Boletín 18 JE 7#
Contribución de Natalia Minichelli
“Una niña fue traída a mi consultorio en situación de urgencia, de angustia física, es decir de un goce errático en su cuerpo, sentía que no podía respirar, se ahogaba y por ese miedo no comía en los últimos días. Luego de describir con gran apuro lo que le pasaba a su cuerpo, sin ningún intento de encontrar un sentido, más bien refractaria a eso, la niña pide jugar. Y es allí donde el inconsciente hizo su retoquecito singular, percutiendo algo no nacido, su tracito fugaz de real. Se trató de una palabra que ella escribe en un juego de adivinanzas: “SOLe”. Las tres primeras letras en mayúscula y una e minúscula, trazada casi como una a al revés, confusa, salida del renglón. Eso me provocó interrogarla ¿a quién pertenecía ese nombre? No era de nadie. No era un nombre ¿Era una a o era una e? al leerlo en su equivocidad como “sola”, la niña se sorprende, ¡no lo había pensado!
El inconsciente penetrando así en lo real de su angustia, con el trazo de una letra, ubica un litoral al que lo real ex-siste. Un saber que no piensa pero trabaja. Ese “SOLe” es su lalengua, sin Otro, una lalengua que está presente desde el inicio de un trayecto de análisis. Claro que fue necesario ficcionar en la transferencia, hacer resonar ese “sola” y acompañarla en sus elaboraciones, que posiblemente harán el marco de su fantasma, pero eso vino después; el inconsciente transferencial se edificó sobre el inconsciente real, permitiéndole salir de esa angustia física.”
En: “Inconsciente trazado de real.” Silvia Perassi.