Amor y sexuación. Erinda 2021





Seminario de estudio: Amor y sexuación 


Argumento

¿Qué podemos decir de este binomio? Lacan en el Seminario 20 dice, “cuando me amas no se trata de sexo”. Pero en su seminario “La carta robada” nos dice que el amor feminiza. Esto nos interroga, ¿amar es entonces aceptar la feminidad? Por otro lado, sabemos que el partenaire esta indeterminado por estructura y J-A Miller señala que entonces solo podrá encontrase a través de la condición de amor. En esta época en que la sexuación está cuestionada por las teorías de género, el capitalismo se desentiende de las cosas del amor y nos encontramos con un “orden de hierro” ¿cómo podemos articular amor y sexuación en lo que respecta a los niños y adolescentes? Intentaremos en 4 reuniones presentar algunas cuestiones ante las que se encuentra el psicoanalista tomando en cuenta los desarrollos que venimos haciendo sobre la sexuación y en dirección al próximo ENAPOL “Lo nuevo en el amor. Modalidades contemporáneas de los lazos.”


Referencias

J. Lacan, Seminario 20, Aún. Paidós

J. Lacan, Seminario “La carta robada”, Escritos II

J. Lacan, El saber del psicoanalista, inédito

J. Lacan, Seminario 21, Los no incautos yerran, inédito

J-A Miller, Los divinos detalles


Ver clase 1: 


Anexo: 

NARCISISMO, AMOR IMAGINARIO Y DESEO.


En Introducción del Narcisismo (1914), Freud nos habla de la vida amorosa de los sexos y plantea dos tipos de elección de objeto:

-Anaclítico o por apuntalamiento: las pulsiones sexuales se apuntalan al principio en la satisfacción de las pulsiones yoicas o de autoconservación y solo más tarde se independizan de ellas. Así, las personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los primeros objetos sexuales -tomados de sus vivencias de satisfacción-. Se ama a la mujer nutricia, al padre protector.

En 1909, para Freud el narcisismo era una etapa necesaria, intermedia entre el autoerotismo y el amor objetal. El Yo tiene que ser desarrollado, en cambio los instintos autoeróticos, son primordiales. Para constituir el narcisismo, viene a agregarse al autoerotismo, un nuevo elemento y acto psíquico.

Más adelante, Lacan en El estadio del espejo señala que hasta los 18 meses, el infans, establece una relación libidinal con la imagen del cuerpo, que da una estructura ontológica del mundo humano. El estadío del espejo indica el sitio donde el sujeto se aliena así mismo, siendo un aspecto fundamental de la subjetividad y paradigma del orden imaginario. Bajo la denominación IMAGEN, Lacan reelabora el análisis del narcisismo primario. En ésta línea, la identificación es la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen. Subrayando la determinación subjetiva de la imagen.

El infans anticipa el dominio de su unidad corporal mediante una identificación con la imagen del semejante y por la percepción de su propia imagen en el espejo, quedando cautivado por su propia imagen con algún sostén humano o artificial. La imagen especular es asumida por el infante con júbilo, en tanto se encuentra en un estado de impotencia motriz y de dependencia por la lactancia. Manifiesta en una situación ejemplar, la matriz simbólica.

Volviendo a Freud y al segundo tipo de elección de objeto:

-Narcisista: Aquí no se elige el posterior objeto de amor según el modelo de la madre, sino según el de la persona propia; se buscan a sí mismos como objeto de amor. Se ama a lo que uno mismo es, a lo que uno mismo fue, a lo que uno querría ser, a la persona que fue una parte del sí mismo propio.

Por tanto, hay un narcisismo primario que puede expresarse de manera dominante en la elección de objeto. Existe una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos, pero considerada en el fondo, ella persiste y es a las investiduras de objeto “como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite”. Las emanaciones de esta libido, las investiduras de objeto, pueden ser emitidas y retiradas de nuevo.

Freud diferencia libido yoica y libido de objeto, nos dice que cuanto más gasta una, más se empobrece la otra. El estado de enamoramiento sería una resignación de la personalidad propia en favor de la investidura de objeto. El que ama ha sacrificado un fragmento de su narcisismo y solo puede restituírselo a trueque de ser amado.

También la satisfacción se da por el lado del cumplimiento del ideal del yo. Ésta instancia, designada como aquella que “observa al yo actual midiéndolo con su ideal”, es sustituto del narcisismo primario: “lo que proyecta como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia”, en donde fue ese ideal poseedor de todas las perfecciones.

El enamoramiento, que consiste en un desborde de la libido yoica sobre el objeto, eleva el objeto sexual a ideal sexual. Y el ideal sexual puede entrar en una interesante relación auxiliar con el ideal del yo: se ama -siguiendo el tipo de la elección narcisista de objeto-“a lo que posee el mérito que falta al yo para alcanzar el ideal”.

En esta misma línea, se sitúa el amor parental como “narcisismo redivivo de los padres”, como renacimiento y reproducción del narcisismo propio abandonado, donde a “su majestad el bebe” -como una vez nos creímos- se le atribuyen toda clase de perfecciones, de no renuncia al goce, y será entonces quien deberá cumplir los sueños  irrealizados y deseos de sus padres. 

En el escrito freudiano, se establece que el pleno amor de objeto según el tipo del apuntalamiento es en verdad característico del hombre, exhibir esa sobrestimación sexual -que da lugar a la génesis del enamoramiento-, como transferencia del narcisismo originario del niño sobre el objeto sexual.

En cambio, en lo que llama “el tipo más frecuente” en la mujer, parece sobrevenirle un acrecentamiento del narcisismo primario -en relación al desarrollo puberal y razones estéticas, y por desplegar gran atracción-, aumento que resulta desfavorable a la constitución de un objeto de amor dotado de sobrestimación sexual. Plantea que su necesidad no se sacia amando sino siendo amadas, y se acercan a un hombre que les colma esa necesidad.

Nos dice que, estas conformaciones responden a la diferenciación de funciones dentro de una trabazón biológica -si bien habría mujeres que aman según el modelo masculino y despliegan la correspondiente sobrestimación sexual-. 

Llegado este punto, podemos interrogarnos: ¿El amor completa o, más bien, resulta una experiencia de descompletamiento en tanto que el otro me divide? ¿Es el amor en cuanto reflejo de mi propia imagen, o en tanto falta y diferencia?

Tomaremos, entonces, a Lacan y su escrito La Significación del Falo de 1958. Allí vemos cómo pondrá el acento en el complejo de castración y el deseo. Nos hablará de la relación del sujeto con el falo, que se establece más allá de la biología y de la diferencia anatómica de los sexos.

Leemos cómo el hombre no puede aspirar a ser integro, a la personalidad total. Y el hecho de querer ser amado por sí mismo es un espejismo que implica la abolición del discurso. Relación del sujeto al significante: “El sujeto solo designa su ser poniendo una barra en todo lo que significa”.

Establece que, “la demanda de amor no puede sino padecer de un deseo cuyo significante le es extraño”. Sitúa al falo como significante que da la razón del deseo.

Que el falo sea un significante -de la falta en el Otro- es algo que impone que sea en el lugar del Otro donde el sujeto tenga acceso a él. “Se trata de un significante que no está allí sino velado y como razón del deseo del Otro, es ese deseo del Otro como tal lo que al sujeto se le impone reconocer, el otro en cuanto que es él mismo sujeto dividido de la spaltung significante”.  

Por último, extraemos: “el sujeto, lo mismo que el Otro, para cada uno de los participantes en la relación, no pueden bastarse por ser sujetos de la necesidad, ni objetos del amor, sino que deben ocupar el lugar de causa del deseo.

Luego Lacan, en este mismo texto que venimos siguiendo, nos permite ubicar aquellas manifestaciones ideales o típicas del comportamiento de cada uno de los sexos -ideales que reciben su vigor de la demanda que tienen el poder de satisfacer, con reducción del deseo a lo que Otro me demanda-: 

-Ser el falo del lado femenino: Es para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para lo que la mujer va a rechazar una parte esencial de su femineidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada.

-Tener el falo del lado masculino: Es por la función significante, conforme a la marca fálica que constituye el deseo, por la que el órgano que queda revestido de ella toma valor de fetiche. 

“Esas relaciones giraran alrededor de un ser y de un tener que, por referirse a un significante, el falo, tienen el efecto contrariado de dar por una parte realidad al sujeto en ese significante, y por otra parte irrealizar las relaciones que han de significarse”.



Gabriela Aranda 

Soledad Moreno.





 Ver clase 2:




Ver clase 3:



Presentación del libro "Nuevas formas del malestar en la cultura" de Vilma Coccoz

Actividad organizada por el ERINDA, en el marco del curso "Amor y Sexuación", con la colaboración de la Biblioteca de la EOL Sección Rosario



Clase 4:





El despertar de la primavera: El primer beso


Luego de un primer tramo de análisis, Nitzcaner nos comenta que la muchacha entra al secundario. Período en que lo real apareció, pero de otro modo. Se presentaron en su cuerpo los atributos de mujer y los cambios biológicos que esto conlleva. En la enunciación de su discurso se escucha su dificultad y extrañeza, se pregunta: ¿Por qué para empezar algo nuevo hay que correr el riesgo de perder algo?
En el Despertar de la Primavera, La Sra. Bergmann le espeta a Wendla: “… A tu edad otras muchachas son tan tiesas y pesadotas… pero tú eres todo lo contrario. ¡Quién sabe cómo te habrás desarrollado cuando las otras lleguen a mujeres!” 
Afirma Alexandre Stevens que “se puede muy bien decir a una niña: «Te estás transformando en una mujer», etc., pero en el momento del surgimiento de la cosa, ya sea a través de los sueños, en las transformaciones del cuerpo o en una primera erección, ese efecto del surgimiento que es real hace que, cualesquiera sean las palabras que le dice el otro, las palabras de que disponía el niño, convertido ahora en púber, no corresponden a lo que le ocurre. Se trata menos de transformación que de surgimiento o irrupción de algo radicalmente nuevo. Más que orgánico, ese real es surgimiento de algo nuevo respecto a lo cual el sujeto no tiene una respuesta preparada. Para decirlo de otro modo, frente a este surgimiento, el fantasma del sujeto desfallece.”
Ahora bien, aclara Stevens que el órgano del que se trata aquí es un órgano marcado por el discurso y ese real de la pubertad no coincidirá, por consiguiente, con el crecimiento hormonal sino con ese órgano marcado por el discurso. La prueba de ello es que el desarrollo hormonal no produce problemas en el animal. Nunca se escuchó hablar de crisis de adolescencia en los terneros cuando éstos se transforman progresivamente en toros. En el prefacio del Despertar de la primavera de Wedekind, uno de los más bellos textos sobre la adolescencia, Lacan escribe: «Es así que un dramaturgo aborda en 1891 el tema de en qué consiste para los muchachos hacer el amor con las chicas, marcando que no pensarían ni siquiera en ello sin el despertar de sus sueños.» (5) Por lo tanto, solo piensan en eso, pero, como dice Eric Laurent, es «intercambiando el relato de sus sueños como se encaminan hacia la dialéctica de qué es ser amado por el otro… queriendo alcanzarlo en el hacer el amor.» (6) Por consiguiente, si se quiere hablar de un real situado por el lado de la transformación del órgano, por el lado de lo que surge en el cuerpo, tenemos que entender que se trata de un real marcado por el lenguaje, un real de un órgano marcado por el lenguaje.
Con este incipiente real, la muchacha del caso de Nitzcaner, en las conversaciones que mantiene con sus amigas se encontraría con su primera dificultad: el primer beso. No sabe por qué debería darle un beso a un muchacho, pero sabe que sus amigas lo hacen y no sabe para qué. 
En la producción de sus elaboraciones frente a estas inquietudes, en El Despertar de la primavera, Melchor manifiesta a Mauricio: “Con respecto a eso creo en la existencia de un cierto instinto. Creo, por ejemplo, que si se encierran un gato y una gata de cachorrillos y se les mantiene aislados de todo contacto con el mundo exterior… quiero decir, si se les abandona a sus propios instintos… tarde o temprano la gata quedará preñada… a pesar de que, como el gato, no tuvo a la vista ejemplo alguno.  No va más allá de lo instintual, todas sus anotaciones y elucubraciones, solo lo conducirán a un atolladero. 
Por el mismo camino Dafnis (en Dafnis y Cloe), “hizo después que ella se alzara, y la abrazó por detrás, imitando a los carneritos; pero con esto nada logró, quedando más confuso y echándose a llorar al ver que para tales negocios era más rudo que las bestias”. Aquí Lacan referencia: Lo que debe hacer como hombre o como mujer, el ser humano lo tiene que aprender por entero del Otro. Al respecto evoqué a la vieja del cuento de Dafnis y Cloe, fábula que indica que hay un campo último, el de la realización sexual, cuyos caminos, a fin de cuentas, el inocente desconoce.”
¿Qué es lo nuevo aquí? Afirma Alexander Stevens, que más que el órgano, lo nuevo es la aparición, otra vez más, para el sujeto, de su déficit de saber en lo real. ¿Qué es lo que evoca este concepto de real lacaniano?
Aquí nuevamente nos demuestra Stevens que nos enfrentamos con lo real del final de la enseñanza de Lacan que recubre los dos anteriores. Lo real es la no-relación sexual. ¿Qué quiere decir: «No hay relación sexual»? Quiere decir que no hay una relación o proporción en el sentido matemático del término, en el sentido de un saber instituido y constituido, ya presente, acerca de lo que es la relación entre un hombre y una mujer. ¿Cómo ocurre esa relación en el animal? Cuando el animal se encuentra ya desde la primera vez ante el otro sexo, sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Eso se llama instinto. Para los animales existe el instinto, aunque ello implique una complejidad, una puesta en escena, un ritual. Con todo, el instinto existe como saber inscripto para cada uno en lo real. Cuando se encuentra con el otro sexo, el animal no está privado de saber. Sabe cómo funciona la cosa. No hace preguntas, posee un saber instintivo acerca de la copulación. Es eso lo que falta en el hombre. En el ser hablante, no hay saber en lo real. Se comprende mejor, entonces, qué es lo real de la pubertad. Por consiguiente, propone esta definición: lo real de la pubertad es la irrupción de un órgano marcado por el discurso a falta de un saber sobre el sexo, a falta de un saber sobre lo que puede hacer con ese saber frente al otro sexo. Es ahí donde incumbe a cada uno inventar su propia respuesta.
Por Débora Nitzcaner, nos enteramos que la paciente inventó y continúa inventando respuestas posibles. 




Bibliografía
Stevens, Alexander; La adolescencia, síntoma de la pubertad, Conferencia dada en la Universidad de Paris VIII en enero de 1998
Lacan, J. ; Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Seminario XI, Paidos, 2010
Wedeking, F. ; El despertar de la primavera, Letra Viva, 2014
Longo; Dafnis y Cloe, Sopena Argentina, 1946
Nitzcaner, D.; El primer amor


El sintoma localiza el goce. El sintoma encierra el objeto a. Al ser narcisista la elección de objeto, implica el objeto perdido. El goce que se perdió. Plus de goce que se obtiene en los objetos a que se buscan en el campo del Otro. 
Todos los objetos se vuelven sintomáticos porque no son el objeto perdido. 
El Ideal está más del lado de lo simbólico.

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Lo real de la transferencia en el Seminario 11.


En su Seminario 11, Lacan articula la transferencia en relación a los otros conceptos fundamentales del psicoanálisis: el inconsciente, la repetición y la pulsión.
Hasta el momento, su conceptualización se había centrado en diferenciar la transferencia imaginaria de su dimensión simbólica, mientras que ahora su interés es abordarla desde la perspectiva de lo real. Lo novedoso de este Seminario, es que Lacan hace entrar a la pulsión. No olvidemos que en el Seminario 10 Lacan inventa el objeto a y entonces, todos sus conceptos son ahora redefinidos considerando su vertiente real. 
Para orientarnos, voy a tomar un esquema del libro: “Fundamentos. Comentario del Seminario 11” de Graciela Brodsky:



Pulsión
* El inconsciente                
   * Estructurado como un lenguaje. 
   * Como pulsación temporal; es evanescente.
   * La realidad del inconsciente es sexual.
* La repetición: 
   * como retorno; automaton. 
   * como encuentro imposible; Tyche 
* La transferencia:
   * Como cierre del inconsciente
   * Como puesta en acto de la realidad del inconsciente
   * Como sujeto supuesto saber


Luego, podemos servirnos de otro esquema en donde estos conceptos se relacionan de acuerdo a sus definiciones y sus momentos teóricos de elaboración: 


Decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, es decir una de las definiciones más conocidas y trabajadas por Lacan. Se corresponde con su momento estructuralista, donde prima lo simbólico. Sin embargo, en esta oportunidad, Lacan nos presenta otras dos definiciones, que nunca antes las había trabajado. Por un lado, tenemos: “El inconsciente como pulsación temporal,” como algo que se abre y se cierra y, por otro lado, Lacan afirma que la realidad del inconsciente es sexual. Volveremos más adelante a retomar estas definiciones. 


Con respecto a la repetición, podemos decir que, hasta el momento, Lacan la había trabajado en su cara significante. De hecho, en el Seminario 2 (1954-1955) dice que llamamos repetición a la estructura combinatoria del significante, a la insistencia de la cadena significante, que se abrevia muy fácilmente con la escritura mínima, S1-S2. Es en el retorno de los significantes que podemos ubicar al sujeto. 
De ahora en adelante, Lacan nos presenta dos caras de la repetición: 
* La cara del retorno (Lacan prefiere llamarlo retorno y no repetición), es la primera perspectiva de la repetición entendida como automaton de los significantes; es el automatismo de la repetición de la cadena significante.
* La repetición como encuentro imposible. Esta perspectiva de la repetición, en su vertiente real, es la que el analista debe tener en cuenta para la interpretación de la transferencia y la que a Lacan le interesa en este momento. Es la Tyche que indica que finalmente hay una direccionalidad siempre fallida en la repetición. Hay un mal encuentro porque nunca se produce y porque genera una nueva búsqueda en la misma dirección con el mismo resultado. Eso va delineando un trayecto alrededor de un objeto imposible de alcanzar. 
Lo fundamental en este momento es que la repetición está articulada con lo real, que el retorno de los mismos significantes circunscribe un punto de real. (Miller, 1989-1990 El Banquete de los analistas Pág. 135)


En el capítulo X, llamado “Presencia del analista”, la transferencia es considerada en relación a la repetición y, respecto del inconsciente, como su cierre. Es decir, el vector que liga inconsciente y transferencia, indica un cierre. Nos dice: “La transferencia es el medio por el cual se interrumpe la comunicación del inconsciente, por el que el inconsciente se vuelve a cerrar. Lejos de ser el momento de la transmisión de poderes al inconsciente, la transferencia es al contrario su cierre.” (Lacan 1964-1965 Seminario 11 Pág. 41)
Graciela Brodsky nos aclara que la transferencia es cierre respecto de la repetición, siempre y cuando se tome la repetición desde la perspectiva del retorno. De las dos caras de la repetición toma la cara automaton y formula desde esta perspectiva que la transferencia implica una detención de la cadena. 
La idea del capítulo X es: la transferencia como cierre del inconsciente, en tanto detiene el automatismo de repetición, detiene la repetición en tanto retorno de los significantes. 
Sin embargo, en el capítulo siguiente, Lacan ubica otra definición posible para la transferencia: “la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente”. 
De este modo, se pueden ubicar 2 definiciones de la transferencia que son contrarias entre sí: en el capítulo X cierre, en el XI, puesta en acto. Decir puesta en acto, es equivalente a decir puesta en escena. Se entiende que no es lo mismo poner en escena o en acto una obra que cerrar el telón.
La idea de la transferencia como cierre, barrera o resistencia, que supone un obstáculo para el análisis, es una idea vieja en Lacan, es la perspectiva vinculada a su versión imaginaria, ubicándola en el eje a-a’, es decir en su dimensión ilusoria del amor entre el yo y los objetos. Lo imaginario es el obstáculo para la realización de lo simbólico. A tal punto que el analista es el agente de la resistencia si no se ubica bien, si se queda en el plano imaginario. Se trata de una dimensión ilusoria, de engaño, ya que se vincula con el amor narcisista: “Amar es, esencialmente, querer ser amado”. 
Entonces, siguiendo a Brodsky podemos decir que esta primera parte de su enseñanza, Lacan ubica el obstáculo en otro registro, ubica lo simbólico como algo que iría por su riel si no se le interpusiera el registro de lo imaginario. En el Seminario 11, en cambio, se postula que el obstáculo no está en un sistema aparte, sino en el propio estatuto del inconsciente que ya no es una cadena lineal, pues tiene una pulsación en sí misma. El propio inconsciente tendría en sí mismo un sistema regulador. 
Considerar la transferencia como puesta en acto nos lleva a tomar la otra perspectiva de la repetición, no el automaton (respecto del cual la transferencia funcionaria como cierre), sino la perspectiva de la tyche. Vale aclarar que lo que para Freud es un objeto perdido, para Lacan es un objeto anulado por el lenguaje. Aun así, Lacan siempre sostuvo que la repetición persigue este objeto y, al mismo tiempo que lo persigue, yerra siempre; no lo alcanza. Pero no por eso deja de buscarlo, y es ese mismo movimiento lo que da el motor a la repetición, lo que permite pensar toda la cuestión de la transferencia desde la perspectiva “motor y obstáculo”. Se trata siempre de un doble movimiento: repetir una y otra vez la búsqueda del objeto, y al mismo tiempo, repetir una y otra vez la decepción, el desencuentro; la búsqueda siempre es fallida, la cita siempre falla. 


Además, hay que señalar que esta nueva versión de transferencia es solidaria a la nueva concepción de inconsciente, como pulsación temporal y como algo del orden de lo irrealizado[1], de lo no nacido pero que exige ser y que solo es posible por la presencia del analista, más específicamente por el deseo del analista[2]. 
En el capítulo X, Lacan dice que la apertura y cierre del inconsciente depende de la presencia del analista. Plantea que la existencia misma del inconsciente depende del analista, como si éste fuera el que lo hace nacer; es algo del orden de lo irrealizado, de lo no nacido, que requiere algo que lo haga nacer. Y en ese punto Lacan ubica el deseo de Freud. Nos dice: “La propia presencia del analista es una manifestación del inconsciente” (Lacan 1964-1965 Seminario 11 Pág. 131) y más adelante: “… la presencia del psicoanalista… debe incluirse en el concepto de inconsciente”. (Lacan 1964-1965 Seminario 11 Pág. 133)


Además, se vincula con otra novedad que Lacan introduce aquí al afirmar que la realidad del inconsciente es sexual. Entonces, en su dimensión real, la transferencia se define como siendo la puesta en acto de la realidad (sexual) del inconsciente. 
Lo nuevo que introduce Lacan es considera que: “el mal encuentro central está a nivel de lo sexual”. (Lacan 1964-1965 Seminario 11 Pág. 72) Hasta ese momento no había articulado mal encuentro y sexualidad, más bien se trataba de la cita fallida, del objeto perdido que hace al deseo: no hay objeto, se genera una repetición siempre fallida, nunca es ese el objeto de mi deseo, y por lo tanto sigo deseando. Pero ahora está diciendo algo más: que el mal encuentro, el trauma, es sexual, tiene que ver con el objeto a en la dimensión de lo real. 
Tenemos la repetición de la evitación de lo que nunca se puede alcanzar, pero ahora se agrega algo más: la evitación de lo real como sexual. Pero lo que la repetición evita, la transferencia lo presentifica, como su contracara. Aquello que la repetición evita, la transferencia hace que uno se lo encuentre: el traumatismo en tanto que sexual. Por eso decimos que la transferencia es la puesta en acto de la realidad (sexual) del inconsciente. La transferencia es la repetición del encuentro fallido, del mal encuentro en tanto sexual.
De este modo, vemos abrirse la vía por donde se articulan transferencia y pulsión. 


Por último, nos queda ver cómo se articula la transferencia con el momento de la apertura del inconsciente ya que las dos vertientes de la transferencia planteadas hasta aquí (como cierre del inconsciente y como puesta en acto de la realidad del inconsciente) corresponden al momento de cierre de la pulsación del inconsciente. Entonces, lo que falta es la presentación que Lacan guarda para el final, de la transferencia como “sujeto supuesto saber”. Es decir, lo que llama en el seminario el “pivote de la transferencia”. 
Para Lacan, la transferencia solo puede pensarse a partir del sujeto a quien se le supone saber (S.s.S); a quien se supone que sabe algo sobre uno, pero que, de hecho, nada sabe de eso. Nos dice: “A aquel a quien le supongo saber, lo amo”.
 


  

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[1] En la página 38 del seminario 11 Lacan dice: “...lo que pertenece propiamente al orden del inconsciente es que no es ni ser ni no-ser, es no-realizado”. Es decir, la pregunta ontológica, que es la pregunta por el ser, no le va bien al inconsciente porque el inconsciente no “es”, es un “querer ser”. Quiere aparecer, quiere realizarse, pero no está y es en las fallas que aparece. Esto lo lleva a decir: “no es un estatuto óntico, es un estatuto ético”. 
Continúa diciendo: “Lo óntico, en la función del inconsciente, es la ranura por donde algo (…) sale a la luz por un instante (…) porque el segundo tiempo, que es de cierre, da a esta captación un aspecto evanescente.” (Lacan 1964-1965 Seminario 11 Pág. 39) 
[2] “El deseo del análisis no es un deseo puro, es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción a él.” (Lacan 1964-1965 Seminario 11 Pág. 284)