la ciencia y la técnica, se pueden considerar como un retorno a la complejidad extendida tras un periodo dominado por la complejidad condensada. La diferencia entre lo que hoy ocurre y lo que ya había ocurrido anteriormente es la perspectiva de un desanudamiento, puesto que ningún marco discursivo preestablecido proporciona al sujeto un apoyo para la distribución de lugares y funciones. 

Sin duda, lo social produce nuevos discursos que suponen cierto modo de guía, por laxa que sea, pero la reconstitución del nudo corresponde en gran medida al trabajo del sujeto, con los dispositivos de que dispone, o sea, principalmente los que corresponden a su elaboración sintomática propia. 

Mercedes Villén, Alicia y sus enigmas de la DHH-NRC- Madrid

Notas y bibliografía



1-Lacan J., “Palabras sobre la histeria”. Intervención en Bruselas 26 de febrero de 1977.

2-Lacan J., Seminario XXVII. Momento de concluir. Clase 7, 12 de julio de 1980. Inédito.

3-Lacan J., “Dos notas sobre el niño”. Intervenciones y textos 2. Manantial. Pág. 55.

4- Lacan. J., Los complejos familiares. 1938.

5- Lacan J., Seminario XXIII. El sinthome. Pág. 23

6- Berenguer, Enric. “El lugar de la familia en la actualidad. Desanudamientos y reanudamientos”. Disponible en ttps://elp.org.es/el_lugar_de_la_familia_en_la_actualidad/

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Documento nº 12 

 La economía de goce de la estructura familiar

A lo largo de las distintas intervenciones hemos puesto el foco y puesto de relieve el lugar fundamental de la familia para la constitución subjetiva del parlêtre. Y esto solo es posible si esta estructura familiar, -independientemente a la variable configuración como aparece en nuestras sociedades del siglo XXI-, es la portadora de una función: la de una transmisión de un deseo no anónimo en el marco de un malentendido estructural, dos medio-decires inconscientes que se malentienden y transmiten un imposible: “No hay relación sexual” o lo que es lo mismo la castración 

Cada estructura familiar es la respuesta a ese enigma de transmisión y malentendido estructural en el que se asienta la constitución subjetiva de cada parlêtre con sus necesarios accidentes y fallas. 

En ese mismo sentido podemos decir que la familia tiene una función simbólica de inscripción de cada parlêtre en una filiación, y al mismo tiempo una función de goce: La familia es en sí misma un modo de tratamiento del goce de los cuerpos hablantes en presencia y que no responde a ningún ideal, sino que es más bien del orden de una religión privada (…) acerca de las reglas que la rigen, los ritos que allí se celebran y los pequeños dioses que reinan en ella. (1)

Función significante

La familia como institución es solidaria con el significante y el orden simbólico, es el modo de situar lugares y relaciones, organizar la filiación y el parentesco y la regulación del goce.

La familia actual como dice Daniel Roy “está inmersa en el baño de nuestra civilización donde los objetos producto de la tecnología, los objetos plus de goce han adquirido autoridad y gobiernan todas las formas del ideal”, de tal forma que ha producido un cambio en “el eje de la función significante vinculada a la familia”.

La familia actual no se funda ya en la alianza como en el caso de la familia patriarcal ni en el matrimonio como en la familia conyugal, (cuestión más privada y coyuntural no necesaria para constituir las parejas) en el momento actual tiende a presentarse la familia bajo el paradigma de la parentalidad que impone la equivalencia y la intercambiabilidad de los dos padres. 

Esta parentalidad se anuda además con la subida del objeto al cenit social, el niño toma un valor eminente de objeto, hasta el punto que como dice É. Laurent en “El niño como reverso de las familias”: “Sea cual fuera el modo de lazo amoroso de los padres, de su conyugabilidad, solo cuenta el estatuto de parentalidad definida a partir del nacimiento” (2) del hijo, es decir, “sea cual fuera la situación jurídica de la pareja es el nacimiento de un hijo quien crea socialmente la familia” (3).

Nuevo aspecto de la familia actual, la familia ya no hace o trae los niños, sino que es el niño quien hace la familia, siendo el niño el objeto fundamental, el fundamento de la familia y esto tiene un impacto en la economía de goce de la familia: el niño toma la posición de objeto plus de goce y queda más comprometido a encarnar la posición de objeto. 

El parlêtre surge cuando al nacer hay un mundo simbólico que lo alberga, en ese mundo es esperado y hay un lugar para él en el que hay preparado toda clase de vestimentas simbólicas, polo de identificaciones y semblantes con los que los padres le acogen y lo inscriben en el hilo de una filiación que lo pone en relación a un linaje de sus antepasados. 

Esta inscripción está vinculada a un deseo no anónimo encarnado articulado a la falta y a la nominación. Entonces al nuevo ser se le da un nombre y el niño puede ubicarse en un lugar determinado en una línea generacional. Hoy sabemos que para algunos niños este proceso se complejiza por la diversidad de familia sucesivas en las que puede inscribirse. 

Además en esta función simbólica hay otras posibles incidencias, en ocasiones, constatamos que una generación ha sido anulada, y en su lugar aparece el silencio o el secreto. Algo de lo inexplicable para un sujeto niño que buscará encontrar un sentido con las ficciones que teje alrededor de este fuera de sentido del entramado familiar. 

En otras, en la línea generacional, una generación y otra están holofraseadas, es decir, pegadas, tal como ocurre cuando la madre no puede acceder a la posición de madre porque funciona como hija o cuando el padre no puede acceder a ejercer su función porque siempre está en posición de hijo. 

O por último cuando la disimetría necesaria para ejercer la función paterna y materna no se da en aras de una supuesta democratización de los lazos familiares -promovido por el mismo concepto de parentalidad que tiene como principio la equivalencia y la intercambiabilidad de funciones y la falta de la diferencia- Entonces esta democratización de los lazos familiares en la vida familiar toman una forma de contrato de intereses entre padres e hijos, esta posición de igualdad entre los padres e hijos, en realidad deja abandonados a los hijos en la dimisión de funciones de los padres.

En ese mismo texto citado de É. Laurent, él mismo subraya la importancia de los estados depresivos en la infancia como “la consecuencia del peso que recae sobre el niño (…) en estos nuevos términos en que es convocado” (4) como fundamento de la familia y la posición de igualdad. 

Función de goce

Como ya hemos retomado en sesiones anteriores, la familia queda definida a partir de la transmisión de un malentendido fundamental. Un malentendido relacionado con el goce y del cual forma parte el nuevo cuerpo hablante. Así el malentendido de los goces viene a imprimirse en el entramado familiar en el que el mismo sujeto niño y adolescente están incluidos. 

El discurso familiar da cuenta de este malentendido y de cómo el sujeto tomó una posición dentro de ese entramado familiar, adoptando esa lengua familiar particular, un léxico familiar, en el que algunos significantes tienen un valor privilegiado, porque esos S1 tienen valor de goce al fijar algo del goce del cuerpo en el instante mismo en que el sujeto ha tenido que confrontarse con la experiencia de lo imposible (de la no relación sexual, presente en cada estructura familiar). Freud a menudo ha expresado que el niño se ve confrontado a experiencias que le resultan inexplicables de las que guarda retazos de cosas escuchadas, oídas, retazos que quedan guardadas en la memoria anudadas con todos los equívocos de lalengua, y que son precisamente estos detritus con los que construye su lalengua y de la que hace un uso singular en el entramado familiar.

Tanto las incidencias o el impacto de la función simbólica como de la función de goce de la familia, todas ellas, dejarán su marca en el joven parlêtre y constituirán los diversos modos en los que se encarnará esa religión privada que cada familia representa. 

Estas incidencias se pondrán de relieve en la interacción del niño con sus padres, a partir de una lengua familiar, pero también a partir de ese punto irreductible que los une y los separa donde están implicados determinados goces, goces prohibidos y goces consentidos que organizan la economía de goce de cada estructura familiar. 

Desorden en lo simbólico y en lo real 

En el momento actual estamos viviendo el impacto de lo planteaba J. A. Miller en 2012 en el texto de orientación del IX Congreso de la AMP:  hay un desorden en lo simbólico y en lo real, que nos confronta a modos de goce en el niño y el adolescente que podríamos llamar adictivos en cuanto su función es suturar la falta en corto circuito a la cadena significante, sin preguntas, en una reiteración, donde el cuerpo toma un lugar central, localizando un goce pulsional en el cuerpo cada vez más sin estar abrochado a alguna palabra. Es decir, están confrontados sin mediación “a lo demasiado lleno” o “lo demasiado vacío” en todos los circuitos pulsionales como puede ser en lo oral: anorexia, bulimias y sustancias tóxicas; en el anal: retención-expulsión, agresividad; en lo escópico, los videojuegos, las múltiples pantallas; en cuanto al objeto voz los gritos, insultos e intolerancias en la desautorización de las normas y la ley, además de la imposibilidad de habitar el cuerpo y anudarlo a una imagen. Todos ellos son modos de cómo se presenta en la actualidad los aspectos de lo inabordable en los niños y adolescentes. 

Esto nos plantea buscar en las familias y en las nuevas formas familiares, en el caso por caso, qué actúa suficientemente del lado de la madre y del lado del padre para hacer frente a estas configuraciones de los goces, qué elementos posibilitan la separación o por el contrario contribuyen a que sus hijos queden pegados a estas formas sintomáticas, síntoma que revelan la verdad de la pareja conyugal, en el mejor de los casos y más abiertos a nuestras intervenciones. 

De la familia parental a la familia del inconsciente 

Nos encontramos en un momento muy interesante de nuestra clínica en donde se mantiene en pie la importancia fundamental de los últimos desarrollos sobre la función paterna, que complejiza la metáfora paterna que ponía en función el padre simbólico y el padre como ideal para poner una mayor prevalencia de la dimensión del padre como instrumento, como síntoma. Por tanto, el binomio función paterna y Deseo de la madre son dos herramientas fundamentales para dar cuenta de la economía de goce familiar. 

Del lado de la madre 

La declinación del padre y la decadencia de lo simbólico favorece la primacía de la figura de la madre. En la literatura analítica se ha hablado mucho del impacto negativo de las madres sobre sus hijos: Figuras de madres estragantes, devastadoras, de madres demasiado reales, de presencias y ausencias caprichosas, de la madre insaciables, del superyó materno, figuras más bien del goce que del deseo.

Qué incidencias efectivas produce la madre sobre el síntoma del niño. Podríamos decir, que del lado de la madre hay ciertas condiciones necesarias, pero “no suficientes”, porque también hay que contar con la respuesta singular del niño.

Una de las condiciones fundamentales con las que el niño se confronta tiene que ver la prueba del deseo de la Madre, es decir cómo la madre en tanto mujer se confrontó con la falta, con la castración, cómo supo hacer esa madre con la castración y si el niño vino a ocupar el lugar del objeto que la satura y de qué manera, en tanto objeto imaginario, o como presencia real del objeto. De esta manera, veremos cómo algunos síntomas en el niño toman la función de garantizar al máximo la obturación de la castración materna. Lacan hablaba del síntoma somático como un ejemplo de cómo el cuerpo del niño toma el estatuto de fetiche para la madre. 

Por otro lado, la función materna lleva consigo el germen de la decepción, hay decepciones útiles y necesarias y otras devastadoras. La función materna está acotada entre el demasiado y el no suficiente. En el nivel de las necesidades la madre debe privar para no ahogar al niño con la papilla asfixiante. Del lado del amor no puede sino decepcionar porque no puede haber un Otro que pueda dar toda su falta incondicionalmente y solo a uno. 

En la función educativa, la madre es condicional se opone a la demanda de amor del niño que pide que sea incondicional y por tanto también decepciona. Pero esta posición de no ser suficiente, suficiente buena sería la mejor para el sujeto niño dentro de la economía del goce familiar. 

Del lado del padre 

El padre ocupando la función paternal nunca está bien ajustado a ella, siempre está situado como la función materna entre el demasiado y no suficiente.

No hay un universal de la paternidad, una pluralidad de versiones de padres que tienen su impacto por su goce que se presenta a cielo abierto de forma más evidente, en esta época, cuando por el desorden en lo simbólico y lo real se produce la caída de la función de semblante del padre ideal que velaba el goce del padre. Versiones del padre donde la función de goce prima sobre la función del deseo perversamente orientado. Una declinación de estas figuras del padre fueron trabajadas en una Jornada Uforca en 2014 bajo el título de Padres Tóxicos: ya sea que el padre que se toma por el Padre con su valor psicotizante para el hijo, el padre que se toma como hijo, al padre bienintencionado, el padre incomparable, el padre autoritario, el rival amoroso, el padre del caos, el padre ausente o demasiado presente. 

Sin embargo, la pluralidad de versiones de padres que adapta su acción y su función desde su particularidad es lo que en la última enseñanza de Lacan se formuló como el padre real, el que puede estar a la altura de este desorden, porque el Nombre del padre y la metáfora paterna, como dimensión simbólica mostraron también el límite para metaforizar el goce de la no relación sexual. 

Así, Lacan aportó el padre como síntoma y la padre-versión y tal como lo planteaba en las Conferencias en las Universidades Americanas: “en tanto psicoanalistas es siempre muy importante interesarse por los padres que un sujeto ha tenido, por su particularidad”, es decir poner el acento no el padre simbólico, ideal, en definitiva no un padre como universal, sino sobre el padre en tanto existencia particular, que se sitúa en el nivel de la particularidad de su síntoma y de su goce, es decir en su  relación a lo real, y desde allí si puede tener una incidencia, un impacto en la familia en tanto que permite una función de límite, función de nominación del goce, como padre-versión, da una versión del goce y de cómo su deseo se orienta perversamente para hacer de una mujer causa de su deseo, para separar al niño del deseo ilimitado de la madre. 

Mariam Martín. Presentado el 8 de marzo de 2022. Alicia y sus enigmas, Cereda- Madrid 

Notas 

1-Cf. Roy Daniel, Padres exasperados -Niños terribles. Disponible en francés https://institut-enfant.fr/wp-content/uploads/2021/01/PARENTS_EXASPERES.pdf 

2- Laurent, É., “El niño como reverso de las familias” en Uniones del mismo sexo. Diferencia, invención y sexuación. Grama. Buenos Aires, 2010, p. 151. 

3- Ibíd., op. cit., p, 150. 

4- Ibíd, p.146. 

Bibliografía

-Lacan, J., Seminario 21 Los no incuatos yerran. Clase del 11 de diciembre 1973. Inédito.

- Lacan, J., Seminario 22, RSI. Clase del 14 de enero de 1975. Inédito.

- Laurent, É., “El niño como real del delirio familiar” en Psicoanálisis con niños. Tramar lo singular. Grama ediciones. Buenos Aires. 2010, p.19-20.

-Lacan, J., “La conferencia en Ginebra sobre el síntoma” Intervenciones y Textos 2, Manantial. Buenos Aires 1988, p. 124.

-Lacan, J., “La significación del falo”, Escritos 2, Siglo XXI editores, México 1991, p. 673.

- Lacan, J., “Nota sobre el niño”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2021, p.393-4

 -Miller, J. A., “desarrollo y estructura” Carretel nº 10, revista de la DHH-NRC, Bilbao, 2010, p.12.

- Bonnaud, H., El inconsciente del niño. Del síntoma al deseo de saber, Gredos. Madrid. 2014, p.16. Cf. Roy Daniel, Padres exasperados -Niños terribles. Disponible en francés https://institut-enfant.fr/wp-content/uploads/2021/01/PARENTS_EXASPERES.pdf

-Actas de la VI Jornadas: La sexualidad femenina como cuestión preliminar al psicoanálisis con niños. 13 y 14 de febrero de 1993. Barcelona

 

 

 

 

 

Taxonomías de los trastornos infantiles

  

  

“[…] habrá que inventar una nueva solidaridad entre padres e hijos... Nos toca a nosotros acompañarlos de la buena manera, manteniéndonos lo más cerca posible de sus “equivocaciones” (1).

 

 

 

La Una equivocación es un modo de hacer con lo real previo a cualquier elucubración de saber. Son estas elucubraciones no sabidas las que conforman el campo del inconsciente clásico freudiano. Pero la noción de la Una equivocación va todavía más lejos. Tiene que ver con una equivocación inaugural, fuera del sentido y anterior a cualquier interpretación. Es un producto del impacto significante en el cuerpo. L´une-bevue es el nombre del primer patinazo del parletre que se mueve sobre un Real resbaladizo. Su modo singular de tropezar conforma una primera defensa ante ese Real, en un momento lógico previo a que lo simbólico constituido llegue al rescate con un arsenal de sentidos tranquilizadores.

 

Según Daniel Roy, esta une-bevue posee un rasgo especial: irrumpe como un trastorno. Este trastorno tiene un lugar central en la economía del goce familiar y en cómo se vinculan los padres y los hijos. Es una fuente de angustia y malentendidos, y puede generar una crisis que ocupe el centro de gravedad de la vida de muchas familias desbordadas. Los padres, desesperados, recurren habitualmente al discurso de la ciencia, que despliega su propia defensa ante este real que emerge y procede a maniobrar para silenciarlo. La evaluación diagnóstica es el primer paso para neutralizar este Real escurridizo. La demanda de muchos padres es que el niño sea incluido en una clasificación, donde se le ordene respecto a otros en función de unos parámetros de normalidad. Sus esperanzas son sostenidas por las promesas de la ciencia de reincorporarlo a esa normalidad de la que se ha alejado, y poder así seguir aspirando al ideal en los hijos. Pero en esta comparación el sujeto siempre pierde.

 "Es en esta inconsistencia de la familia posmoderna respecto de lo simbólico donde se precipitan los discursos de ayuda parental y de rehabilitación cognitiva y conductual para rastrear las disfuncionalidades” (2)

 

 

 

La falta de adscripción de la familia posmoderna a cualquier orden simbólico predeterminado, la deja en una posición de debilidad a la hora de poder hacer algo con los síntomas de los hijos. Cualquier disonancia con el niño ideal imaginado se convierte en un conflicto de gran alcance que no puede ser reabsorbido por la estructura familiar. La función familiar clásica de regular el exceso de goce de sus miembros pierde operatividad al caer esta institución cada vez más del lado de lo imaginario.  Los síntomas de los niños llegan impregnados de un Real que les perturba, porque no es posible encauzarlo de ningún modo, e incrementan entonces la vertiente del hijo como objeto de goce, situándolo a gran distancia del niño-falo ideal que habían soñado. Es por la brecha que abre esta disonancia por donde penetran, según Daniel Roy, los consejos educacionales, los diagnósticos y las modificaciones de conducta. Todas ellas herramientas plenas de sentido que van en dirección de apuntalar el ideal de los padres.

 

Todas las funciones básicas del cuerpo hablante son susceptibles de trastornarse y alojar así este rasgo que lleva aparejada la equivocación de cada Uno. No olvidemos que esta serie de trastornos son solamente las envolturas formales del síntoma, que serán clasificadas por ciertos saberes para obtener una taxonomía de disfuncionalidades: trastornos de la conducta, la sexuación, el lenguaje, los esfínteres, la atención…

 

La demanda de las familias de este tipo de diagnósticos es creciente. Está en el sentido común de la época: si hay un trastorno en el niño, éste ha de responder a una anomalía, a un problema que ha de ser detectado, nombrado y sustituido por una solución. Los padres, impotentes para abordar la cuestión de otro modo, buscan respuestas en los distintos saberes amos con la esperanza de que el Real que les angustia sea neutralizado. Demandan entonces que el niño pase a formar parte del grupo de los evaluados y diagnosticados, que sea ordenado respecto a otros en cuanto a esa presunta disfunción. Los patinazos de los niños son así clasificados en función del trastorno que llevan aparejado, que es el que recibe toda la atención, para dictaminar con precisión la distancia que los separa de la normalidad.

 

Se parte de que hay un problema. Al producirse cualquier queja masiva en la sociedad se da por hecho cierto que existe un problema social y se exige a la esfera de lo político el encontrar una solución adecuada. Las cuestiones de “salud mental" que nos atañen siguen también esta lógica. Se introducen en este paradigma denominado por Milner “paradigma problema-solución” heredado de las matemáticas y al que se le une el “paradigma de la evaluación”, que traduce la subjetividad a una medida con la que poder operar y manejar grandes masas de sujetos. Los saberes que se declaran científicos son afines a estás lógicas y se consideran aptos para sustituir la pieza que da problemas por una pieza equivalente. Siguen implícitamente una concepción del sujeto mecanicista, donde la pieza problemática, el trastorno en cuestión, es tomado de manera aislada. No es entendido como una envoltura sintomática que indica algo en otro lugar de la estructura, sino como el problema en sí mismo. Desde esta perspectiva se considera que el resto del mecanismo funciona de manera óptima y se busca su conservación. Se procede entonces a sustituir solamente la pieza defectuosa por una pieza equivalente.

 

Ese problema que decíamos se planteaba desde la sociedad ha sido sustituido por una solución a través del procedimiento de la evaluación. Donde había un Real angustiante imposible de abordar obtenemos un sujeto diagnosticado con una problemática definida y compartida con otros sujetos. Por fin todo tiene una explicación. Había algo en ese sujeto que no andaba bien y que ha sido correctamente envuelto en los términos correspondientes y puesto en circulación de nuevo. Una vez detectado es posible movilizar los recursos necesarios para compensar el defecto y restablecer la armonía.

 

Se ha producido una sustitución en términos de equivalencia de un sujeto con un punto crítico e irrepresentable por un sujeto evaluado cuya conducta tiene una explicación que entra dentro del sentido común. Pero dar ese paso no sale gratis.

 

Decía Javier Peteiro al respecto: “Proliferan expertos que en nombre de la ciencia y de un saber sobre el cuerpo, las relaciones humanas y la conducta del individuo y de la colectividad sentencian acerca de lo que conviene a los sujetos sin considerar su singularidad en tanto sujetos de la palabra. Este discurso, ocupa el lugar de un ideal perversamente trasmutado bajo el que los sujetos quedan identificados y seguros en lo que respecta a una garantía de bienestar que el Amo promete. Y a la vez, quedan prendidos, tomando la democracia como excusa, a una voluntad despótica, a un amo Uno, al que voluntariamente se someten en la complacencia de esa felicidad prometida que los lleva a lo peor, al renunciar a eso de sí que los hace únicos y no evaluables” (3).

 

La sustitución por lo tanto del sujeto trastornado por el sujeto evaluado deja fuera lo singular no evaluable. Queda identificado y seguro pero a costa de perder algo vital: la enunciación propia y singular de lo que le sucede. Su versión de los hechos no tiene cabida en el proceso de evaluación. En ese sentido el campo del sujeto se estrecha y su posición de objeto respecto a los saberes expertos se incrementa. Al sancionar ese Otro del saber que el sujeto tiene un defecto objetivo, deja de apelarse a su responsabilidad sobre lo que le ocurre. En este sentido podemos decir que el sujeto evaluado lleva siempre las de perder.

 

Digamos que el sujeto en estos procesos vende su alma al diablo, si entendemos como alma lo más singular e incomparable que posee. La sacrifica para obtener a cambio una promesa de bienestar y de reincorporación a la normalidad de todos. La angustia de un Real insoportable es sorteada momentáneamente, pero en el mismo movimiento el acceso a la potencia de su deseo singular queda obturado. El manejo de la angustia es fundamental en estos casos. Desde una perspectiva cientificista la prioridad es siempre acallar el síntoma, sin tener en cuenta que así se impide contar con la fuerza y la orientación de una angustia productiva. El resultado es un sujeto desvitalizado y que se rechaza a sí mismo. Cautivo y desalmado se entrega a su supuesto destino con docilidad e impotencia.

 

"Es en esta inconsistencia de la familia posmoderna respecto de lo simbólico donde se precipitan los discursos de ayuda parental y de rehabilitación cognitiva y conductual para rastrear las disfuncionalidades” (2) 

R. fue diagnosticado a los nueve años de TDAH y estuvo durante años tomando una medicación para contrarrestar este “déficit”. No funcionó. La resistencia al estudio fue la única defensa ante los ideales educativos de su madre, que permanecía interminables horas junto a él para compensar su “discapacidad”. Donde la ideología evaluadora detecta un déficit el psicoanálisis a menudo encuentra un exceso. Cuando se planteó en sesión su deseo de estudiar lo que le gusta exclamó “¡Pero yo no soy capaz con lo que tengo en el cerebro!”

 

R. aceptó mansamente su diagnóstico y se atrincheró en la impotencia. Sólo tras cuestionar este veredicto del Amo pudo ir saliendo de esa posición. Ahora afirma que quiere aprender a defenderse. La impotencia es la consecuencia del rechazo de sí mismos de estos sujetos que se consideran menos que los otros. Es el resultado de apartar lo no evaluable y por lo tanto incomparable de cada uno, obstruyendo así el camino a cualquier invención singular. Es preciso entonces desmontar la certeza de padecer un déficit y responsabilizar al sujeto de lo que le sucede. El modo de tropezar del sujeto en cuestión se extraerá del encapsulamiento en la taxonomía y tendrá la oportunidad de emprender un camino hacia el Otro.

 

La madre de S. tras dos sesiones no quiere traer más a su hijo a hablar conmigo. El niño presenta conductas agresivas y desafiantes contra sus padres. Ellos tienen una relación muy complicada. Su padre lleva años "en depresión” y no le dirige la palabra a su hijo ni cuando se cruzan en el pasillo. Su madre demanda un tratamiento más eficaz. Quiere que su hijo sea rápidamente diagnosticado y medicado para parar esas conductas que no está dispuesta a tolerar.

 

En esta demanda se reconoce la dimensión de la evaluación como una práctica disciplinaria en sí misma. Los cuerpos de los niños y sus síntomas son desvinculados de su biografía y de su vida familiar y se sitúan en función de una norma. La Una equivocación es, sin embargo, un modo familiar de manejarse con lo Real que atañe a todos los miembros. Cuando se reclama un diagnóstico para que recaiga sobre el cuerpo del niño se deja al margen la vida familiar y sus malentendidos. Se pretende acallar un Real que revela algo sobre la manera de vincularse entre ellos, pero sin que nadie se vea concernido. Con un diagnóstico presuntamente científico se trata la cuestión de modo aséptico, sin que la realidad de la pareja parental sea cuestionada. El trastorno se atribuye a una entidad sobre la que nadie en la familia tiene ninguna responsabilidad, algo sobrevenido por razones quizás genéticas o cerebrales. 

 

Pero los tropiezos de los niños, sus maneras de equivocase y sus “estupideces" tienen que ver con su familia y la religión privada que se practica en ella. La familia puede ser entendida así como la institución transmisora de un malentendido. Ante la ausencia de inscripción de la relación sexual, cada familia se maneja como puede. En el manejo de lo Real que implica el une-bevue no hay saber que valga. El coaching y la pedagogía no operan ante esta total falta de guion. No es el terreno del saber, sino del saber hacer con lo que allí se presenta. Este manejo de lo Real es velado por un malentendido que soporta los goces de los vínculos familiares. Esta religión privada, como la denomina Daniel Roy, está íntimamente relacionada con los patinazos de los niños, ya que toda la familia vive sumergida en el mismo malentendido. Un proceso de evaluación y diagnóstico que deja fuera todos estos aspectos controvertidos y pone el acento en el cuerpo trastornado del niño, se contempla como una solución tranquilizadora cuando los familiares no quieren saber.

 

Los padres de G. sospechan que tenga TDAH. Un familiar cercano fue diagnosticado ya de adulto y temen que pueda haberlo heredado. Un pediatra con el que consultaron hace tiempo les recomendó no estigmatizar al niño con un diagnóstico, pero quieren asegurarse. Cuando G., de 8 años, llega a la consulta reconoce que es muy inquieto. Al preguntarle desde cuándo le sucede esto relata: “Estaba un día jugando a `tú la llevas´ y corriendo muchísimo y me paré a descansar. Estaba tumbado en una escultura del parque y de repente sentí que tenía mucha energía y que a lo mejor esa era la energía de la VIDA y entonces me puse a correr muy rápido y desde entonces soy inquieto”. Es quizás un relato muy preciso que da cuenta de la Una equivocación de este parletre, seguida inmediatamente de un trastorno en el cuerpo que la indica. La madre decidió seguir buscando un diagnóstico para el trastorno que no la implicara en la cuestión.

 

Para terminar transcribo el final de un texto de Ana Lía Gana, extraído del periódico titulado “¿Quién le teme al evaluador feroz?”, que fue publicado paralelamente al foro “Las servidumbres voluntarias” de 2011. Es un alegato de una gran potencia que deja muy clara cuál es nuestra posición como analistas ante los desmanes del discurso cientificista:

 

“En contra de la tiranía del amo moderno en el reino de lo cuantificable, en la que su súbdito es la subjetividad moderna y cuya política es la del control. En contra de la cifra, del hombre medible sometido a la norma del para todo”. Apostamos por la peculiaridad del síntoma, en tanto, lleva en sí el germen de lo imposible, de lo imposible de domeñar, de lo imposible de calcular, de lo imposible de reducir al saber, porque hay un real en juego con el cual cada uno tendrá que hacer su propia invención contra todo cálculo, de toda homogeneización que supone el para todos” (5).

 Carlos Montero Troáns. Alicia y sus enigmas-Cereda Madrid 

 

 

Referencias bibliográficas

 

1- Roy, D. Texto de orientación. Hacia la 7ª jornada del Instituto Psicoanalítico del niño: Padres exasperados, niños terribles. Inédito en español. Disponible en francés https://institut-enfant.fr/wp-content/uploads/2021/01/PARENTS_EXASPERES.pdf

2- Ibíd.

3- Peteiro, J., “¡Que todos nos isofiquemos!”, Periódico hacia el foro II, ¿Quién le teme al evaluador feroz?, 2011, p. 11

4- Roy, D. Opus cit.

5- Gana, A. L:, “Toc-toc, el evaluador feroz golpea vuestras puertas”, ¿Quién le teme al evaluador feroz?, Periódico hacia el foro IIMadrid, 2011, p. 1  

 

Bibliografía

 

Peteiro, J., El autoritarismo científico, Miguel Gómez Ediciones, 2010

Miller, J.-A., Milner, J.-C., ¿Desea usted ser evaluado?, Miguel Gómez Ediciones, 2004

VV.AA., ¿Quién le teme al evaluador feroz?, Periódico hacia el foro II: Lo que la evaluación silencia, Las servidumbres voluntarias.